jueves, 4 de julio de 2013

DATOS PARA LA NECESARIA Y NUEVA REVOLUCIÓN SOCIAL


La lucha de clases en Europa y las raíces de la crisis mundial

(5/5)

François Chesnais
Sociología critica
2012/11/11

Peso aplastante del capital ficticio y poder casi inconcebible de los bancos

Volvamos ahora a las finanzas y al capital ficticio, que vengo tratando desde 2007 en mis artículos y en el reciente libro Les dettes illégitimes. Efectivamente, el segundo rasgo específico de la crisis actual es que estalló después de haber recurrido, como mínimo durante veinte años, al endeudamiento como la gran forma de sostén de la demanda en los países de la OCDE. Este proceso conllevó una creación extremadamente elevada de títulos que tienen el carácter de “vales” sobre la producción presente y futura. Estos “vales” tienen un fundamento cada vez más estrecho. Al lado de los dividendos sobre las acciones y de los intereses sobre préstamos a los Estados, estuvo el crecimiento del crédito al consumo y del crédito hipotecario, que son punciones directas sobre los salarios. El peso del capital se ejerce sobre los asalariados, simultáneamente, en el lugar de trabajo y como deudor ante los bancos. Son, pues, “vales” cada vez más frágiles los que sirvieron como base para una acumulación (utilizo este palabra a falta de una mejor) de activos “ficticios a la enésima potencia”. La crisis de los créditos hipotecarios subprimedestruyó momentáneamente una pequeña parte. Pero ni siquiera los bancos centrales conocen realmente su astronómico monto, ni –en razón del sistema financiero “en la penumbra”– los circuitos y tenedores exactos. Apenas disponemos de muy vagas estimaciones. Lo que hemos denominado financiarización ha sido la inmersión casi estructural en una situación descripta por Marx en un párrafo poco comentado del primer capítulo del libro II de El capital.

Señala que, por extraño que pueda parecer en pleno triunfo del capital industrial, “El proceso de producción no es más que el eslabón inevitable, el mal necesario para poder hacer dinero. Por eso todas las naciones en que impera el sistema capitalista de producción se ven asaltadas periódicamente por la quimera de querer hacer dinero sin utilizar como medio el proceso de producción” (Marx, 1973: II, 52). A partir de los años 1980, en los países capitalistas centrales encabezados por los Estados Unidos, la “quimera” comenzó a tomar un carácter casi estructural. Las finanzas han dado a esta quimera, fruto del fetichismo del dinero, respaldos político-institucionales muy fuertes. Consiguió hacer que el “poder de las finanzas”, y las fetichistas creencias que el mismo arrastra, se sustenten en un grado de mundialización especialmente financiera inédito en la historia del capitalismo.

La pieza clave de este poder es la deuda pública del los países de la OCDE. En un primer tiempo, a partir de 1980, el servicio de la deuda produjo, por medio de los impuestos, una inmensa transferencia de valor y plusvalor hacia los fondos de inversión y los bancos, con el canal de la deuda del Tercer Mundo, por supuesto, pero a una escala mucho más elevada por las de los países capitalistas avanzados. Esta transferencia es una de las causas de la profunda modificación en la distribución del ingreso entre el capital y el trabajo. A medida que más reforzaba el capital su poder social y político, en mejores condiciones estaban las empresas, los tenedores de títulos y los mayores patrimonios de actuar políticamente para liberarse de las cargas impositivas. La obligación de que los gobiernos recurrieran a los préstamos creció continuamente. A partir del primer gobierno de Clinton, en los Estados Unidos comenzaron a verse, no ya políticas monetarias de regulación de las finanzas, sino un principio de “captura del Estado” por los grandes bancos (Johnson & Kwak, 2010). La designación de Robert Rubin, Presidente de Goldmann Sachs, constituyó un momento de esa captura. La crisis de septiembre de 2008, con Henry Paulson en las palancas de mando, completó el proceso. Este condujo a la fase actual, que está marcada por una contradicción característica del respaldo al crecimiento durante un período tan prolongado.

En los meses que vienen tomaremos conciencia de manera cada vez más aguda –no sólo los redactores y lectores de esta publicación, ¡sino también los “actores” y los que deciden!–. Los “mercados”, es decir, los bancos y los inversores financieros, dictan la conducta de los gobiernos occidentales poniendo como eje –como tan claramente pudo verse en Grecia– la defensa de los intereses económicos y políticos de los acreedores, sean cuales fueren las consecuencias en términos de sufrimiento social. Pero en razón del monto y de las condiciones de acumulación de activos ficticios, en cualquier momento puede desencadenarse una gran crisis financiera, aunque no puedan preverse ni el momento ni el lugar del sistema financiero en que estalle. Las razones van más allá de las características de las operaciones bancarias en las que generalmente se pone el acento –naturaleza de los activos ficticios, depuración muy incompleta de los activos tóxicos de 2007, especialmente por los bancos europeos, dimensión de lo que acaba de designarse como “efecto palanca”,[4] etcétera–. El capital sufre de una aguda falta de plusvalía, carencia que la sobreexplotación de los trabajadores empleados (consecuencia del ejército industrial de reserva), así como el pillaje de recursos del planeta, compensan cada vez menos. Si la masa de capital puesto en la extracción de plusvalía se estanca o retrotrae, llega un momento en que ningún incremento de la tasa de explotación puede contrarrestar sus efectos. Es lo que ocurre cuando el poder de los bancos es casi inconcebible y cuando existe, como nunca anteriormente, una masa muy importante y muy vulnerable de “vales” sobre la producción, así como productos derivados y otros activos “ficticios a la enésima potencia”. Contra un telón de fondo de sobreacumulación y de superproducción crónicos, tenemos diversas consecuencias.

En primer lugar, se da paso a políticas económicas y monetarias que persiguen dos objetivos que producen efectos contradictorios. Es preciso, mediante las privatizaciones, abrir al capital sectores protegidos socialmente, para ofrecerles oportunidades de ganancia hasta tanto o, mejor dicho, con la esperanza de que se reconstituyan condiciones de conjunto para la “salida de la crisis” y, para eso, son aplicados y reiterados proyectos de privatización y de “apertura a la competencia”. Pero es también preciso tratar de evitar que se produzca un hundimiento económico que necesariamente representaría la destrucción de una parte del capital ficticio, comenzando por el que tenga la forma de acreencias, de títulos de la deuda, pero el carácter procíclico (acentuando la recesión) del primer objetivo tiene el efecto de reforzar la posibilidad de tal hundimiento. Existe, paralelamente, la contradicción, algo semejante pero diferente, que consiste en la imposición por los “mercados” de políticas de austeridad por temor al default de pagos, provocando que este sea cada vez más inevitable por el solo hecho mecánico de la acentuada contracción de la actividad económica. Y otra importante consecuencia del poder de las finanzas y de su incapacidad para limitar la destrucción de capital ficticio en los países de la OCDE es la existencia de esta inmensa masa de dinero –masa ficticia pero con efectos reales– que continuamente pasa de una a otra forma de colocación, creando una muy fuerte inestabilidad financiera, generando burbujas que pueden ser desencadenantes de crisis generalizada y frecuentemente agudizando –especialmente cuando la especulación se realiza con los productos alimentarios– conflictos sociales.

La extrema debilidad de los instrumentos de política económica Finalmente, el último gran rasgo de la crisis es que la misma estalló y se desarrolló después que las políticas de liberalización y desreglamentación hubieran llegado a destruir las condiciones geopolíticas y macrosociales en las que instrumentos anticíclicos de cierta eficacia habían sido preparados precedentemente. Para el capital, las políticas de liberalización han tenido su “lado bueno”, pero tienen también su “lado malo”. La liberalización puso a los trabajadores a competir de país a país y de continente a continente como nunca antes.

 Abrió la vía a la desreglamentación y a las privatizaciones. Las posiciones del trabajo ante el capital fueron muy debilitadas, eliminando hasta el presente “el miedo a las masas” como aguijón de las conductas del capital. El otro lado de la medalla está constituido por esta carencia de instrumentos anticíclicos, debido a que no se ha encontrado ningún sustituto a los del keynesianismo, así como a la intensa rivalidad entre los grandes protagonistas de la economía capitalista mundializada, en una fase en la que la potencia hegemónica establecida ha perdido todos los medios de su hegemonía –con la excepción de los medios militares de los que puede utilizar solo una parte, y hasta el momento sin gran éxito–. El único instrumento disponible es la emisión de moneda, la plancha de impresión de billetes por cuenta de los gobiernos (en el caso de los Estados Unidos, donde la Fed compra una parte de los bonos del Tesoro), pero, sobre todo, en beneficio de los bancos. Este terreno es también el único en que cierta forma de cooperación internacional funciona. El anuncio el 30 de noviembre 2011 de la creación de liquideces en dólares, de común acuerdo entre Bancos centrales y por iniciativa de la Fed, para contrarrestar el agotamiento de las fuentes de refinanciamiento de los bancos europeos por parte de sus homólogos estadounidenses, ha sido el último ejemplo.

Resistir y lanzarse en aguas en las que hasta ahora nunca navegamos Al igual que otros[5] he explicado la necesidad inevitable, absoluta, de prepararse para la perspectiva de un gran crack financiero y para tomar los bancos. Pero este artículo requiere de una conclusión más amplia. A nivel mundial, no se avizora ninguna “salida de la crisis” en un horizonte temporal previsible. Para los grandes centros singulares de valorización del capital, que son los grupos industriales europeos, es tiempo de migrar hacia cielos más benevolentes, hacia economías que combinen una taza de explotación alta y un mercado doméstico importante. Las condiciones de la reproducción social de las clases populares están amenazadas. El ascenso de la pobreza y la pauperización rampante que afecta a capas cada vez más importantes de asalariados lo demuestra.

El Reino Unido fue uno de los laboratorios, antes incluso del estallido de la crisis.[6] Mientras más dure, más se alejará para los asalariados cualquier otro futuro que no sea la precarización y la caída del nivel de vida. Las palabras clave que se repiten son “adaptación”, “sacrificio necesario”. Cada tanto, para mantener un mínimo de legitimidad, los sindicatos pueden llamar a jornadas de acción. La huelga de un día de los empleados públicos en el Reino Unido es el ejemplo más reciente. Pero, como escribí antes, el porvenir de los trabajadores y de los jóvenes depende, sobre todo, si no enteramente, de su capacidad para darse espacios y “tiempos de respiración” propios, a partir de dinámicas que solo ellos mismos pueden motorizar. Otro mundo es posible, seguramente, pero no podrá diseñarse sino en la medida en que la acción abra camino al pensamiento que, más que nunca, no puede sino ser colectivo. Es una completa inversión de los períodos en que existían, al menos aparentemente, planes preestablecidos de la sociedad futura, fuesen los de algunos socialistas utópicos o los de la Komintern de Dimitrov. En el siglo XVI, los navegantes ingleses forjaron la bella expresión “uncharted waters”: aguas que nunca se navegaron y para las cuales no hay ningún mapa o carta marítima. Hoy estamos en esa situación.

Notas

1. La consigna del movimiento Ocupar Wall Street “Somos el 99%”, refleja la tremenda distancia entre los muy, muy altos ingresos y los del resto de los norteamericanos. 
2. Algunas de las preguntas que sería preciso responder para ver si el estudio de Zurich puede aplicarse a una problemática relacionada con el capital financiero de Hilferding y Lenin.
3. El sitio de la edición en inglés del diario del PCC abunda en ejemplos. http://english.peopledaily.com.cn/Basta tipear las palabras “China overcapacity” para encontrarlos. Puede consultarse también el estudio realizado por la Cámara de Comercio de Europa:
http://www.rolandberger.com/media/pdf/Roland_Berger_Overcapacity_in_China_20091201.pdf 
4. Ver mi libro Les dettes illégitimes y el de Louis Gill, La crise financière et monétaire mondiale. Endettement, spéculation, austérité.
5. En primer lugar, Frédéric Lordon.
6. Ver el libro de Owen Jones, Chavs. The Demonization of the Working Class.

Bibliografía

Chesnais, François. Les dettes illégitimes. Raisons d’Agir: París, 2011 CNUCED, “L’économie mondiale face aux enjeux politiques d‘après crise”, Ginebra, septiembre 2011.

Dardot, Pierre; Laval, Christian. La nouvelle raison du monde. Essai sur la société néolibérale. La Découverte: París, 2009. ++ Gaulard, Mylène, “Los límites del crecimiento chino”. En: Herramienta web 4 (febrero de 2010) http://www.herramienta.com.ar/content/herramienta-web-4 

Gill, Louis, La crise financière et monétaire mondiale. Endettement, spéculation, austérité. M éditeur: Quebec, 2011. 

Johnson, S.; Kwak, J. 13 Bankers – The Wall Street Take Over and the Next Financial Meltdown. Pantheon Books: Nueva York, 2010. Jones, Owen. Chavs. The Demonization of the Working Class. Verso: Londres, 2011.

Marx, Karl, El capital. 3 vols. Trad. de Wenceslao Roces. México: FCE, 1973. –, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (borrador). 1857-1858. Trad. de Pedro Scaron. Edición a cargo de José Aricó, Miguel Murmis y Pedro Scaron. 3 vols. Siglo XXI: Buenos Aires, 1972.

Mattick, Paul, Crisis & Teoría de la Crisis. Península: Barcelona, 1977. Disponible en http://www.geoticies.com/cica_web Reverchon, Antoine, “Quelle est la vraie valeur des réserves d’énergie fossile (valeur boursière ou valeur pour la société humaine)”. En: Le Monde de l’économie (15 de noviembre de 2011). 

Vitali, S.; Glattfelder, J.B.; Battiston, S. The network of global corporate control. Chair of Systems Design, ETH: Zurich, www.plosone.org 

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La lucha de clases en Europa y las raíces de la crisis mundial 

(4/5) 

François Chesnais
Sociología critica 
2012/11/11

La sobreacumulación como fundamental sustrato de la crisis

La excepcional duración de la fase de acumulación, que tuvo momentos de desaceleración y una cantidad creciente de advertencias (especialmente la crisis asiática de 1988), pero nunca un verdadero corte, a la que se suma la integración de China, al finalizar ese período, en el mercado mundial, hacen que la sobreacumulación sea la mayor barrera que el capital encuentra, nuevamente, frente sí. Más allá de los rasgos específicos de cada gran crisis, la razón primera de todas ellas es la sobreacumulación de capital. La insaciable sed de plusvalía del capital y el hecho que el capital “se paraliza, no donde lo exige la satisfacción de las necesidades, sino allí donde lo impone la producción y realización de la ganancia” (Marx, 1973: III, 276), explican que las crisis siempre sean crisis de sobreacumulación de medios de producción, cuyo corolario es la sobreproducción de mercancías. Esta sobreacumulación y sobreproducción son “relativas”, su punto de referencia es la tasa mínima de ganancia con la cual los capitalistas continúan invirtiendo y produciendo. La amplitud de la sobreacumulación hoy se debe a que las condiciones específicas que condujeron a la crisis y a su duración ocultaron durante mucho tiempo el subyacente movimiento de caída de la ganancia. Es algo completamente distinto a la clásica euforia de los booms de fin de ciclo. Menos aún se trata de acciones imputables a los traders.

En el caso de los Estados Unidos y los países de la UE, hubo una desactivación de los mecanismos de advertencia debido al endeudamiento cada vez más elevado posibilitado por las “innovaciones financieras”. En el caso de China, son razones políticas las que impiden que la caída de la tasa de ganancia llegue a frenar la acumulación de nuevas capacidad productivas y, menos aún, a detenerla (Gaulard, 2010). 

En cada gran crisis, la sobreacumulación de capacidades de producción y la superproducción de mercancías se da en sectores e industrias específicas. La crisis conduce por contagio al estado de superproducción en otras industrias y sectores. El nivel de análisis pertinente es sectorial y, frecuentemente, nacional. A partir del momento en que la crisis financiera comenzó, en 2007-2008, a dificultar los mecanismos de endeudamiento y provocar la contracción del crédito (el “credit crunch”), algunos sectores (el inmobiliario y la construcción en los EEUU, Irlanda, España y el Reino Unido) y algunas industrias (la automotriz en los EEUU y todos los países fabricantes en Europa) evidencian estar con una muy fuerte sobrecapacidad. Aún hoy se encuentran stocks de edificios de habitaciones y oficinas sin vender ni alquilar. En las industrias eléctricas y mecánicas, las sobrecapacidades de los rivales oligopólicos más débiles (Renault, Peugeot, Fiat, Goodyear) y de sus proveedores fueron reabsorbidas por el cierre de establecimientos y la destrucción o deslocalización de las maquinarias. Pero las sobrecapacidades mundiales se mantienen intactas.

A fines de 2008 y el 2009 hubo una destrucción de “capital físico”, de capacidades de producción en Europa y los EEUU. Los efectos de saneamiento con vistas a una “recuperación” fueron contrarrestados por la continuación de la acumulación en China. De 2000 a 2010, el crecimiento de la inversión fija bruta en China fue de un promedio del 13,3% por año, de tal modo que el porcentaje de la inversión fija en el PBI saltó del 34% al 46%. Esta expansión de la inversión no se debe tanto al aumento de los gastos gubernamentales del que los otros miembros del G20 se felicitaron en 2009, sino que, más bien, es la resultante de mecanismos profundos reveladores de procesos incontrolados o se debe a una verdadera a fuga hacia adelante. Los primeros están relacionados con la encarnizada competencia que las provincias y las grandes municipalidades mantienen por la inversión en las industrias manufactureras y la construcción. Está en juego el prestigio, pero también los ingresos ocultos de sectores enteros de la “burocracia-burguesía” china. Los ministerios en Beijing reconocen la existencia de sobrecapacidades muy importantes en las industrias pesadas.[3] 

¿Por qué, entonces, no intervienen? Porque las relaciones políticas y sociales características de China han encerrado al Partido Comunista Chino en la siguiente situación. Como condición para un mínimo de paz social (ver la multiplicación de huelgas y el artículo de Jacques Chastaign), la dirección del PCC prometió al pueblo “el crecimiento” e, incluso, ha calculado que una tasa de crecimiento del 7-8% era el mínimo compatible con la estabilidad política. Pero el crecimiento no puede descansar sobre el consumo de la mayoría de la población, el PCC no puede conceder a los trabajadores las condiciones políticas que le permitan luchar por alza de salarios, ni establecer servicios públicos (salud, educación universitaria, seguros a la vejez), puesto que en la tradición política china, de la cual Tienanmen fue el gran jalón, esto sería interpretado como un signo de debilitamiento de su control político. Los 7-8 % de tasa de crecimiento fueron obtenidos, entonces, mediante una demencial expansión del sector de bienes de inversión (el sector I en los esquemas de reproducción ampliada). La caída, entre 2000 y 2010, del porcentaje del consumo privado en el PBI del 46% al 34% da una dimensión de la encrucijada en que se colocó el PCC. El excedente comercial de China es “solamente” del 5-7% del PBI, pero sus ventas representan casi el 10% de las exportaciones mundiales.

Las exportaciones son la sopapa de la sobreacumulación de China y el canal a través del cual esta crea un efecto depresivo sobre todos los países que sufren la competencia de los productos chinos. Esto provoca un efecto de rebote de tal modo que, desde el verano, China experimenta una disminución de sus exportaciones. La destrucción de las capacidades de producción de la industria manufacturera de muchos países de los que se habla poco (textil en Marruecos, en Egipto y Túnez, por ejemplo), pero también en otros de los que se habla más, en donde fue contrapartida de la exportación de productos resultantes de las ramas tecnológicas de metales ferrosos y no ferrosos y de la agroindustria (caso de Brasil), expresa el peso que la superproducción china hace caer sobre el mercado mundial en su conjunto.

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La lucha de clases en Europa y las raíces de la crisis mundial

 (3/5) 
François Chesnais
Sociología critica 
2012/11/11 

 Centralización y concentración del capital e intensificación de la competencia intercapitalista

La idea asociada a la expresión “los amos del mundo”, la de una sociedad planetaria del tipo de Metrópolis de Fritz Lang, acaba de ser reforzada por la difusión de un estudio estadístico muy importante sobre las interconexiones financieras entre los más grandes bancos y empresas transnacionales, publicado por el Instituto Federal Suizo de la Tecnología de Zurich (Vitali et al.). Sería necesario un artículo entero para examinar la metodología, los datos de base y las conclusiones de este ambicioso estudio, cuyos resultados tienen importantes implicaciones pero deben ser cruzados con otros hechos. ¿Qué sentido tiene clasificar a cinco grupos financieros franceses (Axa en el cuarto lugar y la Société Générale en el puesto veinticuatro) entre los cincuenta primeros grupos mundiales en base al número de sus lazos (caracterizados como de “control”) con otros bancos y empresas? ¿Cómo reconciliar esta información, con la exigencia de acudir al salvataje de esos mismos grupos? ¿No será que la densidad de interconexiones financieras traduce sobre todo el flujo de operaciones financieras en las que los grupos en cuestión son intermediarios, y los numerosos lazos solo tendrían el estatuto de nudos del sistema y no el de centralizadores de valor y de plusvalía?[2] ++ En todo caso, la publicidad dada al estudio exige hacer dos tipos de observaciones teóricas que son, al mismo tiempo, indispensables para comprender la situación mundial. ((Los procesos de liberalización y privatización fortalecieron muchísimo los mecanismos de centralización y de concentración del capital, tanto a nivel nacional como de manera transnacional.)) Son procesos que alcanzaron tanto al “Sur” como al “Norte”. En determinados sectores de los países llamados “emergentes” –la banca y los servicios financieros, la agroindustria, la minería y los metales básicos– hemos visto la centralización y la concentración del capital y su expansión hacia los países vecinos. En Brasil y Argentina, por ejemplo, la formación de poderosas “oligarquías” modernas marchó a la par de fuertes procesos endógenos de acumulación financiarizada y la valorización de “ventajas comparativas” acordes a las necesidades en materias primas de esta acumulación mundial en la que China pasó a ser el pivote.

Especialmente en Brasil se han constituido oligopolios que rivalizan con sus pares norteamericanos o australianos en la extracción y la transformaciónde metales y la agroindustria. Debido a la mundialización, las interconexiones entre los bancos y entre bancos y empresas comprometidas con la producción industrial y los servicios, ha pasado a ser más fuertemente transnacional que en cualquier otro momento. El campo de acción de lo que Lenin llamaba “entrelazamiento”, es la economía mundial. No por eso el capital es monolítico. El entrelazamiento no borra la competencia entre los oligopolios que, en ocasión de la crisis, recuperan rasgos nacionales y comportamientos poco cooperativos. Lo que hoy prevalece en el arena mundial es lo que Marx llama “la anarquía de la producción”, cuyo aguijón es la competencia, incluso si el monopolio y el oligopolio son la forma absolutamente dominante de los “múltiples capitales” que conjuga el capital considerado como totalidad. Los Estados, o más exactamente, algunos Estados, los que todavía tienen medios para ello, son cada vez más los agentes activos de esta competencia. El único Estado que en Europa continental conserva esos medios es Alemania. No ocurre lo mismo en Francia, donde la burguesía se hizo nuevamente financiera y rentista, dejó que se produjera un proceso de des industrialización, se encerró en la opción energética de lo nuclear y ve ahora que sus “campeones nacionales” caen uno tras otro. ((Por eso las dudas respecto a la presencia de bancos franceses entre los cincuenta “amos del mundo”.

La otra gran observación referida a la centralización-concentración del capital nos devuelve a nuestro hilo conductor. La razón por la cual las leyes coercitivas de la competencia deshacen las tendencias que van en el sentido del acuerdo entre los oligopolios mundiales, es que el capital, por centralizado que sea, no tiene, sin embargo, el poder de liberarse de las contradicciones que le son consustanciales, así como no puede bloquear el momento en que vuelve a encontrarse con sus “límites inmanentes”.

El capital “reatrapado” por los métodos elegidos durante cuarenta años para superar las barreras inmanentes

Como ya dijimos, la actual crisis se produce al término de la fase de acumulación ininterrumpida más larga de toda la historia del capitalismo. Las burguesías aprovecharon plenamente la política aplicada por la URSS y más tarde por la China (especialmente en Indonesia entre 1960 y 1965) para contener la revolución social anticapitalista y antiimperialista en donde esta apareciera y para quebrar al movimiento antiburocrático, desde Berlín en 1953 y Budapest en 1965 hasta Tiananmen en 1989. El capital –los gobiernos de los principales países capitalistas con sus cambiantes relaciones con los núcleos privados de centralización del capital y de poder de las finanzas y de la gran industria– pudieron encontrar, a partir de 1978-1980, respuestas a las barreras resultantes de sus contradicciones internas. En 1973-1975, con la recesión, terminó el período llamado “los treinta gloriosos” cuyo fundamento fue –nunca será superfluo repetirlo– la inmensa destrucción de capital productivo y de medios de transporte y comunicación provocada por el efecto sucesivo de la crisis de los años 1930 y de la Segunda Guerra Mundial. El capital se encontró nuevamente confrontado con sus contradicciones internas, bajo la forma de lo que algunos han llamado “crisis estructural del capitalismo”.

Se dieron tres respuestas sucesivas –que no se reemplazaron, sino que se superpusieron unas a otras– que permitieron al capital prolongar la acumulación de más de treinta años. Fue en primer lugar –tras un último intento de “relanzamiento keynesiano” en 1975-77– la adopción, a partir de 1978, de políticas neoconservadoras de liberalización y de desreglamentación con que se tejió la mundializacion del capital. La “tercera revolución industrial” de las Tecnologías de la Información y la Comunicación estuvo estrechamente asociada con esto. Pero si bien las TIC fueron un factor que contribuyó a asegurar su éxito, se trató de una respuesta ante todo política. Estuvo basada en el fuerte basamento ideológico-político construido por Friedrich Hayek y Milton Friedman (Dardot & Laval, 2009). Luego, el “régimen de crecimiento” antes descrito, en el cual el sostén central de la acumulación pasaron a ser el endeudamiento privado y, en menor medida, el endeudamiento público. Y la tercera respuesta fue la incorporación, por etapas, de China en los mecanismos de la acumulación mundial, coronada con su ingreso en la Organización Mundial del Comercio. 

Tomando como hilo conductor la idea de que el capital se encuentra con que “vuelven a levantarse los mismos límites todavía con mayor fuerza” y, partiendo de los tres factores que acabo de señalar, puede apreciarse la magnitud y la probable duración de la gran crisis comenzada en agosto de 2007. 

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La lucha de clases en Europa y las raíces de la crisis mundial 

 (2/5) 

François Chesnais
Sociología critica
2012/11/11

 Lo novedoso de la gran cuestión política del período

Este artículo trata de repasar la raíz y la naturaleza de las crisis capitalistas que se han hecho particularmente notorias con la actual crisis y situar a esta en la “historia larga”. La crisis que está en curso estalló al término de una fase muy larga (más de cincuenta años) de acumulación casi ininterrumpida: la única fase de esta duración en toda la historia del capitalismo. Precisamente, la crisis puede durar muchos años, hasta una década, porque tiene como sustrato una sobreacumulación de capacidades de producción especialmente elevada y, como excrecencia, una acumulación de capital ficticio de un monto también sin precedente. Por otro lado, la muy difícil situación de los trabajadores en cualquier parte del mundo –por diferenciada que sea la misma de continente a continente e, incluso, de país a país, debido a sus anteriores trayectorias históricas– resulta de la posición de fuerza ganada por el capital, gracias a la mundialización del ejército industrial de reserva con la extensión de la liberación de los intercambios y de la inversión directa en China.

Si en un horizonte temporal previsible no hay “salida de la crisis” para el capital, de manera complementaria y antagónica, el futuro de los trabajadores y de los jóvenes depende, en gran medida, si no enteramente, de la capacidad para abrirse espacios y darse “tiempos de respiración” políticos propios, a partir de dinámicas que, hoy, solo ellos pueden movilizar. Estamos en una situación mundial en la cual lo decisivo ha pasado a ser la capacidad que logren estos movimientos –nacidos sin aviso– para organizarse de tal modo que conserven una dinámica de “autoalimentación”, incluso en situaciones en las que no existan, a corto plazo, desenlaces políticos claros o definidos. En Túnez, Grecia o Egipto, pero también en los Estados Unidos el movimientos OWS, en el especial contexto nacional de la principal potencia capitalista del mundo y un espacio geográfico continental, lo mejor que los militantes pueden hacer es ayudar a que los actores de los movimientos con esta potencialidad afronten los diversos y numerosos obstáculos con que chocan, y defender la idea de que, en última instancia, las cuestiones sociales decisivas son “quién controla la producción social, con qué objetivo, según qué prioridades y cómo puede ser construido políticamente ese control social”. Posiblemente sea este el sentido de los procesos y consignas “transicionales” hoy en día. Algunos podrán decir que siempre fue así… Pero, dicho en los términos que acabo de utilizar, para gran cantidad de militantes constituye una formulación en gran medida –si no completamente– novedosa. 

La valorización “sin fin y sin límites” del capital como motor de la acumulación

Antes de retomar la crisis iniciada en 2007, es preciso explicitar los resortes de la acumulación capitalista. Detengámonos un instante en la teoría de la acumulación en el largo plazo. El objetivo es ayudar, partiendo de una comprensión precisa de los resortes del movimiento de acumulación capitalista, a facilitar la explicitación de la naturaleza de las crisis y a situar cada gran crisis en la historia social y política mundial. Como escribió Paul Mattick, al comentar una indicación de Engels, “ninguna crisis real puede ser entendida si no se la sitúa en el contexto más amplio de desarrollo social global” (Mattick, 1977: 39). La magnitud y los rasgos específicos de las grandes crisis son la resultante de los medios a los que el capital (en un sentido que incluye a los gobiernos de los países capitalistas más importantes) utilizó en el período precedente para “superar estos límites inmanentes” antes de ver “que vuelven a levantarse estos mismos límites todavía con mayor fuerza” (Marx, 1973: III, 248). Las crisis estallan en el momento en que el capital queda nuevamente “reatrapado” por sus contradicciones, enfrentado a las barreras que él mismo se crea. Mientras más importantes hayan sido los medios utilizados para superar sus límites, más prolongado haya sido el tiempo en que esos medios de superación lograron su objetivo, y más pudieron diferir su revelación, más importante será la crisis y más difícil la búsqueda de nuevos medios para “superar estos límites inmanentes”. De este modo, la historia invade la teoría de las crisis. 

Cada generación lee y relee a Marx. Y lo hace tanto para seguir la evolución histórica como también para dar cuenta de la experiencia de dificultades teóricas con las que tropezó. Durante muchas décadas predominó la problemática del desarrollo de las fuerzas productivas en sus distintas variantes, con las reminiscencias de las teorías del progreso que la misma podía todavía arrastrar. Hoy, el Marx que, como militante-investigador, hay que leer es el que ayuda a comprender lo que significa la toma del poder de las finanzas D, el dinero en toda su brutalidad, aquel sobre el que escribió en los Manuscritos de 1857-58 diciendo que “el capital […] en tanto representante de la forma universal de la riqueza –el dinero– constituye el impulso desenfrenado y desmesurado de pasar por encima de sus propias barreras” (Ibíd.: 276). O también el que sostiene, en El capital, que la “la circulación del dinero como capital lleva en sí mismo su fin, pues la valorización del valor sólo se da dentro de este proceso constantemente renovado. El movimiento del capital es, por tanto, incesante” (Ibíd.: I, 108). A lo largo del siglo XX, mucho más que en el momento en que Marx lo estudiara, el capital evidenció un profundo nivel de indiferencia en cuanto al uso social de las mercancías producidas o a la finalidad de las inversiones. 

Desde hace treinta años, la “riqueza abstracta” ha tomado cada vez más la forma de masas de capital-dinero en busca de valorización colocadas en las manos de instituciones –grandes bancos, sociedades de seguro, fondos de pensión y Hedge Funds – cuyo “oficio” es el de valorizar sus haberes de manera puramente financiera, sin salir de la esfera de los mercados de títulos y de activos ficticios “derivados” de títulos, sin pasar por la producción. En tanto que las acciones y los títulos de deuda –pública, de las empresas o los hogares– solo son “vales”, derechos a apropiarse de una parte del valor y de la plusvalía, concentraciones inmensas de dinero se vuelcan al “ciclo corto Dinero-Dinero” que representa la suprema expresión de lo que Marx llama el fetichismo del dinero. Expresada mediante formas cada vez más abstractas, ficticias, “nocionales” (término utilizado por los economistas de las finanzas) de dinero, la indiferencia ante las consecuencias de la valorización sin fin y sin límites del capital impregna la economía y la política, incluso en “tiempos de paz”.

Los rasgos principales del capital a interés que fueron destacados por Marx –mantenerse “al margen del proceso de producción” y presentar “el interés como el verdadero fruto del capital, como lo originario, y con la ganancia transfigurada ahora como ganancia de empresario, como simple accesorio y aditamento añadido en el proceso de reproducción” (Ibíd.: III, 374)– hoy enfrentan a los dirigentes capitalistas con toda la sociedad, con el conjunto de la sociedad. Lo que ocurre a nivel de la distribución (el 1% frente al 99%, según dice la consigna de los militantes de OWS) es solo la expresión más fácilmente perceptible de procesos mucho más profundos. En la cúspide de los grandes grupos financieros –tanto en los llamados “con predominio industrial” como en los demás–, existe una fusión casi completa entre el “capital-propiedad” y el “capital-función”, que Marx identificara para oponerlos parcialmente. “La era de los managers” dejó lugar a otra en la cual hay una identidad de visión casi completa entre los accionistas y los dirigentes. Para un capital en el que las finanzas están en el puesto de mando, la búsqueda “desenfrenada y desmesurada” de la valorización debe ser conducida mucho más implacablemente si el sistema está en crisis. Los “vales” sobre la producción en forma de dividendos o intereses están amenazados y alcanzan montos que después de los años 1920 nunca habían sido tan elevados. Es por esto que, ya sea que se trate de los trabajadores que el capital emplea pese a la situación de sobreproducción, o de los recursos básicos que se rarifican o incluso de la posición a adoptar frente al cambio climático y sus previsibles consecuencias, el reflejo predominante en el capital tomado de conjunto es intensificar la explotación de “las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el hombre” (Ibíd.: I, 424) y esto, ilimitadamente, hasta el agotamiento, sean cuales fueren las consecuencias. No puedo extenderme acá en el análisis de las cuestiones ecológicas y su interacción con el movimiento de la acumulación y sus contradicciones, pero cabe señalar que, con la crisis, estas interacciones se hacen aún más estrechas, como lo muestra el último informe de la Agencia Internacional de la Energía (Reverchon, 2011). 

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DATOS PARA LA NECESARIA Y NUEVA REVOLUCIÓN SOCIAL


La lucha de clases en Europa y las raíces de la crisis mundial 

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François Chesnais 
CEPRID
 Sociología critica 
 2012/11/11

Este artículo trata de repasar la raíz y la naturaleza de las crisis capitalistas que se han hecho particularmente notorias con la actual crisis y situar a esta en la “historia larga”. La crisis que está en curso estalló al término de una fase muy larga (más de cincuenta años) de acumulación casi ininterrumpida: la única fase de esta duración en toda la historia del capitalismo. Por otro lado, la muy difícil situación de los trabajadores en cualquier parte del mundo resulta de la posición de fuerza ganada por el capital, gracias a la mundialización del ejército industrial de reserva con la extensión de la liberación de los intercambios y de la inversión directa en China.

Después de haber sido presentada durante mucho tiempo como “deuda de los Estados”, la crisis de los bancos europeos y del euro se desarrolló con rapidez creciente a partir de octubre (2011). Su marco es la crisis económica y financiera mundial en curso desde hace más de cuatro años y constituye un momento de la misma en el terreno específicamente financiero. En las primeras fases de la crisis, el epicentro de la misma estuvo en Wall Street y la City. La dimensión y alcance del shadow banking system y la debilidad de las medidas de seguridad introducidas después de las declaraciones del G20 de Londres en mayo 2009 hacen que estos dos centros neurálgicos de las finanzas, tarde o temprano, marcharán hacia nuevas convulsiones financieras. Por el momento, el escenario está en Europa y la zona del euro. Desde mediados de octubre, para seguir la crisis harían falta un artículo o más por semana. Lo impiden tanto la periodicidad de Carré rouge como los objetivos del colectivo que la edita. Este artículo toma distancia de la situación inmediata.

La crisis financiera europea es la manifestación, en la esfera de las finanzas, de la situación de semiparálisis en que se encuentra la economía mundial. En este momento es su manifestación más visible, pero de ningún modo la única. Las políticas de austeridad aplicadas simultáneamente en la mayor parte de los países de la Unión Europea (UE) contribuyen a la espiral recesiva mundial, pero no constituyen su única causa. Fueron elocuentes los encabezamientos de la nota de perspectiva de septiembre de 2011 de la OCDE “La actividad mundial está cerca del estancamiento”, “El comercio mundial se contrajo, los desequilibrios mundiales persisten”, “En el mercado del trabajo, las mejoras son cada vez menos perceptibles”, “La confianza ha disminuido”, etcétera. Luego de las proyecciones de Eurostat a mediados de noviembre de una contracción económica de la UE, a la que no escaparía ni siquiera Alemania, ((la nota de la OCDE del 28 de noviembre)) señala un “considerable deterioro”, con un crecimiento del 1,6% para el conjunto de la OCDE y del 3,4% para el conjunto de la economía mundial. 

Comprensiblemente, la atención de los trabajadores y los jóvenes de Europa está centrada en las consecuencias del “fin de trayecto” y el “sálvese quien pueda” de las burguesías europeas. La crisis política de la UE y la zona euro, así como las interminables vacilaciones del BCE alrededor del financiamiento directo de los países en mayores dificultades, son sus manifestaciones más visibles. Se tiende a endurecer las políticas de austeridad y a montar un operativo de “salvataje total” del que no escape país alguno. Sin embargo, la situación europea no puede ser comprendida independientemente de la consideración de la situación de la economía mundial en su totalidad.

La CNUCED comienza su informe señalando que “el grado de integración e interdependencia económicas en el mundo actual no tiene precedentes” (CNUCED, 2011).Este reconocimiento es un innegable progreso intelectual en el que muchos comentadores e, incluso, militantes de izquierda bien podrían inspirarse. El campo de la crisis es el del “sistema de cambio internacional más desarrollado” del que ya habla Marx en sus tempranos escritos económicos (Marx, 1971: 161). Hoy, tras la reintegración de China y la plena incorporación de la India en la economía capitalista mundial, la densidad de las relaciones de interconexión y la velocidad de interacciones en el mercado mundial alcanzan un nivel jamás visto anteriormente. Este es el marco en el que deben ser abordadas las cuestiones esenciales: la sobre acumulación y superproducción, los superpoderes de las instituciones financieras y la competencia ínter capitalista.

 No hay ningún “fin de crisis” a la vista 

En el usual lenguaje económico de inspiración keynesiana, el termino “salida de la crisis” indica el momento en que la inversión y el empleo se recuperan. En términos marxistas, es el momento en que la producción de valor y plus valor (tomando y haciendo trabajar a los asalariados y vendiendo las mercancías a fin de realizar su apropiación por el capital) está basada en la acumulación de nuevos equipos y la creación de nuevas capacidades de producción. Son muy raras las economías que, como es el caso de China, a pesar de estar insertas en relaciones de interdependencia, sigan disfrutando de cierta autonomía de modo tal que la salida de la crisis pueda concebirse a nivel de la economía del Estado-nación. Todas las demás están insertas en relaciones de interdependencia que determinan que el cierre del ciclo del capital (Dinero-Mercancía-Producto-Mercancía’-Dinero’) de la mayor parte de las empresas (en cualquier caso, de todas las grandes) se realice en el extranjero. Y los mayores grupos directamente deslocalizan todo el ciclo de una parte de sus filiales.

A esto se debe el alcance del atolladero registrado durante el último G20. A más de cuatro años del comienzo de la crisis (agosto 2007) y tres desde las convulsiones provocadas por la quiebra del banco Lehmannn (septiembre 2008), el conjunto de la situación está marcado por la incapacidad, al menos por el momento, del “capital” –los gobiernos, los bancos centrales, el FMI y los grupos privados de centralización y poder del capital colectivamente considerados– para encontrar medios que permitan crear una dinámica como la indicada a nivel de la economía mundial o, como mínimo, en muy grandes sectores de la misma. La crisis de la zona euro y sus impactos sobre un sistema financiero opaco y vulnerable son una expresión de esto. Pero esa incapacidad no implica pasividad política. Lo que ocurre simplemente es que la acción de la burguesía está cada vez mas movida exclusivamente por la voluntad de preservar la dominación de clase, en toda su desnudez. En lo que hace de manera inmediata y directa a los trabajadores de Europa, los centros de decisión capitalista buscan activamente soluciones capaces de proteger los bancos y evitar el inmenso choque financiero que significaría el default de pago de Italia o España, haciendo caer más que nunca todo el peso de la crisis sobre las clases populares. Un testimonio de esto es el desembarco (con pocos días de intervalo), en la cúpula de los gobiernos griego e italiano, de comisionados del capital financiero que fueron designados directamente por este, “evadiendo los procedimientos democráticos”. Lo testimonia asimismo la danza de rumores sobre proyectos de “gobernancia” autoritaria que están siendo discutidos en el seno de la zona euro. Esto tiene implicaciones políticas aún más graves para los trabajadores, porque viene acompañado por el refuerzo del carácter procíclico de las políticas de austeridad y privatización que contribuye a la nueva recesión en marcha. 

Los incesantes llamados que desde el otro lado del Atlántico Norte hacen Barak Obama y el Secretario del Tesoro Tim Geithner para que los dirigentes europeos den una rápida respuesta a la crisis del euro traducen el hecho de que “el motor americano”, como dicen los periodistas, está “averiado”. Desde 1998 (rebote de la crisis asiática), el funcionamiento macroeconómico estadounidense fue construido casi enteramente sobre la base del endeudamiento de los hogares, las PyMEs y las colectividades locales. Este “régimen de crecimiento” está muy arraigado: reforzó con tanta fuerza el juego de los mecanismos de distribución desigual de los ingresos[1] que los dirigentes no tienen otra perspectiva a la cual aferrarse que el momento –lejano– en que la gente pueda (o esté en realidad obligada a) endeudarse nuevamente. 

Las diferencias “irreconciliables” entre Demócratas y Republicanos hacen a dos cuestiones interconectadas: cuál sería la mejor manera de desendeudar al Estado Federal desde esa perspectiva y si puede o, incluso debe endeudarse más para alcanzar tal objetivo. La incapacidad de concebir cualquier otro “régimen de crecimiento” refleja la casi intocable fuerza económica y política de la oligarquía político-financiera que constituye ese 1%.  El movimiento OWS es un primer signo del resquebrajamiento de esta dominación, pero, hasta que no se produzca un terremoto mundial que incluya a los Estados Unidos, la política económica norteamericana seguirá reducida a las inyecciones de dinero del Banco Central (la Fed), o sea, a hacer funcionar la máquina de fabricar billetes, sin que nadie sepa hasta cuándo puede durar eso. China e India pueden ayudar, como lo hicieron en 2009, a limitar la contracción de la producción y del comercio. En particular, China seguirá –pero con más dificultades que antes– ayudando a surfear la contracción mundial. Con la plena integración de India y de China en la economía se produjo un salto cualitativo en la dimensión del ejército industrial de reserva a disposición del capitalismo mundial en su conjunto. Adicionalmente, debe recordarse que en China se encuentran algunos de los más importantes focos de sobreacumulación y de sobreproducción. Se habla mucho del efecto de tijeras entre la gran baja de los PIB de los países capitalistas industriales “viejos” y el ascenso de los “grandes emergentes”, y la crisis también aceleró la finalización del período de hegemonía mundial de los Estados Unidos (hegemonía económica, financiera y monetaria desde los años 1930, hegemonía militar no compartida a partir de 1992). Sin embargo, China no está de ninguna manera en condiciones de tomar la posta de los Estados Unidos como potencia hegemónica. 

François Chesnais es Profesor emérito en la Universidad de París 13-Villetaneuse; investigador marxista del Consejo científico de ATTAC-Francia, director de Carré rouge, y miembro del Consejo asesor de Herramienta. Es autor de La Mondialisation du capital y coordinador de La finance mondialisée, racines sociales et politiques, configuration, conséquences. La finance capitaliste, último libro bajo su dirección, acaba de ser publicado por Ediciones Herramienta. E-mail: chesnaisf@free.fr.

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GOLPE DE ESTADO EN EGIPTO, INFORMACIÓN DE URGENCIA. ¿PONEMOS NUESTRAS BARBAS A REMOJO O TODAVÍA NO?


Golpe en Egipto: la vía islamista al neoliberalismo fracasa y los militares actúan para impedir una escalada en las protestas

Pedro A. García Bilbao 
 Sociología crítica
2013/07/03

En un análisis de urgencia lo ocurrido en Egipto hoy miércoles 3 de julio de 2013, podríamos resumirlo de la siguiente forma: se ha producido un golpe de estado militar que ha destituido al presidente islamista Morsi, disuelto el Parlamento elegido y suspendido la constitución; el nuevo presidente pasará a ser provisionalmente el Presidente del Tribunal Constitucional; la tropa confraterniza en las calles con los manifestantes laicos —opuestos a la islamización del estado egipcio—, mientras un cierto estupor recorre las filas de los Hermanos Musulmanes que también se estaban manifestando para dar apoyo a su presidente. Estos son los hechos, pero la cuestión es su significado. ¿Cómo interpretar todo esto?

1º la corrupta república de Hosni Mubarak se alejó profundamente del modelo nasserista —nacionalista, panarabe, republicano y con un contenido social— y derivó hacia la supeditación exterior a EE.UU, la contemporización con Israel y a la adopción de profundas transfomaciones neoliberales, con privatizaciones de servicios y empresas públicas, un nepotismo brutal, recortes de salarios y derechos laborales que dieron origen a una miseria creciente entre los trabajadores más sencillos y a la proletización de la clase egipcia más débil. Las manifestaciones masivas y la reorganización en ellas de los diferentes grupos de oposición incluidos los sindicatos y la izquierda egipcia alertaron al bloque de poder dominante y a sus apoyos exteriores. Mubarak y su corrupta familia se convirtieron en disfuncionales para el mantenimiento del programa neoliberal y el propio ejército egipcio, muy penetrado por los norteamericanos, le dejó caer, haciendo así un guiño —falso, a las masas—.

 2º Caído Mubarak, impunes los crímenes cometidos bajo su corrupto mandato, con su persona y familiares convertidos en chivos expiatorios de la situación de miseria y paro crecientes causados por el trinomio dependencia exterior/ corrupción / neoliberalismo, los militares dieron los pasos hacia una salida política que permitiera mantener lo fundamental dando la apariencia de un cambio externo. La solución pasó por sacar de la ilegalidad a los Hermanos Musulmanes. Los HH.MM llevaba tiempo siendo tolerados desde la entrada en escena de Arabia Saudita que financiaba las redes sociales islamistas que ofrecían socorro y auxilio social al tiempo que extendían el integrísmo religioso en la capas más humildes de la sociedad egipcia y se abrían paso en los sectores desclasados de la clase media en caída libre. Los HH.MM compaginaban a la perfección integrísimo religioso y político, un odio feroz a los laicos y nacionalistas, a la izquierda y a los sindicatos, a la par que generosamente financiados por los sauditas no tenían reparo alguno a seguir destruyendo el estado egipcio, las empresas públicas, la legislación laboral, las organizaciones de izquierda y todo lo que pudiera frenar la neoliberalizaciñon impuesta por el amigo americano y lo más corrupto de la elite financiera y económica egipcia; el lobby militar participa de esa agenda corrupta neoliberal y una parte de sus mandos formaba parte también de la esfera de influencia islamista. La división de la izquierda, los sindicatos y los laicos impidió la formación de un frente de resistencia antineoliberal que reconstruyera la República Árabe Unida; los Hermanos Musulmanes, con sus apoyos en el Egipto rural y en las masas más sencillas y dependientes de sus bien financiadas redes sociales de ayuda islámicas, con el apoyo o neutralidad expectante de la cúpula militar —que se reservaba el papel de árbitro por encima del sistema— , y vistos como «funcionales» por su apoyo al neoliberalismo por los norteamericanos, lograron ganar las elecciones post-Mubarak.

3º El nuevo gobierno islamista mostró desde el principio que sus planes últimos pasaban por una islamización de la sociedad egipcia y el fin de la convivencia y la tolerancia. Los choques, los errores, la rigidez del nuevo gobierno y de Morsi, nuevo presidente, han sido continuos. Al tiempo que las agresiones a los trabajadores y al carácter tolerante de la sociedad egipcia, Morsi quiso transformar por completo la estructura del estado egipcio e islamizar a sus elites, dar de lado a los más laicos y cultos, liquidar todo el sector público y sustituirlo por empresas privadas o por redes religiosas integristas. Las tensiones con Israel han tenido un carácter más teatral que otra cosa, compensadas por la creciente utilización de Egipto por los sauditas y sus redes wahabitas, o por el Consejo de Cooperación del Golfo para desestabilizar Libia (con éxito) o Túnez (con éxito también).

4º Finalmente las protestas volvieron a las calles, aunque esta vez sin el apoyo de los servicios norteamericanos ni de sus redes de influencia social; el rechazo de la sociedad egipcia, donde existe un rechazo cultural al integrísimo religioso, donde el factor económico y laboral es el gran olvidado pero no por ello el menos influyente, ha cristalizado en nuevas protestas masivas de la izquierda, los sindicatos y las clases medias asustadas. Frente a ellos, en un clima creciente de enfrentamiento civil, los Hermanos Musulmanes. La combinación de lucha de clases con el rechazo al islamismo integrista ha alarmado al ejército y a los sectores occidentales interesados en un Egipto de rodillas, sumiso, lobotomizado por la religión, con su izquierda aniquilada o impotente y con toda su economía entregada al saqueo privado. 

5º El golpe del 3 de julio tiene por tanto una lectura muy clara. La rigidez islamista de Morsi, versión islamista de los tecnocracias del Opus Dei en España, le ha llevado a arruinar el experimento islamo-neoliberal que propiciaron los militares egipcios y los norteamericanos ante la mirada saudita. La respuesta social laica y de clase ha asustado mucho y ha aconsejado un cambio. Pero la contradicción principal sigue. No se va a parar. Y no es el islamismo, sino los planes para destruir la República de Egipto y entregar el país ys sus gentes al saqueo privado y de las grandes corporaciones. Creyeron poder hacerlo anestesiando al país con la barbarie religiosa como elemento mitigador del hambre o la miseria. El integrismo ha chocado con la sociedad egipcia, y los sectores corruptos, militares y neoliberales no parecen tener una solución sencilla al cómo cambiar lo que sea para que todo siga igual.

En Egipto, como en todas partes, la división de las fuerzas populares y de izquierda es lo único que está impidiendo una derrota del neoliberalismo o, al menos, que la batalla se libre como debe librarse. 

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miércoles, 3 de julio de 2013

MARIANO RAJOY: MAMELUCO MERKELIANO, DEMAGOGO SIMPLÓN Y PLASMÁTICO, ROBÓN DE PENSIONES, Y ATAL Y TAL, DIMISIÓN


 EL GOBIERNO RAJOY, EL MÁS REACCIONARIO DE LA EUROZONA

Vicenç Navarro 
El Plural 
Rebelión 03-07-2013 

La transición política de la dictadura a la democracia, mal definida como modélica, se hizo en términos muy favorables a las fuerzas ultraconservadoras que controlaban los aparatos del Estado así como la mayoría de los medios de información. Este dominio determinó que el resultado de dicha transición fuera una democracia muy limitada con un estado del bienestar muy poco desarrollado (ver mi libro Bienestar Insuficiente, Democracia Incompleta. Sobre lo que no se habla en nuestro país). Todavía hoy, treinta y cinco años después de la Transición, el estado del bienestar español está entre los menos desarrollados en la eurozona y en la Unión Europea de los Quince (UE-15). Incluso antes de que se iniciara la crisis, en el año 2007, el gasto público social como porcentaje del PIB era solo de un 20,7% (y solo de un 17,8% en Catalunya), frente al promedio de la UE-15 (26,9%). En Suecia era entonces de un 29,2%. Si en lugar de analizar el gasto público social (que incluye las pensiones y los servicios públicos tales como sanidad, educación, servicios sociales, escuelas de infancia, servicios domiciliarios, transferencias a las familias, vivienda social y prevención de la exclusión social, entre otros) como porcentaje del PIB, estudiamos el porcentaje de la población adulta que trabaja en los servicios del estado del bienestar, vemos que España continua siendo de los países con menos adultos trabajando en ese ámbito. De nuevo, ya en el 2007, veíamos que el porcentaje de la población adulta trabajando en esos servicios era un 10% (y en Catalunya, un 8%), mucho más bajo que el promedio de la UE-15 (un 15%) y mucho, mucho más bajo que en Suecia (24%). Es decir, que mientras en Suecia casi uno de cada cuatro suecos adultos trabajaba en los servicios públicos del estado del bienestar, en España era solo uno de cada diez (y en Catalunya no llegaba ni a esto). Así pues, la imagen promovida por los conservadores y liberales de que el empleo público era y es demasiado extenso (e hipertrofiado) no se correspondía ni se corresponde con los datos. En realidad, estos porcentajes son los más bajos de la UE-15 (solo en Portugal es menor, un 7%).

El empeoramiento de la España social

Todas estas cifras se han incluso deteriorado más con los recortes del gasto público que se han realizado como parte de las políticas de austeridad, iniciadas por el gobierno Zapatero y profundizadas, con gusto, y por mucho, por el gobierno Rajoy. Y digo con gusto porque de las declaraciones recientes del Ministro de Hacienda, el Sr. Montoro, parecen desprenderse orgullo y satisfacción de ello. El país que tiene un gasto y empleo público menor de la UE-15 (de lo cual el Sr. Rajoy, en unas declaraciones recientes, parecía también estar orgulloso) tiene unos dirigentes que están orgullosos no solo del bajo gasto y empleo público, sino también de su pretensión de seguir recortándolos. España es el país en el que, proporcionalmente, se está recortando más gasto público y destruyendo más empleo público. En las declaraciones conjuntas con la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría del 21 de junio, el Sr. Montoro declaró con satisfacción que el gobierno del Partido Popular recortará nada menos que 37,62 millones de euros, casi un 4% del PIB en gasto público, lo que pone a España en el tope de la liga de los países que recortan más. Y, por si ello no fuera poco, añadió, junto con la Vicepresidenta, que en lo que va de legislatura se han destruido ya 375000 puestos de trabajo (principalmente en sanidad y educación), a lo cual se añadirán 30000 más cada año.

Pero lo que es extraordinario (y digo extraordinario porque no conozco ningún otro gobierno que esté orgulloso de los recortes que se está imponiendo a la población) es que la Sra. Soraya Sáenz de Santamaría y el Sr. Cristóbal Montoro añadieran sonriendo y orgullosos que “hemos hecho la mayor reducción de consumo público de la historia de España”. Es probable que otros gobiernos conservadores neoliberales estén orgullosos de su labor de austeridad, pero ninguno lo dice, solo los portavoces del gobierno español lo expresan. ++ Ni que decir tiene que la Sra. Soraya y el Sr. Montoro, cuando van al médico, tienen un tiempo de visita no menor de 30 minutos, sin esperas ni colas. Y de ahí que no sientan en sus carnes las consecuencias de los recortes en el tiempo de visita. Y seguro que sus familiares más pequeños van a escuelas con baja densidad de alumnado en sus aulas. Sería interesante que los medios de información hicieran un análisis de cómo las decisiones de austeridad afectan a los políticos que deciden e implementan esas políticas. Toda la evidencia científica existente muestra que los recortes significan un ataque frontal a la sanidad y a la educación pública (utilizadas por las clases populares, que constituyen la mayoría de la población), ataque que por lo visto los llena de orgullo.

¿Por qué el Partido Popular no es más impopular?

Como era de prever, el voto esperado a los partidos gobernantes que llevan a cabo esos recortes ha bajado. Pero es sorprendente que en España no haya bajado mucho más. ¿Por qué? ++ La respuesta a nivel de España es fácil. El nacionalismo españolista, heredero de la dictadura, moviliza todavía hoy a millones de personas que claramente votan en contra de sus intereses, a fin de defender a España frente a los que ese españolismo define como rojos, separatistas y anti-Iglesia. Cuarenta años de fascismo y treinta y cuatro de democracia supervisada y vigilada garantizan la continuidad de este rancio franquismo y su cultura nacional-católica. No es por casualidad que gran número de las reformas educativas y culturales tengan como objetivo recuperar este nacionalismo españolista que en ciertas partes de España, la España mesetaria, es todavía muy poderoso. Tanto en su versión casi religiosa –el PP- como en su versión laica -UPyD-, este nacionalismo centralista españolista está movilizando a España. Este nacionalismo, y en menor grado la religión (en España), continúan siendo utilizados para ocultar el ataque más frontal que el escasamente financiado estado del bienestar español ha padecido. 

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UN PASO MÁS, Y MUY IMPORTANTE, PARA ABOLIR LAS RELACIONES DE PRODUCCIÓN CAPITALISTAS, SIN CUYA ABOLICIÓN NO HAY SOLUCIÓN REAL POSIBLE (PERO LOS "INTELECTUALES" NO ESTÁN PARA SUSTITUIR AL PUEBLO, SINO PARA FACILITARLE INSTRUMENTOS DE FORMACIÓN PARA QUE EL PUEBLO ACABE DECIDIENDO POR SÍ MISMO)


INTELECTUALES Y ARTISTAS SE UNEN POR UNA ALTERNATIVA POLITICA Y SOCIAL

Personas como Enric Sopena, Baltasar Garzón, Federico Mayor Zaragoza, Carlos Jiménez Villarejo o Vicenç Navarro apuestan por unir fuerzas contra la “involución democrática” en un manifiesto 

ELPLURAL.COM 
02/07/2013

Las personas que firmamos esta iniciativa no estamos dispuestas a resignarnos ante todo lo que nos está pasando.

Aspiramos a conseguir un Gobierno dedicado al servicio del bien común, a vivir en una auténtica democracia y a seguir disfrutando de los derechos sociales que hemos conquistado a lo largo de decenios y con mucho esfuerzo. 

Queremos acabar con la corrupción porque no podemos seguir despertándonos cada mañana con un nuevo escándalo político, un nuevo recorte, una nueva arbitrariedad. No admitimos que quieran acostumbrarnos a convivir con la indecencia política. No aceptamos que la normalidad sea el clientelismo, el abuso y la mediocridad.

Queremos involucrarnos con la verdad, la justicia, los derechos cívicos, la defensa de las víctimas y la reparación que merecen y combatir la involución democrática que se agranda cada día en España de la mano del Partido Popular, la extrema derecha creciente y la jerarquía católica más reaccionaria.

Queremos que no se pierdan los avances en derechos cívicos e igualdad de género conseguidos por los movimientos sociales tras años de lucha.

Queremos que España sea de la gente común y que nos gobiernen políticos identificados con las personas honradas y bien preparadas que día a día, a base de decencia y eficacia, sacan adelante nuestra sociedad, los centros educativos, los hospitales, las empresas y la vida de millones de familias. 

Queremos vivir en un país en el que la justicia sea igual para todos y en el que la ciudadanía intervenga de forma directa en el gobierno de los jueces, en donde no queden impunes quienes más culpa tienen en la generación y prolongación de la crisis. Queremos pedir responsabilidades a los que han depredado los bienes y las esperanzas de millones de personas.

Estamos ya hartos de que, con la excusa de Europa, España sufra un retroceso continuo en el bienestar y pierda derechos que costó decenios conquistar. Los gastos públicos y sociales de nuestro país han sido los más bajos de la Europa de los 15. No aceptamos que pertenecer al euro sólo implique la entrega de nuestras mejores riquezas, la destrucción de nuestra actividad productiva o el abandono de nuestra soberanía política en manos de los grandes especuladores. Buscamos una integración de fuerzas europeas que conviertan la Unión en lo que siempre debió ser: un proyecto al servicio de los ciudadanos.

Queremos acabar con la manipulación constante de los medios públicos y asegurar que dejen de estar al servicio de los partidos o del Gobierno de turno porque esa es una de las causas principales de la degradación democrática que estamos sufriendo.

 Hay otro camino 

Tenemos los conocimientos y preparación suficientes para afirmar con seguridad y convicción que, en contra de lo que se empeñan en decirnos, hay otras alternativas, cuya adopción permitiría superar la frustración ante el bloqueo económico y la degeneración de nuestra vida política. Sabemos que podemos enderezar el rumbo de nuestra economía. Ni nos resignamos ni estamos dispuestos a padecer en silencio las secuelas de un mal gobierno que aplica sin cesar medidas tan injustas como ineficaces contra la inmensa mayoría. Ya hemos llegado demasiado lejos y es el momento de acabar con su incompetencia y servidumbre. ++ Sabemos que lo podemos hacer y queremos hacerlo juntos.

En primer lugar, debemos acabar con los privilegios de los banqueros. Es necesario garantizar la financiación, disponiendo de entidades públicas que concedan créditos de bajo interés a las empresas. ++ Es posible aumentar los ingresos privados y públicos para que se reactive la economía, aunque eso obliga a repartir la riqueza de otro modo, frenando su concentración en pocas manos, aumentando el salario mínimo, reduciendo la factura hipotecaria de millones de familias y reformando el sistema fiscal para combatir el fraude y la evasión fiscal.

Es posible replantear el pago de nuestra deuda y hacer frente al fundamentalismo que imponen en Europa los grandes financieros. Incluso, si hiciera falta, podemos replantearnos los términos de nuestra pertenencia al euro y a las instituciones europeas.

Sabemos que se puede evitar el padecimiento diario de millones de personas y la paralización de la vida económica, generando confianza en los inversores a la hora de elegir España. Aunque para ello resulta imprescindible ofrecer una seguridad jurídica consolidada, exigente en la persecución de la especulación, los aprovechamientos ilícitos y las agresiones al medio ambiente y la naturaleza.

Sabemos que es posible mantener los servicios públicos de salud universal, educación, pensiones o atención a la dependencia, garantizar el derecho a la vivienda o disponer de un potente sistema de ciencia y tecnología siempre que no se busque -como ahora- convertirlos en negocios privados. No sólo es posible, sino que sabemos que sólo así se puede garantizar el desarrollo y la sostenibilidad de nuestra economía para el bienestar social.

Sabemos que se puede eliminar la corrupción si se adoptan para ello medidas drásticas, un mecanismo ágil de investigación y sanción en el ámbito administrativo, con participación ciudadana, y un mecanismo eficaz de investigación y enjuiciamiento en el ámbito penal. Deben pedirse responsabilidades a quienes han mentido y robado y a quienes tomaron a sabiendas decisiones injustas que han arruinado a tantos españoles. Deben aprobarse leyes que garanticen que la ciudadanía sea representada directa y fielmente en las instituciones públicas (y no sólo a través de las cuotas de partidos), porque esa es la mejor manera de acabar con el clientelismo que mueve con cada cambio de gobierno a familias completas, amistades y patrocinados varios a cambio de sumisión. 

Llamamiento al compromiso ciudadano 

Sabemos que es posible actuar de otro modo y resolver los problemas económicos y sociales que tenemos planteados. Pero es necesario que las respuestas elegidas no estén, como hasta ahora, pensadas sólo en beneficio de grupos empresariales y financieros muy minoritarios. Y para ello es imprescindible que todas las personas de diversas ideologías y sensibilidades políticas o sociales nos pongamos de acuerdo para forjar una amplia y eficaz mayoría que dé una respuesta contundente, democrática y pacífica a la agresión que estamos sufriendo. Para conseguirlo resulta necesario abrir un proceso de diálogo y convergencia social, lo más amplio posible, asentado en medidas precisas que se orienten a la regeneración política y la reactivación económica.

Por eso hacemos este llamamiento solicitando a la ciudadanía que se comprometa de forma responsable en la construcción de una alternativa política y social basada en los principios de igualdad real, participación, diversidad, pluralidad y defensa de los derechos humanos.

Convocamos a todas las personas y organizaciones sociales y políticas -muy especialmente a las que ya actúan con una importante representación ciudadana y resolviendo problemas directos de los afectados-, para que se manifiesten en favor del diálogo. Que abran en todas las esquinas y caminos de España, en las ciudades y en el campo, en todos y cada uno de los sectores que integran la sociedad democrática, un proceso de confluencia y unidad que, con el amparo de la máxima movilización ciudadana, culmine en la alternativa que ponga fin al drama que estamos viviendo.

Enric Sopena, Federico Mayor Zaragoza, Juan Torres, Baltasar Garzón, Rosa María Artal, Vicenç Navarro,Carlos Jiménez Villarejo, José Antonio Martín Pallín, José Chamizo, Pilar González, Carlos Berzosa, Julián Casanova, Juan Francisco Martín Seco, Ignacio Ramonet, Pilar del Río, Rosa María Calaf, Manuel Rivas, Almudena Grandes, Luis García Montero, Miguel Ríos, Juan José Téllez, Francisco Álvarez 

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PSOE - PP JUNTO A LA COMPARSITA, LA MISMA COSA ES


Una agricultura sin campesinos

Esther Vivas 
Sociología crítica
 2013/06/28
Fuente: diario PÚBLICO 

La Unión Europea parece estar empeñada en acabar con el pequeño campesinado. Así se desprende de la reforma de la Política Agrícola Común (PAC) aprobada anteayer en Bruselas. Unas medidas que benefician, una vez más, a los grandes terratenientes y a la agroindustria, en detrimento de aquellos que trabajan y cuidan la tierra. 

Un solo dato: a pesar de que en el Estado español sólo 350 mil personas están dadas de alta como trabajadores en el campo, 910 mil reciben ayudas. ¿Quiénes son, pues, esos 560 mil perceptores de subvenciones que no son campesinos pero sí reciben dicho dinero? El informe Una Política Agraria Común para el 1%, de Veterinarios Sin Fronteras, lo deja claro. Se trata de empresas de la agroindustria, grandes viticultoras, supermercados y terratenientes. Sus nombres y apellidos: Pastas Gallo, Nutrexpa, Osborne, Nestlé, Campofrío, Mercadona, la Casa de Alba, por sólo mencionar los mayores beneficiarios.

Eso sí. Con la nueva PAC, ni aeropuertos ni ferrocarriles ni campos de golf recibirán más ayudas agrarias. Imagino que el robo, o desvío de fondos, resultaba demasiado escandaloso. Otros amigos de Arias Cañete, en cambio, seguirán recibiendo cuantiosas subvenciones. A destacar, su esposa, Micaela Domecq, terrateniente andaluza y propietaria de Bodegas Domecq. Ya se sabe, quien parte reparte. 

Como afirma el sindicato agrario COAG, en su valoración y análisis de la reforma de PAC, “se corre el riesgo de desmantelamiento de un sector, el agrario, estratégico para nuestra economía”. Algo que no es nuevo, pero que con las actuales medidas no hace sino agudizarse. Hoy, menos del 5% de la población activa en el Estado español trabaja en la agricultura, y una parte muy significativa son personas mayores. Algo que, según los estándares actuales, es símbolo de progreso y modernidad. Tal vez, tendríamos que empezar a preguntarnos con que parámetros se definen ambos conceptos.

La agricultura campesina es una práctica en extinción. Anualmente, miles de fincas cierran sus puertas. Sobrevivir en el campo y trabajar la tierra no es tarea fácil. Y es que quiénes más salen perdiendo en el actual modelo de producción, distribución y consumo de alimentos son, precisamente, aquellos que producen la comida. La renta agraria se situaba en 2007, según la COAG, en un 65% de la renta general. Su empobrecimiento es claro. Avanzamos hacia una agricultura sin campesinos.

Y, si estos desaparecen, ¿en manos de quién queda nuestra alimentación? Creo que la respuesta es clara: en manos de un puñado de empresas de la agroindustria y la distribución que controlan cada uno de los eslabones de la cadena alimentaria, desde las semillas hasta el producto final. Cargill, Monsanto, Syngenta, Dupont, Procter & Gamble, Nestlé, Kraft, Mercadona, Eroski, Carrefour, Alcampo, El Corte Inglés… son quienes, finalmente, nos dan de comer. Y, así nos va. 

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MARIANO RAJOY, SERVIL MAFIOSO, ENEMIGO DE LA SOCIEDAD, EMBUSTERO EMPEDERNIDO CON MENOS COJONES QUE UNA CACEROLA VACIA, COBARDETE, LADRÓN DE PENSIONES Y MAMÓN: DIMISIÓN.


El mundo a los pies del 1% 

Iván H. Ayala 
Sociología crítica
2013/06/29 

Gregory Mankiw es uno de los economistas más conocidos e influyentes hoy en día. Trabaja para la Universidad de Harvard, y fue presidente del consejo de asesores económicos de George Bush y asesor económico de Mitt Romney. Además tiene numerosas publicaciones académicas y su libro de texto de introducción a la economía se estudia en todas las universidades del mundo. Acaba de publicar un borrador de un trabajo académico llamado En defensa del 1%, erigiéndose en algo así como en un rompeolas de las oligarquías internacionales. En él se defiende que la diferencia de renta entre diferentes grupos sociales se debe a la diferencia de talento, de forma que las personas más “inteligentes” tienen más probabilidades de tener éxito económico y por tanto de pertenecer a ese 1%. Pero va aún más allá, defendiendo que estas diferencias pueden llegar a ser genéticas (11% concretamente). De esta forma, si tenemos la suerte de nacer en una familia del 1%, tendremos grandes posibilidades de continuar perteneciendo a ese estrato social, porque heredaremos la inteligencia de nuestros padres. Como suena.

Aún así, Greg Mankiw tiene que reconocer que el 1% ha incrementado la velocidad de enriquecimiento en las últimas décadas. Pero esto se debe, según este reputado economista, a la brecha salarial creciente entre trabajadores cualificados y no cualificados, de forma que ese 1% pertenece a la clase adinerada por estar más cualificado y ser más inteligentes e ingeniosos. Si en las últimas décadas el debate académico acerca de la desigualdad se centró en las diferencias educativas entre los trabajadores, la historia está empezando a cambiar. Para explicar lo que está pasando en la distribución de la renta, se necesita entender la generación de beneficios y quién posee el capital como apuntaba Krugman en su blog.

 Mark Blyth en Austerity: the History of a dangerous idea nos cuenta cómo justo antes de que las bolsas y activos entraran en la burbuja de las “punto com” a finales de los 90, los inversores buscaron activos “no correlacionados”, esto es activos cuya evolución no estuviera relacionada con la evolución bursátil. Se dirigieron de forma masiva al sector inmobiliario para asegurar sus inversiones en bolsa, de forma que si el valor de éstas últimas caía sería compensado por las otras. En el proceso los precios en el sector inmobiliario incrementaron de manera espectacular, 70% en EEUU, y 170% en Irlanda por ejemplo. El sector inmobiliario se entendía no solo no correlacionado con la evolución de los valores bursátiles, sino no correlacionado dentro del sector mismo, de forma que el precio de las casas de una región no tenía por qué estar relacionado los precios en otra región. 

Por si esto fuera poco, además se utilizó de forma masiva la colateralización, esto es, trocear los títulos y juntar pequeños trozos de hipotecas de Colorado, con pequeños trozos de hipotecas en el estado de Nebraska. De esta forma se pagaba a los que poseían estos títulos compuestos con diferentes tipos de interés en función del mayor o menor riesgo del tramo que hubieran suscrito. Parecía que efectivamente si ya de por sí los precios del sector inmobiliario no estaban correlacionados, trocearlos y mezclaros entre sí reduciría todavía más su correlación. A mediados de los años 2000, había escasez de este tipo de activos pues debido a los intereses que pagaban y a la supuesta seguridad que ofrecían, la demanda había sido muy grande. Para superar esta situación se empezaron a emitir cada vez más activos compuestos con los famosos NINJA (No Income, No Job and Assets), hipotecas colateralizadas con las ganancias de eBay, con las propinas de los camareros o simplemente con activos prefrabricados a escala masiva de forma incontrolada. 

Las ganancias que se generaron durante este periodo por parte de los directivos, CEOs, de estas compañías fueron cifras récord. Por ejemplo en 2008 se estimó que las cinco mayores compañías financieras estadounidenses estaban pagando 39.000 millones de dólares en bonus en 2007 mientras algunas de ellas, como Merrill Lynch, perdían 7.800 millones. O el caso de AIG que recibió 180.000 millones de dólares en un plan de rescate, mientras por otro lado pretendía repartir 165 millones de dólares a los gestores de su departamento financiero con másproblemas. Parece entonces que lo que el eminente economista conservador apunta, no se cumple en el sector financiero, pues esas cifras récord se dieron en un sector que ha causado la mayor crisis de la historia del capitalismo con unos costes financieros y sociales incalculables. 

En realidad trocear diferentes activos y unirlos en uno, lejos de reducir el riesgo lo aumenta porque aquellos activos cuya evolución no tenía relación, al juntarlos en un solo título, los correlaciona automáticamente. Si la retribución estuviera en relación con el talento, se esperaría que éste estuviera relacionado con el éxito. Sin embargo, dada la evolución del sector, este flagrante error de interpretación debería haberse traducido en salarios negativos, es decir, los CEOs de las empresas financieras hubieran tenido que pagar miles de millones por ello. El resultado es justamente el contrario, al sector financiero le han sido otorgados miles de millones para sanear sus errores. No hace falta ser Nóbel de economía para atisbar que la interpretación del eminente e influyente economista Mankiw no tiene nada que ver con la realidad, sino que más bien es un ejercicio de ideología al servicio de las oligarquías que están drenando recursos de la economía productiva y con ello generando paro, desigualdad y pobreza.

La transferencia de capital que se ha producido en los últimos 30 años hacia el sector financiero parece haberles concedido un poder desmesurado.

Concretamente, en un trabajo del FMI (“Por un puñado de dólares”) se muestra cómo la industria financiera que más ha gastado en lobby, es precisamente aquella que más ha participado en el proceso de titulación bancaria, y la que ha tenido un crecimiento de sus carteras más rápido. Es más, se encuentra evidencia de que aquellas áreas donde más han actuado los lobbies, más tasas de delincuencia se han dado. Además la influencia política de la industria financiera ha contribuido a la crisis financiera mediante la permisividad en la acumulación de riesgo. El lobby o grupo de presión busca modificar la legislación en favor de su actividad productiva, pero es que justamente como señalan los autores del trabajo, entre 1999 y 2006 en EEUU “el 93% de todas las propuestas de ley que promocionaban una regulación más estricta nunca llegaron a convertirse en leyes”. Por ejemplo, el ejecutivo mejor pagado el año pasado, fue John H Hammergren, de la farmacéutica McKesson, que cobró 131 millones de dólares. Por otro lado, esta empresa gastó 2,418,977 de dólares en actividades relacionadas con el lobby.

Pero además Mankiw hace una selección políticamente interesada de los estudios acerca de las desigualdades. Dado que la actividad legislativa de los gobiernos está claramente influida por el poder de los grupos de presión, no parece descabellado pensar que ha contribuido a generar desigualdades mediante las modificaciones de la legislación laboral en favor del empresario, en contra de la negociación colectiva o erosionando los salarios mínimos, como afirma Hungerford. Tampoco hace referencia a lo que se ha dado en llamar “Winner-take-all politics” término acuñado por los politólogos Hacker y Pierson para ilustrar el hecho de que la creciente desigualdad nada tiene que ver con la “preparación” sino con factores políticos. 

Esto apoya la tesis de Dean Baker, en su libro The Conservative Nanny State donde se explica cómo los conservadores utilizan el estado para enriquecerse. Más que estar en favor del libre mercado, utilizan esta expresión para designar un régimen en el que la actividad legislativa está al servicio del enriquecimiento de la clase dirigente.

No, Greg Mankiw no hace economía, sino que utiliza sus conocimientos en este campo del saber humano en favor de una parte de la población, cosa por otro lado perfectamente respetable. Lo que no es de recibo es que se presente como algo aséptico, objetivo y económico. Sería deseable que se dejara de presentar la economía como una ciencia “natural” heredera del positivismo lógico del siglo XVIII, desinfectada de subjetividades e ideologías políticas, algo que incluso ha desaparecido en las ciencias exactas como la física o las matemáticas. Las diferentes ideas económicas tienen diferentes resultados en términos de distribución de renta y por tanto de poder. La economía ortodoxa, la neoclásica, de la que se deriva la ideología neoliberal, la que enseña Mankiw y todas las facultades de economía del mundo, está diseñada contra la mayor parte de la población. Es hora de dejar la economía y empezar la econoNuestra. 

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