lunes, 28 de diciembre de 2020

Si yo estoy de acuerdo. Yo soy un hombre muy acuerdoso, eso sí, ni de izquierdas ni de derechas. Soy un pululante, uno de estos que pulula entre la izquierda, la derecha y la nebulosa parda, demócrata de toda la vida entero y verdadero, que no se mete en política o si los elefantes vuela o dejan de volar. A mí, qué. ¿Que cambian las cosas?, pues que cambien, a mí que me viene usted contando. Y ya que estamos, dígame, ¿sabría usted decirme cuando va a cambiar el mamoneo este para que el chorizo se deschorice primero devolviendo lo robado para que luego entre en la cárcel el tiempo que le toque, ya sin cargo de conciencia y sin que tenga que pedir disculpas a nadie. Y cuando el trabajador se va a quedar en su poder con el producto integro de su trabajo? Que yo lo digo únicamente porque las cosas cambian, por nada más. No me lo vaya tomar a mal ni se vaya a mosquear nadie.

 

La muy voluble ortodoxia económica


Juan Francisco Martín Seco

El Viejo Topo

28.12.2020

La teoría económica, tras cualquier proposición, suele emplear la expresión “ceteris paribus”, que viene a significar que tal cosa sucederá siempre que permanezcan constantes todas las demás variables. Es una forma de guardarse las espaldas. Lo cierto es que casi nunca las otras variables permanecen estables, pero eso no importa porque el economista de “pro” continúa actuando como si no hubiese introducido la cláusula, o bien como si nada hubiese cambiado. He aquí una de las razones por las que muchas veces en Economía se afirma una cosa y la contraria.

Existe aún otro motivo para las enormes discrepancias que se suelen dar en esta disciplina, y es que las teorías tienen consecuencias prácticas y diferentes según la posición social en la que cada uno se encuentra. Las afirmaciones no suelen ser desinteresadas, y todo depende del sitio donde cada cual esté situado o del bando al que pertenezca. Es más, la ortodoxia se desplaza sin el menor pudor de unas a otras posiciones.

Los que llevamos bastantes años en el estudio de esta materia, recordamos cómo hace treinta o treinta y cinco años, incluso más, la doctrina oficial pasaba por condenar toda posible monetización del déficit. Durante muchos años financiar el déficit público con la emisión de dinero era tabú y herejía. Aquí en nuestro país el Banco de España se presentaba como el cancerbero de la ortodoxia, pero coincidía al cien por cien con el diseño seguido en la Unión Europea y con los principios sobre los que se estaba asentando la creación del Banco Central Europeo (BCE); en general, concordaba con las tesis de todos los bancos centrales. Se defendía que una postura expansiva de la política monetaria conducía automáticamente a un proceso inflacionario.

Solo algunos nos atrevimos a adentrarnos mínimamente en planteamientos que casi todo el mundo consideraba heterodoxos, y mantuvimos que la creación de dinero no tenía por qué ser inflacionaria, ya que actúa sobre el PIB nominal, es decir, sobre sus dos componentes, PIB real y precios, sin que esté determinado a priori en qué proporción. Es posible que en muchas ocasiones no se traduzca en inflación, sino en crecimiento de la economía. Señalábamos también que una política monetaria en exceso restrictiva, tal como se venía aplicando primero en el proceso de convergencia y más tarde en el plan de estabilización, podía dañar gravemente la economía.

En los momentos actuales, el panorama ha cambiado por completo. Todos los bancos centrales han adoptado políticas monetarias enormemente flexibles a las que se ha denominado “de expansión cuantitativa” (QE, por sus siglas en inglés), con las que monetizan los déficits públicos de sus respectivos países. Como se puede apreciar, el dogma ha virado de un extremo al otro. El BCE bajo la presidencia de Draghi se vio obligado a dar un giro radical para que la Unión Monetaria no hiciese aguas. Aunque es verdad que el BCE no inyecta directamente el efectivo a los tesoros de los países miembros, sí los financia mediante la compra de deuda pública en el mercado secundario y el descuento de los títulos de los bancos.

El BCE, nada más comenzar la crisis del Covid, cuando los distintos gobiernos y la propia Comisión estaban discutiendo si eran galgos o podencos, puso sobre la mesa 750.000 millones de euros, cantidad que meses después aumentó en otros 600.000 millones, orientados a comprar títulos públicos y privados. La pasada semana ha añadido otros 500.000, con lo que su potencial de fuego se eleva en estos momentos a 1.850.000 millones de euros. Es más, ha anunciado que continuará con esta política al menos hasta marzo de 2022 y que, si fuera necesario, incrementaría la cantidad hasta 2.5 billones de euros. No es extraño que por primera vez el Tesoro español haya podido introducir en el mercado bonos a diez años a interés negativo. Y todo ello sin que aparezca la menor señal de inflación. El incremento de los precios está muy lejos de alcanzar el objetivo del 2%.

Considerando estas cifras, uno se pregunta qué sentido tiene el tan cacareado y alabado plan de recuperación (los 750.000 millones), al menos en la parte –su gran mayoría- que se va a ofrecer como endeudamiento. No parece que las condiciones de estos préstamos puedan ser mucho mejores que las que ofrece ahora el mercado, gracias al BCE. Pero, sobre todo, es que los del fondo de recuperación van a ser préstamos finalistas, con lo que los distintos parlamentos nacionales no van a contar con autonomía para decidir a qué finalidades se orienta el endeudamiento, ni siquiera si van a ser convenientes y rentables.

La versatilidad de la ortodoxia ha ido más allá porque hasta hace pocos años no solo se condenaba la monetización del déficit, sino el déficit en sí mismo. La doctrina oficial y el pensamiento único hablaban del crowding out, traducido al español, efecto desplazamiento. Es decir, que, según esta teoría, el déficit público, aun cuando se financiase en el mercado, desplazaba al sector privado de la obtención de los recursos que precisaba para sus inversiones, lo que perjudicaba gravemente la actividad económica.

Una vez más, algunos nos atrevimos a disentir, aunque con prudencia y matizando situaciones. Pensábamos que, en momentos de debilidad económica, malamente se podía desplazar al sector privado, cuando en realidad no había sector privado que desplazar, no existía apenas la iniciativa privada. Pero es que, además, si el sector público sustituye al sector privado a la hora de acometer determinadas actuaciones lo lógico es que lo sustituya también en la financiación. No existe ninguna constatación de que el gasto privado sea siempre más productivo que el público.

De nuevo la doctrina oficial ha cambiado por completo de posición. Hoy, todos los estamentos, desde los organismos internacionales hasta los servicios de estudios, pasando por las organizaciones empresariales y demás agentes sociales, piden a los estados que gasten, que rieguen la economía con dinero público, sin importar cuál sea el déficit o el endeudamiento de las administraciones públicas o, lo que me temo que es peor, sin analizar con demasiado detenimiento la rentabilidad económica y social del gasto o de la inversión.

La verdad es que no ha sido la única vez en la que la ortodoxia ha apostado por aumentar el gasto o reducir los impuestos y, como consecuencia, por incrementar el déficit y el endeudamiento públicos. Recuerdo que contemplé con asombro cómo, en 2008, al aparecer la crisis, todos, incluidos organismos internacionales, hasta entonces en posturas abiertamente liberales, se hicieron keynesianos. Es cierto que el paréntesis duró bien poco. En 2010 ya se estaban reclamando -más que reclamando, imponiendo- la estabilidad fiscal y presupuestaria, con duros ajustes y reformas. Hay que reconocer que los planes fiscales expansivos realizados en los dos años anteriores no habían servido para mucho en orden a incentivar la economía. Buen ejemplo de ello fue el plan E, un procedimiento perfecto para tirar dinero a la papelera. Algunos lo cifran en 50.000 millones de euros.

Según los últimos datos del Banco de España, el endeudamiento público en nuestro país a finales del mes de septiembre de 2020 se situó en un 114,1% del PIB, habiendo tomado como valor de esta última variable la media de los alcanzados en los cuatro trimestres de 2019. Es de suponer que el porcentaje del endeudamiento alcanzará un valor mayor cuando se utilice el PIB de 2020, que con toda seguridad será sustancialmente menor que el de 2019. El stock de deuda pública se ha incrementado, por tanto, en los tres primeros trimestres del presente año en 18,6 puntos del PIB. Aun cuando nos movemos en términos de caja y no de contabilidad nacional, este porcentaje puede ser una buena aproximación de a cuánto se elevaba el déficit de las administraciones públicas a finales de septiembre, y no resulta muy arriesgado vaticinar que al final del año se situará por encima del 20%, si no se realizan ingeniarías financieras.

¿A qué nivel se situará el endeudamiento público en los años 2021 y 2022? No cometemos ninguna exageración si hablamos del 125 o 130% del PIB. Y ello solo como consecuencia de la acumulación de los déficits públicos de estos ejercicios. A ellos habría que añadir para estos años y para los siguientes los 140.000 millones de euros (tal como se distribuyan temporalmente) que según dicen provendrán de Europa. No deja de ser sorprendente la percepción que de estos futuros recursos tienen todos. Aquellos que han venido anatematizando el déficit y el endeudamiento público, los que ponían el grito en el cielo ante cualquier incremento de gasto público, ahora se muestran encantados, y no les importa que el estado tenga que endeudarse. Tienen la percepción equivocada de que esos recursos son gratuitos y que no hay que devolverlos, cuando lo cierto es que de esos 140.000 millones de euros solo alrededor de 33.000 millones lo son a fondo perdido. El resto habrá que pagarlo de una o de otra forma. (Ver mis artículos en estas páginas digitales del 30 de julio y del 24 de septiembre del presente año). Es cierto que, en este cambio tan brusco de postura, por ejemplo, el de los empresarios, también puede influir que en esta ocasión esperan ser los principales beneficiarios del gasto.

Ante esta mudanza tan rotunda de la política oficial, algunos, otra vez desde la heterodoxia, no podemos por menos que gritar que ni tanto ni tan calvo. Ante discursos fuertemente triunfalistas que hablan de lo importantes que son los fondos europeos y de lo mucho que se puede hacer con ellos, hay que recordar el cuento de la lechera y más concretamente las medidas tomadas por Zapatero en los años 2008-2009. Orientadas, tal como se decía entonces, a reactivar la economía, pero que no tuvieron ningún resultado salvo los de incrementar el endeudamiento público y hacer más difíciles los ajustes de 2010 y años posteriores.

Los miedos se incrementan y los recelos de que el dinero se despilfarre se intensifican al leer o escuchar los objetivos a los que en teoría se van a dedicar estos recursos: investigación e innovación, lucha contra el cambio climático, protección de la biodiversidad e igualdad de género, modernización y digitalización del ecosistema de nuestras empresas, cambiar el sistema productivo y otros más de las mismas características, todos ellos muy vagos y genéricos y sin que aparezca una conexión clara con la reactivación de la economía y con la creación de empleo. ¿Vendrá después el llorar y el crujir de dientes?

El nivel de deuda pública en el que vamos a situarnos es sin duda muy alarmante, solo sostenible si el BCE permanece en la política expansiva que está aplicando. ¿Pero hasta cuándo va a querer o poder mantenerla? El balance de esta institución supera ya los siete billones de euros y es muy posible que llegue a los ocho el próximo año. Multiplicará así por cuatro la cifra (dos billones) que tenía con anterioridad a la crisis de 2008. La situación presenta una evidente inestabilidad a medio plazo, tanto más cuanto que el problema puede afectar no solo a España, ya que el stock de deuda pública de Grecia, Portugal, Italia, Francia, Chipre y hasta Bélgica, también se sitúan ya por encima del 100% de sus respectivos PIB.

No obstante, todos estos países no se encuentran en la misma situación. Se está produciendo un nuevo giro en la ortodoxia económica. Son bastantes quienes en los bancos centrales comienzan a pensar algo que algunos veníamos hace tiempo defendiendo: que el problema no está tanto en el endeudamiento público como en el exterior (conjunto de público y privado). Lo que importa no es tanto el déficit público como el déficit por cuenta corriente de la balanza de pagos o, dicho de otro modo, desde el punto de vista macroeconómico el endeudamiento público no es peligroso siempre que haya sido adquirido por los nacionales.

Está claro que este planteamiento da un respiro a la estrategia del BCE, porque la Eurozona en su conjunto presenta superávit en el saldo de su balanza de pagos. El problema es que la posición entre los distintos estados miembros es muy diferente. Ese superávit exterior de la Eurozona en su conjunto obedece al enorme saldo positivo de Alemania y Holanda. Lo que crea una nueva situación de inestabilidad y una pregunta angustiosa para nosotros: ¿Cuál va ser en los próximos años el saldo de nuestra balanza por cuenta de renta? No podemos olvidar que fue el desequilibrio exterior el que nos precipitó a la crisis pasada. A la hora de destinar los fondos de recuperación, lejos de movernos por rutas imperiales, ¿no deberíamos analizar qué impacto va a tener cada una de las partidas en la balanza de pagos?

Artículo publicado originalmente en  Contrapunto.

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domingo, 27 de diciembre de 2020

Mao Tse Tung (Un aprendizaje para la crítica y la rectificación de los errores)

 

Perseverar en el estilo de vida sencilla y lucha dura y mantener estrecha ligazón con las masas

El Viejo Topo/ 26.12.2020


I

Ahora nuestro Partido se prepara para abrir una campaña de rectificación. La rectificación es un método para resolver las contradicciones dentro del Partido a través de la crítica y autocrítica y es, asimismo, un método para resolver las contradicciones entre el Partido y el pueblo. La campaña que vamos a realizar se dirigirá contra tres lacras: el burocratismo, el sectarismo y el subjetivismo.

Por medio de la rectificación debemos poner en pleno juego la tradición de vida sencilla y lucha dura de nuestro Partido. Con el triunfo de la revolución, la voluntad revolucionaria de una parte de nuestros camaradas se ha aflojado, su ardor revolucionario se ha entibiado, ha decaído su disposición de servir al pueblo de todo corazón y ha flaqueado el espíritu de reto a la muerte mostrado durante la guerra contra el enemigo. En cambio, van en aumento cosas como la búsqueda de posiciones y fama, la excesiva preocupación por el comer y el vestir, la confrontación de la categoría salarial propia con la de otros y la disputa por honores y beneficios.

He oído decir que el año pasado, cuando se procedió a la recategorización, algunas personas no tuvieron inconveniente en armar un gran jaleo, llorando a moco tendido. El hombre tiene dos ojos, ¿verdad? En los ojos hay un agua que se llama lágrimas. Cuando esa gente vio que la recategorización no colmaba sus deseos, dos corrientes de lágrimas rodaron por sus mejillas. No les salió una sola lágrima en la guerra contra Chiang Kai-shek, ni en la Guerra de Resistencia a la Agresión Norteamericana y en Ayuda a Corea, ni en la reforma agraria, ni en el movimiento de represión a los contrarrevolucionarios, ni cuando emprendimos la construcción del socialismo. No obstante, una vez que vieron afectados sus intereses personales, se desataron en llanto.

Me he enterado de que alguien incluso se negó a comer durante tres días. Pienso que a uno no le pasa nada si deja de comer tres días, pero sería un poco peligroso si esto se dilatara por una semana. En fin de cuentas, se ha presentado una tendencia, la de procurar fama y posiciones y disputar por sueldos más altos, mejor comida, mejor ropa y mayores comodidades. Declararse en huelga de hambre y derramar lágrimas por intereses personales podría contarse como una contradicción en el seno del pueblo.

Hay una pieza de ópera titulada Lin Chung huye en la noche[1], en que se  canta: «Los varones no vierten lágrimas por naderías, y sólo lo hacen cuando la tristeza les traspasa el corazón.» Varones son también estos camaradas nuestros (quizá haya damas), que, sin haber nunca vertido lágrimas por naderías, sólo vinieron a hacerlo en el momento de la recategorización. ¿No es acaso necesario rectificar esta tendencia? Está bien que uno no vierta lágrimas por naderías. Pero, ¿cuándo es que la tristeza traspasa el corazón? Cuando la clase obrera y las amplias masas trabajadoras se hallan en una situación peligrosa, una situación de vida o muerte. Entonces sí se justifica derramar unas cuantas lágrimas.

Suponiendo que contigo se haya cometido una injusticia en la recategorización, debes tragarte esa injusticia y, en vez de dejar que las lágrimas salgan al exterior, retenerlas en su fuente. En el mundo hay muchas cosas que son injustas. Puede ser que a ti se te haya fijado incorrectamente la categoría salarial; pero, aun así, no hay razón para que armes alborotos, pues eso no traerá graves consecuencias. Basta con que tengas qué comer. Somos revolucionarios y, por tanto, lo único que necesitamos es tener lo suficiente para no morir de hambre. Mientras uno no muera de hambre, debe proseguir el trabajo revolucionario y la lucha esforzada. Luchar esforzadamente seguirá siendo imprescindible incluso al cabo de diez mil años. Un comunista debe luchar duro y servir al pueblo de todo corazón, y no con la mitad o dos tercios del corazón. Aquellos cuya voluntad revolucionaria haya decaído, deben rehacerse a través de la campaña de rectificación.

II

Debemos mantener aquel ímpetu, aquel ardor revolucionario y aquel espíritu de reto a la muerte que nos animaron en los años de las guerras revolucionarias, y llevar hasta el fin el trabajo revolucionario. ¿Qué significa el reto a la muerte? En la novela A la orilla del agua, hay un personaje que se llama Shi Siu, el Retador de la Muerte. Un espíritu como el suyo es el que tenemos en mientes. Fue con ese espíritu con el que hicimos la revolución en el pasado. Cada uno tiene una vida, que puede durar sesenta, setenta, ochenta o noventa años. Mientras tenga capacidad para trabajar, debe hacer todo el trabajo que le sea posible. Y en el trabajo, mantener el ardor revolucionario y el espíritu de reto a la muerte de que hemos hablado. Algunos camaradas han perdido ese ardor y ese espíritu y se hallan estancados. Eso no es bueno; hay que impartirles educación.

Todo el Partido debe fortalecer el trabajo político e ideológico. Muchos de los camaradas presentes en la reunión de hoy son del Ejército. ¿Cómo andan las cosas en el Ejército? ¿Se diferencia en algo el trabajo político en tiempos de paz del trabajo político en tiempos de guerra? En los tiempos de guerra, era preciso mantener una estrecha ligazón con las masas, era necesario que los oficiales se fundieran con los soldados y el ejército con el pueblo. Por ese entonces, el pueblo se mostraba comprensivo ante tal o cual defecto nuestro. Ahora, cuando nos encontramos en tiempos de paz, cuando no hay batallas y nos dedicamos al entrenamiento, será difícil, lógicamente, que las masas perdonen nuestros defectos si no persistimos en mantener una estrecha ligazón con ellas.

Aunque ahora rigen en el Ejército el sistema de grados militares[2] y algunos otros sistemas, los oficiales de rango superior deben seguir fundiéndose con los de rango inferior y los oficiales con los soldados. Al igual que antes, se debe permitir que los de rango inferior critiquen a sus superiores y los soldados, a los oficiales. Hacerlo, por ejemplo, celebrando conferencias de representantes del Partido para brindar a los camaradas esa oportunidad.

En el curso de la campaña contra los «tres males», el camarada Chen Yi dijo, con toda razón: «Si estuvo bien que dictáramos órdenes durante tantos años, ¿será justo o no dejar ahora que los subordinados nos critiquen por un tiempo, digamos por una semana?» Con estas palabras él quería decir que era justo. Yo comparto su idea, es decir, estoy de acuerdo con que los subordinados nos critiquen durante esa semana. Antes de que comience la crítica masiva, hay que hacer ciertos preparativos y dar un informe en que se examine los defectos propios, que seguramente no pasarán de uno, dos, tres o cuatro. Luego, que hablen los camaradas para señalar algunos más y hacer críticas. Las masas son justas y no olvidarán nuestra trayectoria.

Los jefes de compañía y de pelotón también deben ofrecer a los soldados la oportunidad de criticarlos, celebrando reuniones con ese propósito, preferentemente una vez al año y cada vez durante varios días. Esta forma de democracia ya la practicamos antes en el ejército, y resultó provechosa. No debemos permitir que el sistema de grados militares y algunos otros sistemas perjudiquen la estrecha ligazón entre superiores y subordinados, oficiales y soldados, ejército y pueblo, así como entre las tropas y las autoridades civiles locales. No cabe ninguna duda de que las relaciones entre superiores y subordinados deben ser estrechas y de camaradería. Los oficiales deben estrechar sus relaciones con los soldados y hacerse uno con ellos. Asimismo, deben ser estrechos los vínculos del ejército con el pueblo y con los organismos locales del Partido y el gobierno.

Nuestros camaradas deben tener presente que no es bueno vivir a costa de su calidad de funcionarios, de su jerarquía oficial, de la antigüedad de sus hojas de servicios. En cuanto a la antigüedad, los largos años que hemos dedicado a la revolución son, ciertamente, algo que inspira confianza, pero no está bien que vivamos a costa de ella. Tú tienes, es verdad, una hoja de servicios de varios decenios. No obstante, el pueblo no te perdonará si alguna vez haces tonterías o profieres absurdos. Por muchos que sean los servicios que prestaste y muy alta tu posición, el pueblo no te perdonará si en el presente perjudicas sus intereses al no trabajar bien o tratar desacertadamente los problemas.

Por eso, nuestros camaradas no deben vivir a expensas de la antigüedad de sus hojas de servicios, sino, más bien, preocuparse de resolver correctamente los problemas. En lo que uno debe sustentarse es en la solución correcta de los problemas y no en la antigüedad. Siendo imposible vivir a costa de la antigüedad, es mejor que te desprendas lisa y llanamente de ella, como si nunca hubieras sido funcionario; en otras palabras, que dejes de darte aires de señor, de burócrata, que te guardes todos esos aires y vayas a verte con el pueblo y con tus subordinados. Este punto merece la atención de nuestros cuadros y, en especial, de los veteranos. Los cuadros nuevos generalmente no cargan con tales lastres y por eso se comportan con más libertad. Es preciso que los cuadros veteranos traten en pie de igualdad a los nuevos cuadros. En muchos aspectos, los primeros no pueden equipararse con los últimos, razón por la cual deben aprender de ellos.

 

Notas

[1] Escena de Historia de una espada, pieza de la ópera kunqu, compuesta en tiempos de la dinastía Ming.

[2] El sistema de grados militares fue instituido en septiembre de 1955 y suprimido en mayo de 1965.

* La primera parte de este trabajo es un fragmento del discurso pronunciado por Mao Tsetung el 18 de marzo de 1957 en una reunión de cuadros del Partido en Chinán; la segunda parte, un fragmento de otro discurso, que pronunció el 19 de marzo de 1957 en una reunión de cuadros del Partido en Nankín.

Fuente: Obras Escogidas de Mao Tse-tung.

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Pensiones que no solo son pensiones para los jubilados, sino pensiones para los zagaletes y zagaletas que ahora tienen 20 o 30 años y que creen que la cosa no va con ellos. Nos podríamos desgañitar diciendo que este gobierno, aquel y aquellos otros, son unos sinvergüenzas (ciertamente de vergüenza no andan muy sobrados), pero eso no arreglaría ni va a arreglar el problema (que son unos sinvergüenzas ya lo saben ellos desde hace días). El problema no es de gobierno, sino de sistema político que asegura que el gobierno, este, aquel y aquellos, manejen los asuntos que afectan a la vida de las personas sin conocimiento y sin ningún control de estas sobre los “manejadores” (lo de representantes es tan mal chiste como otro cualquiera). Eso sí, el Rey ha dicho no sé que sobre no sé quién y además que esto y lo otro, o sea, que muy bien. Que los jubilados salgan a la calle para protestar es vital, porque de momento no hay otro modo real de protestar. Pero salir a la calle no es suficiente, únicamente el primer paso. Hay que buscar el medio o los medios para informar, a los troncos, tromquis, colegas guay que te cagas, tío, también, de que no estamos en un jueguecillo de mire usted que bien, sino en un asunto que es determinante para nuestras vidas, la de los trabajadores, con el propósito de buscar nuevas formas de organización social y política capaces de defender los derechos de los trabajadores, que somos ni más ni menos que la inmensa mayoría de la sociedad, al margen de todas aquellas organizaciones políticas, sindicales y otras de chichiribailes que son las que nos han conducido a esta situación y todavía se empeñan en empeorar más. Y todo lo que no sea esto será: que María Cristina me quiere gobernar, y yo le sigo, le sigo la corriente hasta le próxima reforma laboral, y después, hasta la siguiente, y después la otra siguiente hasta la reforma laboral total.

 

Ataque a las pensiones: el Gobierno PSOE-Unidas Podemos comienza a aplicar la agenda de recortes que exige Bruselas


Por Juan Carlos Arias

KAOSENLARED

 27 Dic, 2020

Según un documento elaborado por el Ministerio de Inclusión y Seguridad Social, el Gobierno de coalición va a enviar a Bruselas una propuesta de reforma para ampliar el período del cómputo del cálculo de la pensión de jubilación de 25 a 35 años.

Esta medida, sin embargo, es solo una parte de la reaccionaria agenda de recortes en políticas estructurales que se avecina y que será avalada por el “Gobierno más progresista de la historia”- la nueva contrarreforma laboral será otra-, como condicionalidad para recibir los 140 mil millones del fondo de recuperación anti-covid19 destinado al Estado español.

El Ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, y la parte socialista del Gobierno de coalición, tenían reservada una amarga sorpresa para su socio de coalición Unidas Podemos, respecto a la política de un tema tan delicado socialmente como son las pensiones. Nada menos que un recorte en las futuras pensiones de entre un 5,5% y un 6,3%, por la ampliación en 10 años del período de cómputo para el cálculo, que pasaría de 25 a 35 años.

Pedro Sánchez rememora así la reforma de Zapatero de 2011, que amplió de 15 a 25 años, todavía en proceso, el período de cómputo. Algo que es solo la antesala de la extensión del cómputo a toda la vida laboral, y de facto es ya prácticamente eso, ante la dificultad que está suponiendo actualmente tener carreras profesionales de más de 35 años para las y los trabajadores del Estado español. Todo, por fuera del Pacto de Toledo y después de haber aprobado ya duras reformas en pensiones, estás sí consensuadas con su socio de Gobierno y los sindicatos burocratizados de CCOO y UGT, en el marco del Pacto y el acuerdo parlamentario. La excusa son las exigencias en reformas estructurales impuestas de la UE para recibir el ingente fondo anti covid-19, que pasan por un fuerte recorte de las pensiones y la profundización de la contrarreforma laboral, además de solventar problemas de homogeneización del mercado interno.

Así, entre bambalinas se ha movido Sánchez y sus ministros, devolviendo el golpe a Pablo Iglesias de algunos movimientos en la sombra de éste, como la presentación pública de una enmienda a los Presupuestos Generales del Estado acordados entre ellos previamente, para presentar una enmienda contra los desahucios y los cortes de suministros a familias vulnerables. O, la insistencia pública de la subida, aunque escasa, del salario mínimo, por ejemplo. Un golpe difícil de encajar para Unidas Podemos dada la sensibilidad de gran parte de su electorado y de su base social hacia las políticas de recortes de pensiones -incluido un amplio movimiento de pensionistas, que hay que ver cómo va a reaccionar-, pero también de la propia base del PSOE.

CCOO y UGT se han declarado contrarios a esta ampliación. Sin embargo, recordemos que la reforma de Zapatero ya contó con su beneplácito en la misma dirección, por lo que está por ver si su oposición no pasa de ser meramente formal por el hecho de haber planteado la reforma sin pasar previamente por la mesa de diálogo social, o si plantean acciones de lucha.

El Pacto de Toledo queda tocado

En realidad, y como se ha señalado, todo empezó con la pantomima de la aprobación del documento del Pacto de Toledo sobre la reforma de las pensiones en el Congreso de los diputados, hace apenas unas semanas. Aunque lo acordado, con el refrendo de una gran mayoría parlamentaria, ya implicaba importantes ataques a las pensiones al retrasar la edad de jubilación, acercándola lo más posible a los 67 años, evitando a toda costa las jubilaciones anticipadas. Y abriendo, además, un proceso de privatizaciones muy peligroso, al imponer la creación de fondos de pensiones públicos bajo gestión privada, para gestionar privadamente los aportes de las y los trabajadores surgidos de la negociación colectiva y a costa de parte de las futuras subidas salariales, y todo para complementar las pensiones públicas.

La ampliación del período lleva a un cómputo que abarca en la práctica la vida laboral total de gran parte de las y los trabajadores, puesto que pocos podrán alcanzar este número de años dada la fragilidad del mercado laboral español, con índices de desempleo históricos que difícilmente bajan del 15% de la población activa. Además de condenar a las futuras generaciones que si por algo se caracterizan es, precisamente, por la precariedad laboral y el desempleo, a recibir pensiones de miseria. Será, pues, un golpe duro para amplias capas de las y los trabajadores jóvenes y mujeres, consecuencia de los pocos años de cotización efectiva de media que podrían llegar a tener, y con muy bajos salarios, que es, y todo apunta será, la realidad fundamental en sus dificultosas y complicadas carreras laborales hasta su jubilación.

El ataque y la consecuente rebaja de las pensiones, por lo tanto, será muy importante para los derechos sociales de las y los trabajadores que verán así amenazados gravemente sus ingresos después de años y años de trabajo y explotación. Es un ataque directo a un derecho esencial que debería permitir una vejez en condiciones de vida digna, algo que como se ve el Gobierno del PSOE y Unidas Podemos por muy de izquierdas y progresista que se declare, como gestores del capitalismo, son incapaces de garantizar. Lo cierto es que en cuanto ese derecho se universaliza y comienza a alcanzar prestaciones un poco más cuantiosas, enseguida es estigmatizado y valorado como insostenible para las arcas públicas.

La mayoría de los 140.000 millones irán para aumentar los enormes beneficios de las grandes empresas

Los fondos europeos que se van a recibir y van a ser la razón justificativa de los recortes estructurales, que van a sufrir la clase trabajadora y las clases populares, como consecuencia de las exigencias de Bruselas. Y no solo en las pensiones sino también en la profundización de las contrarreformas laborales de Zapatero y Rajoy, van a dirigirse en su gran mayoría a garantizar los negocios y los beneficios de las grandes empresas españolas.

Sobre todo, respecto de los 72.000 millones a fondo perdido que va a recibir el Estado español y que es la parte más jugosa, al tratarse de ayudas directas, para las grandes corporaciones empresariales. Solo en 2021 se espera que lleguen unos 27.000 millones, según los presupuestos recientemente aprobados.

El Gobierno de coalición del PSOE y Unidas Podemos ha preparado todo un procedimiento administrativo que va a garantizar que esos fondos lleguen encauzados hacia grandes proyectos que van a encabezar sociedades mixtas público-privadas, bajo un paraguas jurídico que han denominado PERTE (proyectos estratégicos para la recuperación y transformación económica). En esos proyectos que van a ser de gran magnitud para garantiza un gasto potente y rápido de los recursos, van a jugar el papel de locomotora las grandes empresas asociadas con el Estado, que realmente será quien corra con todos los riesgos, la inversión de los capitalistas va a estar plenamente asegurada.

El Gobierno de coalición va a confiar la ejecución de esos recursos, en definitiva, a la gran empresa porque solo así se pondrán en marcha “proyectos de gran envergadura, que no acaben enfangados en problemas de ejecución, e incluso, que haya menos resquicios para la corrupción” (sic), según señalaban hace algunos días fuentes de la Administración.

Bajos salarios y bajos impuestos para las empresas y las grandes fortunas son el corolario del déficit de las pensiones

Mientras la crisis generada por la pandemia golpea duramente los ingresos fiscales del Estado y las continuas ayudas a las empresas rebajando cotizaciones, facilitando moratorias y exenciones a la seguridad social de las empresas, profundizan el déficit de la seguridad social, el Gobierno de coalición no se ha planteado en ningún momento aumentar significativamente los ingresos atacando los beneficios de las grandes empresas, las entidades financieras y los grandes capitalistas.

Venimos de un sistema fiscal que ha ido incrementando desde la crisis de 2008 los ingresos recaudados por impuestos indirectos, los más injustos socialmente hablando. Durante el último período tras la crisis de 2008, se recuperaron también los ingresos por IRPF, sin embargo, el impuesto de sociedades, el que pagan las empresas más grandes, se ha reducido a la mitad. Esto contrasta con el hecho de que los beneficios de las grandes empresas del IBEX 35 crecieron durante los últimos años, mientras los salarios sufrieron fuertes devaluaciones.

Así, las empresas del IBEX 35 han ganado un 11,3% más desde 2008, mientras los salarios han disminuido de media un 4,2%, según un estudio de Oxfam Intermon. Las bajadas salariales, además tienen picos muy superiores en algunos casos, para los más precarizados que pueden llegar al 20%. Para hacernos una idea del volumen de beneficios de las empresas del IBEX 35, tenemos que señalar que en 2017 alcanzaron los 40.238,98 millones de euros, mientras en 2018 fueron de 39.187 millones, un 2,6% menos. En 2019, ya con la desaceleración económica bajaron hasta los 27.792 millones de euros. Sin embargo, es evidente que el volumen de beneficios es enorme. Pues bien, pese a eso se han incrementado la recaudación por IRPF, mientras el Impuesto de Sociedades como se ha comentado se ha reducido a la mitad.

Frente a esta situación el Gobierno “más progresista de la historia” ha planteado únicamente reformas fiscales epidérmicas para aumentar la recaudación en apenas 9.000 millones entre 2021 y 2022, según las estimaciones más optimistas. Limitándose en el impuesto de Sociedades a limitar algunas exenciones por dividendos y plusvalías aplicadas a las participaciones de las empresas españolas en filiales extranjeras. Bajándolas del 100% actual al 95%. Dejando abandonada la idea de un tipo fijo mínimo del 15%, para evitar que las empresas sometidas a un nominal del 25%, acaben pagando cifras ridículas incluso por debajo del 10%.

Mientras en el IRPF solo se han incrementado dos puntos sobre las rentas salariales de más de 300.000 euros únicamente, en lugar de los dos puntos para los de más de 130.000 euros y más de cuatro para los de más de 300.000 euros que era lo acordado originalmente entre PSOE y Unidas Podemos. Por no hablar del impuesto sobre el Patrimonio sobre las grandes fortunas que prácticamente está bloqueado por muchas comunidades autónomas, son las que lo gestionan, que solo subiría un punto del 2,5% al 3,5%. Las Socimis también han visto incrementar sus obligaciones tributarias pasando a ser del 15%.

En definitiva, la ampliación del tiempo de cómputo para el cálculo de la pensión, de llevarse a cabo, será un ataque directo a los derechos esenciales de la clase trabajadora y las clases populares por parte del Gobierno que se autocalifica como “el más progresista de la historia” pero que beneficia a las grandes empresas mientras ataca derechos esenciales de los trabajadores. Por ello, hay que llamar a la movilización unitaria, impulsando asambleas democráticas en los centros de trabajo y enseñanza, para forzar un calendario de luchas que desborde a las burocracias sindicales y lograr así doblar el brazo al Gobierno para garantizar unas pensiones dignas.

http://www.izquierdadiario.es/Ataque-a-las-pensiones-el-Gobierno-PSOE-Unidas-Podemos-comienza-a-aplicar-la-agenda-de-recortes-que

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sábado, 26 de diciembre de 2020

Barcelona Antigua: EL PARALELO DE BARCELONA, HISTORIA EN FOTOS

Con esto del capitalismo inclusivo por el que se inclina la delegación estatal del Reino de los Cielos, como es el Estado extranjero de El Vaticano en la Tierra, el que en España al menos, anda como Pedro por su casa, con su chupa bobis de los dineros de la borrega pública, por el que ha decidió romper unas lanzas a favor, a mí ya me empiezan a cuadrar la cuentas. Sobre todo por la coincidencia que tiene con los otros verdes capitalismos, eco-capitalismo, capitalismo verderol, troqui capitalismo, etc., impulsados y promocionados por los mismos grupos de capital causantes de la miseria, sufrimientos y desgracias que asolan la tierra (aparte que querer quitarle las pensiones a los jubilados en España), defendidos por el ciento y la madre: PSOE, Podemos, IU y otras organizaciones políticas, sindicales y eco-femi-ecológicas, que quedan perfectamente expuestos en el Cuento de Pan y Pimiento o, en el otro cuento quizás más conocido y popular, como el Cuento de que Yo no digo ni que sí ni que no, sino que si quieres que te cuente un cuento. Y como veo que quieres que te cuente un cuento: hecho, no se hable más: para capitalismo guay-chuli que deja a los capitalismos mencionados a la altura del barro, es el capitalismo que me estoy inventando ahora mismo, denominado rueda que te rueda, o sea, el capitalismo rodante a pedales (no me lo confunda nadie, salvo que quiera tener problemas conmigo, con la bicicleta que ya está inventada, y además, yo hablo en serio) , que consiste en pegarle, al libre albedrio de cada cual unas ruedas de cartón, corcho o de boñigas de vaca secas, a los costado del capitalismo corriente y moliente, a fin de hacerlo correr a todo trapo como un melón cuesta abajo, haciendo la universal dicha del culebrón pardo en su vuelo a media altura, tal que por la cintura o por ahí. Ya sé, ya sé. Ya sé que no hay más que un tipo de capitalismo con diferentes formas en función del desarrollo de las fuerzas productivas en cada momento, que puede ser entendido leyendo a Marx, y no se me vayan a creer que leer es lanzar dos pedorretas con sabor a menta ecológica al aire, no. Leer, como su nombre indica es leer, y para leer no es necesario salir corriendo a toda pastilla al quinto coño y volver más cansado que un perro, no. Leer es leer, punto. Pero compréndame, esto es dar pistas no es mi función, en tanto que fiel, leal y competitivo curri inventor de capitalismos, sino despistar. Que muy buenas las tengan ustedes.

 

El Vaticano y su nueva marca: “El capitalismo inclusivo”

La Iglesia católica, desde el siglo XVIII, se ha presentado, casi siempre, como una vía de apaciguamiento en el conflicto social, rechazando siempre el antagonismo entre las clases sociales.

Por Antonio Gómez Movellán 

KAOSENLARED

26 Dic, 2020

La Iglesia católica, desde el siglo XVIII, se ha presentado, casi siempre, como una vía de apaciguamiento en el conflicto social, rechazando siempre el antagonismo entre las clases sociales. La denominada doctrina social de la Iglesia católica  se fraguó en el siglo XIX contra los movimientos sociales del primer capitalismo y en particular frente al ascenso de la organizaciones obreras que reclamaban un modelo social antagónico al capitalismo como era ,en sus orígenes, el socialismo; se fue concibiendo , al tiempo, el concepto teológico- católico de “justicia social”  que más tarde, a través del socialismo Fabiano inglés, se introduciría también en la socialdemocracia,  concepto que se enfrenta a otro originariamente socialista que es el de “solidaridad social” , concepto más radical en su sentido distributivo ya que la solidaridad social no trata , como si lo hace la justicia social ,  de dar a cada cual lo suyo sino de distribuir la riqueza social entre todos.

Desde la encíclica Rerun Novarum de 1891 de León XIII- ésta muy anti socialista-, casi todos los Papas han escrito encíclicas donde hacen llamados a la fraternidad universal, la caridad y la justicia social. Particularmente fue prolijo en estas encíclicas Juan Pablo II ya que había estado muy vinculado al sindicato Solidaridad de Polonia e intentó-pese a su carácter reaccionario en lo moral- desarrollar un discurso anti neoliberal. Juan Pablo II, que era la plañidera de todos los dictadores y de los estadistas más reaccionarios de su tiempo, siempre que era invitado en sus viajes tan publicitados solía lanzar peroratas encendidas contra el neoliberalismo que los mezclada con la defensa   de la vida, la reprobación de la contracepción y del uso del condón en tiempos del SIDA. La última de estas encíclicas es la del Papa Francisco, Fratelli Tutti , donde los cánticos a la fraternidad ahora son acompañados con llamados  al amor a la naturaleza y a la conservación medioambiental.  Esta idea de sancionar espiritualmente el capitalismo verde es algo en lo que se insiste mucho desde el último catolicismo vaticano: cuidar lo que ha sido creado por Dios. Una especie de restauración del Francisco medieval, una vuelta a la naturaleza, que es, en la concepción católica, divina; desde esta perspectiva ideológica constituye una restauración de un conservadurismo frente a la época del progreso -a la que tanto se opuso la iglesia católica-  y de la  revolución industrial que fue unida  a los humos negros , a la contaminación y al avance imparable del secularismo y del laicismo.

Esta tradición de la doctrina social de iglesia, nacida en oposición a los movimientos obreros del siglo XIX, tenía poco que ver con los movimientos católicos revolucionarios de los años 70 en Latinoamérica, la llamada teología de la liberación, donde se propugnaba abiertamente un socialismo político asociado al antimperialismo. Hoy, por supuesto, esa teología ya no tiene vigencia y ha sido transformada en un discurso contra el neoliberalismo. Pero, en realidad, el neoliberalismo globalista está en decadencia como consecuencia de la crisis económica que comenzó en el año 2008 y para adaptarse a un nuevo ciclo de la económica capitalista están surgiendo, desde las corporaciones financieras e industriales más importantes, nuevas marcas que pretenden dar cierta coherencia ideológica a esta pretendida nueva refundación del capitalismo. Así el Foro Económico Mundial de Davos, cuya reunión anual esta prevista para finales de enero de este mes, habla de un reseteo o un reinicio de un capitalismo postcovid que supere el neoliberalismo, discurriendo sobre la necesidad de un nuevo modelo financiero internacional asociado a un nuevo globalismo de rostro humano en el tiempo de la robotización industrial y del capitalismo verde. En esa misma línea se encuentra el grupo de los ejecutivos de los megabancos y mega industrias reunidos en el denominado “Consejo por el capitalismo inclusivo”, organización financiada por la Fundación Ford y la Fundación Rockefeller y presidida por Lynn Forester de Rothschild, fundadora del Consejo y socia directiva de Inclusive Capital Partners. La propuesta del Capitalismo Inclusivo es similar a la del Foro Económico Mundial, pero algo más “light”, es una transición más suave hacia un nuevo modelo de capitalismo que supere el neoliberalismo, pero no se habla tanto de una refundación ni de un reseteo sino de unas prácticas éticas del capitalismo que lo asocia también al capitalismo verde, la colaboración publico privada y la introducción de cambios tecnológicos de forma inclusiva.

Ha sido  este Consejo quien, en este mes se han asociado, nada mas y nada menos ,que al Vaticano para promocionar este capitalismo inclusivo, una especie de dar el marchamo de santidad a una nueva ideología que, poco a poco, se abre paso para cabalgar las contradicciones de una nueva era económico y social que, como advierten pensadores tan diversos  como el historiador israelí Yuval Noah Harari o el economista francés  Thomas Piketty  , tendrá también  que enfrentarse a unos problemas de desigualdad social  hasta ahora desconocidos.

Antonio Gómez Movellán. Presidente de Europa Laica

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O sea, que lo que queréis es joderme las Navidades, ¿no?: ¡A mí la Legión! O sea, que no os conformáis con romperme la unidad de la Patria unida, sino que además me queréis convencer de que el razonamiento lógicamente válido de que tres más dos son cinco es verdadero, ¿no? ¡Traidores!

 

EFE •  CIENCIA •  24/12/2020

Guía para rebatir las teorías conspirativas en las cenas navideñas

Las teorías conspirativas y los bulos son ya parte de las costumbres navideñas y, aunque las reuniones familiares serán diferentes este año, es posible que queramos rebatirlos si vuelven a aparecer en nuestras cenas, algo que podemos hacer con las claves que nos da la ciencia.



Los bulos ya son parte de las costumbres navideñas. / EFE

Antes de saltar como un resorte en algún momento entre los langostinos y el cordero asado, cuando una frase nos parezca demasiado grave como para que se quede sin respuesta, puede ser útil saber cómo piensan aquellos que creen en hipótesis sin ninguna base científica y sienten una especial necesidad de difundirlas.

En un área del conocimiento en el que queda mucho por explorar, algunas investigaciones apuntan a que el cerebro humano tiene una inclinación natural a creer en esas teorías y que las personas reforzamos nuestras ideas previas cuando nos contradicen.

En el caso de que uno quiera entrar a debatir, conviene tener en cuenta que los argumentos racionales son menos eficaces que los emocionales y que la retórica y la educación son importantes, no solo para preservar la paz antes de los polvorones, sino también en la consecución del difícil objetivo de convencer al otro.

¿Por qué creeemos en teorías conspirativas?

El cerebro humano tiende a crear relaciones causales entre elementos aunque estas no existan, para lo que puede establecer conexiones de hechos aislados.

«Una de las causas por la que las teorías de la conspiración surgen periódicamente es nuestro deseo de imponer una estructura al mundo y nuestra increíble capacidad para reconocer pautas», explica el investigador Mark Lorch en un artículo publicado en 2017 en The Conversation y reproducido en España por El País.

Este catedrático de Química y Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Hull (Reino Unido) cree que la responsabilidad es de «unos mecanismos neurológicos evolutivos no demasiado avanzados» que nos llevan a ver «relaciones causa efecto inexistentes -teorías de la conspiración- por todas partes».

Además, sentimos propensión a mantener posturas que son mayoritarias en nuestro grupo social, como demuestran diversos estudios desde los años 50, por lo que existe una probabilidad creciente de que aceptemos una hipótesis como verdadera cuanta más gente a nuestro alrededor crea en ella.

«La desinformación mata»

Iniciar un debate con alguien que defiende un mito sustentado en falsedades es una decisión personal que depende de muchos factores.
Entre esas circunstancias se encuentra el hecho de que, como insisten instituciones y científicos, la desinformación es peligrosa porque afecta a las decisiones que adoptamos en cuestiones tan sensibles como la salud, algo que se ha puesto de manifiesto durante la pandemia.

«La ciencia es importante», señalaba el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en un mensaje de vídeo difundido el 29 de septiembre después de que se alcanzara el millón de muertos por la covid-19 en todo el mundo y en el que también sentenciaba: «La desinformación mata».

La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que el estudio «fraudulento» que en 1998 planteó la posible relación entre la vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubéola) y el autismo «creó un estado de pánico que produjo una disminución de las tasas de inmunización y posteriores brotes de esas enfermedades».

¿Se puede convencer a un negacionista?

La dificultad de entablar un debate racional con un defensor de las teorías de la conspiración estriba en las pocas posibilidades de éxito que hay de que modifique sus posturas.

Las investigaciones científicas siguen profundizando en el conocimiento de cómo procesa el cerebro la información que recibe y los motivos que llevan a los seres humanos a establecer sus sistemas de creencias.

Un estudio publicado en septiembre de 2019 en la revista Nature Human Behaviour por los psicólogos Philipp Schmid y Cornelia Betsch, de la Universidad de Erfurt (Alemania), cuestiona la influencia del llamado efecto bumerán o «backfire».

Esa denominación describe un sesgo cognitivo observado en las personas según el cual quien recibe argumentos contrarios a sus opiniones acaba reforzando sus creencias.

Tras la publicación de ese trabajo, la ciencia reflexiona sobre la importancia de ese efecto bumerán, dado hasta ahora por seguro.
No obstante, hay una amplia consideración de que esgrimir argumentos racionales basados en datos y hechos contrastados es menos eficaz que utilizar mensajes que apelen a las emociones.

Consejos para debatir con un teórico de la conspiración

1.- Dirigirse con respeto al interlocutor

Dirigirse con educación y respeto al interlocutor con el que se debate no es solo una buena técnica para no generar un rechazo entre los asistentes a la discusión, sino que también puede ayudar en el objetivo de persuadirle de que cambie de opinión.

2.- Empezar por un punto de acuerdo

Dentro de la estrategia de evitar el efecto bumerán, varios expertos, entre los que se encuentra Mark Lorch, proponen empezar con un punto de acuerdo y a partir de él intentar moderar los juicios del contrincante.

Basado en este principio, un estudio firmado por un equipo encabezado por Matthew Hornsey, de la Universidad de Queensland, en Australia, plantea la necesidad de alinearse con las creencias previas de los defensores de postulados anticientíficos para conseguir cambios más eficientes que con la confrontación.

Los autores de la investigación han llamado a esa técnica «persuasión jiu-jitsu», en una identificación con el arte marcial que utiliza la fuerza del adversario en su contra.

3.- Dejar que el oponente caiga en sus propias contradicciones

Otra propuesta planteada por los expertos es pedir explicaciones sobre el proceso lógico que ha llevado a las conclusiones que se rebaten, propiciando que quien las defiende caiga en sus propias contradicciones y deje en evidencia la debilidad de su discurso, lo que acaba conduciendo a posiciones más moderadas.

Esta técnica se basa en la teoría de «la ilusión de entendimiento», que formulada en un contexto de opinión política por un grupo liderado por Philip Fernbach, de la Universidad de Colorado Boulder (Estados Unidos), sostiene que la gente sabe menos de lo que cree acerca de las causas que sustentan sus juicios más polarizados.

4.- Poner de manifiesto las trampas en el discurso negacionista

Aunque el trabajo de Schmid y Betsch se centra en las estrategias para rebatir a los negacionistas en debates públicos, algunas de sus conclusiones pueden aplicarse en el ámbito familiar.

Así, el estudio subraya que es «eficaz» poner de manifiesto las técnicas retóricas que siempre utilizan los negacionistas -como son, entre otras, recurrir a falsos expertos o la selección interesada de los datos- para convencer a quien escucha del engaño que suponen.

Fuente: SINC / EFE

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Cultura (Antropología) del Flamenco [Ni esta entradilla ni este artículo, según el Señor de Facebook cumple con sus normas, deben ser las normas del pimpirigaña tengo una caña, y por esa razón no me deja compartirlo ni siquiera de este Blog a mi propia cuenta de facebook]

 

FLAMENCO


Claudia Ruiz Caro: “El escenario no me interesa tanto como la vida real de esas personas que son artistas 24 horas al día”

Diego del Morao, Antonio Reyes, Juana la del Pipa, Salmonete de Jerez, Mari Peña, Manuela Carrasco, Saray García o Antonio Agujetas son algunos de los más de 50 artistas flamencos vivos que la fotógrafa Claudia Ruiz Caro ha captado con su objetivo. La mirada antropológica hace de su archivo una pieza ya imprescindible de la historia de este arte.

El guitarrista Diego del Morao el cantaor Antonio Reyes calientan mano y garganta antes de salir a escena CLAUDIA RUIZ CARO

 

Susana Albarrán

@SusiQiuMad

eLSALTODIARIO.COM

26 DIC 2020 06:00

“Tú ve al concierto, por ese vínculo que se genera con los artistas cuando vas a verlos y les apoyas en directo... pero no hagas escenarios, vete detrás y prueba a hacerles fotos cuando estén tranquilos y cuando confíen en ti... una cosa más íntima”. Las sabias palabras del fotógrafo Pepe Lamarca fueron sin duda proféticas en un mundo flamenco poco retratado fuera de los focos o tras las bambalinas. Para Claudia Ruiz Caro (Barcelona, 1993) fue el mejor consejo de quien reconoce como su mayor influencia. Un regalo que le ha dado la posibilidad de reunir un interesante y amplio archivo de artistas flamencos en los ambientes más cotidianos. “Las imágenes míticas que tenemos de Paco de Lucía y Camarón las hizo él”, se refiere Claudia a Lamarca. De niña y adolescente se le quedaron grabadas esas fotos de los discos de clásicos del flamenco cuyo autor es Lamarca, como aquellas de Camarón con chamarra de cuero sobre los hombros. 

Hace cinco años, Ruiz Caro comenzó a adentrarse en el mundo del flamenco siguiendo la pauta que le dio su maestro. Acababa de terminar el máster de fotografía de espectáculos en Barcelona y conoció a Pepe, como ella le llama. “Fue la única regla que me puso, así cogió forma lo que al final soy, más retratista que fotógrafa al uso porque el escenario no me interesa tanto como la vida real de esas personas que son artistas 24 horas al día”, afirma la joven creadora de la colección de retratos que ha titulado Adocamele (En cualquier parte, en caló) y que ya ha tenido recorrido también como exposición.

El saber estar flamenco

Ruiz conoce la inevitable atracción que tiene el flamenco para los ojos de un extraño: es fiesta, es noche, es locura, es alegría y un torbellino, pero advierte que sus artistas también se cansan de los oportunistas que no van a disfrutar del flamenco o del cante, sino a ver si pillan la exclusiva o ‘la foto’. “Eso lo ven desde el primer momento, saben ver venir a alguien, como se dice en andaluz, de ojana, es decir, nada más que a llevarse un souvenir y no una experiencia —observa Claudia—, tienen que ver que tú te acercas por un verdadero interés y por una verdadera afición a lo que hacen y a lo que son”.


La bailaora Manuela Carrasco Salazar (Triana,Sevilla, 1958), autodidacta, ha sido reconocida con el Premio Nacional Pastora Imperio, Premio Nacional de Danza, la Medalla de Andalucía, y en 2018, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. CLAUDIA RUIZ CARO

Muchas horas ha pasado ella con todo tipo de intérpretes del arte flamenco y sus familias, con paciencia y sin prisas, desde las ocho de la tarde de un día, pasando por la madrugada y acabando a las tres de la tarde del día siguiente. Reconoce que no le fue fácil al principio porque era más joven y su pinta, cuenta, no era la que inspira confianza sobre todo a los viejos. “Luego me di cuenta de que la solución era simplemente pasar tiempo con ellos aprendiendo los códigos y el respeto que hay que tener de por sí, y acercándome a los mayores porque uno de los valores más importantes que tiene el pueblo gitano es ese. Cuando esas personas ven que te acercas de corazón porque te interesa, te gusta, te atrae el flamenco más allá del exotismo, entonces te comienzan a aceptar”.

Observar mucho y escucharles, preguntar por la familia, por cuestiones personales pero sin invadir. “Se trata de generar un lazo suficientemente fuerte para que se relajen, se sientan cómodos y sean como ellos son delante mía, aunque yo sea una extraña. Esa es la manera de trabajar... con mucha psicología a la hora de trabajar sin molestar, sin estar por el medio, no tiene más”, admite la fotógrafa.

La saga de Utrera. El arte de Mari Peña es heredero de una larga tradición en su pueblo, ejemplificada en los nombre de Fernanda y Bernarda. CLAUDIA RUIZ CARO

La paciencia y la humildad en plena fiesta flamenca han recompensado a Ruiz Caro con instantáneas únicas, en movimiento o en pausa, por alegrías o por soleares, con naturalidad pero con pasión, con dignidad flamenca. “Es importante saber cuál es el momento, para que ese momento se pueda captar sin ofender a nadie, con la gente cómoda y sin romper el momento, sin cargarte esa intimidad de arte, ese ratito que están teniendo entre ellos, y que tú estás ahí como privilegiada pudiendo asistir a ello. Muchas veces vale más asistir y vivirlo que sacar la cámara”, afirma con la sabiduría que le ha dado curtirse en largas madrugadas de arte jondo. “Me ha pasado mucho ir, por ejemplo, a una fiesta con la cámara y a lo mejor no la saco, o a lo mejor la saco a las cinco horas, tomo fotos, y la vuelvo a guardar porque al final es como estar en un salón de una casa, es muy íntimo”.

Una anécdota: Antonio Agujetas

Una larga lista de leyendas vivas del arte flamenco ha visto Claudia desde la mirilla de su cámara. A cada cual le pertenece una anécdota particular. Miradas hacia el infinito, un ensayo, una fiesta familiar en el patio, la intimidad del camerino o de una habitación. Y el blanco y negro como elemento democratizador. Los brillos y colores chillones se convierten en puro contraste. Recuerda especialmente la foto de Antonio Agujetas que causó polémica entre los más puristas del mundillo. La sesión se hizo en un centro de recuperación donde le cuidaban unas monjas después de un accidente y de haberlo pasado muy mal. “Hice la foto en su propia habitación. Le puse al lado de la ventana que era por donde entraba buena luz, y él mismo quiso salir sin camisa porque estaba orgulloso. Quiso salir así, como diciendo, estoy vivo”.

Las huellas de la vida. La dignidad por encima de todo de Antonio de Los Santos Bermúdez (Jerez de la Frontera, 1966) conocido como Antonio Agujetas. CLAUDIA RUIZ CARO

A alguna gente del ambiente no le gustó. Alegaban como falta de respeto que un cantaor saliera sin camisa. “La interpretación depende mucho de tu propia sensibilidad. Seguramente tú ves esa foto y te transmite algo totalmente diferente de lo que le transmite a esa otra que se ofendió, cuando yo realmente lo único que quiero es dignificarlo estéticamente”, sostiene Claudia. Y se reafirma en su filosofía de trabajo: “No busco otra cosa más allá de hacer un archivo antropológico de todos ellos. Mi única misión es que salgan bien y que esa foto sirva luego de referente para acordarse de esa persona”.

Muchos artistas le han pedido quedarse con alguna foto suya. “Cuando tú ves que esa foto la ponen en su casa, esa pieza tiene ya una vida. Una foto en la que no te reconozcas puede estar muy bien hecha, pero si no te gusta no la vas a recordar. En cambio, una foto en que tú te ves tú —que eso es muy difícil—, queda para ti, para la historia, y para todo el que te vea y piense en ti”.

Familia Flamenca. La bailaora Saray García (Jerez de la Frontera, 1986) se arranca en el patio familiar por bulerías. CLAUDIA RUIZ CARO


De casta le viene. Mirada con poderío en el semblante de Juana la del Pipa (Jerez de la Frontera, 1948) tanto como el de su cante, que le ha valido el sobrenombre de "la Tina Turner del flamenco". . CLAUDIA RUIZ CARO

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Archivado en: Fotografía  Flamenco

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