viernes, 21 de febrero de 2014

PODEMOS: UNA CRITICA NECESARIA



Sobre qué podemos ir haciendo ante “Podemos”

(3/6)

Vicente Sarasa

Red Roja
SOCIOLOGÍA CRITICA
2014/02/13


Ya en el segundo plano propuesto para el análisis –el de la inserción histórico-política de esta iniciativa- se impone una certera interpretación histórica, más allá de los intereses que la respaldan. Pongo a consideración estos apuntes:


“Podemos” se ofrece como una canalización y superación políticas de la “indignación quincemista”. En realidad, así son todas las candidaturas y plataformas que se vienen sucediendo desde hace más de un año. Todas son síntomas del agotamiento del 15M como herramienta para ir más allá de la mera indignación, pero haciendo suyo mucho de su discurso general e impreciso para no aparecer como algo “viejo” ante aquel. No reparan en que, incluso ante muchos jóvenes, el 15M ya aparece más viejo que hasta los bloques caídos del Muro de Berlín. Pocos fenómenos han envejecido tan prematuramente. Por tanto, “Podemos” tiene mucho de crítica inconsecuente del quincemismo. En realidad, viendo cómo la militancia promotora de “Podemos” se estructura y jerarquiza en cada una de sus esquinas organizativas, podemos afirmar que estamos ante un intento vergonzante de superar el 15M. En este sentido, si decíamos que el 15M era la intersección de dos crisis –la profunda sistémica del capital y la histórica de nuestro movimiento comunista- (5), “Podemos” es otra consecuencia objetiva más de una crisis añadida: la de la pura negación quincemista de lo clásico en todo lo referente a la expresión y organización de la lucha. Pero “Podemos” no puede, en los términos que se plantea, generar interiormente la necesaria negación de la negación quincemista. Otra cosa es que desde “fuera del interior” de “Podemos” pueda utilizarse el eventual marco político y de calle que esta iniciativa abriera para acercar las condiciones políticas en pro de una verdadera síntesis que supere, por un lado, nuestra propia crisis histórica como movimiento y, por otro, la crisis de la crítica que se nos ha hecho bajo el formato de “otro mundo es posible”, “15M”, etc. Muchos “gamonales” esperan aún ese parto-síntesis que acabe con la “madre de todas la crisis”, la capitalista, esa que está provocando, desde hace demasiado tiempo ya, un tsunami de degradación de las condiciones de vida como nunca en amplísimas capas de la sociedad.


En términos de clase, si el 15M lo que provoca es, en buena medida, la irrupción de “sectores intermedios” en el escenario de las movilizaciones –sectores que reivindican más su “ciudadanía” que su clase, y que han tomado un desmedido protagonismo político justamente por la desestructuración del movimiento obrero- esta candidatura sigue prolongando la iniciativa en las movilizaciones de estos sectores. No refuerza el papel de la clase obrera al tiempo que sigue dando rol de dirección en las movilizaciones a estas “capas intermedias” regalándoles los oídos por “un rato más”, cuando en realidad asistimos a un proceso de profunda proletarización de amplios sectores de la “ciudadanía” en el sentido más clásico y decimonónico del concepto de proletariado. En nuestra relación con “Podemos” –más bien con la gente de entre el pueblo que lo apoyará- debemos realizar un trabajo pedagógico y paciente que incluya esa reivindicación de mayor pertenencia a “lo proletario” que a “lo ciudadano”. Eso sí, esto ha de realizarse huyendo de debates teoricistas que obstaculicen las tareas por una amplia unidad de acción popular. Hay ejemplos fructíferos de esta labor pedagógica cuando se hace desde la convicción de que durante mucho tiempo la clarificación no puede ser previa a la movilización (6) dada la persistencia del descrédito de la política en general.


En cualquier caso, la línea revolucionaria de intervención debe saber acercarse a los “sectores intermedios” golpeados por la crisis, incluyendo en ellos a muchos obreros que siguen su discurso y que han llegado a disfrutar de una situación material que ha facilitado su “desclasamiento ideológico”. Convencidos de que la actual masiva movilización por reformas no puede ser resuelta en clave de reformismo; de que, en este sentido, la movilización de muchos sectores entra en contradicción con sus propios límites de conciencia, pero que sólo a partir del movimiento se pude resolver; de que esa movilización es necesaria para crear unas condiciones de verdadera resolución revolucionaria; convencidos de todo ello, hemos de ir a generar la contradicción allí donde se expresen las actuaciones políticas y “de calle” de esas “capas intermedias”. No tenemos otra. Lo demás es quedarse en la fraseología general revolucionaria y encima, a menudo, de la mala. Y la obligación de generar esa contradicción también incluiría los eventuales escenarios que pudiera abrir “Podemos” o candidaturas parecidas.


Concretamente debemos presionar para que, entre tanta paja y justas reivindicaciones dispersas (que a menudo parecen cartas a los reyes magos, como solemos decir entre nosotros), exijamos pronunciamientos claros en lo que se refiere a la línea de demarcación: la lucha contra el pago de la ilegítima deuda con sus desarrollos legislativos concretos (art. 135 de la Constitución, Ley 2/2012, etc.) en tanto que causa inmediata de los recortes que son la razón de las movilizaciones de “indignación”. Y si se nos responde que es imposible materializar eso porque “no nos dejarían”, entonces, la contradicción se establecerá en un plano aún más político, cuando exijamos que se haga menos apología de la apuesta electoral y de las posibilidades democráticas del actual sistema. En definitiva, esta forma de proceder es la que se plantea en esencia en el artículo “Línea revolucionaria y referente político de masas” (7): acompañar en todas las oportunidades que se nos ofrezcan a todos los sectores con los que tenemos que trabajar (ver nota 2) para que avancemos en el camino que va de la petición de reforma imposible al cuestionamiento revolucionario del poder para hacerla… posible.


Viendo cómo mucha gente cercana ya ha predispuesto su apoyo a “Podemos”, muchos militantes ya no podemos obviar la obligación político-práctica de generar la contradicción. Y hacerlo en los términos planteados. Debemos hacer ese trabajo de clarificación en las actividades que convoque “Podemos” siempre que no sea una mera reunión burocrática interna. Hemos aprendido a hacerlo desde lo que venimos a llamar la dualidad organizativa, la relación vector-marco. Cada vez más, tenemos un aliado con el que no se contaba durante los años siniestros del parto de la Transición: la debilidad actual de las tendencias reformistas y oportunistas que buscan impedir que la línea revolucionaria haga su trabajo en los marcos que aquellas se ven obligadas a impulsar, al estar afectadas por la misma crisis sistémica. Esa crisis profunda que, si ya provoca fisuras internas en el bloque dominante, aún más está debilitando la base material que sustenta a tanto pope de la “izquierda más institucional, burocratizada y legalista” que ahora está interesado en darnos cursillos acelerados de “humildad revolucionaria”. Hoy vivimos tiempos en que “el bolchevismo puede hacer trabajar para él al menchevismo”, ya sea porque este no se dé cuenta, ya sea que, por la cuenta que le trae, deba guardar las formas. Vivimos tiempos, en fin, en que hasta los oportunistas consideran más oportuno adoptar poses revolucionarias. La dualidad organizativa también nos da la solución dialéctica ante ello. En el plano “minoritario” de la línea revolucionaria organizada no nos creemos esas poses. En el plano “de calle” aprovecharemos la oportunidad (ahora sí) para seguir empujando “vectorialmente” nuestra labor bolchevique en los marcos que no son nuestros pero que no pueden impedirnos que estemos como si lo fueran.

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jueves, 20 de febrero de 2014

PODEMOS: UNA CRITICA NECESARIA



Sobre qué podemos ir haciendo ante “Podemos”

(2/6)

Vicente Sarasa

Red Roja 

SOCIOLOGÍA CRITICA
2014/02/13


En el primer plano entraría el análisis de la “teoría”, del texto del manifiesto, del programa, de las tesis que se defienden o se vienen a defender. Aquí no cabe concesión de ningún tipo. La intransigencia teórico-política con respecto a “Podemos” no debe depender ni siquiera de la suerte y de la aceptación que ahora tenga. Y aquí no estamos en clave de “purismo teórico” alejado de la vida política. Bien al contrario, es la única manera de garantizar que las batallas políticas del momento no se afronten desarmándonos para las de mañana.


Así, y sólo a modo de primeros ejemplos, cuando se habla de “contrato social que se ha roto”, nosotros no podemos permitir que en base a esto nos sigan haciendo avalar que el criminal sistema de concertación que parió la Traisición no sea condenable en origen. Nosotros no denunciamos la ruptura de ese contrato, sino el contrato mismo. Hay demasiados revolucionarios (e incluso no pocos activistas de las movilizaciones de masas) que han sufrido y continúan sufriendo las consecuencias de ese “contrato”. Y si ahora no entra en el “cálculo político electoral” la denuncia en origen de la Transición con todo lo que esto conlleva, al menos es nuestro deber presionar para facilitar que se creen las condiciones para ello. Si esta denuncia radical (de raíz) y consecuente del “contrato de la Transición” no puede entrar en el denominador común programático o justificador de tal o cual iniciativa que se quiere radical, al menos que no lo ponga difícil para plantearlo de forma no marginal cuanto antes: los represaliados políticos en el estado español están hartos de esperar décadas de infamia.


Qué decir cuando se da a entender que es posible reformar una UE que rebosa de euroimperialismo y que lo rebosa desde cuando sólo se veía el imperialismo yanqui. Tampoco podemos avalar ninguna conciliación con cantos de “vuelta al estado del bienestar”. Ni por asomo hemos de rebajar nuestra crítica al “modelo social europeo” al que caracterizamos de cotrarrevolucionario y proimperialista (4). No hay “suma de gente” alguna aquí que justifique hacernos abjurar de ese internacionalismo con los pueblos del mundo al que, en mayor suma, nos debemos. Ya sabemos que hay sectores más o menos amplios de las masas que sueñan con recuperar lo que les han quitado sin cuestionar radicalmente en qué marco lo disfrutaron. Pero desde una posición revolucionaria no hay duda de que ha de acompañarse a esa gente que ahora sufre para que, en última instancia, despierte. En ningún momento hemos de alimentar ni extender sus sueños que para nosotros nunca dejarán de ser pesadillas. Pero es que además no es cierto que el reformismo sea lo mejor para defender las reformas. Nunca mejor que en tiempos de crisis se experimenta aquello de que “sé revolucionario y, al menos, obtendrá reformas; continúa siendo reformista y terminarás por perderlas una tras otra”.


Efectivamente, bajo ningún concepto es necesario tirar el alma por los suelos para bajarse a las masas. Es posible trabajar por victorias ahora (incluso con “ramales electorales”) sin necesidad de anticipar derrotas, que es lo que pasa cuando todo se contorsiona y se retuerce buscando un “éxito inmediato”. La línea de intervención revolucionaria no hace de la no participación electoral un principio, pero sabe que ella debe ponerse al servicio de una estrategia que tenga en cuenta paradójicamente los límites en el tiempo de la “apuesta electoral”. Y no hay que referirse sólo a que el proceso de empoderamiento popular que en la actualidad urge debe pesar más que la elaboración de listas electorales. Sobre todo, no podremos dejar de prepararnos para escenarios de agudización de la lucha de clases donde muy previsiblemente la “relación electoral” decidirá poco en la “relación de fuerzas” que posibilite la materialización de nuestros programas (incluso los más reformistas). ¡Cómo vamos a obviar esto teniendo en cuenta la experiencia adquirida por la burguesía, tanto a nivel estatal como internacional, y el hecho de que vivimos en verdaderos modernos estados de contrarrevolución preventiva que actualmente describen con mucha más precisión lo que vivimos que las clásicas formulaciones de democracia burguesa!


En este sentido, la línea revolucionaria sabe mejor que nadie (en carne propia) que uno no puede explicitar ahora toda la verdad sobre ciertos temas pero que, si no es posible darla a entender (como recomendaba Brecht), al menos debe esconderla bajo un manto digno de silencio que permita deducir que hay una cabeza de Júpiter pendiente de descubrirse (parafraseando a Marx). Una cosa es que no se diga –porque no se pueda- todo lo que necesitamos, y otra bien distinta es que se digan cosas que necesitamosque no se digan.

Sobre este mismo plano, refirámonos a unas palabras de Alba Rico acerca de su apoyo a esta iniciativa, entre otras cosas, porque no podría hacer daño, según él, a una iniciativa parecida hecha desde una organización revolucionaria… sencillamente porque no existe. Es cierto que una de las mayores desgracias es que revoltijos eclécticos como “Podemos” poco daño pueden hacer a la línea revolucionaria de intervención porque esta no tiene entidad suficiente para recibir golpes. Pero no ha de ignorarse los brutales golpes (de los de verdad) encajados por las iniciativas revolucionarias en el estado español que han sido proferidos por un aparato estatal cuyas mordazas ha ido perfeccionando desde bastante antes de la Ley Mordaza y mientras se disfrutaba de un ambiente de “contrato social”. Y aquí no cabe anteponer las imperfecciones y límites tácticos propios de esas iniciativas revolucionarias. Así pues, a este respecto, y más allá de propuestas electorales, toca sumar fuerzas y hasta “plumas” para poner coto al reblandecimiento ideológico, teórico y de simple memoria histórica en el estado español. Sólo sea para no amparar más la agresión que esa transición –que ahora se dice más ampliamente que fue un engaño- ha venido haciendo sufrir a no pocos revolucionarios realmente existentes que opusieron resistencia en origen para que el engaño no se diera.


Finalicemos de momento este primer apartado diciendo que debemos huir de la tentación de utilizar de forma acrítica argumentos teóricos débiles como los del “antiliderazgo quincemista” sólo porque aparezcan en artículos que van contra “Podemos”. No estamos ni contra los liderazgos ni las delegaciones en las transformaciones revolucionarias, ni estamos contra el desarrollo de una organización de revolucionarios en relación dialéctica con un poder popular de base, y todo ello a fin de enfrentar a un poder capitalista e imperialista que no dudará en utilizar todas las armas y desarrollar todas su tendencias antidemocráticas antes de pasar definitivamente al museo de la historia. Pero tampoco podemos olvidar que, dada la experiencia histórica del movimiento comunista, la contundencia de la frase no es garantía de nada. Por tanto, no debemos acariciar la tentación de utilizar como munición contra “Podemos”, tal como se ha llegado a hacer, frases obreristas y hasta comunistas en boca de gente proveniente de un PCE que ha sido fundamental dentro del proyecto contrarrevolucionario que partió de la Transición.


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miércoles, 19 de febrero de 2014

PODEMOS: UNA CRITICA NECESARIA



Sobre qué podemos ir haciendo ante “Podemos”

(1/6)

Vicente Sarasa

Red Roja
SOCIOLOGÍA CRITICA
2014/02/13

[Ver Fuente: Red Roja] El reciente lanzamiento de la candidatura “Podemos” (que sus promotores afirman que va más allá de las elecciones europeas) ha suscitado un intenso debate en determinados medios militantes y activistas donde en muchos casos se expresa ya un apoyo o no a la candidatura electoral. En Red Roja, tal como ya apuntara hace unos días Nines Maestro (1), estamos aún pendientes de una declaración sobre las elecciones europeas que irá más allá de la postura ante “Podemos”. En este sentido, el presente escrito no se contenta con afirmar o negar un apoyo electoral a “Podemos”. Si bien, no tendría inconveniente en adelantar, ante aquellos que requieren ya de posicionamientos claros, que considero la iniciativa de “Podemos” como ajena a lo que ya debería perseguirse desde una línea revolucionaria. Ajena tanto en contenidos como en forma, incluido ese personalismo forzado mediáticamente y que no tiene que ver con un auténtico, necesario y serio liderazgo labrado en el fragor de la lucha de clases que está agudizándose en la actual crisis sistémica. Pero dicho esto, y en sintonía con lo que venimos expresando, la postura electoral desde una línea revolucionaria no puede reducirse a determinar en qué sentido iría el voto en el caso de que se decidiera ejercerlo.


Efectivamente, se hace necesario fortalecer una crítica consecuente a “Podemos” desde posiciones revolucionarias, a fin de encontrar la forma más correcta de relacionarse con esta iniciativa, en el estricto sentido marxista del término “relacionarse”, que va más allá del grado de (no) apoyo que concite la misma. Y ello, en aras del principal objetivo que tenemos marcado: cómointervenir lo mejor que se pueda en la acumulación de fuerzas para la transformación revolucionaria dentro de las condiciones más favorables que ofrece el periodo de movilizaciones de masas abierto tras el 15M y en el contexto general de la profunda crisis socioeconómica que desde antes vivimos. Una acumulación de fuerzas que, como decíamos en las Jornadas de Formación de Red Roja de 2013, históricamente «ni mucho menos ha consistido en sólo preocuparse por la gente que creemos que costará menos ganar para aquella». (2) Pues bien, hay que señalar que muchas críticas vertidas hasta ahora procedentes de personas cercanas no tienen en cuenta suficientemente esa recomendación. De ahí que no estaría mal utilizar la particular crítica a “Podemos” como ejemplo de crítica general ante los fenómenos histórico-políticos que se nos presenten, por tanto, más allá de la suerte que corra este en concreto.


Por lo demás, como se deducirá fácilmente más adelante, no se trata de dar ya una conclusión acabada sobre una experiencia que aún briega por parirse de forma consistente. Habrá que ir volviendo sobre ella en función también de cómo se vaya traduciendo en la práctica. Y tal como en algunos ámbitos militantes ya hemos avanzado, sería deseable un trabajo de análisis colectivo donde el rigor político no se sintiera a disgusto con la necesaria posición de principios. El presente escrito, de alguna manera, será una primera entrega donde se pondrá el acento en la metodología que se propone para ese análisis. Siempre, como se ha apuntado, con una clara proyección que supera este fenómeno concreto de “Podemos”. Bueno será también dejar por sentado que, dados los límites de influencia y de relación con las masas de la línea revolucionaria (y por ello mismo), esta primera aproximación se hará sobre todo en “clave interna”, dentro del campo revolucionario por el socialismo y de ruptura radical con el régimen de la Transición, independientemente de que, por supuesto, se busque que sea de un interés político más generalizado.

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Más allá de (ego) personalismos, de rifirrafes y oportunismos organizacionales, de apoyos mediáticos en ligazón con cálculos electoralistas que seguramente sobrepasan incluso a los promotores de “Podemos”, creo que donde tenemos que poner el acento principal es en que estamos ante un parto político de la “madre crisis”. Al tiempo, hemos de partir de que la línea revolucionaria en el estado español no está en condiciones de originar iniciativas del estilo de “Podemos” mientras diferentes oportunismos, sí. Pero persisten las condiciones favorables –como se está viendo en otros marcos no electorales- para aprovecharlas iniciativas de aquellos a fin de desbordarlas en la práctica y no simplemente en la literalidad de los debates. No son tiempos en que nos podemos contentar con manifestar nuestra (ciber)posición. La línea revolucionaria tiene que salir reforzada en su intervención política de calle. Ese será el medidor de nuestra actuación correcta. La gravedad del momento lo exige.


Tres son los planos en los que propongo que separemos el análisis de “Podemos” para saber cómo “acompañar” este fenómeno desde nuestra independencia de clase (que va más lejos de la “oportunidad” del momento y hasta del “sitio”) y en la medida en que esta iniciativa sea asumida por sectores de las masas entre los que tenemos que trabajar e independientemente del tiempo que dure su idilio. El primer plano es el superior de la línea teórica o de principios políticos. Debería sobrar decir que estos, los principios, no han de entenderse como una cuestión de frases generales a la que agarrarse (3). Se trata de salvaguardar un conjunto de “verdades políticas” que tenemos que defender a ultranza más allá de coyunturas “inmediatistas”. En un segundo plano hemos de abordar la inserción histórico-política de esta iniciativa, sobre todo, respecto a cómo se relaciona con determinados sectores de las masas, o mejor dicho, cómo estas se relacionan con aquella, con “Podemos”. Y, finalmente, estamos obligados a considerar un tercer plano donde nos aproximemos a la realidad más organizacional y hasta personal de “Podemos”, a fin de deducir qué recorrido previsiblemente tendrá en función de los intereses internos y contradictorios de la nebulosa de organizaciones afectadas directamente por la creación de esta candidatura. Evidentemente, esto contará a la hora de dosificar la atención que debamos prestar a todo ello.

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martes, 18 de febrero de 2014

¿PUEDE HABER COMPATIBILIDAD ENTRE CAPITALISMO Y DEMOCRACIA?

Ucrania: injerencia y geopolitica / Pedro Costa Morata

Cuarto Poder
SOCIOLOGÍA CRITICA
 2014/02/13

La delicada situación política que vive Ucrania, con violentos disturbios en varias ciudades, donde una tenaz multitud pide, entre otras cosas, la dimisión del presidente Yanukóvich, ha de analizarse en el marco y el juego de dos fuerzas potentes y contradictorias, presentes con desigual predominio en este país desde el momento de la desintegración de la URSS (1991): una de ellas apunta hacia Occidente (Unión Europea y OTAN) y la otra hacia Rusia. La primera prolonga la estrategia occidental de inclusión en el dispositivo militar de la OTAN de los países del Este europeo que van integrándose en la UE, política de largo alcance que pretende sin disimulos cercar a Rusia y en la que se pretende incluir a Ucrania y las repúblicas del Cáucaso; la segunda constata la influencia creciente de una Rusia que va recuperando poco a poco el papel internacional de la extinta URSS, tras dos décadas de sustanciales (y humillantes) pérdidas en su hinterland histórico. El cuadro repite el panorama geoestratégico que por largos siglos ha ilustrado las tensiones de Europa oriental, con el simple objetivo de frenar y vigilar a Rusia en su flanco del Mar Negro (y, de paso, su presencia en el Mediterráneo).Occidente no ceja en atraer a Ucrania a su órbita económica, política y militar. Como ya sucedió en la llamada “revolución naranja” de 2004 la presencia norteamericana trabaja en ello de forma insistente, ahora con menos escrúpulo u ocultación. Si entonces se hizo evidente la actuación de algunas de esas fundaciones que trabajan en numerosas partes del mundo “por la democracia” (aunque en realidad lo que hacen, sin gran misterio, es apoyar política y financieramente a los líderes o candidatos del gusto de Washington) ahora la injerencia norteamericana se ha superado a sí misma con la presencia, ostentosa y provocadora, de los senadores conservadores McCain y Murphy, que han acudido a arengar a las masas insurgentes que se supone anhelan la libertad que les prometen la UE y Occidente.
Quizás la novedad más significativa en este juego descarado de intromisiones sea la intervención alemana, de tipo político, diplomático y, se supone, financiero, que en esta ocasión se vuelca en Vitali Klitschko, ese boxeador ídolo de masas que lidera el partido UDAR (acrónimo que significa “puñetazo”), que consiguió su fama como púgil viviendo durante años en Alemania y que ya ha anunciado su candidatura a las elecciones presidenciales de 2015. Tanto la canciller Merkel como el ministro de Exteriores Westerwelle, la fundación Adenauer y el sensacionalista rotativo Bild apoyan a Klitschko y, es de esperar, su alternativa política para Ucrania. Digamos que Alemania protagoniza la injerencia euro-comunitaria pero en beneficio propio, comprometiendo a toda la UE con sus ambiciones. Berlín prosigue, con cada vez menos tiento (es decir, con más arrogancia) su política de fagocitar a todos –insistamos: todos– los países del Este forzando su integración en la UE, reúnan o no las condiciones que habitualmente Bruselas impone. Es el Drang nach Östen de otras veces, ese expansionismo hacia lo que la Alemania de siempre considera espacio vital; y también como siempre en pugna con el gigante ruso, aprovechando (o creyendo en) sus debilidades.

Ucrania ofrece, en esta coyuntura histórica, la posibilidad para la Alemania en auge de un Estado satélite de hecho, suministrador de materias primas sin cuento y de mano de obra barata y sumisa. Los norteamericanos también parecen proceder por su cuenta en su descarada ofensiva, aunque lo que pretenden es, desde luego, instalarles la OTAN a los rusos desde Ucrania, ese flanco sur-suroeste del Mar Negro, amenazando los movimientos de la flota basada en Sebastopol (Crimea); este objetivo de la inclusión en la OTAN se alcanzaría siguiendo el modelo observado en las ampliaciones europeo-orientales de los años 2004-2007, es decir, tras la etapa previa de la integración en la UE. Por supuesto que Alemania no plantará cara a una Rusia decidida a liberar sus fronteras de amenazas indeseables (es pronto para Berlín para enfrentarse a Moscú en el terreno estratégico, y cuando esto se produzca será con toda probabilidad en el Báltico). Pero lo lógico es pensar en la sintonía, básica y global, entre la Unión Europea y los Estados Unidos a la hora de frenar a Rusia.

Visible y comprensiblemente Rusia se incomoda, se impacienta y se apresta a decir que no. Ucrania es su reto más decisivo, una vez “perdidas” sus fronteras de los países bálticos, Rumanía y Bulgaria. Por eso, porque Moscú considera que ya ha sufrido demasiadas amenazas y cercos, se niega a ceder en Georgia y en Ucrania, y pretende ir recuperando cuotas de seguridad en las repúblicas centroasiáticas, donde ya existen bases militares norteamericanas procedentes de esos años de debilidad (aunque hubo cierta aquiescencia debido al problema de Afganistán, asunto también preocupante para Moscú). Para Rusia, Ucrania y también Bielorrusia constituyen territorios donde no puede consentir amenazas militares por numerosas razones en las que los elementos estratégicos son evidentes y quizás predominantes, pero no los únicos; han de añadirse los vínculos étnicos y religiosos (la gran “nación eslavo-ortodoxa”, de funcionalidad histórica innegable), los lingüísticos (el 30 por 100 de la población, de las regiones orientales y meridionales, es rusófona, incluida Crimea), el carácter de territorio ineludible para el trasiego del gas siberiano hacia Europa…

La dramática crisis global en que ha vivido Rusia desde que se deshizo el sistema soviético y se alzaron con el poder el clan Yeltsin y sus neoliberales supuso en el ámbito de la política exterior una dolorosa pérdida de influencia y de control sobre territorios que hasta entonces pertenecían a la rígida órbita del poder soviético. La breve guerra de Georgia de agosto de 2008 –demoledora para ese país, cuyo gobierno osó desafiar a Moscú impelido, sin duda, por los Estados Unidos– marcó en el terreno de los hechos que la Rusia del momento ya no era la que hubo de encajar –con su protesta pero incapaz de oponerse al decidido oportunismo occidental de extender su ámbito de influencia global hasta sus fronteras– el menosprecio y la hostilidad de Occidente con la integración masiva y acelerada en la UE y la OTAN de países que constituyeron su espacio de seguridad durante 70 años. Y en relación con Georgia, donde la presencia militar norteamericana era y es un hecho, Moscú ya advirtió que “no consentirá su integración en la OTAN”. Que no descarte Occidente que Rusia pueda asestar algún zarpazo más en semejantes coyunturas, si es que los cálculos erróneos de alguno de sus vecinos le da pie.

La Rusia de Putin –por más que carezca de los estándares occidentales aplicables a un sistema democrático, a la economía de libre mercado o a los derechos humanos– tiene previsto recuperar con contundencia su papel pasado y eso debiera de considerarse bueno para las relaciones internacionales globales. Las intervenciones de Moscú en crisis como la de Siria o la del Irán nuclear constatan ese avance y, de forma inevitable, el final de la superioridad norteamericana como potencia única universal, que tantos desmanes le ha permitido perpetrar en todo el planeta desde 1991. Esto conlleva, o así debiera ser, un avance desde Europa en la comprensión, al menos geoestratégica, del mundo eslavo y, muy especialmente, de Rusia (la actual y la de siempre).

(*) Pedro Costa Morata es ingeniero, sociólogo y periodista.

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PODEMOS ¿O NO PODREMOS?

Entrevista a Pablo Iglesias («Último cero», Valladolid):

 “Nadie podrá decir que el problema de las divisiones en la izquierda tiene algo que ver con nosotros”

sociología critica  
2014/02/15
Pablo Iglesias, en una abarrotada aula Mergelina, hoy en Valladolid. Foto: Sergio de la Torre
Pablo Iglesias, en una abarrotada aula Mergelina, hoy en Valladolid. Foto: Sergio de la Torre

Pablo Iglesias: “Nadie podrá decir que el problema de las divisiones en la izquierda tiene algo que ver con nosotros”

El mediático politólogo y profesor universitario ha pronunciado hoy en Valladolid la conferencia “la pelea por el sentido común. Renta Básica” en las jornadas organizadas por la recien nacida Asamblea Ciudadana
últimoCero
Valladolid
 
:: Viernes, 14 de Febrero de 2014 ::
 
A estas alturas de indignación es muy difícil no conocer al mediático politólogo, profesor universitario y presentador Pablo Iglesias. Por eso, para cualquier periodista, cuando se pone a tiro, es casi imposible resistirse a hacer unas cuantas preguntas. Pablo Iglesias, hoy en Valladolid gracias a la recién nacida Asamblea Ciudadana, ha respondido a las cuestiones que le ha podido plantear últimoCero.

Con las actuales cifras de paro ¿se puede instaurar una renta básica sin que todo este castillo de naipes se caiga?

Claro que sí. Lo que hay que contestar a los que dicen que no se puede es que precisamente la democracia es cambiar las cosas cuando se están haciendo mal. Y está claro que se está haciendo mal. La política de recortes lo que está haciendo es empobrecer el país. Dice Cáritas que uno de cada cuatro ciudadanos está en una situación de pobreza y, según informes de Intermón Oxfam, si se siguen aplicando las medidas políticas que se han venido aplicando hasta la fecha en 2025 tendremos 8 millones de pobres. Lo que hay que hacer es precisamente lo contrario de lo que se está haciendo y la renta básica no es solamente un instrumento para combatir la pobreza, sino para asegurar la dignidad de la gente a la hora de ganar capacidad de negociación para tener trabajo en condiciones dignas y no de precariedad como ahora, para aumentar el consumo, que sería una de las claves de reactivación de la economía y para demostrar que las cosas se pueden hacer de otra forma. Claro que es posible.

Si pudiera ¿qué sueldo mínimo aprobaría?

Los que establecen los promotores de la renta básica me parecen más que coherentes: establecerlo por encima de lo que se considera el umbral de la pobreza, que ahora mismo creo recordar que se sitúa en torno a los 650 euros.

¿Qué pegamento hay que comprar para poder unir las mareas, los 15M, los pequeños partidos de izquierda, los colectivos, las ONG, los sindicatos…?

La unidad popular, que no es lo mismo que la unidad de la izquierda. Algunos piensan que todos los problemas se solucionan si todas las siglas de las organizaciones de izquierdas se ponen de acuerdo en un cartel en el que aparezcan todas sus siglas y la casta gobernante está contentísima con eso. Y contentísimos con que el debate sea Rajoy contra Rubalcaba y que  el debate entre la izquierda y la derecha sea eso. O que el debate sea situarse a la izquierda de Rubalcaba. Yo creo que la clave es la unidad popular, decir que en estos momentos defender la democracia, la decencia y los derechos humanos nos separa de una minoría, una casta de privilegiados que defiende la dictadura que implica asumir que las decisiones se toman fuera o que las imponen constructores a través de sobres.

Se lo he escuchado varias veces: que la izquierda se haga pueblo ¿Se puede?

No queda otra. Cualquiera que estudie los procesos de transformación en el siglo XX se dará cuenta de que no se ha hecho ninguna revolución en nombre del materialismo dialéctico ni en nombre de ideologías, sino en el nombre de cosas muy básicas, como la dignidad, la paz, el pan, la vivienda…

¿Se puede con ‘Podemos’ dividir más que unir?

Nuestra propuesta es una propuesta de método. Y de método para el encuentro con todo el mundo. Yo creo que nadie tiene el patrimonio de la alternativa a las cosas que están ocurriendo. Del mismo modo que nosotros hemos dicho que los movimientos son irrepresentables y que, en todo caso, los movimientos nos representan a nosotros, nadie tiene el monopolio de la alternativa. Lo que nosotros estamos proponiendo es unir desde abajo. Y es una metodología perfectamente compatible con las militancias. Se lo hemos propuesto a todas las organizaciones políticas y sociales que han estado en contra de la austeridad y defendiendo la democracia.

¿Y puede decirme cómo van esos contactos?

Estamos en la fase de ronda de contactos, hemos enviado cartas a muchas organizaciones y colectivos sociales, nos hemos visto con algunas y seguiremos nuestra hoja de ruta. Si este proceso puede concluir en una lista con todos, maravilloso. Sino es así, las elecciones europeas tienen circunscripción estatal y nosotros celebraremos todos los votos que vayan a las candidaturas que defiendan la democracia y estén en contra de políticas de subordinación a la deuda con el mismo entusiasmo que celebraremos todos los que vayan a nosotros.

Usted habla mucho del proceso de elección ciudadana pero ¿usted puede no ir el primero de la lista?

Claro y lo dije el día de la presentación. Estoy dispuesto, si la gente quiere, con cualquier candidato, de cualquier organización o movimiento, competir sin control de censos, de manera que puedan participar todos los ciudadanos. Si esa compañera o ese compañero tiene más apoyos yo me retiro inmediatamente.

¿‘Podemos’ es un pulso a IU?

Evidentemente no. Seríamos muy estrechos y muy mezquinos si planteáramos la política así. Quien plantea eso no nos conoce y no nos ha visto hacer política. Nuestros enemigos son la casta y esa minoría que defiende la dictadura. Lo que estamos proponiendo es el método más eficaz para derrotarles. Nuestras metas siempre son altas. Yo entiendo que haya gente que entienda la política como la técnica de uso de cuchillo para apuñalar al que tienes al lado, pero cualquiera que analice nuestra trayectoria verá que no es nuestro estilo.

Estamos en febrero. ¿Se puede aguantar una campaña electoral tan larga?

Más duro es no tener trabajo, subirse a un andamio o que te echen de la vivienda. No podemos lloriquear, no podemos quejarnos. Claro que es duro. Yo, además de hacer todo esto, trabajo dando clase, presento La Tuerka, presento Fort Apache y bueno, esto implica renunciar a muchos elementos de tu vida personal, sacrificar horas de sueño… pero creo que es inaceptable que yo me queje tal y como está el país. Sarna con gusto no pica.

¿Su discurso no puede ser más adecuado para unas elecciones municipales que para unas europeas?

¿Por qué? Nosotros estamos diciendo que el problema no es Europa sino esta institucionalidad europea al servicio de los bancos. Esto nos va a permitir decir, además, con otros ciudadanos del sur de Europa, que no queremos ser una colonia de Alemania, que no queremos la colonia del poder financiero alemán y convertirnos en el lugar de vacaciones de los ricos a costa de que nos dejen sin derechos. Esta Europa, esta institucionalidad europea, está hecha al servicio de los bancos y allí se están tomando muchísimas decisiones. Queremos poder decirlo en el Parlamento Europeo y contribuir a tejer una red de alianzas con todos los pueblos del sur que tenemos intereses comunes y que nos toca defender nuestra soberanía.

¿Puede ser que se haya olvidado de firmar el manifiesto ‘Mover Ficha’ (con el que nace ‘Podemos’)?

Claro. No, no. De hecho, hay muchas cosas de ese manifiesto que no me convencen. Ese manifiesto fue un instrumento que asumieron una serie de compañeros para pedirme algo. Desde el momento que me lo pidieron yo plantee tres condiciones, el camino empezó y ese manifiesto murió para siempre. Desde entonces construimos una cosa nueva con nuevos protagonismos de la gente. Simplemente fue un instrumento para poder caminar.

¿Puede confesarme quién le saca más de sus casillas cuando acude a un plató de televisión? ¿Los Marhuenda, Inda, Rojo…?

Es difícil ¿eh?. Le va a sorprender: Marta Rivera de la Cruz.

¿Por qué?

Porque tengo poca paciencia con los tibios.

¿Y si al final, por culpa de ‘Podemos’ no se puede?

Pues bueno, nadie podrá decirnos que el problema de las divisiones en la izquierda tienen algo que ver con nosotros. Eso forma parte del ADN político de la izquierda. Nosotros no hemos inventado las divisiones y las discusiones dentro de la izquierda. Dicho esto: quien no quiera correr riesgos, que no haga política. Somos audaces, valientes, asumimos que vamos a recibir muchas críticas, zancadillas, insultos, pero insisto, peor es no tener trabajo o que te echen de tu casa. Nosotros no concebimos la política como negociación de burócratas llamándose por teléfono o mandándose mensajes de wassapp o manipulando censos para ganar congresos. Nosotros la política la entendemos de otra manera. ¿Que implica correr riesgos? Muchísimos. ¿Que esos riesgos nos pueden hacer sufrir, hacernos daño? Claro que sí, pero eso no es ninguna novedad. En política para tener éxito hay que jugársela y hay que mancharla. A nosotros nos duele la política, nos emocionamos con ella y si tenemos que sufrir con ella, pues lo asumiremos.

La Asamblea Ciudadana ha convocado para el próximo día 23 una cadena humana para unir la sede de Hacienda con una oficina del paro. ¿Puede haber excusa para no participar?

Yo creo que nunca hay que echarle la culpa a la gente. Creo que si la gente no participa en una cadena humana no hay que decirle que el problema lo tienen ellos. El problema lo tendrá quien la convoca y no ha sabido ilusionar a la gente para que participe. No soy partidario de hacer recaer el peso de la responsabilidad sobre los individuos, máxime sabiendo que el enemigo acumula todo tipo de dispositivos de dominación ideológica para convencer a la gente de que movilizarse no sirve para nada. Hay que ir en positivo. Ojalá esa cadena humana sea masiva y participe mucha gente, pero no se trata de decirle a la gente que si no viene se merece lo que le está pasando. Se trata de ilusionar. De amarguras ya andamos sobrados. Ahora nos toca ilusionarnos.

Foto: Sergio de la Torre

“Entre la Coca-Cola y la Pepsi”

Pablo Iglesias (Madrid, 1978) despierta hoy por donde pasa el mismo entusiasmo y esperanza, salvando las distancias, que suscitaba Felipe González a finales de los 70 comienzos de los 80. Con rigurosa puntualidad hizo acto de presencia en el Aula Mergelina, de la facultad de Derecho, que media hora antes del comienzo -19.30 horas- ya estaba llena. Antes de tomar asiento, entre Isabel y Luis, de la Asamblea Ciudadana de Valladolid, el politólogo sacó su cámara y dijo: “Voy a hacer una foto”. Y se hizo el silencio, gracias a sus dotes mediáticas.

Tras el flashazo, tuvo un lapsus, que da idea de la tralla que lleva encima: “Gracias a la Asamblea Ciudadana de Sevilla…”. Rumor en la sala, seguido de la petición de perdón. “Es que ya estamos a viernes y… “. Y es que Pablo Iglesias lleva unas semanas recorriendo el país, sin tregua. Hoy recaló unas horas en Valladolid para hablar de la Renta Básica y del Trabajo Digno, aunque en el ánimo de muchos lo que querían escuchar eran referencias a Podemos, iniciativa puesta en marcha, entre otros,  por Pablo Iglesias que es -antes de realizar unas primarias- su cabeza de cartel.

“Lo que dices”, refiriéndose a comentarios que le hacen sus tertulianos televisivos, “está muy bien. Pero no se puede hacer. Este discurso del pesimismo antropológico es tremendamente peligroso“, dijo Pablo Iglesias, antes de entrar a analizar la necesidad de una Renta Básica y el papel de “la casta de privilegiados”, entre la que incluyó a los políticos.

“La Coca-Cola y la Pepsi, el PP y el PSOE, llevan mucho tiempo gobernando y dicen lo mismo. Les va de maravilla. Pero no sirven, hay que echarlos y para eso hace falta la unidad popular“, afirmó el profesor de ciencias políticas y comunicador, que acto seguido mencionó “un viejo sueño: si toda la izquierda nos juntamos acabamos con este gobierno de mangantes. Y no es verdad”.

“La victoria”, añadió, “en estos momentos es en nombre de las cosas sencillas: la paz, el pan… La democracia la vimos en Gamonal; en la huelga de la limpieza contra la señora del abrigo de pieles; en Valladolid donde se reunieron los más sinvergüenzas en una convención… Y es que a la unidad popular le tienen miedo. Y de la unidad de la izquierda se ríen. Hay que echarles a todos y generar conciencia de pueblo. ¿Cuál es la diferencia entre el PP y el PSOE? Incluso buena parte de los militantes socialistas están hartos de esa casta”.

Cuando llevaba media hora de discurso, Pablo Iglesias mentó la palabra ‘Podemos’, con el pretexto de un correo electrónico recibido de una mujer, desde un pueblecito y subrayó con especial enfasis:  ”La izquierda no puede ser una religión”.

Antes de concluir la exposición y abrir el coloquio, Iglesias volvió a insistir en la idea fundamental para él:. “Conseguir que la gente entienda que la democracia no es elegir entre Coca-Cola y Pepsi“.

Desde la mesa, Isabel, pidió disculpas por haberse olvidado al principio del acto derecordar a Encarna, la mujer hospitalizada tras la carga policial del 2 de febrero en la calle san Lorenzo. Para ella, y los deseos de rápida mejoría, sonaron los aplausos.

“Quiero ganar el 50% para cambiar el país”

En el debate, Pablo Iglesias manifestó: “Si seguimos recibiendo apoyos, tiramos para adelante con las primarias e iremos a las generales”, para repetir que la democracia “es otra cosa que dejar unos papelitos en una urna” .

“La política es lo que es, por eso hay que hablar de unidad popular y ser humilde. El enemigo nos quiere pequeños, con el lenguaje de siempre, sin que nos entienda el pueblo… Así es como se ríen de nosotros. Pero cuando juntamos a cientos de personas empiezan a tenernos miedo”, e Iglesias puso el ejemplo “del calvo” [Lenin] que en lugar de hablar de materialismo dialéctico al pueblo ruso, le habló de “paz y pan”. “Los procesos hay que analizarlos en cada momento”, fue la respuesta a una pregunta sobre si Podemos “son los nuevos soviets del siglo XXI y sí creía que en España podía darse una revolución”.
Pablo Iglesias -que criticó, entre otras cuestiones, a la monarquía  y la manipulación de los medios de comunicación- reivindicó el poder político, y dijo: “Yo no quiero ser el 15% y gobernar en Andalucía con unos tipos… para tener tres consejerías. Quiero ganar el 50%, sino no cambiamos el país. En estos momentos no salgo a perder un partido. No tengo ningún compromiso con la izquierda, lo tengo con mi pueblo“.

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