jueves, 14 de marzo de 2013

PARA LECTURA DE LA IZQUIERDA POLITICA

Carta a la izquierda árabe y mundial 

 (5/6)

Salama Kayleh
Entretierras 
Rebelion/11-03-2013 

6. “La conspiración imperialista”: 

Por supuesto, muchos marxistas han repetido la expresión de “conspiración imperialista” y han considerado que la revolución no es una revolución, sino una conspiración orquestada por el imperialismo estadounidense (algunos han extendido esta visión a todas las revoluciones árabes, para considerar que son el “caos constructivo” que el imperialismo estadounidense pretendía provocar a principios del nuevo siglo). Esos mismos han hecho referencia a una “conspiración” imperialista estadounidense totalmente fracasada, pero ¿sigue en pie dicha “conspiración”? 

Esta perspectiva indica una falta de conocimiento y no solo de entendimiento, porque no ve todos los cambios que han tenido lugar en los últimos cinco años, especialmente tras la crisis financiera imperialista de 2008, que abrió las puertas de par en par a la desintegración y el debilitamiento del modelo capitalista al completo por un lado, y al cambio de los equilibrios de fuerzas por otro. La política imperialista de EEUU fracasó en imponer el dominio general que inició poco después de la caída del muro soviético de Berlín y que aceleró tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Ya no puede ser la única potencia mundial mientras intenta solucionar su creciente crisis desde comienzos de los 70 del siglo pasado. Ello es lo que ha permitido a las luchas “latentes” volver para dividir el mundo y ha permitido que Rusia se convirtiera en una potencia equivalente a EEUU y ha hecho que el miedo estadounidense se dirija hacia China. También ha hecho que todos los países capitalistas estén en una situación de receso como resultado de la crisis económica provocada por la configuración mundial de la economía y la “desvirtuación” del capitalismo hacia una forma financiera que domina toda la actividad económica.

Así, ya no estamos en la era del dominio estadounidense, aunque su sombra siga presente, y presenciamos una ampliación del papel ruso que intenta dominar los mercados, como todo imperialismo. 

Partiendo de ello, ¿dónde está la “conspiración imperialista”? 

Lo que se ha visto sobre el terreno es que hay una verdadera conspiración, pero contra la revolución y no contra el poder, pues EEUU vende Siria a Rusia y Arabia Saudí tiembla ante las revoluciones árabes y hace esfuerzos para abortarla apoyando el fundamentalismo (los salafistas) y exportando “yihadistas” que se han convertido en un problema en la revolución. Turquía ha perdido a Siria y ve que EEUU vende el país a Rusia, por lo que apoya el fundamentalismo y los “yihadistas” para lograr llevarse algo. Catar quiere, como Turquía tal vez, y con apoyo francés, que los Hermanos Musulmanes lleguen al poder, por eso les ha dejado aprovechar el Canal Al-Jazeera y ha expandido su discurso fundamentalista, deformando las imágenes de la revolución para aumentar su fuerza (la de los Hermanos). 

Esa es la situación internacional que va en beneficio directo del poder y en detrimento de la revolución. 

El problema de esos “marxistas” es que siguen repitiendo un discurso que ya pertenece al pasado, que les hicieron memorizar los compañeros soviéticos, y no han encontrado aún a quien les haga memorizar otro. La contradicción principal es la contradicción de clases y no con el imperialismo, más que desde la perspectiva de clases, y ese es el error de comprensión que los soviéticos generalizaron. 

El imperialismo dominante ya no es el de EEUU que se oponía a la Unión Soviética, aunque siga teniendo un papel, pero no el de quien quiere dominar el mundo. No obstante, sigue siendo imperialista y, por tanto, debemos estar en su contra. Pero su situación en el mundo ha cambiado debido a su profunda crisis que no tiene solución y el mundo se ha abierto a una división de los mercados que ha de tenerse en cuenta. A pesar de ello, el modelo capitalista ha pasado a estar en la “sala de reanimación” debido a su configuración que ahora lo domina como una economía de émbolo financiero que margina a las fuerzas productivas, que están en crisis también debido a la “superproducción”. 

Todo ello hace de la revolución siria una lucha de múltiples problemáticas, porque se enfrenta a diversas fuerzas, locales, regionales y mundiales. No son solo Rusia, China e Irán, sino también EEUU, Arabia Saudí y todos los estados imperialistas. El marxista debe ver todo eso, no quedarse aferrado a los “clichés” que ya pertenecen al pasado. Debe ver la realidad y las políticas imperialistas ahora y no como las memorizó hace décadas. 

El marxista sabe que todo hecho importante impondrá intervenciones de muchas fuerzas que tengan intereses y debe saber dónde se vierten esas intervenciones y cuáles son los intereses de dichas fuerzas en concreto y ahora, y no en un tiempo pasado. 

Desde esta perspectiva, la teoría de la conspiración, a pesar de las intervenciones de fuerzas, cae por su propio peso y se convierte en una “conspiración” contra la revolución, contra el pueblo y contra Siria, en la que el poder es un instrumento que hace lo mismo que EEUU en Iraq: destrucción, asesinato y detención salvaje. Solo porque defiende los intereses de la mafia gobernante. 

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