domingo, 19 de octubre de 2008

EL GUSTILLO DE ESCRIBIR SEGÚN Y COMO

A esto de escribir ya le voy cogiendo el gustillo. Escribir diciendo lo que se te pasa por los cojones sabiendo que no te va a detener la Guardia Civil por eso, o que no te van a llevar a una comisaría a que te digan en el cuarto oscuro cuantas son tres y dos, o que ningún Sisebuto, ni religioso o mafioso, te ande amenazando de muerte, es el repipe, la hostia en verso, la de Dios…, vamos que te da gustirrinín.
Tienes, eso si, algún marranete que amparándose en eso del anonimato, te dice que como te coja un día en una esquina, con la navaja, te va a hacer picadillo, después de que el muy cabrón se te haya cagado en tu puta madre, pero bueno, no le haces caso, porque uno ya no está para tonterías, le dices que más es la suya y que él solo no tendría cojones de hacer lo que dice, porque estos extremosillos de la derecha son así, y como si nada, todos felices y contentos como unas Pascuas, y, ¡a escribir!
Reconozco, para qué negarlo, que llamarle cabrón al Ministro del Interior, al señor Rubalcaba, produce, más o menos, tres hemorragias y media de satisfacción, sabiendo como sé, que después de llamarle cabrón al ministro no tienes al punto dos policías a la puerta de tu casa diciéndote: “ven con nosotros que te vas a enterar, pedazo de chulo”. Y, no van a venir los policías, porque no yo, que al fin y al cabo pincho en todo esto menos que Pachorras en París, sino un número de la Guardia Civil (los guardias civiles son números) le decía al ministro en plena manifestación: “Rubalcaba, cabrón, trabaja de peón”, y se quedó más satisfecho el número de la Guardia Civil que un submarino debajo de un grifo, con el añadido de que se estaba manifestando públicamente, cosa que no puede hacer, es decir, que no debe hacer, porque por poder ya lo creo que ha podido hacerlo.
No debe hacerlo por el juramento dado a la Patria y por su honor. Pero bueno, un día es un día y no quiero escarbar ahora en eso del patriotismo, honor, servicio a la Patria, disciplina, sacrificio, etc., que los guardias civiles también son hijos de Dios.
Reconozco, para que luego no me vengan diciendo, que el insulto al Ministro ha sido grave, que el guardia civil por lo menos se ha medio pasado en el insulto.
Se ha medio pasado, porque el insulto consta de dos partes: que es un cabrón, medio insulto, y que trabaje como peón, el otro medio.
Lo de cabrón se lo voy a conceder al Guardia Civil, porque de no hacerlo, tendría que decir que el ministro no es un carbón, con lo que le estaría llamando embustero al insultante numero de la Guardia Civil y no quiero llevar las cosas tan lejos.
Así que si el Guardia Civil dice que el ministro es un cabrón, allá él, sus razones tendrá, que eso no se dice así como así.
Ahora bien, en lo de que el ministro trabaje de peón he de ponerme serio, no se lo puedo dejar pasar ni al Guardia Civil ni a la Santísima Trinidad que son Tres en Uno (como un afloja todo: tuercas, tornillos, buloncillos, etc., pero por lo Divino).
En primer lugar, lo sagrado de verdad es el trabajo (razón por la cual más de uno y más de una prefiere no tocar el trabajo para no cometer sacrilegio), y en estas estuvo la nobleza española durante siglos, sin dar golpe. En cambio, hay pocos que trabajen más que un peón.
Y, a ver si nos vamos enterando de una puta vez. Lo dice Unamuno, no yo, que de esto también se poco, y por eso no me las voy dando de chulo como Sarkozy que se pone a reinventar lo que ya esta reinventado por cientos de veces (el capitalismo).
Dice Unamuno (dijo) que en España el trabajo más intelectual de todos era el de peón de albañil, que pobrete mío, tenía que utilizar el intelecto todos los días, porque como lo dejara de utilizar un solo instante encima del andamio se caía, y ya me contarán ustedes que le puede pasar al peón de albañil si se cae del andamio, si deja de utilizar el intelecto que es el arma fundamental del intelectual: ¡coño, pues que se no desgracia! Que se rompe el espinazo, que se le joden los sesos…, vamos, que hay que recogerlo con una esponja, y si está casado y tiene hijos, pues que la deja viuda a ella y huérfanos a sus hijos. ¡Ah!, que se me olvidaba, y sin meritoria alguna de heroicidad patria.
Así, que, señor número insultante de la Guardia Civil, sepa que el peón al que usted despectivamente menciona para insultar al ministro, tiene más de una virtud, y que no es usted nadie, por mucho tricornio y pistola que lleve, de atribuirle al ministerio virtudes que seguramente no tenga, porque de peón no trabaja cualquiera, y no se me venga haciendo ahora el enteradillo, que otra posibilidad es, y así no tiene usted que insultar a nadie, que para eso, en un momento dado ya estamos otros, y podría quedar la mar de bien diciéndole al señor Ministro: “héteme aquí, señor Ministro, que le dejo pistola, tricornio, uniforme y tal y tal, y que se guarde usted el orden social, y que los palos a los trabajadores cuando hagan huelga por un salario digno se los de usted, que yo me voy de peón”. Si es que tiene usted, señor Guardia Civil, las facultades y virtudes necesarias que tiene todo peón, que en si las tiene o no tampoco entro.
Si quiere insultar al ministro insúltele, que a lo mejor es hasta sano y conveniente, y por ese lado vamos discutir bien poco, pero al peón no me lo toque.
Y, si llega a conseguir, que conseguirá, el aumento de sueldo que pretende, de parte de todos los peones de la amada Patria España, y de la mía propia, dígale al Ministro del Interior, al señor Rubalcaba, al que insulta, que le diga al Ministro de Trabajo, Gorbacho, que ellos y yo queremos ganar lo que usted gane y que nos queremos jubilar con la misma edad (50 años y no 65 mas lo que le cuelgue) que la que usted tenga cuando se jubile. Y, por mi, duro y a la cabeza, siga insultando, que total, no le va a pasar nada.
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