martes, 23 de enero de 2018

CATALUÑA: INFORMACIÓN Y ANÁLISIS


Cataluña y nuestro particular “Estado de derecho” o de desecho 

(III)

Antonio Maira/Analista político, capitán de fragata de la Armada.


22-12-2017



El proceso de creación de opinión en Falsimedia

En un artículo anterior inicié el análisis de los medios de información y de su producto, la opinión, como consecuencia de un doble proceso: por un lado la creación de unos moldes o matrices informativos, que se convierten en una estructura por la que circula y en los que se adapta la propia información (los hechos y sus interpretaciones que, en conjunto, constituyen el relato).
El segundo proceso es el de la adaptación de los profesionales de la información a esta estructura mediática que es asumida, más o menos conscientemente -pero siempre con claras responsabilidades-, como proceso que en el mejor de los casos los desborda, y en el peor comparten.
Los profesionales trabajan en una cadena de poder y de tareas que les permite eludir su propia participación y su culpa en el proceso de manipulación.
Señalé también como parte de la información se pierde en el laberinto de lo oculto o en el proceso de lo desaparecido o de lo normativamente (es decir: obligatoriamente) olvidado. Es difícil contrastar lo “que ha ocurrido realmente” con lo que se ha desdibujado, olvidado, perdido o falseado. No es muy difícil buscar el origen del poder en los medios, y sus modos de influencia y objetivos, pero casi nadie lo hace. Los que alguna vez han sido buenos periodistas llegan a creer que eso que ellos utilizan como “verdad indiscutible” es, en realidad, una matriz informativa, es decir: algo que es muy inseguro o totalmente incierto pero que hay que acatar o aceptar como elemento necesario de su trabajo.
En ese momento, el del acatamiento, comienzan a volcar todos sus recursos personales de persuasión para ocultar su traición al código ético. Paradójicamente, suelen estar, en cuanto a técnica informativa, entre los mejores de todos. Por eso los eligen y los someten a un proceso de corrupción que alcanza los mejores resultados si se produce poco a poco. Eso es porque tienen que ser creíbles tanto ellos como sus medios.
Su tarea, que al principio puede haber sido un modo de conservar su trabajo y superar escalones, o de salvar su dignidad “diciendo pero sin decir del todo”, “resaltando y enfatizando lo menos importante”, se convierte en un verdadero arte de mentir.
La secuencia de “ir mintiendo poco a poco” -de conservar restos de verdad para engañar con más eficacia- cuya finalidad es la construcción de la mentira como instrumento de desinformación manipulada y dirigida, es lo que denuncian, con frecuencia a costa de sus vidas o de la conservación de su propio trabajo, los verdaderos periodistas y algunos analistas, fundamentalmente en América Latina. Ellos le llaman a la mentira codificada postverdad con conciencia plena de que es un instrumento de guerra mediática, casi siempre el primer instrumento de las fuerzas reaccionarias contra las fuerzas progresistas, de los conservadores contra los revolucionarios, del imperio contra la resistencia de los pueblos en la “guerra global” y en unos escenarios más o menos reducidos pero interrelacionados.
Los medios en la “guerra global”
Ahora bien, lo mismo que ocurre con la “diplomacia civil”, es decir, con el uso de buena parte de las ONG y de los Centros de Estudio (nacionales o extranjeros) al servicio de los EEUU, la creación de estos instrumentos de guerra mediática ha sido progresivo y, finalmente, codificado. Es imprescindible conocer esos códigos y la forma en la que se utilizan o se utilizarán llegado el caso, en nuestros escenarios de lucha social; incorporar a ellos nuestras propias observaciones y ejemplos y divulgarlas para ir codificando también las respuestas en nuestra guerra contrainformativa, globalizada, anticapitalista y antiimperialista.
La guerra empieza siempre con la demonización del enemigo, con el calentamiento del ambiente. Siempre va acompañada de amenazas y, frecuentemente, con la aparición de los primeros pasos de la guerra económica y con el aumento de la represión; en el caso de Cataluña con la represión estatal que lo cubre todo, con el establecimiento de leyes de excepción enmascaradas en el artículo 155 de la Constitución hasta llegar al estado de sitio gradual siempre oculto y colocado legalmente dentro de las posibilidades del Gobierno y de su “estado de desecho”. En Cataluña hemos llegado al encarcelamiento de Consejeros candidatos electorales y dirigentes sociales, y al exilio obligado el Presidente de la Generalitat. La vigilancia y la guerra cibernética se han convertido en instrumentos de coacción o de amenaza.
La codificación de la mentira
La codificación de la mentira no ha empezado en Cataluña ni ha empezado ahora. En tiempos más o menos próximos podemos recordarla masivamente durante la guerra de Yugoslavia, en las dos guerras de Irak, en el Líbano, contra Irán, en Palestina, en Ucrania, en Siria y, desde hace mucho tiempo, en Irán y desde luego en América Latina, contra Cuba y Venezuela. También ha sido usada, sistemáticamente, como preparación de los golpes militares en Chile, en Argentina y en decenas de lugares en los que el pueblo buscaba o busca alternativas a la pobreza, a la explotación y a la sumisión a las oligarquías locales y, a través de ellas, al imperio.
El Manual para la Guerra de la Informacióni señala:
1. “Este Manual es el primer asomo de futuras investigaciones sobre las guerras… en el mundo”. Surge de la observación continua de las guerras actuales y que en él se “exploran una serie de conceptos de la guerra mediática (por lo tanto psicológica) en donde se concentran los mayores esfuerzos desestabilizadores e intoxicantes de la información y el entendimiento sobre el proceso revolucionario actual y sus frentes de ataque (…) los conceptos componen el mismo modo de actuar, su telón de fondo…
2. Las guerras, hoy en día son multidimensionales: no se concentran en el mismo objetivo, no los ataca por una sola vía ni los separa del entorno general… pero todas son una y la misma guerra. Así como el mundo se actualiza, se globaliza se mediatiza las guerras también (…) Las guerras en las que se enfrentan ejércitos regulares (…) son asunto del pasado. Esta es una guerra irregular, y en esta guerra los objetivos son los civiles: usted y yo (…) todos somos beligerantes, todos estamos en condiciones de pasar a la ofensiva desmontando el entramado de mentiras e intenciones: la guerra la llevamos adentro, en nuestra conciencia.
3.- Todos los conceptos que usted encontrará en este manual están vinculados a procedimientos específicos, estudiados mediante métodos establecidos en las escuelas de formación militar y en los manuales de los servicios de inteligencia de la OTAN. Conocerlos, revelar las mentiras o medias verdades es el principio para irlos desmontando. Al nombrar lo oculto, al exponerlo, darle nombre a tal o cual procedimiento, traerlo al mundo visible, es desactivarlo. Conocerlos es quebrar al enemigo.
4.- Todo manual convoca a poner algo en ejercicio llama a actuar. Sentarse a ver la televisión manual en mano, identificar los mecanismos por los que se transmite una mentira, una verdad adulterada, arrancarle la orientación interesada es el primer paso...
5.- La mayoría de los conceptos aquí desarrollados fueron tomados de los manuales Information Operation 3-13 (2006), Public affairs: Joint publication 3-61 (2005) y Doctrine for Joint Psychological Operations. Join 3-53 (2003) elaborados por las Fuerzas Armadas Conjuntas de los Estados Unidos.
Conceptos e ideas para mentir adecuadamente
Vamos a recorrer algunos de los 46 términos contenidos en el Manual, cuya aplicación hemos visto y analizado en las guerras mediáticas organizadas y dirigidas por los EEUU y sus aliados, en todos los frentes puestos en marcha y en todas las situaciones posibles de enfrentamiento o desestabilización del imperio.
Muchos de ellos podrán insertarse, y podremos reconocerlas sin duda alguna en las últimas guerras que ya hemos señalado.
Los conceptos y su significado podrán ser observados en la guerra mediática y en las demás guerras relacionadas, también en la que el Estado español se enfrenta con el proceso de insurrección en Cataluña.
Son los siguientes:
(añadimos los ejemplos que hemos observado en Cataluña y que tendrán un desarrollo imprevisto. Algunas de ellas van dirigidas para que causen impacto directo en la totalidad del territorio del Estado).
Acción directa
Pueden considerarse acciones directas todas las relacionadas con el intento de impedir por la coacción o por la fuerza el desarrollo del referéndum del 1 de octubre, incluidas las que tenían por objeto expropiar o destruir los elementos materiales del propio referéndum: destrucción de urnas y de los documentos censales, cierre violento de mesas de votación, secuestro y destrucción de urnas y de actas, abusiva intervención policial, refuerzo de dotaciones represivas en Cataluña, intervención policial violenta en el proceso de votación, amenazas y amedrentamiento.
Uso de adjetivos disuasivos
Es decir, empleo de palabras y expresiones que no admiten réplica ni razonamiento lógico. Excluyen el matiz y toda clase de trámite inteligente. Tienen tal contundencia emocional que excluyen toda posible duda. En Cataluña, las jornadas de octubre fueron calificadas de “golpe de Estado”. La portavoz de Ciudadanos se ha manifestado como una experta disuasoria por su promoción inmediata y continua de la aplicación del artículo 155 de la forma más dura posible.
Adulación
Es el uso de calificativos agradables, en ocasiones excesivos, con la intención de convencer al receptor. Otra vez es Inés Arrimadas la que se los autoaplica como salvadora y reconstructora de Cataluña a pesar de que, con el PSOE, ha hecho posible la aplicación rápida del 155, ha cerrado cualquier intento de negociación y ha exigido la “rendición incondicional” de los diputados independentistas. Arrimadas es una devotísima defensora de la Constitución. Ella es la Cataluña reconciliada, pacífica y productiva. Se ha aplicado, con intensidad, a la puesta en marcha de medidas económicas coercitivas, para señalar sus efectos y para promover la salida de empresas de Cataluña.
Apelación a la autoridad
El PSOE ha apelado, sin demasiado éxito, al exministro Josep Borrell y, por supuesto, a su candidato en Cataluña, Miquel Iceta. Sánchez y los pesos pesados históricos González, Rubalcaba y Zapatero restan votos más que suman.
El PP tampoco ha tenido claro que la presencia pública de los grandes inquisidores vaya a mejorar su posición parlamentaria, aunque está jugando a nivel estatal mientras Ciudadanos le roba votos en Cataluña. El PP seguirá jugando con la vigencia del artículo 155 y con que el estrangulamiento de las instituciones catalanas y el encarcelamiento de los líderes sociales y los políticos de Esquerra y del PDdeCAT le abra camino para seguir dirigiendo la política catalana. Entretanto ha apelado al rey, a las instituciones europeas y al Presidente de los Estados Unidos.
Apelación al miedo
La apelación al miedo ha sido el factor más determinante a corto plazo, en la determinación de los poderes que en Cataluña llevarán el gato al agua.
Austroturfing
“Es la creación o cooptación de movimientos aparentemente populares para implantar un contenido ideológico específico y direccionado a un objetivo político interesado. De ese modo se venden como espontáneos por los medios de comunicación. El término proviene de la grama artificial “astroturf” diseñada para parecer natural”.
En Cataluña tal es el caso de Sociedad Civil catalana que agrupa al PP, PSOE, Ciudadanos, e incluso a viejos líderes de IU, además de antiguos trovadores de la Transición, y después atlantistas, como Joan Manuel Serrat que ha traicionado a sus propias canciones.
Audiencia objetivo (TA)
Son las de las distintas cadenas de radio televisión que hay en el Estado español. Por eso mismo Rajoy ha nombrado Delegados estatales para poner líneas rojas a los medios catalanes. Por eso mismo el fiscal de la Audiencia y el juez del Tribunal Constitucional han establecido cargos descomunales a los procesados por los “hechos delictivos” vinculados a la declaración de la República de Cataluña y fijado para los principales detenidos fianzas extraordinarias.
Cámara de combate
Adquisición y utilización de imágenes como apoyo al combate (…) y otras operaciones que involucran a los servicios militares (…) Subir videos de aficionados a You Tube es una modalidad creciente… para presentarnos trabajos visuales que “evaden la censura”. En el actual conflicto en Cataluña se ha presentado un video de supuestos civiles sobre carros de combate en los que amenazan de muerte a Puigdemont y a Pablo Iglesias, entre risotadas, con una terrible grosería y en tono fuertemente amenazante. La ministra de Defensa ha respondido con el consabido “se ha abierto un expediente”.
Chivo expiatorio
“Demonizando a un individuo (o grupo de individuos) se acusa a este (o estos) de ser responsable de un problema real o supuesto; así, el propagandista puede evitar hablar de los verdaderos responsables y profundizar en el problema mismo”.
A continuación explicaré, únicamente, alguno de los conceptos que pueden ser consultados en el sencillo Manual: Defensa extranjera interna
Demanda de desaprobación
“Consiste en identificar la opinión contraria con el mal, de forma que la propia opinión resulte ennoblecida o glorificada. Se trata, ante todo, de convencer con sentimientos y no con razones. Habitualmente se emplea en defensa de intereses económicos (…)”
Demonización o satanización
Desinformación
Diplomacia pública
Efecto acumulativo
Engaño militar
Engaño
Eslóganes
Estereotipar
Eufemismo o deslizamiento semántico
Guerra centrada en redes
Guerra cibernética
Guerra de cuarta generación
Guerra de información
Guerra irregular
Guerra política
I War (guerra irregular)
Imprecisión intencional
Información crítica
Mando y control
Manejo de percepción
Misticismo
Operaciones de información no militares
Operaciones de contrapropaganda
Operaciones de información
Operaciones psicológicas
Oscurecimiento
Programa de relaciones con la comunidad
Propaganda
Propaganda negra
Quidam
Redefinición y revisionismo
Sabotaje
Seguridad de comunicaciones
Simplificación exagerada
Testimonio
He presentado algunos de los 46 términos que remiten al Manual de la Guerra de Información. 46 términos y conceptos para la guerra actual, que nos invita a leer, discutir, e intercambiar.
En este trabajo he intentado hacerlo, aplicándolo únicamente a unos pocos de ellos que he señalado en negrita. Los textos explicativos que los acompañan son del Manual. A ellos he añadido algunas observaciones mías, muy modestas, a las que ahora añado la invitación a que las compañeras y compañeros de Cataluña, y a los del resto del Estado que han tenido la paciencia de seguir el conflicto catalán durante estos meses, para que los completen con sus observaciones y testimonios.
Nota:
i Ver en la Red: Manual para la guerra de la  información.
Antonio Maira. Analista político, capitán de fragata de la Armada.


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lunes, 22 de enero de 2018

CATALUÑA: INFORMACIÓN Y ANÁLISIS


Cataluña y nuestro particular “estado de derecho” 
(II)

Antonio Maira/ Analista político en medios informativos/ capitán de fragata de la Armada.
16-12-2017

Si te conoces a ti mismo y conoces a tu enemigo, no necesitas
temer el resultado de un centenar de batallas.
Si te conoces a ti mismo pero no conoces a tu enemigo,
por cada victoria que ganes sufrirás también una derrota.
Si no te conoces ni a ti mismo ni a tu enemigo,
sucumbirás en cada batalla.”
Sun Tzu, el arte de la guerra

En mi artículo anterior sobre las crisis en todo el estado español y en Cataluña, derivadas del procés y de su influencia en el resto el país, quedaron algunas cuestiones por analizar en lo que se refiere a los escenarios, económico político, mediático, histórico; y también, fundamentalmente al más confidencial y encubierto de todos, el escenario internacional.

Voy a ocuparme hoy, parcialmente, del escenario mediático con algunas referencias ejemplares al escenario histórico. De los demás me ocuparé en próximos artículos. Quedará para próximas entregas el análisis restante del escenario mediático, el análisis del escenario económico y político. Estos últimos son instrumentos fundamentales para el desarrollo de la estrategia del gobierno y de sus aliados: los del marco bipartidista PP y PSOE (y de sus sucursales catalanas), más los emergentes: Ciudadanos, Podemos y las alianzas de este último, sobre todo en Barcelona; y para la implicación de un factor esencial: las grandes empresas españolas, catalanas o multinacionales.

En general se trata nada menos que de las primeras fases de una guerra que se desarrolla en un marco más grande, el estatal, el europeo y también el internacional. Es el marco de la “guerra mundo” en la que los EEUU, Europa, el estado español y la propia Cataluña analizan sus posiciones, los riesgos y los empeños.

No se trata de ninguna broma ni aspaviento el grito de alarma de la candidata de Esquerra, señora Rovira, cuando se ha referido a las advertencias indirectas pero muy precisas, con intermediarios poco locuaces pero sin cara de broma, del Gobierno central al Govern sobre la “necesidad” y posibilidad de poner muertos “sobre la mesa” para estabilizar de una vez Cataluña.

De momento eso ha sido una sugerencia para mantener en límites viables al estado catalán, y una amenaza de aplicar con toda brutalidad presente, y alguna más si hace falta, la ocupación policial de Cataluña, la vigencia del artículo 155 y la posible intervención militar -si es necesaria-, tal como ha advertido claramente la ministra Cospedal y han confirmado algunos hechos que han tenido lugar en estos últimos días.

Cuando el “estado de derecho”, con referencia exclusiva a la Constitución vigente, a los mecanismos para cambiarla y a los caminos y base electoral sobre los que se realiza un referéndum, no sirven para solucionar democráticamente un problema de la magnitud que plantea Cataluña, se inventa rápidamente otro “estado de derecho”. De él forman parte, como núcleos centrales, el artículo 155 y la imposibilidad absoluta de articular un referéndum que “consagre”, a “nivel estatal”, la independencia de Cataluñai.

La base persuasiva de todo eso ha sido -además de la ocultación de la imposibilidad real de abrir un período constituyente, es que tal proceso constituyente es absolutamente necesario para terminar con un estado corrupto cuyas raíces, ejemplo y estímulo primario han surgido de la primera magistratura del estado: la Monarquía borbónica, y sus evidentes secuaces en el régimen parlamentario bipartidista.

Sobre esta imposibilidad se ha montado el “A por ellos” policial, y las amenazas de la intervención militar que ha salido de la boca de una corrupta con medallas, la ministra Cospedal, e incluso de algunas exhibiciones militares que este año se han trasladado de la playa de Cádiz y del Puerto de Santa María a Zaragozaii. Todas implican la presencia militar enormemente ruidosa en centros de población. La utilización de simuladores de combate por civiles es un hecho repetido. Con seguridad lo es también la presencia, a voz en grito, de los enemigos sugeridos por el espíritu del ¡A por ellos! A juzgar por las imágenes que hemos visto en las redes sociales deben ser elementos fascistizados que cuentan con el beneplácito de la ministra de defensa y de algunos mandos militares. En Cataluña se han visto grupos fascistas que se han movido en perfecto sincronismo con las manifestaciones de apoyo al Gobierno.

El Artículo 155 de la Constitución es perfecto para crear un ambiente de pre-guerra civil en Cataluña: se trata de una norma abierta que lo permite todo, incluidas medidas como el cierre del Parlamento, el nombramiento de una especie de virreina, la vicepresidenta Soraya Sanz de Santa María -a las órdenes del Presidente del Gobierno estatal y Presidente, a su vez, de Cataluña.

Este último tiene poderes plenarios para todo, incluso para nombrar Delegados del Gobierno Central en sustitución de los Consejeros catalanes, para ordenar la intervención del fiscal del estado, ordenar el procesamiento de consejeros, funcionarios de alto nivel, alcaldes insurrectos, líderes sociales y otra gente fotografiada tras el desmadre represivo del 1 de octubre. Además de ello, el poder estatal, tiene la facultad soberana de declarar la inconstitucionalidad de las leyes catalanas, fijar los delitos aplicables, encarcelar a los cargos electos de Cataluña y para convocar elecciones cuando lo considere más conveniente. Elecciones realizadas en un virtual estado de sitio que ha dejado al margen a los dirigentes políticos y sociales de Cataluña.

Además, un día sí y otro también, se lanza una amenaza, seguida de un desmentido o situada en el saco sin fondo y sin medida del “acaloramiento electoral”, para aterrorizar a la gente y colocarla entre la espada de la represión del artículo 155 y la pared que anuncia a voz en grito todos los desastres posibles.

Los intereses estratégicos

El caso es servir a los intereses estratégicos (el mantenimiento de un estado transicional, corrupto, autoritario, monárquico, pseudoparlamentario, de democracia para pocos, no participativo, de creciente y desvergonzada desigualdad, dependiente de poderes exteriores y en deriva rápida hacia el fascismo) y utilizar para ello y en cada momento una táctica adecuada.

Empecemos por el escenario mediático, uno de los campos de batalla previos a la guerra propiamente dicha. Digamos antes que todos ellos son enormemente flexibles, superpuestos y, en ocasiones, intercambiables. La primacía puede corresponder a uno o a un grupo de ellos e inmediatamente cambiar a otro o a otros.

En Cataluña, por ejemplo, todos los periodistas “a pie de obra”, los dirigentes de tertulias informativas, o los grandes entrevistadores, trabajan para grandes cadenas de medios de comunicación (televisivos, radiales y escritos, incluyendo grandes agencias informativas) que nunca explican, más que como instrumento publicitario, quiénes son sus dueños y la procedencia de sus guiones informativos, de sus imágenes, de sus vídeos y, sobre todo, de lo que dejan fuera de sus programas y de las razones y controles que lo justifican.

Jamás explican cómo funcionan sus cadenas, cuáles son las matrices políticas que deben inculcar, cuáles los líderes políticos a los que deben ridiculizar o promocionar, o porqué deben destacar el “papel mediador” de la Corona (aunque la evidencia demuestre todo lo contrario).

John Reed y Falsimedia

Vamos a empezar por dar un notable rodeo histórico para explicar, con la máxima modestia por mi parte (no soy periodista aunque llevo 17 años de práctica trabajando como tal en los medios alternativos, no soy analista político pero soy licenciado en ciencias políticas, económicas y sociales desde el año 1975, no soy militar pero sí capitán de fragata de la Armada - literalmente empujado fuera de las FFAA por haber pertenecido a la Unión Militar Democrática. De modo que me siento capaz de explicar a los profesionales de la información lo que es un buen periodista y, sobre todo, las condiciones que tiene que tener (como dicen ellos mismos) un buen relato.

En una de sus mejores obras “Diez días que conmovieron al mundo”iii John Reed, periodista norteamericano y comunista, que estaba presente en Petrogrado durante la Revolución de Octubre es minuciosamente objetivo al relatar los sucesos, tras la observación directa de los que ocurrieron en diez días terribles y gloriosos.

Reed que ya había sido corresponsal de guerra en la Revolución mejicana y en la Primera Guerra Mundial incluía, además de los sucesos vividos en primera línea, todas las entrevistas, proclamas y documentos emitidos por los personajes que luchan, por los organismos revolucionarios y del Gobierno Provisional.

Lo característico –y lo ejemplar de Reed es que además de relatar con fidelidad (reconocida por sus amigos y sus enemigos), todo lo que ve; no oculta su simpatía por los obreros, campesinos y soldados que se han constituido en soviets.

Al fin y al cabo son los pobrísimos, los hambrientos de aquella guerra descomunal, contra los riquísimos, los que hacían ostentación continua de su riqueza, de su poder y de su desprecio.

Los periodistas de ahora –tanto los jóvenes y veteranos cronistas a “pie de calle”, como los “coordinadores de mesas informativas”, y los periodistas sacralizados por los medios como grandes prototipos de la profesión, olvidan que ellos son intermediarios de la información, meros reguladores del proceso informativo y no los personajes de primera línea. Se sienten como dioses.

Sin embargo, algunos realizan su tarea olvidando los hechos fundamentales o enterrándolos bajo un caudal informativo saturado. Otros reproducen interpretaciones sesgadas de hechos verificables; los más, se preguntan y se responden a sí mismos, es decir, actúan como “creadores de opinión” al servicio de las grandes empresas y agencias de información.
Los entrevistados, que consiguen cansarnos hasta el agotamiento (siempre son los mismos en circunstancias habituales y casi los mismos en momentos de aceleración informativa y de urgencia mediática), se presentan a sí mismos como independientes sin indicar sus simpatías políticas que tiene que adivinar el espectador o el radio escucha. En la mejor de las situaciones un pequeño letrero nos indica, por breves momentos, el medio o el partido al que pertenecen.

Si se trata de organizaciones como PDeCAT, Esquerra, y sobre todo las CUT, los representantes y sus opiniones han sido previamente demonizados por los tertulianos “independientes” y por los periodistas que siguen el guion establecido.

Los periodistas de hoy deberían tener el libro “Diez días que estremecieron al mundo” como “libro de estilo” y mantenerlo como lectura diaria debajo de la almohada.

Cataluña

En el caso de Cataluña todos los equipos informativos trabajan en cadena, con datos de audiencia e informaciones basadas en encuestas sobre el análisis del impacto sobre el público. Toda la maquinaria desinformativa, -con distribución variable de papeles, (salvo el invariable de los medios que siempre ejercen el papel de extrema derecha), funciona sobre unos modelos detallados y plenamente constituidos. Son como moldes en los que los hechos y su significado se van adaptando, casi automáticamente, al resultado estratégicamente definido.

Es como una máquina de desinformación que utiliza componentes alternativos y variables que, al mismo tiempo, es muy minuciosa para convertir literalmente la información en una auténtica máquina de guerra.

La naturaleza de la guerra

El Gobierno y los partidos del “arco constitucional” mueven los primeros hilos y los grandes poderes del estado tratan de mantener la revuelta catalana bajo control.

Los medios organizan una verdadera guerra, que se va a realizar en varios escenarios y con distintos instrumentos, incluidos los emocionalesiv y psicológicos, para alistar los poderes legales, los judiciales, los eminentemente represivos, incluida la apertura de puertas a los grupos fascistas. Sobre estos moldes informativos hablaré en un artículo posterior.







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CATALUÑA: INFORMACIÓN Y ANÁLISIS


Cataluña y nuestro particular “Estado de derecho” 

(I)


Antonio Maira /Analista político y Capitán de Fragata, jubilado, de la Armada
20-11-2017

Cataluña: la revolución, paso a paso

Hace unos días leí una frase de Lenin dirigiéndose a los bolcheviques que más o menos decía: "cuando los procesos son vertiginosos no podemos intentar conducirlos, pero tampoco podemos permitir que nos dejen atrás".
Según yo lo entiendo eso quiere decir, más o menos, que en las urgencias la respuesta es una cuestión estratégica, no táctica. O, en todo caso, ambas cosas a la vez. Saber hacia dónde ir pero no dejarse arrastrar. Y menos por el enemigo. Un paso adelante y dos atrás.
Creo recordar que la frase fue pronunciada entre la revolución de Febrero y la Revolución de Octubre de 1917. Si mi memoria es fiel entre esos meses en los que Lenin escribió una de sus aportaciones principales al marxismo, la teoría del imperialismo: “El imperialismo, fase superior del capitalismo”. De máxima actualidad, por cierto.
Eso mismo –fijar un objetivo estratégico y adaptar la táctica a los movimientos del enemigo-, están haciendo los catalanes. Es decir: el Parlamento elegido democráticamente, su Presidente y sus Consejeros. También los partidos que habían incluido entre sus objetivos electorales promover la independencia de Cataluña. Por ejemplo, las CUT.
Todos ellos han cumplido escrupulosamente los mandatos populares para los que han sido elegidos. También han seguido, evidentemente, una “hoja de ruta”, con la presencia y el apoyo de las organizaciones sociales, Ómnium y ANC y -enormemente decisivo para comenzar-, los estudiantes más combativos, las organizaciones sindicales independientes y una parte muy mayoritaria de la población catalana. La que han señalado las urnas.
Sin embargo, los y las obreras jóvenes, caracterizados por la precariedad laboral absoluta, por el paro creciente y en buena parte por una cualificación profesional sin lugar en el mercado laboral, se han adaptado al apoyo familiar y a la precariedad subvencionada, y no se han incorporado, con decisión, a la lucha de clases. Lo mismo ha ocurrido con los y las jóvenes estudiantes, en gran parte clase obrera desempleada del mañana inmediato, desarmada por el discurso político de Podemos que siempre ha escapado, “como alma que huye del diablo”, de toda referencia a la lucha de clases.
En el entorno del artículo 155: El prefascismo de Rajoy y el fascismo urgente de Albert Rivera
El Gobierno español se ha aferrado también a su “hoja de ruta” en la convicción de que contaba con los elementos necesarios para someter a Cataluña o a cualquier movimiento de rebeldía: en el presente, durante todo el período del process y, sobre todo, en el futuro.
Ese futuro viene marcado por el 21 de diciembre y también, a medio/corto plazo, por el establecimiento de una República Popular y la caída de la Monarquía autoritaria y muy armada.
Rajoy y su Gobierno prefascista, maestro en operaciones propagandísticas y sicológicas, lanzó un reto –político, represivo y económico-, y un doble lazo para ganar la primera parte de la gran partida que se estaba produciendo en Cataluña y en el resto del Estado.
El escenario inmediato de Rajoy era el catalán pero el escenario estratégico era y sigue siendo, sin duda, la defensa del Estado español y de su monarquía Borbónica en Cataluña, en el Estado, y en el exterior.
Su referencia publicitaria y legal era, en los tres frentes, la defensa del tan publicitado “Estado de derecho” o, lo que es lo mismo, la defensa cerrada de la Constitución. Esta era, en todos los frentes, su tabla de salvación y la de todos los otros partidos del llamado “frente constitucional”.
No tenía otra. Pero la tabla, dada la nula capacidad e interés del PSOE por la defensa del pueblo, y su intolerancia ante cualquier cambio constitucional; y la posición irrelevante y fuertemente electoralista de Podemos que jugaba al mismo tiempo contra el pueblo catalán, y contra su historia (la DUI); y a favor del “Estado de derecho” y contra su enorme maquinaria represiva, resultó tan fuerte como sigue siendo -de momento- el Pacto Constitucional de la Transición.
Todo ello da, todavía para muchísimo juego, la mayor parte electoralista o simulado. El PSOE, animado por el PP con el cebo de un inmediato cambio constitucional ya ha recibido su primer varapalo formal. Podemos está sufriendo una enorme división interna y Ada Colau ha tenido que romper su pacto con el PSC en el Ayuntamiento de Barcelona. Su interpretación de los hechos es que Barcelona permite cualquier cosa y que “tanto monta, monta tanto”.
El frente internacional
Rajoy pensaba actuar primero para desarmar a Cataluña en los dos escenarios externos: el estatal y el internacional.
En el frente internacional, Rajoy, pese a las salvajes imágenes represivas del 1 de octubre, y al recurso legislativo y judicial del artículo 155 consideró que los dos frentes le eran muy propicios.
En primer lugar hizo su primera visita a Donald Trump, presidente de los EE.UU., sin duda para explicarle el alcance de la “algarada catalana”, su capacidad de contagio y la desestabilización europea que traería consigo.
Trump, sin dar la menor importancia a su anfitrión, y la menor muestra de interés por conocer la situación de Cataluña, le manifestó, con evidente desgana, el apoyo de Washington a las medidas tomadas o por tomar. Es obvio que a Trump los golpes de porra e incluso los tiros de disuasión le traen sin cuidado.
La segunda respuesta a la petición de auxilio del Presidente del Gobierno para lanzar al escenario político heredado del franquismo -y presentado por los partidos del “arco constitucional” como “Estado de derecho”-, fue la complicidad expresa del Rey Borbón, Felipe VI, en su discurso de la entrega de los premios Princesa de Asturias. La Constitución tenía que ser la gran estrella; el “Estado de derecho”, de origen franquista, su única manifestación.
Los Premios Princesa de Asturias
La presencia de Rajoy en ese acto, frecuentemente muy formal, sirvió para “constitucionalizar” el discurso del Rey, y el de éste para “legitimar” la intervención e interpretación dictatorial del Presidente del Gobierno.
En aquella sopa de legitimidades y discursos compartidos se metieron las tres máximas autoridades de la Unión Europea, El Presidente del Parlamento Europeo, El Presidente del Consejo y el Presidente de la Comisión.
Entre los tres llevaron aquél asombroso ¡y punto! al discurso integral Felipe VI-Rajoy que había perdido todo rastro de moderación e imparcialidad de la sagrada “Corona de todos” y su no menos inviolable portador.
Por allí circulaba, casi sin asiento y sin cámaras, el presidente de la Comunidad Asturiana, dispuesto a que sus gaiteros cerrasen el hermoso evento con su Asturias Patria Querida. Lo mejor que puede decirse de lo sucedido en aquél gran escenario del Teatro Campoamor es que todos iban a sus negocios:
-Felipe VI a conservar la corona ante una fatídica y premonitora República Catalana;
-Rajoy a mejorar su ranking electoral y a legitimar su artículo 155 ante los máximos representantes de la Unión Europea.
-Estos últimos próceres a plantear que la única opción posible en Europa es: “liberalismo salvaje o fascismo” y a negar la viabilidad de cualquier revuelta de los pueblos que les estropearía el gran negocio.
-Los actores menores también tenían su “papel”: el fascista Albert Rivera el de primer animador de la represión en Cataluña y el Presidente de Asturias Javier Fernández.
Ambos representaban el apoyo de CIU y de las dos ramas del PSOE a la aplicación de las medidas represivas del artículo 155.
Un reto y un doble lazo
Rajoy sabía que en el escenario estatal –pero no así en Cataluña- la demostración de fuerza y la aplicación de medidas extremas de autoridad, le permitía, por el momento aunar en su entorno a una parte considerable de un pueblo despolitizado que, por el momento, parece haber asumido la cultura de la indiferencia política, la desconfianza en los cambios y las propuestas revolucionarias ante la crisis; y del clientelismo salvador que incorpora a los ciudadanos a los circuitos del poder y, en definitiva, a la corrupción reinante.
El reto de Rajoy a la República Catalana tuvo cuatro brazos principales: político, represivo, económico y mediático-, y un doble lazo para ganar la primera parte de la gran partida que se estaba produciendo en Cataluña y en el resto del Estado.
Para el doble lazo contaba con atrapar, con uno de ellos al PSOE y al PC, en su posición obligadamente constitucionalista; lo cual resultó un éxito absoluto en el primer caso y parcial en el segundo.
Con el segundo lazo el Gobierno de Rajoy cazó a Ciudadanos atribuyéndole el doble papel en el que se mueve como pez en el agua: aparecer como el joven y desprejuiciado fascismo -catalán y estatal-, en su deseado papel de guapo y urgente incitador del estado de excepción en Cataluña.
Con CIU en ese papel de comparsa el propio PP organizaba las armas más pesadas y la organización institucional más conveniente. Con ello el PP, desarmaba, además, a Ciudadanos en su promesa electoral de controlar los desmanes de corrupción del Partido Popular que caen, como granizo de gran calibre, por todas partes.
El reto iba dirigido a los partidos “constitucionalistas” de izquierda. En este momento el PP ha anunciado ya que la reforma Constitucional va a reducirse a cuestiones formales. Con ello, simulaciones e hipocresías aparte, ha reforzado a la monarquía, al Régimen del 78 y a su pacto bipartidista con el PSOE. En este caso la simulación le corresponde al PSOE estatal y la aparente indignación al PSC.
Podemos y sus variadas confluencias en Cataluña con Ada Colau de cabeza de puente –nacionalista, pero no independentista -en su papel fundamental como alcaldesa de Barcelona-, ha sido particularmente ambiguo. con su pacto con el PSOE y con su estrategia a medio camino entre la DUI y la puesta en marcha de la “represión a la carta” (Carta Magna, deberíamos decir) del artículo 155.
Sus últimos movimientos para salirse del territorio de nadie la llevarán (a Colau) probablemente, al desconcierto de sus votantes, a la ruptura más abierta de Podemos en Cataluña, a la dificultad de gobernar Barcelona y a su pérdida de poder político a nivel catalán y estatal.
La “hoja de ruta”, la República catalana y el Artículo 155
El Gobern ha seguido de una manera muy inteligente, aunque no sin dificultades (adaptando sus acciones a las resoluciones legales y represivas del Gobierno de Rajoy, incluidas la ocupación policial y militar -esta última en grado de alistamiento y amenaza-), el inicio de los procesos judiciales, el encarcelamiento del Vicepresidente y varios consejeros, el de los dirigentes de Ómnium Cultural y de la ANC, el exilio y la orden de captura del Presidente Puigdemont y de otros Consejeros exiliados a Bélgica sede de las instituciones de la Unión Europea.
El Gobern ha conseguido colocar la agenda catalana en Europa y darle la vuelta al cierre europeo que habían decretado el Rey, Rajoy y el PSOE.
El Gobierno de Rajoy se reserva grandes bazas, una de ellas es el procesamiento –por el Tribunal Supremo o por la Audiencia Nacional- de todas aquellas personas de las que se pueda demostrar su apoyo a la declaración de independencia de Cataluña especialmente los enseñantes responsables de la colocación de las urnas el 1 de Octubre, los miembros de la Policía Autónómica que no protegieron al jefe del dispositivo judicial y a varios cientos o miles de personas, entre ellos los alcaldes que apoyaron, vara en mano, al Presidente Puigdemont y a sus Consejeros.
El tema básico es, a mi juicio y estos momentos, la aplicación de un estado de excepción -más que camuflado, desenmascarado- en Cataluña, fácilmente extensible al resto del país. Como para echarse a temblar o tirarse al monte.
En ese caso la aplicación de las medidas represivas abiertas como las que establece el artículo 155 sería sin limitaciones ni simulaciones, y con el aplauso general de todos los partidos del ámbito constitucional y de los que se queden a mitad de camino. No hay espacio político entre una represión absoluta, ampliable y proyectable en el tiempo, el artículo 155 a todo trapo, como acaba de anunciar el Gobierno: “si ganan la mayoría parlamentaria los independentistas y realizan cualquier acto que la promueva”, según palabras del Ministro de Justicia del Estado español y Consejero de Justicia para la Generalitat de Cataluña, Rafael Catalá Polo. No hay ninguna barricada contra la represión, que utilizará a las Fuerzas armadas si hace falta, tal como afirmó, la Ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, pese al olvido de los medios que han hecho desaparecer esa imagen tan significativa de sus archivo de vídeos (la famosísima hemeroteca).
El Gobierno de Cataluña, los partidos que promovieron la República Catalana, y aproximaron la nuestra, han perdido su primera batalla, aunque han reconocido que no previeron la enorme dureza de Rajoy y actuaron con ingenuidad.
Han derribado sus barricadas, han corregido su desconcierto y han vuelto a empezar.
Un paso adelante y dos atrás”.


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domingo, 21 de enero de 2018

PARA ENTENDER LOS PRESUPUESTOS GENERALES DEL ESTADO


Los presupuestos son responsabilidad de todos

Rebelión
República de las ideas
19-01-2018


Año nuevo, presupuestos antiguos, ya que el 1 de enero, debido a la falta de consenso para aprobar los de este año, se han prorrogado de forma automática los de 2017. Alrededor de los Presupuestos Generales del Estado se ha levantado todo un andamiaje de mitos. En primer lugar, se les concede una importancia que en realidad no tienen. Se habla de cuadro de mandos, se le considera el documento más importante que elabora el Gobierno, concreción de su programa, expresión de su política, etc. Se les otorga un carácter reverencial, pero en el fondo su contenido es mucho más modesto y tiene menos relevancia de lo que normalmente se piensa, porque es muy pequeño el margen de maniobra que existe de un año a otro.

El error surge al considerar como parte de los presupuestos muchas cosas que en realidad no lo son. El gobierno de turno ha aprovechado siempre su aprobación anual para incorporar toda clase de modificaciones legales que, de hecho, deberían tener vida propia e independiente de la ley de presupuestos. La razón de este sesgo hay que buscarla en que esta norma goza de una tramitación parlamentaria especial y acelerada, distinta de cualquier otra ley, con lo que se acortan los plazos y se simplifican los requisitos del procedimiento.
Año tras año, la ley de presupuestos iba agrandándose hasta el punto de convertirse en un ómnibus donde tenía cabida cualquier medida, aunque nada tuviera que ver con las cuentas públicas. El Tribunal Constitucional se pronunció en contra de esta corruptela, no obstante, como quien hace la ley hace la trampa, desde esa sentencia la ley de presupuestos recoge exclusivamente materias presupuestarias, pero se ha creado una ley nueva denominada de acompañamiento que, como su propio nombre indica, sirve de comparsa a los presupuestos, en la que se incluyen los asuntos más dispares. Ahora bien, si prescindimos de estos añadidos y nos centramos estrictamente en los presupuestos, veremos que el margen de discrecionalidad no es muy elevado, tanto más cuanto que nos movemos dentro de la Unión Monetaria y de las imposiciones de Bruselas.
Hay que comenzar señalando que la aprobación recae exclusivamente sobre las partidas de gastos. El estado de ingresos, por el contrario, es solo una previsión de la recaudación anual basada en el cuadro macroeconómico y en la normativa de los diferentes tributos. Es una tarea estrictamente técnica y en principio no implica ninguna decisión política, a no ser que se pretendan modificar las normas fiscales, pero cualquiera de estos cambios no tiene por qué ligarse a la aprobación presupuestaria. Otra cosa es que en ocasiones los gobiernos inflen las cifras de cara a cuadrar artificialmente el déficit. Pero las trampas nunca pueden ser la norma. Las previsiones podrán, además, cambiarse a lo largo del ejercicio si se modifican los supuestos sobre los que está fundamentada la estimación.
En cuanto a los gastos, la capacidad de decisión es menor de la que habitualmente se piensa. En el actual Estado de las Autonomías el grado de descentralización es muy elevado y, por lo tanto, las competencias que permanecen en manos del Estado son reducidas. Por otra parte, muchas de las partidas están ya comprometidas en el momento de su aprobación, o derivan de hechos o parámetros que se encuentran fuera de las decisiones del Gobierno o del Parlamento.
Los gastos financieros dependen de las condiciones del mercado o de la actuación del Banco Central Europeo. La retribución de los empleados públicos presenta una fuerte inercia y su incremento anual suele venir en buena medida determinado por la negociación con los sindicatos. Los gastos sociales, incluyendo las pensiones y el seguro de desempleo (dos de las partidas más cuantiosas), se fijan de acuerdo con la legislación vigente que, lógicamente, se puede cambiar, pero que no tiene por qué hacerse, tal como se está viendo, en la ley de presupuestos.
En cuanto a la inversión pública, lo único relevante es la cifra total, puesto que su composición está condicionada por las infraestructuras ya en marcha y por la facultad que la ley presupuestaria concede a los diferentes gestores para realizar modificaciones entre las distintas partidas de gasto. Por último, conviene no olvidar que los presupuestos se discuten bajo importantes restricciones, las que impone la cifra máxima de gasto, pero, sobre todo, los programas de Bruselas. Todo ello conlleva a que el número de variables relevantes sobre las que se puede actuar no sea muy cuantioso y su negociación, perfectamente asumible por todas las formaciones políticas con representación parlamentaria. Cosa distinta es la viabilidad de llegar finalmente a pactos.
Otro mantra que revolotea sobre los Presupuestos Generales del Estado es la creencia de que su aprobación solo le importa al Gobierno. Paradójicamente, sin embargo, los gobiernos -y más si son conservadores- se encuentran muy cómodos con un presupuesto prorrogado, ya que los ingresos van a incrementarse de cualquier modo de acuerdo con el crecimiento del PIB nominal (incremento real más inflación), mientras que las distintas partidas de gasto están congeladas en la cuantía del presupuesto anterior, lo que le puede servir de excusa en su objetivo de estabilidad presupuestaria y en la aplicación de la política restrictiva.
En esta línea hay que remarcar el expolio que, por ejemplo, representa para los jubilados que sus pensiones no se actualicen de acuerdo con el índice de precios, teniendo en cuenta que los ingresos del Estado sí se incrementan automáticamente con la inflación. En realidad, se está gravando a todos los pensionistas con un impuesto que es acumulativo año a año y que representa una redistribución de la renta en contra de este colectivo.
En nuestro país la existencia del bipartidismo ha repartido durante largo tiempo los papeles con un carácter muy determinista. De las dos grandes formaciones políticas, al partido del gobierno le correspondía por principio la defensa y aprobación de los presupuestos, y al de la oposición, la censura radical -enmienda a la totalidad se ha denominado- sin mayores matizaciones. Cuando el gobierno tenía mayoría absoluta, el presupuesto se aprobaba sin ningún problema y sin que se aceptasen más enmiendas que las que el partido mayoritario de forma graciable permitía. El papel del Parlamento resultaba inoperante. En el caso de que la mayoría no fuese absoluta, el gobierno buscaba el apoyo de un partido nacionalista y se actuaba de la misma manera, solo que entonces había que pagar un buen peaje al nacionalismo de turno, peaje que lógicamente no costeaba el gobierno sino el resto de los ciudadanos cuyas Comunidades no contaban con partidos nacionalistas ni regionalistas.
Ha sido este terreno de juego el que nos ha conducido a la situación actual de descontrol autonómico tanto en Cataluña como en el País Vasco, territorios en los que el Estado está prácticamente ausente, y donde la Administración central ha abdicado de muchas de sus competencias y, de lo que es peor, de sus deberes, con tal de no molestar a los nacionalistas. De otra manera sería difícil explicar cómo el País Vasco y Navarra, Comunidades con la mayor renta per cápita de toda España, en lugar de ser contribuyentes sean receptores netos, y resultaría desde luego imposible concebir el golpe de Estado que se ha producido en Cataluña y todas las circunstancias que lo han propiciado.
Sin los acuerdos del Majestic de Aznar y sin las inconscientes promesas de Zapatero, el nacionalismo catalán nunca hubiese estado tan crecido y jamás hubiese llegado a un grado tal de prepotencia que le hiciese creer que el único estado y gobierno legítimo en Cataluña era el de la Generalitat, y que el de España no era cosa suya. Por eso resulta tan injustificado e indignante que Aznar pretenda dar ahora lecciones cuando gran parte de lo que sucede tiene en buena medida su origen en aquel hablar catalán en la intimidad.
Tras las pasadas elecciones generales creíamos haber salido del bucle en que nos encerraba el bipartidismo. Pensábamos que sería el momento del Parlamento y que, ante un Congreso dividido, se impondrían la negociación y el diálogo; considerábamos que los presupuestos dejarían de ser cosa exclusiva del gobierno para convertirse en asunto de todas las fuerzas políticas, pues todas ellas se esforzarían para modificarlos de acuerdo con sus respectivas posiciones ideológicas. No ha sido así. Ciertamente hemos superado los problemas de la mayoría absoluta, pero no los derivados del chantaje nacionalista, puesto que los partidos han vuelto a las andadas de situarse de forma puramente nominalista en el esquema izquierda-derecha, negándose al pacto y a la negociación con las fuerzas que consideran en el otro extremo del arco parlamentario.
La decisión de los partidos de definir su ideología de forma nominalista por contraposición a la de otros les conduce a negarse por principio no solo a pactar, sino ni tan siquiera a negociar los presupuestos. Sin embargo, las más interesadas en su aprobación deberían ser todas aquellas fuerzas políticas o instituciones que están a favor de cambiar el statu quo en los diferentes capítulos. La negociación presupuestaria debería suponer una buena oportunidad para plantear determinadas reivindicaciones como la mejora en el tema de las pensiones, en el seguro de desempleo, en el gasto para la dependencia, en la inversión pública, en la retribución de los funcionarios, etc. La tramitación de los presupuestos no da para mucho más, pero tampoco para menos. Sería importante saber hasta qué punto estaría dispuesto a ceder el Gobierno en todos estos temas. Podríamos encontrarnos con que, a lo mejor, al final los presupuestos aprobados no serían los del gobierno, sino un mix de los del gobierno y de los de la oposición.
Desde la oposición, negarse al diálogo y al pacto supone renunciar a toda mejora, abdicar desde el principio a lograr que al menos parte de su programa pase del papel a la realidad, es dar por perdida la batalla antes de iniciada. La repulsa radical a negociar los presupuestos condena a los partidos de la oposición a la inacción y a la inoperancia, al tiempo que concede de nuevo el protagonismo a los partidos nacionalistas, con lo que se incrementarán los desequilibrios regionales y se acentuarán las fuerzas centrífugas con los efectos nefastos que se están haciendo presentes en los últimos años.
Tiene razón Guillermo Fernández Vara al afirmar que las negociaciones sobre Cataluña le afectan como presidente de la Junta de Extremadura; al igual que habría que añadir que le concierne la fijación del cupo del País Vasco y de Navarra. La aprobación de los Presupuestos y los posibles acuerdos que para aprobarlos se vea obligado a realizar el Gobierno con los partidos nacionalistas tienen repercusiones en todas las Comunidades Autónomas. Los presupuestos son un sistema de suma cero y la subordinación a su aprobación de la financiación autonómica no es ningún chantaje de Montoro, sino una realidad, por lo que es difícil entender que un partido que gobierna en varias Comunidades Autónomas, como el PSOE, se niegue a negociarlos. Claro que se entiende aún peor que consideren una especie de blasfemia sentarse a discutir los presupuestos y sin embargo crean que es posible llegar a un consenso para modificar la Constitución.
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