La
inflación sigue y sigue, a pesar de las declaraciones gubernamentales que
predicen el frenado del alza de los precios. Mientras algunos se forran
descaradamente, los de abajo ven cómo la cesta de la compra se encarece, al
igual que la hipoteca.
Nos sobra mes al final del sueldo
El Viejo Topo
27 febrero, 2023
No es preciso ser un nigromante ni un augur. No es necesario leer en las entrañas de las aves ni tirar de la cábala. Basta el sentido común y unos pocos datos.
Los grandes
perjudicados por la espiral inflacionista que sufrimos son las clases
populares y en especial los pensionistas. La intensa propaganda no puede
ocultar el malestar social acumulado. Se quiere obviar la realidad o
enmascararla. La inflación que nos atenaza y nos hace cada día más pobres no es
solo fruto de la guerra. Con datos de febrero del 2022 más de la mitad de
los pensionistas de este país cobran alrededor de 1.000€ netos. El mayor
incremento en las pensiones de los últimos años (8,5% obtenido por la
movilización), aunque positivo, no cambia la tendencia.
Las rentas más bajas: las grandes perjudicadas
Son las rentas
más bajas las que más están sufriendo esta situación de inflación disparada. A
menores recursos, mayor es el esfuerzo para llenar la nevera. La subida de
precios se está concentrando en los productos fundamentales. Buena parte de los
9 millones de pensionistas y los grupos de bajos recursos que subsisten con
menos de mil euros al mes dedican casi un 50% de su renta a la comida.
El proceso
inflacionista tiene características estructurales. Lo señala entre otros el
economista en jefe del BCE. Otros analistas, como Moisés Martín Carretero
(Economistas Frente a la Crisis), dan otra explicación: el origen debemos
buscarlo en los incrementos en los márgenes de beneficio. Según esta tesis
serían las grandes empresas las que «han decidido recuperar los
márgenes en un escenario de altos costes. No es tanto que sean beneficiarios
sino causantes».
Los costos los
pagan, como ya hemos dicho, las familias más pobres. La alta inflación arrastra
un peligro económico añadido: ralentiza el consumo y deprime la demanda
interna. La intervención del ejecutivo reduciendo el IVA de algunos productos
básicos es insuficiente. Hay una falta de valentía para introducir medidas
regulatorias que limiten los beneficios de los grandes grupos oligopólicos. El
gobierno ha optado por la vía de la compensación: se subvenciona a estos grupos
con dinero del presupuesto para que controlen supuestamente los precios. A
estas alturas nadie sabe cómo se va a ejercer esa supervisión pero sí que las
grandes corporaciones están utilizando la Reduflación como fórmula para
incrementar sus márgenes comerciales. Se camufla la subida de precios y
para ello se reducen las cantidades en los productos envasados manteniendo el
mismo precio.
En nuestro país
son múltiples los análisis coincidentes. El sindicato CCOO señala en su
“Informe sobre la inflación” algunas variables a considerar. Es casi un
ejercicio de prestidigitación intelectual. El documento, aunque señala
problemas, no plantea soluciones más allá de algunos lugares comunes. Los
sindicatos mayoritarios han decidido apuntalar al ejecutivo a cualquier precio.
Apoyan los procesos de privatización del sistema público de pensiones. Callan
sobre el incremento del costo de la vida. Firman convenios por debajo de la
subida de los precios… Aunque el apoyo ciego puede minar su base social, están
cómodos con el ejecutivo. Yolanda Díaz es su portavoz. La vicepresidenta
segunda, Podemos o IU han conseguido pequeñas victorias pero sin abordar los
problemas de fondo. Los avances, al ser meros parches, son rápidamente
asimilados y neutralizados por el sistema. Las subidas del SMI, por ejemplo,
fueron absorbidas inmediatamente por el aumento de la inflación. No hay una
política de cambio estructural, solo remiendos.
El ejecutivo
insiste en que la actual situación es coyuntural. Necesitan vender una imagen
optimista frente a un ciclo electoral complicado. Pedro Sánchez, encumbrado en
el Foro de Davos y en plena sintonía con Biden, culpabiliza al “villano” Putin
y a la guerra en Ucrania. Para Pedro Sánchez la guerra está en el origen de la
inflación. En realidad, la subida de precios se estaba cronificando mucho antes
del 2022. En 2021 (cuando no había estallado el conflicto) el IPC interanual
alcanzaba el 6,5% en el mes de noviembre, mientras la subyacente se situaba en
el 6,3%. La conclusión que extraemos es obvia: la escalada de precios existía
antes y al margen de la guerra. Son los movimientos especulativos sobre las
materias primas los que están detrás de la crisis inflacionista. Son los grupos
de distribución, a través de las centrales de compra y las grandes superficies,
los que multiplican beneficios. El grupo Dia ha alcanzado los mejores números
del último lustro. Carrefour ha elevado sus márgenes un 30% en los primeros
meses del 2022. Lidl anuncia mayores beneficios al igual que Mercadona. Las
grandes distribuidoras de alimentos se están haciendo de oro.
El informe de
CCOO señala otra evidencia: los salarios y pensiones están pagando la alta tasa
de inflación con un acusado descenso del nivel de vida. Será el tercer año
consecutivo en el que las familias españolas pierdan poder adquisitivo. Las
grandes corporaciones registran beneficios multimillonarios. Las energéticas,
sin ir más lejos, ganaron 72 millones de euros limpios al día durante los
últimos cinco años, incluyendo los tres de pandemia. No hay crisis para las
grandes entidades financieras. No hay crisis para las eléctricas, cuya
“solidaridad” consiste en el “bono eléctrico” que pagamos todos los
consumidores a través de la factura. El gobierno ha permitido que se repercuta
esa ayuda en la factura de todos para que estas empresas mantengan sus tasas de
beneficio.
Si algo
caracteriza al ejecutivo es su falta de coraje y su supeditación a los
designios de la UE. Solo así se explica que parte de los beneficios de las
eléctricas, unos 240 millones de euros, vayan directamente al estado italiano
como accionista. La política de privatizaciones y venta de activos del PP en su
momento no ha sido contrarrestada por el ejecutivo progresista. Se suple la
inacción de fondo por proclamas en medio de una política de parches. Se
utilizan como excusa las presiones de Bruselas. Pero, y a pesar de la coacción
de la UE, el acuerdo sobre la prolongación de la vida laboral se pospone de
momento. Esto demuestra que el ejecutivo tiene mucho margen de maniobra, más
del que quiere reconocer. Se promete lo que no se cumple y, cuando se cumple,
se ha de leer con mucha atención la letra pequeña. Los reglamentos que se suben
al BOE en muchas ocasiones acaban desnaturalizando lo anunciado.
Mientras se
esquilma y se regatea a los pensionistas (que no tendrán derecho a la
ayuda) los 200€/año en concepto de compensación por inflación, el ejecutivo, en
su afán electoralista, regala un cheque “cultural “de 400 euros a los jóvenes
para que, si así lo desean, lo inviertan en cultura o en videojuegos. Estas
medidas, meramente paliativas, ocultan la cantidad ingente de millones que las
entidades financieras siguen recibiendo a cuenta del penoso rescate de la banca
que sufrimos la pasada década. Mientras sus cuentas de resultados, gracias a la
subida del precio del dinero, se inflan como nunca, sale a la luz que la gran
banca podrá reducir, aún más, sus impuestos.
El método se
denomina DTA. Es un artilugio contable puesto en marcha en 2013 (gobierno del
PP) y que el ejecutivo progresista sigue manteniendo. Gracias a este método en
2022 se ahorraron 4.031 millones de euros a cuenta del ejercicio anterior. Los
informes mensuales de recaudación de la Agencia Tributaria recogen estas
cantidades. Hasta el mencionado decreto del 2013 las entidades podían compensar
los años buenos y malos jugando con el Impuesto de Sociedades. El decreto que
no ha sido modificado permite descontar tributos en caso que se registren “pérdidas
contables”, que las empresas sean “objeto de liquidación“ (se
fusionen), que se doten cantidades para prevenir la morosidad,
que se aporten a Planes privados de empresa, o bien que el
descuento sea por el coste de las llamadas prejubilaciones. Así la
banca multiplicaba sus beneficios en 2021 mientras despedía a miles de
trabajadores trasladando parte de los costos del despido por prejubilación a
las cuentas públicas al ingresar menos de lo que debiera. Las prejubilaciones
en la gran banca han salido casi gratis a estas instituciones.
La situación
inflacionista tiende a cronificarse. Desde mayo del 2021, vemos como la
inflación sube en un mes lo previsto para todo un año. Otros indicadores
(inflación subyacente) mantienen una subida que ronda el 7%., el más elevado
desde el 2008. Dicen los portavoces gubernamentales con voz engolada (estamos
en época preelectoral) que la inflación en nuestro país es una de las menos
malas de las economías occidentales. Olvidan intencionadamente que, en el
capítulo de alimentación, sigue escalando hasta situarse en el 15,7% en
diciembre del 2022.
Conclusión
La política del
Banco Central Europeo hace recaer el costo de la inflación sobre las espaldas
de la economía real. Las previsiones del organismo para los próximos años
señalan un crecimiento sostenido del precio del dinero. Christine Lagarde
anuncia para el mes de marzo nuevas subidas. En este momento, el Euribor ronda
ya el 3%, las nuevas hipotecas se disparan y los créditos al consumo están en
el 7,5% de media. Su ortodoxia monetarista es, en este momento, una opción casi
criminal. El BCE no propone ninguna solución a la crisis más que ahogar la
economía y trasladar los costos que provocan la subida de los tipos a las
espaldas de los más pobres. La banca, que campa a sus anchas, ha
institucionalizado un auténtico corralito financiero puesto que dificultan
cambiar el tipo de hipoteca entre fija y variable dentro del mismo banco. En
paralelo las hipotecas con tipos variables no cesan de subir. La banca exprime
el limón todo lo que puede. La inacción del ejecutivo para introducir nuevas
regulaciones que alivien la situación hace el resto. Desgraciadamente la
inflación va a seguir escalando. El modelo neoliberal se enfrenta al fantasma
de la estanflación. Altos precios con crecimiento negativo y aumento del desempleo.
La Conferencia de Davos refrenda esta tesis. También lo advirtió en junio el
Banco Mundial y la Reserva Federal.
El remedio en
la crisis de los 70 fue contraer la economía encareciendo el precio del dinero.
La consecuencia fue el incremento de la carga de la deuda en los países pobres
y la desaceleración del crecimiento en el mundo industrial. La crisis de la
deuda, consecuencia en gran parte de la subida de los tipos de interés,
asolaron economías y continentes enteros. La crisis de los 80 se solventó en
parte chutando la pelota hacia adelante: la “flexibilización cuantitativa”
(fabricar dinero sin respaldo en la economía real). Aquella opción, impuesta
por uno de los responsables de la crisis (Mario Draghi, nombrado presidente del
BCE), está en el origen de los actuales problemas. La caída de la capacidad
adquisitiva es la consecuencia.
Viviremos
enormes procesos de agitación social, para los que el sistema se preparará
recurriendo a la violencia si le es preciso y promoviendo guerras. ¿La organización
de la resistencia se hace hoy más perentoria que nunca? ¿Cuándo amanecerá
tovarich?
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