lunes, 16 de julio de 2018

ABC, PERIODICO SERIO, SOLVENTE, PATRIOMONARCA DONDE LOS HAYA, PROSISTEMA, PROEUROPEO, PRO Y PRO Y PRO, SE LÍA A CUCHILLADAS POR UNAS LENTEJAS CON SU COMPI (NO MENOS EN TODO QUE NO SEA BUENO CON ABC) DEL GRUPO JOLY



GRUPO JOLY
Mentiras, insinuaciones y falsedades: ABC, como siempre
·         El periódico lanza una campaña contra el Grupo Joly en un cínico intento de desprestigiarlo.


14 Julio, 2018 - 05:00h

En los últimos días Grupo Joly, editor de este periódico, ha sido objeto de una serie de ataques cargados de falsedades, insidias y tergiversaciones por parte de un competidor, el diario ABC, con el objetivo de dañar nuestra reputación y desprestigiarnos ante nuestros lectores, anunciantes y la sociedad en general.

Para ello, no ha dudado en manipular y sacar de contexto documentación de hace muchos años y, sobre todo, la declaración que prestó el martes como testigo en eljuicio de los ERE un antiguo funcionario de la Consejería de Empleo, que recibió en su momento el mandato de revisar la documentación relativa a las ayudas públicas que recibieron ex trabajadores de González Byass, de la Faja Pirítica de Huelva, de Fertiberia y del Grupo Joly, los cuales finalizaron su relación con sus respectivas empresas mediante expedientes de regulación de empleo.

Este antiguo funcionario, dedicado hoy a tareas políticas en el Ayuntamiento de Sevilla, ni tan siquiera insinuó las afirmaciones que ABC le atribuyó en sus titulares, en una muestra de falta de rigor profesional que debería alarmar a sus lectores y, como mínimo, sonrojar a sus instigadores, promotores y firmantes.

De hecho, el testigo habla de forma genérica de los cuatro expedientes que revisó en calidad de secretario y ni siquiera nombra a Grupo Joly. La única pregunta que se le formula en relación con los ex trabajadores de Grupo Joly y la respuesta que ofrece son las siguientes:

"-Respecto a la Asociación de la Prensa de Cádiz, hacen constar que no pudieron comprobar el requisito de mayor de 52 años. ¿No constaban datos de estos señores?

-No, no teníamos acceso a la vida laboral, teníamos pantallazos virtuales que no certifican oficialmente".Grupo Joly podrá acreditar cuando sea necesario que todos los trabajadores afectados por la medida extintiva cumplían el requisito de la edad, como no podía ser de otra manera.

Asimismo, el citado periódico ha manipulado y tergiversado un informe de la Intervención General del Estado que encargó la juez que comenzó a instruir el denominado caso de los ERE. En su obsesión por desacreditar a esta empresa, ABCda categoría de hechos probados las opiniones que en dicho informe vierten los interventores que lo realizaron y que han sido contrarrestadas por otros informes de las defensas implicadas.

La realidad es que Grupo Joly no ha recibido ni un solo euro de las ayudas públicas que son objeto del juicio por las presuntas irregularidades que podrían haber cometido órganos políticos y administrativos de la Junta de Andalucía.

Las ayudas fueron a parar directamente a los trabajadores que habían salido de Grupo Joly sin que en ningún momento pasaran por la contabilidad de esta empresa.

Los 36 trabajadores agrupados en la Asociación de Trabajadores de la Prensa de Cádiz realizaron en el año 2004 la tramitación que se les exigió desde la Consejería de Empleo. En este contexto, en un momento del proceso, Grupo Joly recibió una carta de la dirección general de empleo que ABC reproduce maliciosamente con el objetivo de hacer creer a sus lectores que Grupo Joly fue el destinatario de las ayudas, lo que resulta totalmente falso como se ha expuesto. Los motivos por los que fue enviada esa carta a esta empresa y no al colectivo de los ex trabajadores afectados es una cuestión que compete a quien la envió y no a quien no le correspondía recibirla.

Pero además ABC ignora, obvia, manipula o desconoce que las ayudas concedidas a la Asociación de Trabajadores de la Prensa de Cádiz, en ningún caso a esta empresa editora, siempre han sido legales. Así se reconoce en el decreto-ley 4/2012 de 16 de octubre, de "medidas extraordinarias y urgentes en materia de protección socio laboral a ex trabajadores y ex trabajadoras andaluces afectados por procesos de reestructuración de empresas y sectores en crisis" que avala la legalidad de esas ayudas, que a día de hoy siguen percibiendo los ex trabajadores.

El citado decreto-ley recoge expresamente en su exposición de motivos que el Parlamento de Andalucía adoptó en la comisión de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo por unanimidad el 4 de octubre de ese año, 2012, tres proposiciones no de ley relativas a la finalización, una vez cumplidos, de los compromisos de la Junta en materia de ayudas socio laborales.

El propio informe de la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE) cita hasta en tres ocasiones el decreto-ley 4/2012 en el caso de las ayudas concedidas a los ex trabajadores de Grupo Joly y es falso, como afirma ABC, que los peritos insten a la Junta a devolver el dinero de las ayudas, que a día de hoy siguen percibiendo estos ex trabajadores al igual que los otros 6.000 beneficiarios de las ayudas, pertenecientes a centenares de empresas en toda Andalucía.

Es por tanto absoluta y rigurosamente falso que Grupo Joly financiara su expansión regional con esas ayudas, como irresponsablemente y en una actitud indigna de profesionales de la información afirma ABC.

Este grupo editor ha financiado su desarrollo en Andalucía exclusivamente con sus recursos propios, el esfuerzo de sus accionistas y acudiendo al mercado crediticio.

Esta empresa periodística, que es la más antigua de España, se fundó hace 151 años y desde entonces ha mantenido un compromiso con el respeto a la verdad, el rigor y la legalidad. Y es precisamente esa forma de entender la profesión la que lleva a este medio a omitir la opinión que le merece la actuación de ABC y a explicar a sus lectores la realidad de los hechos.

No obstante, ABC ha superado cualquier límite tolerable y ha quebrantado las más elementales reglas de convivencia entre empresas competidoras.

Nos produce tristeza haber tenido que leer las cosas que ha llegado a publicar y, en consecuencia, vernos obligados a escribir este texto. No es costumbre del Grupo Joly entrar en polémicas estériles ni responder a ataques de ninguna clase.

Por todo lo anterior Grupo Joly entablará las acciones legales que correspondan frente a los autores de todas estas falsedades.
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TEORÍA MARXISTA DEL DESARROLLO DESIGUAL


Debate
Dependencia y teoría del valor
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Claudio Katz
Vientosur
13.07.2018

Globalización productiva

El avance cualitativo registrado en la mundialización modifica los términos del debate desarrollado hace varias décadas. Salta a la vista el carácter globalizado de muchas actividades que no tenían ese perfil en los años 70. Esa modificación consolida la tendencia de un gran segmento de la economía a desenvolverse con precios y tasas medias de ganancia internacionalizados.

La nueva división global del trabajo que despuntó en el debut del neoliberalismo se ha consolidado con la actual relocalización fabril. Se ha generalizado el desplazamiento de las empresas transnacionales, que emigran a la periferia para lucrar con la baratura, disciplina o sometimiento de los trabajadores. Ese cambio fue incluso percibido por los autores que en los años 70, objetaban la vigencia de un status avanzado de mundialización. En la década posterior reconocieron la nueva presencia de campos de valorización regidos por barómetros internacionales (Mandel, 1996).

La preeminencia actual de ese segmento global es notoria. No sólo los tradicionales límites a la movilidad del capital y las mercancías fueron quebrantados por la mundialización financiera y los tratados de libre comercio. También se debilitó la obstrucción interpuesta por la multiplicidad de tipos de cambio a los patrones internacionales de precios y ganancias. Algunas economías confluyeron en monedas comunes (Europa) y otras dolarizaron sus movimientos o instauraron formas regionales de coordinación cambiaria.
La ausencia de un sistema estatal planetario continúa imposibilitando la vigencia de variables plenamente mundializadas. Pero las empresas transnacionales operan a esa escala y los organismos que apuntalan su actividad (BM, FMI, OMC), administran modalidades tendenciales de esa gestión.

Los mecanismos de mayor internacionalización han sido particularmente introducidos en las cadenas globales de valor. Ese tipo de estructuras incluye formas muy avanzadas de localización diversificada de los procesos de fabricación. Las empresas aprovechan las diferencias de rentabilidad que genera esa variedad de formas de explotación.

Las cadenas aseguran la captura de beneficios extraordinarios por parte de las empresas ubicadas en la cúspide de la red. En la industria del vestido, por ejemplo, las plusganancias quedan en manos de los grandes compradores (marcas), en desmedro de los fabricantes textiles (plantas automatizadas) y las firmas intensivas en mano de obra (Starosta; Caligaris, 2017: 237-276). El mismo principio de redistribución de la plusvalía opera en el funcionamiento territorial de las empresas satélites. La subcontratación es el principal dispositivo de transferencia de valor. La compañía rectora obtiene ganancias superiores, fijando las condiciones de adquisición de los insumos provistos por sus abastecedores.

En las cadenas ya opera un circuito unificado de precios y ganancias medias internacionalizadas. Marini sólo observó en las maquilas los anticipos de un mecanismo que remodela toda la dinámica del intercambio desigual.

En la etapa actual la generación de plusvalía diverge significativamente de su distribución geográfica. El proceso de transformación de los valores en precios se consuma a escala internacional, acompañando el divorcio entre mercancías producidas en un país y consumidas en otro. La plusvalía gestada con bajos costos en las fábricas de Asia es plasmada en los mercados de Estados Unidos y Europa, bajo la gestión de las empresas transnacionales (Smith, 2010; 246-249). En esta nueva secuencia las transferencias internacionales de valor asumen una escala sin precedentes.

El sentido del trabajo potenciado

Los desplazamientos mundiales de plusvalía que fundamentan la dinámica del intercambio desigual han suscitado fuertes controversias. Algunos autores impugnan su vigencia, señalando que las diferencias entre economías desarrolladas y retrasadas derivan de la existencia de productividades disímiles. Afirman que las horas de trabajo en ambos lugares no son simplemente comprables. El contraste requiere considerar el nivel de complejidad laboral en el centro y el consiguiente gasto superior en formación de la fuerza de trabajo (Astarita, 2010: 140-145).

Esa desigualdad se resume en la noción de trabajo potenciado, que Marx utilizó para caracterizar las modalidades laborales avanzadas. Como la periferia carece de esas calificaciones comercia desde un status diferente, sin generar transferencias en el intercambio de mercancías (Astarita, 2011). Los capitales del centro no sustraen valor de las economías relegadas. Sólo producen mercancías más valorizadas con mejores técnicas y menor cantidad de horas de trabajo (Astarita, 2013b).

En los años 70 los debates sobre este mismo problema se plantearon en otros términos. Bettelheim señaló que era incorrecto comparar los salarios de las distintas economías omitiendo las diferencias de productividad. Pero introdujo esa observación sólo para revisar el alcance del intercambio desigual. Buscó enmendar esa tesis sin invalidarla. Conectó la gravitación de los salarios a sus diferentes productividades, pero en ningún momento cuestionó las transferencias internacionales de valor, en que se asienta el funcionamiento del capitalismo mundial.

Su señalamiento permite entender que el trabajo potenciado no desmiente los desplazamientos internacionales de plusvalía. Simplemente incorpora distintas complejidades del trabajo a una estructura de funcionamiento global, modificando las magnitudes en juego.

El trabajo potenciado es un concepto relevante, en relación al tiempo de trabajo socialmente necesario que rige en cada rama de la producción. El análisis de esa categoría se ubica en ese plano determinante del valor de las mercancías.

Pero los bienes no se intercambian por esas magnitudes, sino en función de los precios de producción que adopta cada producto, al cabo de un proceso de conformación de la ganancia media. Esa dinámica involucra transferencias de valor entre distintas ramas en una circulación intermediada por el dinero. A través de ese eslabón, las mercancías elaboradas con calificaciones diferentes y productividades diversas quedan convertidas en unidades intercambiables.

En este segundo terreno de transferencias de plusvalía se sitúa el estudio del intercambio desigual. A esa escala del mercado mundial y de la totalidad de las mercancías, no existe ninguna incompatibilidad con los parámetros del trabajo potenciado, que definen previamente el valor de las mercancías en cada sector.

Esta diferencia de niveles analíticos ha sido subrayada por los investigadores, que recuerdan por qué razón la noción de trabajo potenciado fue introducida en el primer tomo de El Capital. Allí se indaga la formación del valor de las mercancías.

En las observaciones sobre el mercado mundial añade otro concepto, para resaltar las diferencias existentes entre productos gestados con disímiles niveles de acumulación. A esa brecha alude con el concepto de remuneración internacional diferenciada del trabajo más productivo (Machado, 2011). Esta segunda categoría -situada en un plano más empírico-concreto- fue el punto de partida de los debates sobre el intercambio desigual.

En un ejemplo contemporáneo de estas distinciones, se podría señalar que el trabajo potenciado se verificó cuando Microsoft desplazó a IBM. Allí fijó un nuevo parámetro de valor en el universo informático. La dinámica de transferencias de plusvalía se observó en cambio en otro plano y a otra escala, cuando la misma empresa absorbió valor -en concepto de renta tecnológica- a múltiples firmas de distintos sectores. El despegue del índice NASDAQ en Wall Street ilustró esa captación.

En esta segunda dimensión y en la órbita internacional se ubica la problemática inicialmente estudiada por el intercambio desigual. Comenzó a conceptualizar los flujos internacionales de plusvalía provenientes de las economías retrasadas. Esos países exportan bienes elementales y participan en tareas básicas de la fabricación internacionalizada de las mercancías. El trabajo potenciado es un componente y no una refutación de ese proceso.

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domingo, 15 de julio de 2018

TEORIA MARXISTA. EL DESARROLLO DESIGUAL



Debate
Dependencia y teoría del valor
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Claudio Katz
Vientosur
13.07.2018

La teoría marxista de la dependencia postuló una explicación del subdesarrollo asentada en la dinámica del valor. Con ese fundamento explicó el intercambio desigual y los ciclos industriales de América Latina, en una época previa al actual predominio del extractivismo y las maquilas. ¿Cuáles son los conceptos vigentes de esa caracterización? ¿Cómo deben evaluarse sus omisiones o insuficiencias?

Las causas del intercambio desigual

En los años 70 Marini estudió los desequilibrios de la industria que impedían a Brasil, México o Argentina repetir el desarrollo de las economías centrales. Describió cómo la preeminencia del capital extranjero incentivaba las transferencias de valor al exterior, mientras la provisión foránea de maquinaria obsoleta aumentaba la pérdida de divisas. Destacó que las grandes empresas remuneraban a los trabajadores por debajo del promedio imperante en las metrópolis y señaló que sus pares locales compensaban sus debilidades competitivas con una mayor extracción de plusvalía (Marini, 1973: 16-66).

Ese diagnóstico presentaba numerosos parentescos con las teorías del intercambio desigual de la época. Todos los autores razonaban suponiendo escenarios de transferencias de valor de las economías retrasadas a las avanzadas. Esas asimetrías eran atribuidas a la retribución internacional diferenciada del trabajo incorporado en los bienes elaborados en ambos polos.
Estas visiones extendían al contexto mundial el esquema expuesto por Marx, para ilustrar de qué forma los precios de producción alteran los valores de las mercancías, en función de la productividad vigente en las distintas ramas de la economía. Consideraban las transacciones entre productos de distinta complejidad, generados en países con grandes desniveles de desarrollo.

El debate comenzó con las tesis de Emmanuel que explicaba la desigualdad en los intercambios por las divergencias de los salarios. Postulaba que la fuerza de trabajo no acompañaba la mundialización de los precios de producción y las tasas de ganancia. Ese divorcio determinaba la perpetuación de las brechas entre ambos tipos de economías (Emmanuel, 1972: cap 3).

Como esa caracterización resaltaba la centralidad de la explotación y anticipaba descripciones de las maquilas, algunos analistas observan coincidencias con el modelo de Marini (Rodrigues, 2017). Pero en los hechos, las afinidades del pensador brasileño eran mayores con los críticos marxistas de Emmanuel. Estos objetores atribuían el intercambio desigual a las diferencias de productividad y no de salarios. Consideraban que las distancias en el desenvolvimiento de las fuerzas productivas explicaban las brechas en las remuneraciones y no a la inversa (Bettelheim, 1972a).

Esta mirada subrayaba que el salario es un resultado y no un determinante de la acumulación. Estimaba que el nivel de los sueldos depende en cada país de la productividad, el ciclo, el acervo de capital y la intensidad de la lucha de clases (Mandel, 1978: cap XI).

Esas objeciones alertaron también contra la magnificación de la brecha salarial internacional. Recordaron que el análisis de esa fractura, debe registrar la mayor productividad de las actividades calificadas imperantes en las economías centrales (Bettelheim, 1972b).

Ninguna de esas caracterizaciones puso en tela de juicio la existencia del intercambio desigual. Pero señalaron que esa asimetría en el comercio constituía tan sólo una causa del subdesarrollo, con efectos disímiles en cada estadio del capitalismo mundial (Arrighi, 1990).
El debate también desembocó en otros planteos que postularon la presencia del intercambio desigual, cuando las divergencias entre los salarios son mayores que sus equivalentes en las productividades (Amin, 1976: 159-161). Esta mirada señaló que el divorcio se asienta en la creciente movilidad internacional de los capitales y las mercancías, frente a la inalterada inmovilidad de la fuerza de trabajo (Amin, 2003: cap 4).

La visión de Marini sintonizaba con estos enfoques correctivos. En su presentación del ciclo dependiente, destacó que las transferencias de plusvalía hacia las economías avanzadas eran consecuencia de las grandes brechas existentes en los niveles de desarrollo. Reconoció las fuertes divergencias en los salarios, sin observarlas como determinantes de la fractura entre el centro y la periferia.

Esa óptica no sólo coincidió con la síntesis madurada por los participantes del debate. Confirmó que a diferencia de varios economistas heterodoxos, el teórico de la dependencia atribuía el subdesarrollo a la dinámica polarizadora del capitalismo mundial y no al retraso de los salarios latinoamericanos.

El alcance de la mundialización

En las controversias sobre el intercambio desigual se intentó esclarecer también cuál era nivel de internacionalización alcanzado por el capitalismo. Todos recordaron que Marx expuso su modelo concibiendo escenarios nacionales. Esa referencia estaba presente en los distintos niveles de abstracción de su esquema. Regía en la formación de los valores individuales y sociales de las mercancías, en las técnicas modales definitorias de la productividad sectorial, en la formación de la ganancia media y en los precios de producción, mercado o monopolio.

Estos pilares analíticos fueron radicalmente modificados por el diagrama de variables internacionalizadas que postuló Emmanuel. La referencia británica de Marx fue sustituida por un equivalente global. Esa reconsideración era lógica un siglo después de publicado El Capital. ¿Pero correspondía evaluar el intercambio desigual en un marco de economías totalmente globalizadas?

Un destacado teórico objetó ese supuesto remarcando la continuada relevancia de las variables nacionales. Observó que los precios de producción y las ganancias medias continuaban establecidos a esa escala, determinando una variedad de situaciones yuxtapuestas en el plano mundial. Destacó que la ausencia de instituciones estatales mundiales determinaba la continuidad de monedas, aranceles, tipos de cambio y precios nacionalmente diferenciados (Mandel, 1978: cap XI).

Esa visión deducía el intercambio desigual de las transacciones entre mercancías, con cantidades diferentes de horas trabajadas para su producción. Entendía que las transferencias de plusvalía se consumaban por la mayor remuneración internacional del trabajo más industrializado.

Era una tesis afín al marco keynesiano de posguerra y a los modelos de sustitución de importaciones en las semiperiferias. En ambos polos prevalecía la fabricación nacional integrada. El sello aclaratorio del lugar de producción expresaba una elaboración completa al interior de cada país.

Pero este enfoque fue objetado por otra interpretación, que subrayó la vigencia de un nuevo marco de variables internacionalizadas. Explicó la centralidad del intercambio desigual por la novedosa fractura, entre capitales circulantes por todo el planeta y fuerzas de trabajo atadas a la localización nacional.

Esta visión cuestionó la presentación de la economía mundial como un conglomerado de unidades yuxtapuestas y subrayó la preeminencia de un funcionamiento internacionalizado. Señaló que el “valor mundial” constituía un nuevo principio ordenador de todas las categorías del capitalismo (Amin, 1973: 12-87).

Otros autores profundizaron esa conceptualización, contrastando explícitamente el escenario de Marx con la nueva era de firmas multinacionales. Señalaron que las empresas, ramas y procesos de producción ya operaban en forma internacionalizada a escala intra e intersectorial (Carchedi, 1991, cap 3 y 7).

Marini no definió su preferencia por uno u otro enfoque en su obra de los años 60-70. Pero posteriormente subrayó la contundente primacía del curso globalizador (Marini, 2007: 231-252). Ese rumbo se ha profundizado y requiere otra conceptualización.

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viernes, 13 de julio de 2018

¿PERO QUE ME ESTÁ CONTANDO. QUE EL CAPITALISMO GORDO FRANCÉS SE ENGORDA CON LA SANGRE DEL TERRORISMO QUE FABRICA EL MISMO CAPITALISMO GORDO FRANCÉS? PUES, MISMAMENTE, MAÑO MÍO, ESO LE ESTOY CONTANDO- y, COMO PUES LA LIBRE PRENSA ESPAÑOLA DE LA LIBERTADA LIBRE NO DICE LIBREMENTE NADA DE ESTO. A LO MEJOR ES QUE LA LIBERTAD DE LA PRENSA LIBRE ES UNA BOLINGA Y LO QUE HACE FALTA ES LIBERTAD DE PRENSA, O QUÉ?



EL CEMENTO DE DAESH VENÍA DEL GRUPO FRANCÉS LAFARGE


Diario Octubre
12.07.2018

Nuevos elementos incluidos en el expediente de la justicia francesa contra el grupo Lafarge, primer fabricante de cemento a nivel mundial, demuestran que, en Siria, el Emirato Islámico (Daesh) necesitaba cemento y estaba incluso dispuesto a comprar la fábrica de Lafarge en ese país para producirlo por sí mismo.
Es necesario recordar aquí que el cemento que Lafarge producía en Siria sólo tenía posibilidades de venderse en la zona ocupada por Daesh y… por la OTAN, nunca en las regiones bajo control de la República Árabe Siria, y que las únicas construcciones importantes realizadas en la zona que ocupaban los yihadistas eran… fortificaciones militares subterráneas.
Es por ende altamente improbable que el grupo Lafarge ignorase que el cemento que estaba produciendo en Siria era utilizado en la construcción de las fortificaciones de Daesh [1].
[1] «Revelaciones: la yihad de Lafarge-Holcim», por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 24 de marzo de 2017.


jueves, 12 de julio de 2018

LA OTAN NOS CHUPIRROBA A LOS TRABAJADORES 954.000 MILLONES DE DOLARES, Y ADEMÁS, LOS MISMOS LADRONES NOS QUIEREN ROBAR LAS PENSIONES, GUATIPEDI MOGOLLÓN GUAY QUE TE CAGAS TÍO



No estamos lejos de los funerales de la OTAN

Rebelión
Ctxt
12.07.2018

La cumbre de Trump con Putin desarma a la “Europa de la defensa”, desesperado recurso de cohesión en una UE en crisis


Las relaciones de servidumbre se complican cuando los siervos las cuestionan, pero la crisis es letal cuando es el Señor el que las revienta. Recuerden aquel Pacto de Varsovia al que se le fundieron los plomos cuando su amo moscovita renegó del mantenimiento de su zona en Europa del Este mientras tejía un acuerdo de paz y distensión tras otro con su enemigo. Allí se acabó todo. Algo parecido ocurre ahora con la OTAN.

Desde 1949 ha sido la institución que resumía la sumisión, el vasallaje y la tutela de Estados Unidos sobre Europa occidental. La seguridad europea ha estado desde entonces bajo mando del comandante de las fuerzas armadas de Estados Unidos en Europa. Sus secretarios generales eran y son europeos pero siempre fueron títeres del Pentágono sometidos a una vigilancia absoluta por parte de sus mentores (Javier Solana tenía micrófono hasta en el retrete). Ahora Trump reniega de la OTAN alegando motivos contables y todo se tambalea. Los vasallos no saben qué hacer. Prometen incrementar el gasto de defensa, recuerdan, reviven y provocan los peligros moscovitas que mantuvieron vivo y unido a todo el club durante décadas, y la declaración del presidente del Consejo Europeo suena a grito desesperado: “América no tiene, y no tendrá, mejor aliado que Europa”.

Los vasallos no saben qué hacer cuando el Señor reniega de ellos. Y eso en medio de tensiones comerciales sin precedentes entre Washington y la Unión Europea, y con por lo menos cuatro grandes gobiernos de la Europa que más cuenta en crisis; en Berlín por las divisiones de la derecha gobernante, en París por el descrédito de Macron, en Roma por su gobierno euroescéptico y en Londres por el embrollo del brexit.

Una de las soluciones encontradas para la crisis desintegradora de la UE era, precisamente, la “Europa de la defensa”. Conforme la UE se hundía en sus contradicciones, se exacerbaba la crisis con Rusia, particularmente desde hace unos diez años. Había una lógica pareja en aquella doble tendencia de crisis interna y tensión exterior. Gracias a unos medios de comunicación estructuralmente corruptos, los números no cambiaban el asunto.

Los gastos militares de la OTAN ascienden a 954.000 millones de dólares, los de Rusia a 66.000 millones, sin embargo es la OTAN la que clama sobre la “amenaza rusa”.

Ahora el encuentro del próximo lunes 16 de julio entre Trump y Putin, su primera cumbre bilateral, amenaza con desmoronar todo ese desesperado teatro. Los vasallos están nerviosos, inseguros, desorientados. ¿Tendrán algún sentido las maniobras previstas para otoño en Noruega (Trident Juncture), las mayores previstas por la OTAN desde el fin de la Guerra Fría cuando el propio jefe se toma una pepsicola con el demonio putiniano? Es la hora de las incongruencias. Recuerden el caso Skripal.

El 5 de marzo un exagente ruso y su hija aparecían envenenados por una presunta sustancia nerviosa de uso militar cerca de Salisbury. Al día siguiente se acusaba a Rusia del hecho. En una semana el Reino Unido expulsaba a 23 diplomáticos rusos y a la semana siguiente los países de la OTAN se sumaban a la medida expulsando a decenas de diplomáticos. El agente y su hija se restablecieron. Esta semana ha muerto una persona en la misma zona, donde, en Porton Down, hay una fábrica de armas químicas británica. Su pareja está muy grave. Sin embargo no hay ninguna reacción. ¿Alguien explica algo?

Habrá que ver qué pasa el lunes entre Trump y Putin en Helsinki, pero la misma cumbre ya dice algo: pese a la extraordinaria presión contra su diálogo con Rusia, que movilizó a demócratas, republicanos atlantistas, militares y servicios secretos contra cualquier veleidad de acercamiento (hasta se desempolvó un kafkiano y rancio macartismo mediático, particularmente agudo en Estados Unidos y en Alemania), Trump se ha salido con la suya. Ha cubierto de dinero al complejo militar-industrial y veremos donde llega. Pero de momento parece que estamos más cerca de los funerales de la OTAN. 


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miércoles, 11 de julio de 2018

EL TRABAJADOR CREA LA RIQUEZA (Quiere decirse que la crea); PAGA LA MAYOR CANTIDAD DE IMPUESTOS; FINANCIA AL EJERCITO QUE HACE LA GUERRA PARA MANTENER LOS INTERESES DE EE.UU. De chúpate dómine me parece mi: ¿TIENE EL TRABAJADOR DERECHO: 1º) A QUEDARSE PARA SU DISFRUTE DE LA RIQUEZA CREADA CON SU TRABAJO, Y 2º A QUE SUS DENOMINADOS REPRESENTANTES (Oiga, que no son mis representantes, no me empiece a tocar los cojones tan temprano, son mis sustituyentes, los que me sustituyen en el disfrute de la riqueza que a mi me toca pero que no me llega. O no, Majestad Rey? DIGAN CUANTO DINERO RECOJEN Y COMO LO MANEJAN Y LO TRASTAVILLAN




No es proteccionismo contra libre cambio, es guerra comercial

Rebelión
El diario
11.07.2018

Si hay algo especialmente preocupante de entre lo que nos enseña la historia económica de las guerras comerciales es que, con mucha frecuencia, terminan en conflictos armados y a veces generalizados


El establecimiento de aranceles y otras medidas de proteccionismo comercial en los Estados Unidos se están interpretando como una agresión liderada por su presidente con el fin de defender los intereses nacionales de su país a costa del libre comercio que hasta su llegada prevalecía en el planeta.

Es verdad que Trump emprende esta batalla afirmando a todo el mundo que "América es lo primero y sólo América la primera" pero yo creo que ésa es una interpretación simplista e incluso interesada que no refleja la realidad de lo que está sucediendo, ni de lo que ha sucedido antes, ni permite anticipar lo que muy posiblemente vaya a ocurrir en el futuro.

No es verdad que Trump esté combatiendo el libre comercio por la sencilla razón de que el libre comercio no ha existido nunca en nuestro planeta como régimen comercial mínimamente extendido. Lo reconocía hace unos meses alguien tan poco sospechoso como Pascal Lamy, ex director general de la Organización Mundial del Comercio: "El libre comercio no existe (…) Es un falso tema de controversia. Estas discusiones sobre el libre comercio son en gran medida fantasía. Lo que existe en la realidad es un movimiento de apertura comercial, que ha experimentado aceleraciones y desaceleraciones a lo largo de la historia" (Pascal Lamy: Libre-échange et discours protectionnistes).
Es verdad que en los últimos decenios se ha producido un incremento continuado del comercio internacional pero eso se ha producido en un doble contexto de protección comercial.

Por un lado, las grandes potencias (Estados Unidos, Unión Europea, Japón, China…) han protegido sus intereses, la mayoría de las veces sin disimulo, mediante todo tipo de medidas: subsidios a su producción, aranceles cuando han podido, cuotas de importación, devaluaciones competitivas de sus monedas... Según el Global TradeAlert elaborado por CreditSuisse, a la llegada de Trump en Estados Unidos se mantenían 1.280 medidas proteccionistas en vigor y según un estudio reciente en los últimos cuatro años se han tomado 3.439 nuevas medidas de este tipo en todo el mundo ( Protectionism. Trade war reloaded).

También es cierto, por otro lado, que se han firmado un buen número de acuerdos presentados como "de libre comercio" pero, en realidad, no lo son. Unas veces, porque se basan en tratar igual a los desiguales y eso simplemente protege el interés de los más fuertes. Y otras, porque lo que buscan y consiguen no es promover abiertamente el comercio en general y en igualdad de condiciones sino proteger a las grandes compañías transnacionales (proporcionándoles mejores condiciones de actuación, jurisdicciones privilegiadas, menos controles o menos sujeción a obligaciones sociales o medioambientales…).

El país más proteccionista del mundo

Es imposible poner un solo ejemplo de una gran potencia que haya llegado a serlo renunciando al proteccionismo e impulsando sincera y efectivamente el libre comercio. Lo que siempre han hecho ha sido protegerse a sí mismas y a sus grandes empresas y utilizar su poder para obligar a que las economías más débiles abran sus fronteras. Y Estados Unidos en concreto ha sido, con mucha diferencia, el país más proteccionista del mundo de 1990 a 2013, según el mencionado informe de CreditSuisse.

El planeta ha vivido en los últimos decenios bajo un régimen comercial de proteccionismo de las grandes potencias mutuamente consentido (y que, precisamente por ello, ha podido desarrollarse en condiciones de suficiente equilibrio), en un contexto, eso sí, de progresiva apertura comercial.

La novedad de las medidas de Trump no es, por tanto, que sean proteccionistas o contrarias al libre comercio sino que se están llevando a cabo de modo explícito, sin disimulos, unilateral y agresivo, pudiendo llevar consigo una auténtica guerra comercial.

La diferencia puede parecer demasiado sutil o incluso un simple juego de palabras, pero creo que no lo es.

Es cierto que el proteccionismo de las grandes potencias, que nunca ha desaparecido, como acabo de señalar, representa siempre una cierta agresión hacia las demás: el resto de los países no han dejado de reclamar a China, por ejemplo, que deje de manipular su moneda para no darle ventajas artificiales a sus exportaciones, y Europa y Estados Unidos no han dejado nunca de tener controversias y conflictos comerciales por sus diferentes formas de regular o incluso por sus subvenciones o aranceles. Pero lo que está empezando a ocurrir ahora es que las medidas de Estados Unidos no se dan en el anterior clima de concesión mutua y de respeto al status quo, que es lo que diferencia un clima de competencia económica, más o menos agresiva pero aceptada, de una guerra comercial .

Cuando se produce una escalada de respuestas más o menos generalizadas a la agresión inicial (como ocurrió en 1930 cuando Estados Unidos elevó unilateral y rápidamente sus aranceles), cuando se desata la guerra, lo que viene inmediatamente después es una caída en cadena del comercio internacionalcon efectos depresivos ya ampliamente analizados en la historia económica.

Hoy día sabemos que las guerras comerciales casi nunca resuelven los problemas que supuestamente trata de solventar el país que las desata con sus medidas proteccionistas. En este caso, Trump no va a defender los intereses de América y de los americanos en su conjunto ni va a salvar a los sectores económicos que pretende proteger. Actualmente, las empresas estadounidenses y en realidad todo su comercio internacional forman parte de cadenas internacionales de valor, de modo que las medidas proteccionistas de Trump sólo van a producir subidas de precios que proporcionarán beneficios extraordinarios a unas pocas empresas pero menos renta efectiva y menos ventas al conjunto de la economía (los aranceles sobre las importaciones de acero o aluminio, por ejemplo, van a perjudicar a las industrias del automóvil y la construcción). Tampoco van a hacer más competitivos a los sectores a quienes se trata de proteger porque éstos tienen problemas estructurales que no se curan eliminando la competencia exterior.

Cuando la protección no es mutuamente consentida, como ahora, se busca hacer daño con ella. Y eso es lo que harán China o Europa apuntando a los intereses y sectores que más empleo generan en Estados Unidos o incluso a los que en mayor medida apoyan electoralmente a su presidente. Trump ni siquiera conseguirá mejorar el balance exterior estadounidense porque está estableciendo aranceles a productos que se utilizan como inputs intermedios en su industria nacional: lo comido por lo servido. Estados Unidos se va a pegar un tiro en el pie.

La historia económica también nos ha enseñado que las guerras comerciales suelen traer consigo problemas monetarios de toda índole y crisis financieras, que las medidas agresivas que llevan consigo se imponen rápidamente pero luego son más difíciles de eliminar y que no suelen tener vencedores sino que pierden casi todos los que se ven involucrados en ellas.

Pero si hay algo especialmente preocupante de entre lo que nos enseña la historia económica de las guerras comerciales es que, con mucha frecuencia, terminan en conflictos armados y a veces generalizados. No lo olvidemos, porque quién sabe si detrás de una estrategia comercial de apariencia nacionalista y de factura económica tan torpe lo que hay en realidad es una ofensiva de la poderosa industria armamentística.

Aspirar a que exista un comercio completamente libre es una excusa para proteger a los más fuertes y creerse el discurso de quienes dicen que lo defienden es una ingenuidad que se paga caro. Pero pensar que el proteccionismo a ultranza puede resolver los problemas de las sociedades modernas es una simpleza quizá peor. Se necesita un sistema mundial de acuerdos multilaterales basados en la equidad y el equilibrio, en la protección de los más débiles, en el uso sostenible de los recursos naturales y en la salvaguarda de los intereses futuros de la humanidad. Todo lo contrario de lo que lleva a la guerra que se avecina.

@juantorreslopez

Fuente: https://www.eldiario.es/andalucia/desdeelsur/proteccionismo-libre-cambio-guerra-comercial_6_790630940.html 

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EE.UU / CHINA, DE COMO LOS CRIMINALES EMPIEZAN LAS GUERRAS (Porque empezar una guerra donde se matan a niños chicos, mujeres embarazadas, viejos y jóvenes, menos a quienes las empiezan y se enriquecen, es un crimen organizado por la mafia bancaria y grandes empresarios, o no?)


Guerra comercial y depresión
Rebelión
Sin permiso
07.07.2018

Hoy es una fecha límite para la economía global. El gobierno estadounidense de Trump empieza a aplicar aranceles comerciales a las importaciones desde China por más de 34 billones de dólares . Y Beijing está preparando a una cantidad similar en represalia. Si sumamos a estas medidas el montón de aranceles y contra- aranceles que aumentan en el Atlántico y América del Norte producto de las guerras económicas que ha lanzado Trump las cifras superarán los $ 100 mil millones de dólares, hasta hoy.
 
Y esto es solo el comienzo. La escalada de esta guerra comercial podría fácilmente superar los mil millones de dólares, es decir el 1,5% del PIB global. Sería equivalente a una cuarta parte, o más, del comercio total del mundo el año pasado (unos US $ 3,9 billones de dólares) y, al menos el 6% del comercio mundial de mercancías (por valor de $ 17,5 billones en 2017, según la Organización Mundial del Comercio).
 
Los $34 mil millones en importaciones chinas que serán sometidas a tasas impositivas, por Trump, son más o menos equivalentes a un mes de las importaciones procedentes del gigantes de Asia. Se aplicará un impuesto de importación del 25%  a 818 productos, que van desde calderas de agua y tornos hasta robots industriales y automóviles eléctricos. A cambio, Beijing aplicará una tasa similar en una lista que incluye soja, mariscos y petróleo crudo. Ambos países también han emitido más listas de productos que afectaría a unos $ 50 mil millones en cada lado.
 
Enfurecido por las represalias de China, Trump ha ordenado que se imponga otro 10% en los aranceles (otros $ 200 mil millones en importaciones) y además ha amenazado con aumentar la cifra en  $ 200 mil millones más. A lo que Pekín ha prometido una respuesta equivalente. Las importaciones estadounidenses desde China fueron por $ 505 billones de dólares el año pasado, mientras que las exportaciones estadounidenses a China alcanzaron los  $ 130 billones. Por lo tanto, unos aranceles equivalentes a 450 billones prácticamente barrerá con gran parte de las importaciones estadounidense desde China.
 
Las auto-guerras comerciales de Trump podrían valer incluso más de $ 600 billones de dólares. En una entrevista televisada el domingo, el presidente Trump calificó su plan para imponer aranceles a los automóviles importados  como parte de las medidas de seguridad nacional de los Estados Unidos. Esta visión es sin duda la forma en que también ve esta guerra comercial la Unión Europea. Según datos oficiales, EE.UU., importó $ 192 mil millones en automóviles y camionetas en 2017 y otros $ 143 mil millones en repuestos por un total de $ 335 mil millones.
 
Luego está NAFTA. Los EE.UU. comercian más con Canadá y México ($ 1,1bn) que con China, Japón, Alemania y el Reino Unido combinados. Trump está tratando de renegociarlo justo ahora que México ha elegido a AMLO, un presidente nacionalista de izquierda. Trump parece creer que las tasas automotrices le darán influencia sobre la UE y Japón en las negociaciones comerciales, así como sobre Canadá y México en las conversaciones sobre un nuevo Acuerdo de Libre Comercio de América del Norte. Trump está presionando para forzar la capitulación de estos países. Por esa razón, EE. UU. podría imponer aranceles del 20% sobre algunas o todas estas importaciones.
 
Luego está el FART. Trump está planeando un proyecto de ley a través del Congreso, llamado Fair and Reciprocal Tariff Act (FART para abreviar). El FART permitiría a Trump abandonar las reglas arancelarias de la Organización Mundial del Comercio, otorgándole autoridad para: cambiar unilateralmente los acuerdos arancelarios con ciertos países, abandonar las normas comerciales centrales de la OMC, terminar el principio de "nación más favorecida" que impide que los países establezcan tipos arancelarios diferentes en los acuerdos de libre comercio (tipos arancelarios consolidados), finiquitar los límites arancelarios que cada país miembro de la OMC ha acordado previamente .
 
En resumen, le daría a Trump la autoridad para iniciar una guerra comercial sin supervisión del Congreso, todo mientras incumple de manera evidente las normas de la OMC. En esencia significaría el fin de la OMC.  Ahora, un destacado patrocinador de Trump ha declarado: "esto huele mal". Pero el mal olor está empeorando.
 
Cualquier arancel que EE. UU., imponga probablemente tendrá represalias. Los funcionarios de la Unión Europea han estado trabajando en un plan que impondrá impuestos por más de 10.000 millones de euros a bienes estadounidenses como represalia si Trump mantiene los aranceles sobre los $ 61 mil millones en automóviles y repuestos que importó de la UE en 2017.  Este escenario -de aranceles a favor y en contra-, afectaría a más de $ 650 mil millones de dólares del comercio mundial, con consecuencias para las empresas en todo el mundo.
 
¿Cuál es el impacto probable en el crecimiento global de esta guerra comercial?
 
Paul Krugman, el economista keynesiano, ganó el Premio Nobel de Economía por su trabajo en el comercio internacional , hizo recientemente un cálculo aproximado. Krugman reconoce que “una guerra comercial total podría significar aranceles en el rango del 30 al 60%; y esto provocará una gran reducción en el comercio, tal vez de 70%”.
 
El costo general para la economía mundial sería una reducción de 2 al 3 por ciento del PIB mundial por año, lo que eliminaría más de la mitad del crecimiento mundial actual de alrededor del 3-4% anual (este último suponiendo que no haya una nueva recesión global).
 
Krugman nos recuerda que en la Gran Depresión de la década de 1930, la guerra comercial lanzada por los EE. UU. Con la tarifa Smoot-Hawley aumentó los aranceles hasta en un 45%. "Por lo tanto, tanto la historia como los modelos cuantitativos sugieren que una guerra comercial nos llevaría a aranceles bastante altos, con tasas probables de más del 40% ".
 
No debemos de olvidar que las tasas actuales de aranceles comerciales mundiales son solo del 3-4%. Además el comercio mundial ya se ha tambaleado por el impacto de la Gran Recesión y la posterior Gran Depresión. La participación del comercio en el PBI mundial se ha estancado en alrededor del 55% (véase la figura a continuación).

De hecho, la gran era de la globalización ha terminado. Ahora, la guerra comercial, que es otra consecuencia de la Gran Recesión y la Gran Depresión desde 2008, podría hacer retroceder la participación del comercio mundial a los niveles de 1950, según Krugman. "Si Trump realmente nos lleva a una guerra comercial, la economía mundial se volverá mucho menos global".
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Ante esto, Krugman consideró las posibilidades de éxito económico de EE. UU. Calculó ya dejaría de crecer a un 2%  real , del PIB, cada año. Como se espera que el crecimiento promedio sea de alrededor del 2% anual durante los próximos cinco años (suponiendo que no haya una recesión mundial), eso significaría que la economía estadounidense se estancaría. Esto no sería tan malo como la Gran Recesión, que derribó en un 6% de crecimiento del PIB real de Estados Unidos, pero es lo suficientemente malo como para una etapa más de la actual Larga Depresión.
Otros países serán golpeados de manera aún más dura. Varias de las principales economías dependen del comercio con los EE. UU. Y Europa para crecer. En la liga de la cadena de valor global para el comercio, Taiwán encabeza la lista con casi el 70% del valor agregado proveniente de las exportaciones; y muchos países de Europa del Este también tienen altas relaciones de exportación. Estados Unidos solo está al 40% y, de hecho, China está por debajo del 50 por ciento.
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Según la gestión de activos de Pictet, si un arancel del 10% sobre el comercio de EE. UU., se transfiriese por completo al consumidor, la inflación mundial aumentaría en aproximadamente un 0,7%. Esto, a su vez, podría reducir las ganancias corporativas en un 2.5%reducir las relaciones precio-ganancias de las acciones globales hasta en un 15%. Todo lo cual significa que las acciones globales podrían caer en un 15-20%. En efecto, esto haría retroceder el precio del mercado de acciones mundial provocando un desplome en tres años.

Mientras tanto, los gobiernos asiáticos, liderados por China, continúan una campaña para relajar las restricciones comerciales entre ellos, mientras toman represalias a la guerra comercial de Trump.
La semana pasada, la Asociación Económica Integral Regional de 16 naciones ( que incluye a China, Japón e India pero no a EE. UU.) se reunió en Tokio para completar un nuevo pacto comercial que incluiría también a los 10 miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático, como Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda, y que cubren un tercio de la economía mundial y casi la mitad de la población del globo.
Y, por supuesto, como he argumentado anteriormente, China está impulsando su esquema de inversión global a través de las rutas de la seda en Asia central. Entonces, aunque muchas economías asiáticas y de Europa del Este pueden sufrir más que los EE. UU., con una guerra comercial global, a largo plazo, las rutas comerciales pueden alterarse  y estarán más centradas en Euro-Asia, en detrimento de Estados Unidos y América Latina.
El crecimiento global ha estado repuntando en los últimos 12 meses luego de una corta recesión en 2015-16. De hecho, Gavyn Davies, blogger de economía de FT y ex economista jefe de Goldman Sachs, calculó que el crecimiento mundial aumentaría a un 4,4%, un punto porcentual más que hace un par de meses.
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Sin embargo la guerra comercial de Trump afectará particularmente a los sectores manufacturero y productivo de las principales economías. Y aunque el crecimiento global en su conjunto puede haberse recuperado recientemente, el crecimiento de la industria mundial parece frágil. El PMI manufacturero mundial mide la actividad en la industria manufacturera y cualquier cantidad superior a 50 significa crecimiento. Así que no las cosas no se ven color de rosa.
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De hecho, el mercado bursátil estadounidense no ha rebotado porque (a pesar del aumento excepcional de las ganancias corporativas) la posibilidad de un aumento de las tasas de interés aumentará el costo de los préstamos y el servicio de la deuda, a estos temores hay que agregar, ahora el impacto potencial de una guerra comercial.
Las esperanzas de un fuerte aumento en la inversión productiva a partir de los recortes de impuestos parecen frustrados. En lugar de más inversión, se ha triplicado ($ 150bn) las recompras de acciones.
Solo en el primer trimestre, las corporaciones estadounidenses repatriaron colectivamente $ 217 mil millones de sus depósitos internacionales, alrededor del 10% de los $ 2,1 trillones de billetes verdes que estaban en el exterior. Pero JPMorgan calcula que solo $ 2 mil millones de los $ 81 mil millones repatriados en el primer trimestre se gastaron en inversión productiva.
El crecimiento económico mundial (y el crecimiento de EE. UU.) puede haber alcanzado su punto máximo en el segundo trimestre de 2018 y actualmente no enfrentamos a la perspectiva de una guerra comercial total.
es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajador 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.
Fuente:
www.kritica.info
Traducción:
Emilio Pizocaro

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