miércoles, 30 de julio de 2025

Gobierno de la UE, algunas cifras y dimisión inmediata

 


Gobierno de la UE, algunas cifras y dimisión inmediata


Luisgonz

kaosenlared

30 de julio de 2025  

 

El ejecutivo comunitario (es decir el gobierno de la UE con la señora von der Leyen a la cabeza) ha presentado el presupuesto comunitario para el periodo 2028-2034:
– Alrededor de 300.000 millones anuales (2 billones los siete años) , 1,26% del PIB.
– La propuesta recorta las ayudas agrícolas (aprox 20%) y multiplica los fondos destinados a la defensa dentro de un nuevo fondo de competitividad.

El comercio entre UE y USA (2024):
– Servicios: la Unión Europea exportó 334.000 millones e importó 482.000 millones, generando un déficit de 148.000 millones (a favor de USA)
– Bienes: con exportaciones europeas por 531.600 millones e importaciones desde EEUU por 333.400 millones, lo que dejó un saldo favorable para la UE de 198.200 millones
Es decir el balance combinado es de unos 50.000 millones de euros a favor de la UE

El ‘acuerdo’ con el ejecutivo de Trump alrededor de los aranceles:
– USA cobrará un 15% (de los 865.000 millones que importa en bienes y servicios serían 129.750 millones )
– UE cobrará 0%
– Adicionalmente el gobierno (comisión) de la UE se compromete a comprar a USA productos energéticos (gas natural licuado, petróleo y combustible nuclear) por valor de 750.000 millones de dólares (640.000 millones de euros) en tres años.
– A incrementar las inversiones en USA en 600.000 millones de dólares
– Y una cantidad no especificada de compra de material militar (según Trump aumento drástico).

Es de suponer que a este último apartado están destinados los 800.000 millones que propuso ya la presidenta Ursula v.d.L. en meses pasados (reduciendo presupuestos en servicios sociales: educación , sanidad, pensiones).

A la vista de estos datos y que en las elecciones europeas NO propusieron:

– Cambiar ayudas agrícolas (osea incrementar los precios) por armas en el presupuesto.

– Ni dedicar millonadas a incrementar el aparato militar para mayor beneficio de la industria militar, mayormente estadounidense.

Y de las pésimas negociaciones, para la UE, por parte de la Comisión y su Presidenta.

Procede que DIMITA TODA LA COMISIÓN CON SU PRESIDENTA URSULA VON DER LEYEN y emigren a USA donde serán recompensados adecuadamente.

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martes, 29 de julio de 2025

DIRECTO.RUSIA DESAFIA EL ULTIMATÚM DE TRUMP.ZELENSKI REEMPLAZADO.UCRANIA...

Indignidad europea ante el engaño trumpista

 

Indignidad europea ante el engaño trumpista

 


Juan Torres López

Rebelion

29/07/2025 



Fuentes: Ganas de escribir

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el de Estados Unidos, Donald Trump, acaban de escenificar una auténtica y desvergonzada obra de teatro.

Como ha hecho con otros países, Donald Trump no ha buscado ahora con la Unión Europea un buen acuerdo comercial para los intereses de la economía estadounidense, como él se empeña en decir. Y en lo que ha cedido von der Leyen no es en materia arancelaria para evitar los males mayores de una escalada de guerra comercial, como afirman los dirigentes europeos. El asunto va por otros derroteros.

Los aranceles del 15 por ciento acordados para gravar casi todas las exportaciones europeas los pagarán los estadounidenses y, en algunos casos, con costes indirectos aún más elevados.

Eso pasará, entre otros productos, con los farmacéuticos que se ven afectados. Puesto que en Estados Unidos no hay producción nacional alternativa y siendo generalmente de compra obligada (los economistas decimos de muy baja elasticidad de la demanda respecto al precio) los consumidores terminarán pagando precios más elevados. Suponiendo que fuese posible o interesara la relocalización de las empresas para irse a producir a Estados Unidos (lo que, desde luego no está nada claro), sería a medio plazo (lo expliqué en un artículo anterior).

Los aranceles a los automóviles europeos serán del 15 por ciento, pero los fabricantes estadounidenses deben pagar otros del 50 por ciento por el acero y el cobre, y del 25 por ciento por los componentes que adquieren de Canadá y México. Sería posible, por tanto, que los coches importados de la Unión Europea sean más baratos que los fabricados en Estados Unidos y que a los fabricantes de este país les resulte mejor producirlos en Europa y llevárselos de vuelta. Además, la mayoría de los automóviles de marcas europeas que se venden en Estados Unidos se fabrican allí, de modo que no les afectarán los aranceles, mientras que en Europa apenas se venden coches estadounidenses, no por razones comerciales sino más bien culturales o de gustos. Otros productos en los que Europa tiene ventajas, como los relativos a la industria aeroespacial y algunos químicos, agrícolas, recursos naturales y materias primas no se verán afectados.

En realidad, en términos de exportación e importación de bienes generales, el «acuerdo» no es favorable a Estados Unidos. Como explicó hace unos días Paul Krugman en un artículo titulado El arte del acuerdo realmente estúpido, el que suscribió con Japón (y se puede decir exactamente lo mismo ahora del europeo y de todos los demás) «deja a muchos fabricantes estadounidenses en peor situación que antes de que Trump iniciara su guerra comercial».

No obstante, todo esto tampoco quiere decir que Europa haya salido beneficiada. Las guerras comerciales no suele ganarlas nadie, y muchas empresas y sectores europeos (los del aceite y el vino español, por ejemplo) se verán afectados negativamente. Pero no perderán porque Trump vaya buscando disminuir el déficit de su comercial exterior, sino como un efecto colateral de otra estrategia aún más peligrosa.

La realidad es que a Estados Unidos no le conviene disminuirlo porque este déficit, por definición, genera superávit y ahorro en otros países que vuelve como inversión financiera a Estados Unidos para alimentar el negocio de la gran banca, de los fondos de inversión y de las grandes multinacionales que no lo dedican a invertir y a localizarse allí, sino a comprar sus propias acciones. El déficit exterior de la economía estadounidense no es una desgracia, sino el resultado deliberadamente provocado para construir sobre él un negocio financiero y especulativo de colosal magnitud.

Lo que verdaderamente busca Estados Unidos con los «acuerdos» comerciales no es eliminar los desequilibrios mediante aranceles. Eso es algo que no se ha conseguido prácticamente nunca en ninguna economía). El objetivo real de Estados Unidos es hacer chantaje para extraer rentas de los demás países, obligándoles a realizar compras a los oligopolios y monopolios que dominan sus sectores energético y militar y, por añadidura, humillarlos y someterlos de cara a que acepten más adelante los cambios en el sistema de pagos internacionales que está preparando ante el declive del dólar como moneda de referencia global.

En el «acuerdo» con la Unión Europea (como en los demás), lo relevante ni siquiera son las cantidades que se han hecho públicas. Los aranceles son una excusa, un señuelo, el arma para cometer el chantaje. Lo que de verdad importa a Trump no es el huevo que se ha repartido, sino el fuero que acaba de establecer. Es decir, la coacción, el sometimiento y el monopolio de voluntad que se establecen, ya formalmente, como nueva norma de gobernanza y dominio de la economía global y que Estados Unidos necesita imponer, ahora por la vía de la fuerza financiera y militar debido a su declive como potencia industrial, comercial y tecnológica.

Siendo Donald Trump un gran negociador, si quisiera lograr auténticas ventajas comerciales para su economía no habría firmado lo que ha «acordado» con Europa (y con los demás países), ni hubiera dejado en el aire y sin concretar sus aspectos más cuantiosos. La cantidad de compras de material militar estadounidense no se ha señalado: «No sabemos cuál es esa cifra», dijo al escenificar el acuerdo con von der Leyen. El compromiso de compra de 750.000 millones de dólares en productos energéticos de Estados Unidos en tres años sólo podría obligar a Europa a desviar una parte de sus compras y tampoco parece que se haya concretado lo suficiente. Y la obligación de inversiones europeas por valor de 600.000 millones de dólares en Estados Unidos es una quimera porque la Unión Europea no dispone de instrumentos (como el fondo soberano de Japón) que le permitan dirigir inversiones a voluntad y de un lado a otro. Además, establecer esta última obligación sería otro disparate si lo que de verdad deseara Trump fuese disminuir su déficit comercial con Europa: si aumenta allí la inversión europea, disminuirán las compras de Europa a Estados Unidos, y lo que se produciría será un mayor déficit y no menor. 

Lo que han hecho von der Leyen y Trump (por cierto, en Escocia y ni siquiera en territorio europeo) ha sido desnudarse en público. Han hecho teatro haciendo creer que negociaban cláusulas comerciales, pero en realidad se han quitado la ropa de la demagogia y los discursos retóricos para mostrar a todo el mundo sus vergüenzas manifestadas en cinco grandes realidades:

1. El final del gobierno de la economía global y el comercio internacional mediante reglas y acuerdos y el comienzo de un nuevo régimen en el que Estados Unidos decidirá ya sin disimulos, a base de chantaje, imposiciones y fuerza militar.

2. A Estados Unidos no le va a importar provocar graves daños y producir inestabilidad y una crisis segura en la economía internacional para poner en marcha ese nuevo régimen. Quizá, incluso lo vaya buscando, lo mismo que buscará conflictos que justifiquen sus intervenciones militares.

3. La Unión Europea se ha sometido, se arrodilla ante el poder estadounidense y renuncia a forjar cualquier tipo de proyecto autónomo. Como he dicho, a Trump no le ha importado el huevo, sino mostrar que Europa ya no toma por sí misma decisiones estratégicas en tres grandes pilares de la economía y la geopolítica: defensa, energía e inversiones (en tecnología, hace tiempo que perdió el rumbo y la posibilidad de ser algo en el concierto mundial). Von der Leyen, con el beneplácito de una Comisión Europea de la que no sólo forman parte las diferentes derechas sino también los socialdemócratas (lo que hay que tener en cuenta para comprender el alcance del «acuerdo» y lo difícil que será salir de él), ha aceptado que la Unión Europea sea, de facto, una colonia de Estados Unidos.

4. Ambas partes han mostrado al mundo que los viejos discursos sobre los mercados, la competencia, la libertad comercial, la democracia, la soberanía o la paz eran lo que ahora vemos que son: humo que se ha llevado el viento, un fraude, una gran mentira.

5. Por último, han mostrado también que el capitalismo se ha convertido en una especie de gran juego del Monopoly regido por grandes corporaciones industriales y financieras que han capturado a los estados para convertirse en extractoras de privilegios, en una especie de gigantescos propietarios que exprimen a sus inquilinos aumentándoles sin cesar la renta mientras les impiden por la fuerza que se vayan y  les hablan de libertad. 

La Unión Europea se ha condenado a sí misma. Ha dicho adiós a la posibilidad de ser un polo y referente mundial de la democracia, la paz y el multilateralismo. Ahora hace falta que la gente se entere de todo esto y lo rechace, lo que no será fácil que suceda, pues a esos monopolios se añade el mediático y porque, como he dicho, esta inmolación de Europa la ha llevado a cabo no sólo la derecha, sino también los socialistas europeos que, una vez más, traicionan sus ideales y se unen a quien engaña sin vergüenza alguna a la ciudadanía que los vota.

Fuente: https://juantorreslopez.com/indignidad-europea-ante-el-engano-trumpista/

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Kaja Kallas, belicista

 

La Alta Representante de la UE parece haber olvidado que su familia prosperó enormemente gracias a la URSS. Su padre, Siim Kallas, fue diputado y un miembro influyente de la nomenclatura soviética. Obviamente, Kallas pide a gritos ayuda psiquiátrica.


Kaja Kallas, belicista


Thomas Fazi

El Viejo Topo

29 julio, 2025 



KAJA KALLAS, LA PRINCIPAL BELICISTA DE LA UE

 

Aunque Ursula von der Leyen sobrevivió a la moción de censura en el Parlamento Europeo el 10 de julio, el resultado (175 votos a favor) expuso el creciente descontento con ella. Sin embargo, la moción se dirigía a toda la Comisión Europea, y en particular a la adjunta del presidente: Kaja Kallas, vicepresidenta de la Comisión y Alta Representante para Asuntos Exteriores.

La figura más próxima al cargo de ministro de Asuntos Exteriores en la arquitectura europea es una verdadera amenaza para Europa. Kaja Kallas ha cimentado su carrera en una rusofobia desenfrenada, que atribuye a los horrores que experimentó durante su infancia en la Estonia bajo control soviético. El 23 de agosto de 2023, siendo aún primera ministra de Estonia, al visitar el monumento a las víctimas del comunismo en Maarjamäe, denunció con vehemencia los «monstruosos crímenes cometidos por el comunismo».

Sin embargo, la realidad es muy distinta. Su familia, lejos de ser víctima de la opresión soviética, vivió una existencia relativamente cómoda dentro del aparato de poder soviético. Su ascenso se vio facilitado, en gran medida, por el mismo sistema soviético que ella demoniza hoy.

Esta ironía arroja una densa sombra sobre su postura moral antirrusa: es difícil reconciliar sus llamamientos a una línea dura e inflexible contra Rusia con el hecho de que gran parte del prestigio de su familia –y por lo tanto el suyo propio– fue posible gracias a las oportunidades que ofreció la Unión Soviética.

Kallas, ex primera ministra de Estonia (un país de apenas 1,4 millones de habitantes, el mismo número que la ciudad de Milán) fue confirmada como nueva Alta Representante de la UE para Asuntos Exteriores en diciembre de 2024. Desde entonces ha encarnado, más que nadie, la combinación de incompetencia e irrelevancia que caracteriza hoy a la UE.

En un momento en que la guerra en Ucrania representa sin duda el desafío clave para la política exterior europea, es difícil imaginar a alguien menos adecuado para el papel que Kallas, cuya hostilidad visceral hacia Rusia raya en la obsesión.

En su primer día en el cargo, durante una visita a Kiev, publicó en X : «La Unión Europea quiere que Ucrania gane esta guerra». Esta declaración desató inmediatamente la preocupación en Bruselas, donde los funcionarios la consideraron contraria al lenguaje diplomático estándar, dos años después del inicio del conflicto. «Sigue actuando como si fuera primera ministra», observó un diplomático.

Apenas unos meses antes de su nombramiento, había propuesto dividir a Rusia en “pequeños estados” y desde entonces ha pedido repetidamente la restauración total de las fronteras de Ucrania de 1991, incluida Crimea, una posición que descarta cualquier negociación.

Aunque incluso Donald Trump ha reconocido que el ingreso de Ucrania en la OTAN es poco realista, Kallas insiste en que sigue siendo un objetivo, a pesar de haber sido una línea roja para Rusia durante casi 20 años. Kallas incluso declaró: «Si no ayudamos más a Ucrania, entonces todos tendremos que empezar a aprender ruso». Sin importar que Rusia no tenga ninguna razón estratégica, militar ni económica para atacar a la UE.

A principios de este año criticó duramente los intentos de Trump de negociar el fin del conflicto, calificándolos de «trato sucio». No sorprende que el secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, cancelara abruptamente una reunión programada con ella en febrero pasado. La obsesión de Kallas con Rusia la ha silenciado en todos los demás temas de política exterior.

Su retórica agresiva y unilateral —a menudo expresada sin consultar previamente a los Estados miembros— ha distanciado no solo a gobiernos abiertamente euroescépticos y críticos con la OTAN, como los de Hungría y Eslovaquia, sino también a países como España e Italia, que, si bien apoyan la postura de la OTAN hacia Ucrania, discrepan de la idea de que Moscú representa una amenaza inminente para la UE. «Escuchándola, parece que estamos en guerra con Rusia, pero esa no es la postura de la UE», se quejó un funcionario europeo a Politico .

Técnicamente, la función del Alto Representante es reflejar el consenso de los Estados miembros, como una extensión del Consejo, y no actuar con autonomía, como una figura supranacional. Sin embargo, Kallas interpreta su función de forma diferente, actuando repetidamente como si hablara en nombre de todos los europeos: un enfoque verticalista y antidemocrático que refleja una tendencia autoritaria más amplia, llevada al límite por Von der Leyen.

A pesar de sus declaraciones en defensa de la democracia, Kallas no fue elegida para su cargo actual y su partido, el Partido Reformista de Estonia, recibió menos de 70.000 votos en las últimas elecciones europeas, es decir, menos del 0,02% de la población europea.

De hecho, Von der Leyen ha llenado la Comisión con funcionarios bálticos de una región con una población total de poco más de seis millones de habitantes, colocándolos en puestos clave de defensa y política exterior. Estos nombramientos reflejan una alineación estratégica entre las ambiciones centralizadoras de Von der Leyen y la visión ultraintervencionista de la clase política báltica. Ambos comparten un compromiso incondicional con la línea de la OTAN y una profunda hostilidad hacia cualquier forma de diplomacia con Moscú.

El fervor antirruso de Kallas la convirtió en la elección natural para el cargo. Sin embargo, su familia no solo no fue víctima del sistema soviético, sino que fue parte activa y privilegiada de él. Kaja Kallas pertenece a una de las familias políticas más poderosas de Estonia, cuyo ascenso se vio facilitado, en gran medida, por el mismo sistema soviético que ahora condena.

Su padre, Siim Kallas, fue un miembro influyente de la nomenclatura soviética. Alto funcionario del Partido Comunista, ocupó puestos destacados en el sistema bancario y mediático de la URSS. Durante la perestroika, incluso fue elegido miembro del Congreso de los Diputados del Pueblo de la Unión Soviética.

Después de que Estonia obtuvo su independencia en 1991, Kallas padre rápidamente regresó a la política postsoviética, convirtiéndose en presidente del Banco Central de Estonia, luego fundador del Partido Reformista, Ministro de Asuntos Exteriores, Ministro de Finanzas, Primer Ministro (2002-2003) y, finalmente, Comisario Europeo durante más de una década.

Por lo tanto, no sorprende que, tras finalizar sus estudios en 2010, Kaja se adentrara en la política en el partido de su padre, siguiendo su trayectoria en Bruselas tras ejercer como primera ministra en su país natal entre 2021 y 2024. Es difícil no ver cómo la continuidad de las élites y los privilegios heredados han influido en su ascenso político. Y cabe preguntarse si su postura antirrusa es realmente fruto de profundas convicciones o si es más bien una tapadera para sus ambiciones personales.

Un episodio arroja luz sobre su postura geopolítica: en 2023, siendo aún primera ministra, tres importantes periódicos estonios pidieron su dimisión tras descubrir que la empresa de transporte de su marido seguía haciendo negocios con Rusia, a pesar de la invasión de Ucrania. Kallas minimizó el escándalo y se negó a dimitir, alegando no haber cometido ninguna irregularidad. Esta conducta desató acusaciones de hipocresía: mientras Kaja Kallas exigía el aislamiento económico total de Rusia, ignoraba los vínculos comerciales de su familia con ese país.

Kallas va de un error a otro. Recientemente, logró ofender a casi todos los ciudadanos irlandeses al afirmar que la neutralidad de Irlanda se debe a que el país nunca ha sufrido «deportaciones masivas» ni «supresión de la cultura y la lengua», una afirmación extraña, considerando la larga historia de colonialismo británico y la masacre de los Problemas de Irlanda.

Pero algunos errores tienen consecuencias más graves. En una reunión con el ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, Kallas instó a Pekín a condenar a Rusia y alinearse con el «orden internacional basado en normas». Yi, habitualmente muy comedido, respondió con firmeza , recordando que China no apoya militarmente a Moscú, pero que tampoco aceptará su derrota.

Yi podría haberse referido a una declaración anterior de Kallas: «Si Europa no puede derrotar a Rusia, ¿cómo podrá enfrentarse a China?». El hecho de que Kallas se sintiera con derecho a dar sermones a China sobre derecho internacional y el orden basado en normas demuestra no solo una sorprendente ceguera ante la menguante influencia global de Europa, sino también una total inconsciencia de cómo se percibe la doble moral europea en Pekín y en todo el Sur global. Si bien ha condenado enérgicamente los ataques rusos contra civiles, sistemáticamente ha minimizado, o incluso excusado, las atrocidades israelíes en Gaza.

Un informe de la UE filtrado recientemente confirmó que Bruselas es plenamente consciente desde hace tiempo de que Israel está cometiendo crímenes de guerra, como «hambruna, tortura, ataques indiscriminados y apartheid». Sin embargo, Kallas nunca ha condenado a Israel ni ha cuestionado las relaciones entre la UE e Israel. Asimismo, ha guardado silencio ante las amenazas estadounidenses de anexionarse Groenlandia y ha apoyado los bombardeos estadounidenses e israelíes contra Irán, una clara violación del derecho internacional.

Esta moral selectiva ha dañado gravemente la credibilidad de la UE, especialmente ante el Sur global. Pero sería un error culpar solo a Kallas. En última instancia, el principal problema no es ella, sino el sistema que la hizo posible: un sistema que premia a los halcones más intransigentes, ignora la democracia y reemplaza la posición política con la ostentación en las redes sociales. Si Europa continúa por este camino, no solo perderá su papel en el mundo, sino que se convertirá en el símbolo mismo del declive de Occidente hacia una kakistocracia: el gobierno de los peores, los menos competentes y los más inescrupulosos.

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EL MANDO UCRANIANO ABANDONA POKROVSK.ASALTO TREMENDO EN SEREBRIANKA. ATA...

lunes, 28 de julio de 2025

DIRECTO.UCRANIA COLAPSA. ATAQUE MASIVO DE RUSIA. TRUMP HUMILLA A EUROPA....

Bulgaria se une a la zona euro

 

Bulgaria llevaba tiempo dándole vueltas sobre si entrar o no en la Eurozona. Su parlamento ha decidido entrar, pero gran parte de la población está en desacuerdo, temiendo un aumento de precios y una mayor pérdida de soberanía.


Bulgaria se une a la zona euro

 

Megi Popova

El Viejo Topo

28 julio, 2025 


El 8 de julio, el Parlamento Europeo aprobó por amplia mayoría la entrada de Bulgaria en la eurozona. Con esta votación, Bulgaria, un país de seis millones y medio de habitantes situado en Europa del este, comenzará a utilizar el euro como moneda a partir del 1 de enero de 2026. ¿Cuál es la situación que ha llevado a esta votación y cuál es el futuro de Bulgaria dentro de la zona euro?

Desde 1997, Bulgaria ha funcionado con un sistema de caja de conversión, que vinculó inicialmente su moneda, el lev, al marco alemán. Tras la sustitución del marco por el euro, el lev se vinculó a este último. Este sistema ha limitado la independencia monetaria de Bulgaria al eliminar herramientas de control como la devaluación. Como consecuencia, muchos han argumentado que el uso del lev aporta pocos beneficios y solo costes a Bulgaria. Los defensores de la soberanía búlgara sostienen que el sistema de caja de conversión debería desmantelarse. Sin embargo, existe un amplio consenso político en que es una salvaguardia contra la irresponsabilidad fiscal y la inflación.

Para la coalición de centro-derecha en el poder y para la mayoría de los representantes políticos de la Asamblea Nacional, la adhesión a la zona del euro es la culminación de la plena integración de Bulgaria en la familia europea. El año pasado, Bulgaria se adhirió al Schengen, el acuerdo que permite la circulación sin visados dentro de Europa (firmado originalmente en Schengen, Luxemburgo, en 1995, Bulgaria se adhirió en 2005, pero solo comenzó su aplicación en 2024). La opinión mayoritaria en el Parlamento búlgaro y en el poder ejecutivo es que la adhesión a la zona del euro supone un hito histórico para Bulgaria. Sin embargo, esta opinión no es compartida por la mayoría de los ciudadanos búlgaros. Una parte significativa de la población cree que la adhesión a la zona del euro ha sido un gran éxito, mientras que un número considerable de críticos argumenta que, a pesar de los beneficios económicos, la entrada ha sofocado la voluntad de los ciudadanos búlgaros, que no votan directamente sus políticas.

Hace dos años, el partido populista proruso Vazrazhdane tomó medidas para celebrar un referéndum sobre la adhesión de Bulgaria. Sin embargo, el Parlamento y el Tribunal Constitucional consideraron que sería inconstitucional. El 9 de mayo de 2025, el presidente de la República de Bulgaria, Rumen Radev, anunció que propondría un referéndum sobre la entrada de Bulgaria en la zona euro. Radev, presidente desde 2017, antiguo comandante de la Fuerza Aérea Búlgara que había servido en el mando de la OTAN como general de división, es a menudo acusado de lealtad insuficiente a la Unión Europea y a la OTAN debido a sus críticas al envío de armas europeas a Ucrania y a la continuación de la guerra. La propuesta del presidente Radev para el referéndum fue rechazada por el Parlamento búlgaro.

Todas estas acciones catalizaron una ola de descontento entre gran parte de la ciudadanía búlgara. Según una encuesta realizada por la agencia sociológica Myara el 14 de mayo de 2025, el 54,9% de los encuestados afirmó que, si tuviera la oportunidad de participar en un referéndum, respondería “No estoy de acuerdo con que Bulgaria adopte el euro en 2026”; el 34,4% respondería “Estoy de acuerdo en que Bulgaria adopte el euro en 2026”. En la misma encuesta, el 63,3% de los encuestados se mostró a favor de celebrar un referéndum, mientras que el 35,3% no lo apoyaba. Otras encuestas también muestran resultados similares.

Al mismo tiempo, la mayoría de los búlgaros apoya la adhesión de Bulgaria a la Unión Europea, que goza de un nivel de confianza muy alto entre los ciudadanos en comparación con otros países europeos. El escepticismo de la mayoría de los búlgaros hacia el euro no se debe al euroescepticismo, sino que tiene una explicación mucho más pragmática y social. Mientras que los ideólogos del euroescepticismo, que suelen situarse en la derecha populista, esgrimen argumentos económicos en contra de la adhesión a la zona del euro, la mayoría de los ciudadanos se muestran preocupados por el aumento de los precios, en particular de los alimentos y de los servicios, y no por la naturaleza de la zona euro o de la moneda en sí, sino por la transición que, inevitablemente, creará condiciones propicias para la especulación, el aumento de los precios y la inflación. Estas preocupaciones no son infundadas, y el ejemplo más reciente y cercano es el de Croacia, país en el que el Gobierno tuvo que imponer un límite máximo a los precios de determinados productos.

 

En Bulgaria no ha habido un debate real sobre el euro, ni siquiera uno terapéutico, y este hecho puede dejar otra herida en una democracia tan frágil. En los últimos años, la participación electoral en Bulgaria ha disminuido de forma constante, y la historia de los referéndums en el país es lamentable: los ciudadanos tienen la sensación persistente de que no tienen voz, lo que es extremadamente perjudicial para la democracia.

 

Esto apunta a una cuestión más amplia: la ausencia de un debate público significativo sobre la adopción del euro revela un déficit democrático más profundo. Cuando los ciudadanos se sienten ignorados, las decisiones políticas parecen impuestas desde arriba, alejadas de la realidad que viven. Esta desconexión fomenta la desconfianza, alimenta los discursos populistas y genera desinterés cívico. Es en este contexto en el que debemos entender las protestas emergentes contra el euro, no como actos aislados, sino como expresiones de un malestar democrático creciente.

Los medios de comunicación y el Gobierno tienden a asumir el papel de “informar” a los ciudadanos sobre la logística de la adhesión y a luchar, quizás de forma superficial, contra los aumentos “injustificados” de los precios y la especulación durante el período de transición. En un país en el que más de 800.000 ciudadanos están clasificados como trabajadores pobres, la preocupación por el aumento del coste de productos básicos como el pan, la electricidad y el transporte no es una preocupación macroeconómica abstracta, sino una preocupación existencial. En ausencia de salvaguardias eficaces contra la especulación, la regulación de los precios de los productos básicos o una política de ingresos coherente, los temores a la inflación no solo son comprensibles, sino racionales.

Fuente: Globetrotter

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Las páginas amarillas de la derecha extrema [España]

 


Las páginas amarillas de la derecha extrema

Iñaki Urdanibia

Kaosenlared

28 de julio de 2025 


Vaya por delante que estamos ante un libro realmente importante, y hasta necesario; fue tal el éxito de la versión on line que los editores decidieron publicar la versión impresa (https://rosalux.es/2021/06/de-los-neocon-a-los-neonazis/).

Con respecto al título que he elegido para este artículo, cuadraría tal vez mejor el color pardo, si bien a la representación más destacada de la derecha extrema hispana, la de Vox, le mola más el verde, benemérito, que con tanto orgullo lucen sus líderes, los de la “España que madruga”. Otros colores tampoco desentonarían con algunos de los grupos que asoman en el panorama peninsular: el azul falangista, por ejemplo.

Se lee en el Prólogo, escrito por Amelia Martínez Lobo: «Esta publicación trata de aportar no sólo claves para el análisis, sino una descripción minuciosa de todo el cosmos de la extrema derecha en el Estado español, desde sus expresiones institucionales, con Vox a la cabeza, hasta sus tentáculos en el fútbol, las redes sociales, los influencers y los espacios de generación de pensamiento como fundaciones o lobbies», mostrando el deseo de que el libro «se convierta en un lugar de referencia y un manual de consulta», y ciertamente lo consigue y con creces, ya que estamos ante una mirada detallada a la génesis y desarrollo, e implantación, de la extrema derecha en la sufrida piel de toro; un mapa, un árbol y también un rizoma que hace que se muestre la galaxia ultra, sus ramificaciones y sus medios de comunicación y otros. El volumen es un verdadero ladrillo de más de casi setecientas páginas y de cerca de un kilo de peso, y si lo califico de ladrillo no lo hago con tono despectivo sino que lo hago en referencia a la contundencia que supone en el rostro de las organizaciones aludidas, y me inspiro en aquel misterioso ser que respondía, entre otros, al nombre de B. Traven / Ret Mahut, que publicaba en su momento una revista con el nombre de Der Ziegelbrenner (el ladrillero…fabricar ladrillos para un nuevo mundo y para enfrentarse al viejo); en esta ocasión la Oficina de enlace Madrid de Rosa Luxemburg Stiftung* se alza con radicalidad frente al ascenso de las posturas fascistas, neo, ofreciendo un potente ladrillo antifascista…con su «De los neocón a los neonazis. La derecha radical en el Estado español», Informe coordinado por Miguel Ramos, y que cuenta con diferentes colaboradores como Nora Rodríguez, Jordi Borrás, Román Cuesta, Julián Macías, Pep Anton Ginestà, Adrián Juste y Juan Francisco Albert Guerrero de Al Descubierto, Proyecto UNA, Nuria Alabao y Carles Viñas.

El comienzo hurga en la denominada transición con su amnistía, que de hecho fue un decreto de punto final que eximía de responsabilidades a los franquistas, y los primeros pinitos por erigir un partido de derecha radical, plasmado en Fuerza Nueva de Blas Piñar; otros intentos asomaron como los grupos organizados por Ruiz-Mateos, Mario Conde o Jesús Gil, si bien al final fue la Alianza Popular de Manuel Fraga Iribarne la organización que aglutinaba en su seno a franjas de extremistas de derechas, y que más tarde se bautizaría como PP; éste se mostró más prudente con respecto a la hora de traspasar ciertas líneas rojas, que le acercaran a extremas derechas europeas; esto no quita para que algunos miembros de dicho partido, como Xavier García-Albiol o Javier Maroto sostuvieran posturas combativas contra la inmigración. A partir de ahí, las páginas derivan hacia el contexto internacional, y sus expresiones en el Estado español que se centran en luchar contras las leyes de Memoria histórica, la legalización del aborto, recalcando la unidad de España y la consiguiente lucha contra el independentismo, irrumpiendo la vena conspiranoíca como fue el caso del atentado de Atocha…el 11M supuso la puesta en marcha de una defensa de Occidente frente al islam y sus expresiones terroristas, lo que llevó a la intervención en Iraq propiciada por el trío de las Azores; en dicho trío aparecía José Marías Aznar, que más tarde pondría en marcha la FAES. La Iglesia jugó, y juega un papel esencial en la embestida contra ciertas leyes como la del aborto, la educación para la ciudadanía, o la del matrimonio homosexual…en la misma onda no se puede ignorar el florecimientos de otras fogosas organizaciones como Hazte Oír, la AVT, la Asociación Nacional por la Libertad Lingüística…coreados por diversas páginas webs y medios de comunicación como la COPE, Intereconomía, Libertad Digital, la Gaceta, y ciertas organizaciones religiosas, como la mentada Conferencia Episcopal, los Kikos o el Opus Dei. Dos cosas se han de destacar: una, que muchas de estas organizaciones nombradas son escisiones del tronco común, el PP, dándose , por otra parte, situaciones de doble militancia; y la otra es que en la medida en que Vox y su troglodita ideario amplía su presencia, el PP entra en el juego de competir con el partido de Abascal, lo que supone una mayor radicalización del partido encabezado por Núñez Feijó, en temas como la unidad patria, el irredento combate contra el independentismo, las lenguas cooficiales, o la inmigración.

A partir de ahí el libro expone pormenorizadamente el surgimientos de Vox, su ideario antifeminista, contra la inmigración, encarnizadamente españoles y opuestos a las lenguas cooficiales adoptando una óptica falaz de victimismo, negacionistas con respecto al cambio climático, al maltrato a las mujeres; se exponen igualmente su programa económico de un radical neoliberalismo, y sus fuentes de financiación, sus relaciones internacionales y sus órganos sindicales, culturales-Disenso (por cierto, pasmado me quedé al conocer un número que dedicaban a Gilles Deleuze, viendo entre los firmantes al otrora convencido marxista-leninista, y althusseriano, Gabriel Albiac, etc.). Se analiza también la fantasmal moción de censura…

El despliegue de la obra se extiende a la presentación de partidos extra-parlamentarios y organizaciones de extrema derecha. Capítulo aparte merece Catalunya, y las organizaciones españolistas que allá combaten, y las expresiones independentistas de extrema derecha. El exhaustivo repaso a las organizaciones fundamentalistas religiosas, la lucha en las redes, internet y las mentiras por doquier que expanden…la luchas contras las leyes progresistas del gobierno, y el combate en la época de la pandemia, y…muchas cosas más, por no decir todas aquellas que tienen relación con la extrema derecha, sus ramificaciones, apoyada en datos, listas de personajes y personajillos, y de las organizaciones a las que pertenecen, sin olvidar las certeras ilustraciones en la que se pueden ver a significativos miembros de tales grupos en posición de predicar las virtudes de sus idearios, manifestaciones, árboles genealógicos de algunas organizaciones, o un amplio muestrario de logotipos, o bandas de derechistas en actitud de combate … y no seguiré porque todo no se puede decir, sobre todo cuando lo que dice la obra de la que presento es tanto….acerca de este fantasma que recorre Europa, y el mundo, el posfascismo, en palabras de Enzo Traverso,…fantasma cuya presencia, para más inri, es notable en ciertas instituciones del Estado español.

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* ) «ROSA-LUXEMBURG-STIFTUNG. La Rosa-Luxemburg-Stiftung es una organización internacional de izquierdas sin fines de lucro que proporciona educación política. Asociada al partido alemán “Die Linke”, la fundación es un foro de diálogo político que pretende fomentar la investigación, la participación, la auto-organización y el pensamiento crítico tanto en Alemania como en el resto del mundo…», así se presentan ellos mismos en las última páginas de la obra

Por Iñaki Urdanibia para Kaosenlared

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domingo, 27 de julio de 2025

INESPERADA MANIOBRA RUSA AL NORTE DE POKROVSK CREA PÁNICO EN UCRANIA.IMP...

Auge y caída del trabajador del conocimiento

 

Auge y caída del trabajador del conocimiento

 

Vinit RavishankarMostafa Abdou

Rebelion

26/07/2025


Fuentes: Jacobin [Imagen: Un antiguo minero del carbón trabaja en una estación informática en la oficina de Bit Source LLC en Pikeville, Kentucky, el 1 de febrero de 2016. (Sam Owens / Bloomberg / Jim Ratliff vía Getty Images)]


En teoría, los trabajadores del conocimiento iban a ser los beneficiarios del neoliberalismo y la globalización. Sin embargo, la IA generativa y un mercado laboral hipercompetitivo están empobreciéndolos también a ellos.

En una reciente reunión de líderes empresariales y funcionarios del Gobierno estadounidense organizada por la empresa de capital riesgo Andreessen Horowitz, el vicepresidente J. D. Vance presentó un sorprendente y  sincero análisis de los últimos cincuenta años de política económica estadounidense. «La idea», afirmó, «era que los países ricos ascenderían en la cadena de valor, mientras que los países más pobres se encargarían de las tareas más sencillas».

Lo que quería decir con esto es que, desde la década de 1970, los defensores de la globalización asumieron que, aunque algunos trabajadores de lugares como Estados Unidos podrían perder sus empleos en la industria manufacturera, la mayoría se adaptaría. Lo harían, por usar una frase que se convirtió en un meme en la década de 2010, «aprendiendo a programar». Al cambiar las minas de carbón por los ordenadores portátiles, los trabajadores de Estados Unidos, donde se concentrarían los empleos de alto valor, ocuparían una posición más alta en la cadena de valor mundial que sus homólogos del Sur Global. En cambio, lamentó Vance, lo que ocurrió fue que «a medida que mejoraban en el extremo inferior, también empezaron a ponerse al día en el extremo superior».

La descripción que hace Vance de esta tendencia es, en cierto sentido, más honesta que lo que el mundo ha llegado a esperar de los políticos estadounidenses. Desde la Guerra Fría, los líderes estadounidenses han vendido la globalización con expresiones ingeniosas como «progreso», «integración» y «modernización», una forma de economía de goteo para los Estados-nación que enriquecería aún más a los ricos y elevaría a los «subdesarrollados». Y aunque es cierto que el nivel de vida ha aumentado desde entonces, sobre todo en Asia Oriental, la realidad del resto del mundo ha sido un crecimiento mediocre, acompañado del desastroso colapso de las instituciones estatales y de bienestar.

Criticando los males de la globalización, Vance postula un mundo moldeado por una carrera de suma cero por la supremacía entre los Estados-nación. Sin embargo, en este relato falta —o se omite convenientemente— un análisis serio de las clases, a pesar de que son el eje principal que determina quién se beneficia de la globalización. Bajo el nombre de nación se agrupan los explotadores y los explotados, los que buscan sin piedad maximizar sus beneficios en todos los sectores y geografías, y los que soportan el peso de este insaciable afán de acumulación.

Presentándose como defensores de la clase trabajadora estadounidense, Vance y otros políticos como él desvían la atención de sus patrocinadores multimillonarios hacia los trabajadores extranjeros y una élite urbana liberal vagamente definida, aprovechando en gran medida la división entre los trabajadores manuales y los trabajadores de cuello blanco.

Fordismo y posfordismo

El sistema económico por el que Vance y otros miembros de la derecha populista sienten nostalgia es lo que a menudo se denomina la era fordista del capitalismo. Durante su apogeo, la llamada edad de oro del capitalismo, aproximadamente uno de cada seis trabajadores estadounidenses estaba empleado, directa o indirectamente, en la industria automovilística; hoy en día, la cifra es de poco menos del 3%.

El fordismo se caracterizaba por el consumo masivo en toda la sociedad y la producción en masa en fábricas organizadas según los principios tayloristas de hiperestandarización de los métodos de trabajo, las herramientas y los equipos para maximizar la eficiencia. Representó un período particularmente exitoso del crecimiento capitalista. En Estados Unidos, por ejemplo, entre 1947 y 1979, el salario medio de los trabajadores sin funciones de supervisión aumentó un 2% anual, mientras que el PIB real creció un 7,3%. En comparación, a partir de 1979, los salarios solo crecieron un 0,3% anual, mientras que el PIB real creció apenas un 4,9%.

La desaparición del fordismo, que comenzó en la década de 1970, fue provocada por la intensificación de la competencia internacional. Otros países capitalistas avanzados, como Alemania Occidental y Japón, comenzaron a producir bienes similares a los de Estados Unidos. Los salarios más bajos en esos países, combinados con la duplicación de la capacidad productiva, acabaron ejerciendo una presión a la baja sobre los precios y, en última instancia, sobre los beneficios.

Los efectos de este colapso se manifestaron en cambios tanto en la producción de bienes como en los patrones de consumo de los estadounidenses. Las fábricas ajustadas, coordinadas por cadenas de suministro globalizadas cada vez más complejas, sustituyeron a la fabricación nacional masiva de productos estandarizados. Los avances en la automatización, la informática y las tecnologías de la comunicación facilitaron esta transición al permitir la gestión de una mano de obra más flexible y distribuida geográficamente.

Los patrones de consumo de la población también cambiaron: los estadounidenses de a pie obtuvieron acceso a una amplia gama de productos cada vez más individualizados a precios más baratos, desde prendas de ropa diversas adaptadas a las subculturas emergentes hasta Funko Pops infinitamente personalizables. Este modo de consumo pronto se convirtió en la norma aspiracional de las clases medias de todo el mundo.

Pero el declive del fordismo también provocó la erosión del movimiento obrero en la mayor parte del Norte Global. La causa inmediata fue la deslocalización de las fábricas y los despidos masivos de trabajadores sindicalizados. A medida que estos trabajadores fueron desplazados a espacios de trabajo más pequeños y dispersos que exigía el sector servicios, su capacidad de organización se vio más limitada.

Este periodo acabó provocando derrotas aplastantes para el movimiento sindical, y los antiguos centros productivos —el Rust Belt estadounidense, el norte de Inglaterra, el norte de Francia— sufrieron una rápida desindustrialización a medida que las fábricas se trasladaban al extranjero, ayudadas por los contenedores de transporte estandarizados, los inventarios informatizados, las redes de comunicación más rápidas y otras innovaciones tecnológicas.

Esto creó una división cartesiana dentro de la economía mundial entre una mente del Norte, donde se realizaba el trabajo intelectual, creativo y directivo, y un cuerpo del Sur, responsable de la producción de bienes físicos. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), un acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos, Canadá y México, firmado en 1994, y la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio en 2001 exacerbaron estas tendencias. La producción se trasladó en su mayor parte a Asia, inicialmente a Corea del Sur y Taiwán, y finalmente a China continental.

Allí, las naciones con grandes poblaciones campesinas y formas innovadoras de gobernanza práctica ofrecían tanto mano de obra siempre disponible como una disciplina laboral rígida. China, por ejemplo, con diferencia el mayor ejemplo de este tipo de centro de fabricación, introdujo lo que se ha dado en llamar el «régimen de trabajo dormitorio», que agrupaba a los trabajadores en alojamientos densos en su lugar de trabajo, lo que permitía a la dirección de las fábricas un control sin precedentes sobre la rutina diaria de sus empleados.

Mientras que un pequeño grupo de países subdesarrollados de Asia oriental pudo beneficiarse de la globalización, la gran mayoría de los países que se integraron en estas redes —desde Egipto hasta Sudáfrica e Indonesia— sufrieron el deterioro tanto de la capacidad del Estado como del bienestar bajo la disciplina del capital financiero, y quedaron atrapados en servicios de bajo valor y en la producción de productos básicos.

El auge de la economía del conocimiento

Al mismo tiempo, los rápidos avances en las tecnologías de la informática y las comunicaciones contribuyeron al nacimiento de una nueva clase de trabajadores del conocimiento: modeladores de datos, desarrolladores de software, diseñadores de sistemas, analistas financieros e ingenieros de redes. Esta nueva clase sirvió de intermediario para los flujos cada vez más desagregados de capital, recursos, información y materias primas. Los miembros de esta clase disfrutaban de una relativa estabilidad al recibir una mayor parte de los beneficios de las empresas, ya fuera directamente a través de salarios más altos o mediante la propiedad de acciones. Este subconjunto de la mano de obra se convirtió en los gestores y facilitadores del capitalismo posfordista y vio cómo su nivel de vida y su capacidad de consumo aumentaban cómodamente.

En la mente de los defensores de la globalización, estos nuevos puestos de trabajo debían compensar las pérdidas resultantes de la desindustrialización. Sin embargo, las ganancias distribuidas por estos empleos fueron muy desiguales, y un pequeño sector de hogares con ingresos altos se llevó la mayor parte de los beneficios: el índice de Gini de desigualdad de ingresos en Estados Unidos, por ejemplo, pasó de 0,45 en 1971 a 0,59 en 2023, un nivel que solo se había visto antes de la Segunda Guerra Mundial.

En Estados Unidos, esta élite de trabajadores se llevó la mayor parte de los beneficios de la globalización; en Europa, la mayor fiscalidad mitigó en cierta medida esta divergencia, redistribuyendo parte de las ganancias obtenidas por las nuevas clases medias a una clase más amplia de trabajadores a través de lo que quedaba del Estado de bienestar. Pero, en realidad, ambos modelos estaban bastante desconectados de donde se generaba una gran parte de los beneficios: en las fábricas de China y México y en las textiles de Bangladesh y Vietnam.

Emblemático de esta nueva economía es el minorista de moda sueco H&M. En 2024, la empresa registró un beneficio operativo de 1800 millones de dólares. Pagó un tipo impositivo medio del 24,9%, prácticamente nada en Bangladesh, donde se produce alrededor del 20% de sus prendas. Un diseñador de ropa en H&M puede ganar hasta 100.000 dólares al año, mientras que el salario mínimo mensual de un trabajador textil en Bangladesh solo se ha aumentado recientemente a 113 dólares: unos míseros 1356 dólares al año.

La IA generativa y el giro hacia el interior del capital

En los últimos años, el pequeño grupo de trabajadores que se ha beneficiado de la economía globalizada ha empezado a sentir la presión. El auge de la IA generativa y la ansiedad generalizada sobre sus efectos pueden interpretarse desde esta perspectiva. Desde el lanzamiento de ChatGPT en noviembre de 2022, cada vez es más evidente que innumerables formas de trabajo —el diseño gráfico, la redacción publicitaria, la programación— están siendo rápidamente sometidas a la misma lógica disciplinaria que antes se centraba en la fábrica.

Aunque la IA generativa ha sido objeto de un entusiasmo injustificado y la tecnología dista mucho de ser perfecta, su capacidad para escribir código informático o generar diseños de productos e imágenes de marketing está mejorando rápidamente. Ya no es del todo descabellado concluir que algo parecido a un proceso de proletarización industrial podría llegar gradualmente a formas de trabajo informativo y creativo que hasta ahora habían sido inmunes a estos cambios.

Incluso si no aceptamos las fantásticas nociones de inteligencia artificial general (una IA que podría superar la inteligencia humana) o las grandilocuentes declaraciones sobre una cuarta revolución industrial, en su forma actual los modelos de IA generativa son capaces de ayudar a los capitalistas a imponer disciplina salarial a una amplia gama de trabajadores del conocimiento. Su capacidad para buscar y procesar de manera eficiente grandes volúmenes de texto supone una amenaza particular para las profesiones basadas en el descubrimiento, la curación y la organización del conocimiento.

Estos modelos también se han implementado para automatizar ciertos aspectos del desarrollo de software y la programación informática, lo que ha provocado una descalificación de los programadores y ha reducido la influencia que antes tenían. Por ejemplo, un modelo de lenguaje generativo ahora puede producir la mayor parte del código necesario para crear un prototipo razonable de un sitio web o una aplicación móvil en una o dos horas, un trabajo que normalmente le llevaría varios días a un desarrollador de software medio.

En ámbitos como el marketing, la creación de contenidos y la publicidad, los modelos de IA generativa son capaces de sustituir una gran parte de las tareas de los empleados. Que lo hagan bien o no es irrelevante: poco impide que las fuerzas del mercado conviertan la basura de la IA en la nueva norma.

El declive de la aristocracia

El éxito de la obra Imperio, de los filósofos Michael Hardt y Antonio Negri, a principios de milenio, despertó un renovado interés por una corriente de análisis laboral contemporáneo que había sido especialmente popular entre los marxistas italianos desde la década de 1970. Estos pensadores, denominados «posobreristas», como Maurizio Lazzarato, Paolo Virno y el propio Negri, argumentaban que las formas informativas, culturales y comunicativas del trabajo en red eran más resistentes a la medición y menos susceptibles de ser absorbidas por los circuitos de la disciplina y la mercantilización. En el trabajo inmaterial y cognitivo veían las semillas de la autonomía, la cooperación y el potencial de formas de producción poscapitalistas, es decir, una forma de liberación del trabajo explotador en sí mismo.

En retrospectiva, estas ideas acabaron estando bastante desfasadas respecto a la realidad de cómo acabaron evolucionando estos patrones de trabajo «inmaterial». Al igual que otros avances recientes en diferentes tipos de trabajo intelectual —como el desarrollo ágil de software o la creación de contenidos métricos—, la IA generativa sirve para expandir la lógica de la fábrica precisamente a estos patrones de trabajo aparentemente autónomos, rutinizándolos y haciéndolos más susceptibles a la disciplina. Por ejemplo, ahora se le puede pedir a un diseñador gráfico que entregue un modelo 3D en una hora en lugar de en un día, y el empleador puede indicarle que utilice Midjourney o cualquier otra herramienta de asistencia de IA.

Hoy en día, la red del capital se está reduciendo. La malla que conecta a los productores de microchips de las fábricas de Foxconn en Shenzhen con los empleados del Genius Bar en Berlín y con los trabajadores tecnológicos de las oficinas de Apple en Cupertino es cada vez más uniforme. Si bien la posición de los trabajadores de gama baja y alta frente al capital es muy diferente, cada vez comparten más una trayectoria descendente.

En lo que es una señal reveladora para el sector tecnológico, las tasas de empleo de los programadores informáticos en Estados Unidos se han desplomado hasta su nivel más bajo desde la década de 1980. Esta presión ha erosionado visiblemente la capacidad de negociación de los trabajadores, y no solo en lo que respecta a los salarios. En 2018, los empleados de Google lograron detener la colaboración de la empresa con el Ejército estadounidense en el marco del Proyecto Maven. El año pasado, en cambio, más de cincuenta trabajadores fueron despedidos sumariamente tras protestar por la complicidad de Google en el genocidio de Gaza. La aristocracia de la economía del conocimiento, que en su día fue capaz de negociar sus condiciones, está siendo destronada poco a poco.

Ahora más que nunca, es esencial que luchemos contra la atomización que mantiene a los trabajadores separados a lo largo de las cadenas de suministro globales. A medida que se acelera el giro hacia dentro del capitalismo del Norte, se hace cada vez más crucial mirar hacia fuera, cultivar alianzas y solidaridades con los ingenieros de centros de datos, los trabajadores textiles, los trabajadores de plataformas, los mineros de cobalto y todos aquellos relegados a la parte baja, a las sombras del capitalismo global. El capital es hoy un adversario mucho más formidable que hace medio siglo, y si queremos construir un movimiento obrero exitoso, es crucial que construyamos de forma voluntaria y deliberada la solidaridad y nos organicemos en todos los nodos de su red.

Traducción: Natalia López

Fuente: https://jacobinlat.com/2025/07/auge-y-caida-del-trabajador-del-conocimiento/

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