viernes, 3 de diciembre de 2021

El gasto oculto en Defensa. El presupuesto militar real es más del doble de lo que indican los Presupuestos. [Que sí, hombre que sí, que se acepta barco como animal de compañía. Que sí que el poder de la nación reside en la voluntad popular así como el Lucero del Alba y yo formamos el trío de la bencina en plan guay. Que no hay tampoco ningún problema en aceptar alicates como complemento necesariamente obligatorio para el buen funcionamiento del barco que como ya se ha dicho se acepta como animal de compañía. Que estamos en un sistema democrático, que sí hombre que sí. Pero vamos a ver, es que no ven que llevo todo el rato diciendo que sí. Si lo que yo digo es que se fabriquen cuatro tanques sin cañón, que porque vayan cuatro tanques sin cañón a la guerra de matar personas no va a pasar nada, no se va a enterar nadie, y que con el dinero de los cuatro cañones que no se le ponen a los cuatro tanques dedicarlo a que los niños patriota españoles tengan todo una dieta alimenticia adecuada y suficiente… ¡Joder que pesadez! ¿Otra vez con el barco? Pero hombre, ¿no le he dicho ya que sí?]

 

El gasto oculto en Defensa

El presupuesto militar real es más del doble de lo que indican los Presupuestos


Por Óscar F. Civieta

Rebelion / España

 30/11/2021 

Fuentes: La Marea

En el proyecto de Presupuestos, la partida destinada a Defensa asciende a 10.155,27 millones de euros. Un estudio comprueba que el gasto militar real es más del doble. Se trata, además, del ministerio que acapara más inversiones.

De los Presupuestos Generales del Estado, a menudo se destacan las grandes cifras: lo que corresponde a cada ministerio, las oscilaciones respecto a años anteriores, las inversiones… Pero basta con profundizar un poco para comprobar cómo la cantidad destinada a algunos sectores es muy superior a la contemplada oficialmente bajo su epígrafe. Se nutren de consignaciones estratégicamente difuminadas a lo largo de toda la maraña numérica que conforma las cuentas. Es el caso, por ejemplo, de la Religión y, sobre todo, de la Defensa

Quien ha inquirido y recorrido los insondables caminos de las partidas de gastos es Juan Carlos Rois, cuyo análisis –hecho público por el Grup Antimilitarista Tortuga– arroja una conclusión evidente: el presupuesto militar real poco tiene que ver con los 10.155,27 millones de euros consignados al Ministerio de Defensa en los Presupuestos para 2022, recientemente aprobados por el Congreso de los Diputados.

Solo con las aportaciones de otras carteras a programas directa y claramente relacionados con el militarismo, dejaría un gasto de 20.693,85 millones de euros. Más del doble.  

El gasto en armas crece un 21,6%

Antes de ahondar en las cifras, una breve reseña sobre los programas que más dotación se llevan del presupuesto oficial de Defensa. El primero es el llamado «Programas especiales de modernización», o lo que es lo mismo, el gasto en armas, que para 2022 será de 2.848 millones de euros. Esto indica un crecimiento del 21,6% respecto a 2021. Destacan los 593,8 millones destinados a la compra de 87 aviones de combate EF2000, que se describen como «de superioridad aérea y alta capacidad de ataque en superficie».

La segunda gran partida es la de «Gastos Operativos de las Fuerzas Armadas», que se lleva 2.254,9 millones de euros. Son, tal y como se definen en los Presupuestos, los salarios del personal, incluidos los gastos que implican «su despliegue, adiestramiento e intervención en maniobras y operaciones, así como los gastos corrientes de sus acuartelamientos (gastos de electricidad, agua, gas, combustibles, trabajos realizados por otras empresas, etcétera), la alimentación y equipo reglamentario». La de Defensa es la segunda cartera ministerial que más porción acapara del total de gastos de personal (el 26,3%), solo por detrás de Interior (39,4%).

Subraya Rois en su estudio del gasto para el «Personal en reserva» que, a pesar de poder trabajar en el mundo civil (con la condición de estar disponibles), reciben una retribución del Ejército. En total, son 13.867 personas a las que se les pagan 572 millones de euros.

El bloque militar explícito

El presupuesto de Defensa es un 7,92% más alto que el de 2021. Por encima, en cuanto al porcentaje de crecimiento, de otras carteras como Sanidad (que pierde un 17,3%) o Educación (que aumenta un 2,6%).

A los 10.155,27 millones de euros habría que empezar por sumar lo que se destina a los conocidos como ‘Organismos Autónomos’ (OOAA): en el caso de Defensa, son el Instituto Social de las Fuerzas Armadas (ISFAS), al que se entregan 832 millones de euros (un 5% más que en 2021); el Instituto de Vivienda, Infraestructuras y Equipamiento de Defensa (205 millones de euros), y el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) Esteban Terradas (196 millones de euros). 

Las anteriores son las consignaciones oficiales a OOAA adscritos a la Defensa, pero hay otra más: sale de la Dirección General de Presupuestos (dependiente del Ministerio de Hacienda) y su concepto es «Cuotas, prestaciones y gastos sociales del ISFAS». La cantidad es de 699 millones de euros. 

También habría que adicionar otros 300 millones de euros contemplados bajo el título de ‘Resto de entidades’ y que se refieren al Centro Nacional de Inteligencia. En total: 2.232 millones de euros.

El siguiente apartado, aún dentro del bloque militar explícito, son las ‘Clases Pasivas’, es decir, las «pensiones a funcionarios de carácter militar», que se llevan 3.665 millones de euros.

El último ítem de este bloque sale del Ministerio del Interior y es el dedicado a la Guardia Civil. Para Rois, no hay duda de que hay que contemplarlo dentro del gasto militar, puesto que «tiene encomendadas labores de seguridad altamente militarizadas, que alcanzan desde el control de fronteras y recintos penitenciarios, a labores de control de tráfico, ciberseguridad y otras, pasando por intervenciones en operaciones en el exterior». 

De hecho, en la página oficial se define a la Guardia Civil como «un Cuerpo de Seguridad Pública de naturaleza militar y ámbito nacional que forma parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado». Parece lógico, por tanto, incluir en el coste militar los 3.485 millones de euros que desde Interior se destinan a la Guardia Civil. 

Sumándolo todo, el presupuesto militar ya ascendería a 19.537 millones de euros.

El polo militar industrial

Son varios los ministerios que, de manera más o menos visible, aportan dinero a la ‘causa militarista’. Es el caso del Programa «Apoyo a la innovación tecnológica en el sector de la Defensa» del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo. Su objetivo, detallan en los Presupuestos, es «apoyar la participación de las empresas españolas en el desarrollo de proyectos tecnológico industriales relacionados con la defensa y que tengan un carácter estratégico y/o internacional».

Para 2022, estos proyectos son los programas de las fragatas F110, los de los helicópteros NH 90 y los de fabricación de los vehículos de combate sobre ruedas 8×8. Tiene una dotación de 708,2 millones de euros.

También dependiente de Industria, la Secretaría General de Industria y de la Pequeña y Mediana Empresa (SGIPYME), explican en las cuentas, «participa en el desarrollo de la nueva generación de satélites de comunicaciones gubernamentales Spainsat NG, cuya financiación, que se inició en 2019, se realiza mediante préstamos a la empresa HISDESAT, seleccionada por el Ministerio de Defensa». Para 2022 está previsto un desembolso de 155 millones de euros.

Dentro de la cartera de Ciencia e Innovación, hay dos partidas con estrecha relación con lo militar: la primera es una transferencia de 765.100 euros desde el Consejo Superior de Investigaciones Científicas al INTA para la financiación de los gastos corrientes del Centro de Astrobiología, centro mixto CSIC-INTA.

La segunda, de 2,14 millones, parte de la Agencia Estatal de Investigación y su destino es, de nuevo, el INTA. En este caso, es un Fondo para la Investigación Científica y el Desarrollo Tecnológico.

El subtotal de este bloque asciende a 866,11 millones de euros, lo que eleva el total a los 20.403 millones.

Alta implicación en el gasto militar

Es necesario escudriñar las partidas para seguir detectando ese gasto escondido, entre otros, en el Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación.

Concretamente, en el programa de «Acción del Estado en el exterior» hay que poner atención sobre la «Acción Multilateral». Bajo el objetivo general de «potenciar la presencia e influencia de España en procesos de definición de la política de paz y seguridad de los principales Organismos Internacionales (OO.II.) adaptándola a los nuevos desafíos», contempla aspectos como «aumentar el peso de España en la Política Exterior y Seguridad Común». También «promover el desarme y la lucha contra la proliferación de armas de destrucción masiva tanto a nivel nacional como internacional», «impulsar la elaboración, propuesta y aplicación de una estrategia nacional para hacer frente al terrorismo internacional» y «promover un ciberespacio internacional seguro y confiable en apoyo a los intereses nacionales».

En definitiva, explica Rois, «misiones militares en el exterior, pago de operaciones que realiza España bajo mandato de la ONU y contribuciones a organismos internacionales de seguridad y defensa como la OTAN o la UE». A todo ello se destinan 236 millones de euros. 

A los que, también dentro de Asuntos Exteriores, se debe sumar otro millón para pagar los desplazamientos de los miembros de la alta dirección del Ministerio de Defensa. Por tanto, 237 millones de euros.

Dentro del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación se incluye la participación de la Armada y de la Guardia Civil en la inspección de aeronaves: 19,25 millones de euros.

Y aún faltan 20.000 euros más que salen del Ministerio de Cultura y Deporte «para la actualización del Censo Guía de los Archivos Españoles», lo que, según la descripción del programa, implica «establecer nuevos acuerdos con comunidades autónomas y con los archivos militares dependientes del Ministerio de Defensa». 

El total de este apartado es de 256,31 millones de euros. Y la suma general se sitúa en los 20.659,6 millones.

Centros universitarios de la Defensa y aportación al Fondo Europeo de Apoyo a la Paz

Al gasto militar, lógicamente, también se le debe imputar lo que se aporta a las academias militares. Las cantidades son 925.000 euros para la Academia Central de la Defensa de Madrid; 7,17 millones se le dan a la Academia General Militar de Zaragoza; 3 millones a la Academia General del Aire de San Javier, y 2,99 millones a la Escuela Naval Militar de Marín. En total: 14,16 millones de euros.

Por último, y como novedad en estos presupuestos –señala el autor del informe–, se debe tener en cuenta la aportación española al Fondo Europeo de Apoyo a la Paz, que se describe como un «instrumento fuera del presupuesto europeo destinado a financiar las acciones en el ámbito de la seguridad y la defensa que pueda decidir el Consejo». Se destinan 20 millones de euros. 

De este último bloque, por tanto, dimana un gasto de 34,16 millones de euros. Sumado a lo anterior, el gasto total en Defensa es de 20.693,85 millones de euros. Es decir, más del doble de la dotación oficial: 10.155,27 millones de euros. 

Para llegar a esta cifra, lamarea.com ha tenido en cuenta únicamente los programas con relación directa con el militarismo y cuya dotación específica aparece en las cuentas. 

Pero hay mucho más, apunta Rois. En su estudio, también realiza estimaciones de programas generales (con afectación civil y militar), en los que los presupuestos no detallan lo que corresponde a cada sector. Además de las «operaciones en el exterior no contempladas», «los gastos plurianuales vigentes» y los intereses de deuda a asumir. Con todo ello, el gasto total militar se podría disparar hasta los 43.276,4 millones de euros.

El Ministerio con más inversiones

En Defensa se invierten 3.647,3 millones de euros. La cifra es un 18% más alta que la de 2021 y la coloca como la cartera con más inversiones. Por detrás, aunque a bastante distancia, está el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana (2.460,2 millones de euros). Todos los demás, no sobrepasan los 1.000 millones euros de inversión. 

Llaman la atención los 104,12 millones de inversiones en Sanidad; los 68,82 de Educación; los 16,8 de Trabajo, o los 4,91 de Derechos Sociales y Agenda 2030.

Fuente: https://www.lamarea.com/2021/11/29/el-gasto-oculto-en-defensa-el-presupuesto-militar-real-es-mas-del-doble-de-lo-que-indican-los-presupuestos/

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La segunda oleada progresista latinoamericana

 

Un programa de reformas de segunda generación, articuladas en torno a la ampliación de la igualdad y la democratización de la riqueza, debe propugnar una nueva matriz productiva para el crecimiento y bienestar económicos.


La segunda oleada progresista latinoamericana


Álvaro García Linera

El Viejo Topo

3 diciembre, 2021



El mundo está atravesando una transición política-económica estructural. El viejo consenso globalista de libre mercado, austeridad fiscal y privatización que encandiló a la sociedad mundial durante 30 años, hoy se ve cansado y carece de optimismo ante el porvenir. La crisis económica de 2008, el largo estancamiento desde entonces, pero principalmente el lockdown de 2020 han erosionado el monopolio del horizonte predictivo colectivo que legitimó el neoliberalismo mundial. Hoy, otras narrativas políticas reclaman la expectativa social: flexibilización cuantitativa para emitir billetes sin límite; Green New Deal, proteccionismo para relanzar el empleo nacional, Estado fuerte, mayor déficit fiscal, más impuestos a las grandes fortunas, etc., son las nuevas ideas-fuerza que cada vez son más mencionadas por políticos, académicos, líderes sociales y la prensa del mundo entero. Se desvanecen las viejas certidumbres imaginadas que organizaron el mundo desde 1980, aunque tampoco hay nuevas que reclamen con éxito duradero el monopolio de la esperanza de futuro. Y mientras tanto, en esta irresolución de imaginar un mañana más allá de la catástrofe, la experiencia subjetiva de un tiempo suspendido carente de destino satisfactorio agobia el espíritu social.

América Latina se adelantó a estas búsquedas mundiales hace más de una década. Los cambios sociales y gubernamentales en Brasil, Venezuela, Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador, El Salvador, Nicaragua, dieron cuerpo a esta primera oleada de gobiernos progresistas y de izquierda que se plantearon salir del neoliberalismo. Más allá de ciertas limitaciones y contradicciones, el progresismo latinoamericano apostó a unas reformas de primera generación que logró tasas de crecimiento económico entre 3 y 5 por ciento, superiores a las registradas en tiempos anteriores. Paralelamente, se redistribuyó de manera vigorosa la riqueza, lo que permitió sacar de la pobreza a 70 millones de latinoamericanos y de la extrema pobreza a 10 millones. La desigualdad cayó de 0.54 a 0.48, en la escala de Gini y se aplicó un incremento sostenido del salario y de los derechos sociales de los sectores más vulnerables de la población que inclinó la balanza del poder social en favor del trabajo. Algunos países procedieron a ampliar los bienes comunes de la sociedad mediante la nacionalización de sectores estratégicos de la economía y, como en el caso de Bolivia, se dio paso a la descolonización más radical de la historia, al lograr que los sectores indígena-populares se constituyan en el bloque de dirección del poder estatal.

Esta primera oleada progresista que amplió la democracia con la irrupción de lo popular en la toma de decisiones, se sostuvo sobre un flujo de grandes movilizaciones sociales, descrédito generalizado de las políticas neoliberales, emergencia de liderazgos carismáticos portadores de una mirada audaz del futuro y un estado de estupor de las viejas élites gobernantes.

La segunda oleada progresista

La primera oleada del progresismo latinoamericano comenzó a perder fuerza a mediados de la segunda década del siglo XXI, en gran parte, por cumplimiento de las reformas de primera generación aplicadas.

El progresismo cambió la tasa de participación del excedente económico en favor de las clases laboriosas y el Estado, pero no la estructura productiva de la economía. Esto inicialmente le permitió transformar la estructura social de los países mediante la notable ampliación de las clases medias, ahora con mayoritaria presencia de familias provenientes de sectores populares e indígenas. Pero la masificación de ingresos medios, la extendida profesionalización de primera generación, el acceso a servicios básicos y vivienda propia, etc., modificó no sólo las formas organizativas y comunicaciones de una parte del bloque popular, sino también su subjetividad aspiracional. Incorporar estas nuevas demandas y darle sostenibilidad económica en el marco programático de mayor igualdad social, requería modificar el modo de acumulación económica y las fuentes tributarias de retención estatal del excedente.

La incomprensión en el progresismo de su propia obra y la tardanza en plantarse los nuevos ejes de articulación entre el trabajo, el Estado y el capital, dieron paso desde 2015 a un regreso parcial del ya enmohecido programa neoliberal. Pero, inevitablemente, este tampoco duró mucho. No había novedad ni expansivo optimismo en la creencia religiosa en el mercado, sólo un revanchismo enfurecido de un libre mercado crepuscular que desempolvaba lo realizado en los años 90 del siglo XX: volver a privatizar, a desregular el salario y concentrar la riqueza.

Ello dio pie a la segunda oleada progresista que desde 2019 viene acumulando victorias electorales en México, Argentina, Bolivia, Perú y extraordinarias revueltas sociales en Chile y Colombia. Esto enmudeció esa suerte de teleología especulativa sobre el fin del ciclo progresista. La presencia popular en la historia no se mueve por ciclos, sino por oleadas. Pero claro, la segunda oleada no es la repetición de la primera. Sus características son distintas y su duración también.

En primer lugar, estas nuevas victorias electorales no son fruto de grandes movilizaciones sociales catárticas que por su sola presencia habilitan un espacio cultural creativo y expansivo de expectativas transformadoras sobre las que puede navegar el decisionismo gubernamental. El nuevo progresismo resulta de una concurrencia electoral de defensa de derechos agraviados o conculcados por el neoliberalismo enfurecido, no de una voluntad colectiva de ampliarlos, por ahora. Es lo nacional-popular en su fase pasiva o descendente.

Es como si ahora los sectores populares depositaran en las iniciativas de gobierno el alcance de sus prerrogativas y dejaran, de momento, la acción colectiva como el gran constructor de reformas. Ciertamente, el gran encierro mundial de 2020 ha limitado las movilizaciones, pero curiosamente no para las fuerzas conservadoras o sectores populares allí donde no hay gobiernos progresistas, como Colombia, Chile y Brasil.

Una segunda característica del nuevo progresismo es que llega al gobierno encabezado por liderazgos administrativos que se han propuesto gestionar de mejor forma en favor de los sectores populares, las vigentes instituciones del Estado o aquellas heredadas de la primera oleada; por tanto, no vienen a crear unas nuevas. Dicho de otra manera, no son liderazgos carismáticos, como en el primer progresismo que fue dirigido por presidentes que fomentaron una relación efervescente, emotiva con sus electores y disruptivas con el viejo orden. Sin embargo, la ausencia de relación carismática de los nuevos líderes no es un defecto sino una cualidad del actual tiempo progresista, pues fue por esa virtud que fueron elegidos por sus agrupaciones políticas para postularse al gobierno y, también, por lo que lograron obtener la victoria electoral. En términos weberianos, es la manera específica en que se rutiniza el carisma, aunque la contraparte de ello será que ya no puedan monopolizar la representación de lo nacional-popular.

En tercer lugar, el nuevo progresismo forma ya parte del sistema de partidos de gobierno, en cuyo interior lucha por ser dirigente. Por tanto, no busca desplazar el viejo sistema político y construir uno nuevo como en la primera época, lo que entonces le permitió objetivamente enarbolar las banderas del cambio y de la transgresión por exterioridad al sistema tradicional. Lo que ahora se proponen es estabilizarlo preservando su predominancia, lo que los lleva a una práctica moderada y agonista de la política.

En cuarto lugar, la nueva oleada progresista tiene al frente a unos opositores políticos cada vez más escorados hacia la extrema derecha. Las derechas políticas han superado la derrota moral y política de la primera oleada progresista y, aprendiendo de sus errores, ocupan las calles, las redes y levantan banderas de cambio.

Han cobrado fuerza social mediante implosiones discursivas reguladas que las ha llevado a enroscarse en discursos antiindígena, antifeminista, antiigualitarista y anti-Estado. Abandonando la pretensión de valores universales, se han refugiado en trincheras o cruzadas ideológicas. Ya no ofrecen un horizonte cargado de optimismo y persuasión, sino de revancha contra los igualados y exclusión de quienes se considera son los culpables del desquiciamiento del viejo orden moral del mundo: los populistas igualados, los indígenas y cholos con poder, las mujeres soliviantadas, los migrantes pobres, los comunistas redivivos…

Esta actual radicalización de las derechas neoliberales no es un acto de opción discursiva, sino de representación política de un notable giro cultural en las clases medias tradicionales, con efecto en sectores populares. De una tolerancia y hasta simpatía hacia la igualdad hace 15 años atrás, la opinión pública construida en torno a las clases medias tradicionales ha ido girando hacia posiciones cada vez más intolerantes y antidemocráticas ancladas en el miedo. Las fronteras de lo decible públicamente han mutado y el soterrado desprecio por lo popular de años atrás ha sido sustituido por un desembozado racismo y anti-igualitarismo convertidos en valores públicos.

La melancolía por un antiguo orden social abandonado y el miedo a perder grandes o pequeños privilegios de clase o de casta ante la avalancha plebeya han arrojado a estas clases medias a abrazar salvacionismos político-religiosos que prometen restablecer la autoridad patriarcal en la familia, la inmutabilidad de las jerarquías de estirpe en la sociedad y el mando de la propiedad privada en la economía ante un mundo incierto que ha extraviado su destino. Es un tiempo de politización reaccionaria, fascistoide, de sectores tradicionales de la clase media

Y finalmente, en quinto lugar, el nuevo progresismo afronta no sólo las consecuencias sociales del gran encierro planetario que 2020 desplomó la economía mundial sino, en medio de ello, el agotamiento de las reformas progresistas de primera generación.

Esto conlleva una situación paradojal de unos liderazgos progresistas para una gestión de rutina en tiempos de crisis económicas, médicas y sociales extraordinarias.

Pero, además, globalmente se está en momentos de horizontes minimalistas o estancados: ni el neoliberalismo en su versión autoritaria logra superar sus contradicciones para irradiarse nuevamente ni los diversos progresismos logran consolidarse hegemónicamente. Esto hace prever un tiempo caótico de victorias y derrotas temporales de cada una de estas u otras opciones.

Sin embargo, la sociedad no puede vivir indefinidamente en la indefinición de horizontes predictivos duraderos. Más pronto que tarde, de una u otra manera, las sociedades apostarán por una salida, la que sea. Y para que el porvenir no sea el desastre o un oscurantismo planetario con clases medias rezando por orden a la puerta de los cuarteles como en Bolivia, el progresismo debe apostar a producir un nuevo programa de reformas de segunda generación que, articuladas en torno a la ampliación de la igualdad y la democratización de la riqueza, propugne una nueva matriz productiva para el crecimiento y bienestar económicos.

Pero, además, con ello, ayudar a impulsar un nuevo momento histórico de reforma moral e intelectual de lo nacional-popular, de hegemonía cultural y movilización colectiva, hoy ausentes, sin los cuales es imposible imaginar triunfos políticos duraderos.

Artículo publicado originalmente en La Jornada.

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jueves, 2 de diciembre de 2021

Los Estados Miembros de la UNESCO adoptan el primer acuerdo mundial sobre la ética de la inteligencia artificial

 

Los Estados Miembros de la UNESCO adoptan el primer acuerdo mundial sobre la ética de la inteligencia artificial


Rebelion / 01/12/2021 

Fuentes: UNESCO


Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, presentó el jueves la primera norma mundial sobre la ética de la inteligencia artificial, adoptada por los Estados Miembros de la UNESCO en la Conferencia General.

Este texto histórico establece valores y principios comunes que guiarán la construcción de la infraestructura jurídica necesaria para garantizar un desarrollo saludable de la IA.

La IA es omnipresente, y hace posibles muchas de nuestras rutinas diarias, desde la reserva de un vuelo, la conducción de automóviles sin conductor y la personalización de nuestras noticias matutinas. La IA apoya también la toma de decisiones de los gobiernos y el sector privado. 

Las tecnologías de la IA están dando resultados notables en ámbitos muy especializados, como la detección del cáncer y la construcción de entornos inclusivos para personas con discapacidad. También puede ayudar a combatir problemas globales como el cambio climático y el hambre en el mundo y a reducir la pobreza optimizando la ayuda económica.

Pero la tecnología también está trayendo consigo nuevos retos sin precedentes. Asistimos a un aumento de los prejuicios de género y étnicos, a amenazas significativas contra la privacidad, la dignidad y la capacidad de acción, a los peligros de la vigilancia masiva y al aumento del uso de tecnologías de la IA poco fiables en la aplicación de la ley, por nombrar algunos. Hasta ahora, no había normas universales que dieran respuesta a estos problemas.

En 2018, Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO, lanzó un ambicioso proyecto: dar al mundo un marco ético para el uso de la inteligencia artificial. Tres años después, gracias a la movilización de cientos de expertos de todo el mundo y a intensas negociaciones internacionales, los 193 Estados Miembros de la UNESCO acaban de adoptar oficialmente este marco ético.

El mundo necesita reglas para que la inteligencia artificial beneficie a la humanidad. La Recomendación sobre la ética de la IA es una respuesta importante. Establece el primer marco normativo mundial, al tiempo que otorga a los Estados la responsabilidad de aplicarlo a su nivel. La UNESCO apoyará a sus 193 Estados Miembros en su aplicación y les pedirá que informen periódicamente sobre sus progresos y prácticas

Audrey Azoulay, Directora General de la UNESCO

El contenido de la recomendación

La Recomendación tiene como objetivo hacer realidad las ventajas que la IA aporta a la sociedad y reducir los riesgos que conlleva. Garantiza que las transformaciones digitales promuevan los derechos humanos y contribuyan a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, abordando cuestiones relativas a la transparencia, la rendición de cuentas y la privacidad, con capítulos políticos orientados a la acción sobre la gobernanza de los datos, la educación, la cultura, el trabajo, la atención sanitaria y la economía.

1.         Protección de datos

La Recomendación pide que se actúe más allá de lo que hacen las empresas tecnológicas y los gobiernos para garantizar a las personas una mayor protección, asegurando la transparencia, la capacidad de actuar y el control de sus datos personales. Afirma que todos los individuos deberían poder acceder a sus registros de datos personales o incluso borrarlos. También incluye acciones para mejorar la protección de los datos y el conocimiento y derecho del individuo a controlar sus propios datos. También aumenta la capacidad de los organismos reguladores de todo el mundo para hacerla cumplir.

2.         Prohibición de los marcadores sociales y la vigilancia masiva

La Recomendación prohíbe explícitamente el uso de sistemas de IA para la calificación social y la vigilancia masiva. Este tipo de tecnologías son muy invasivas, vulneran los derechos humanos y las libertades fundamentales y se utilizan de forma generalizada. La Recomendación subraya que, a la hora de desarrollar marcos normativos, los Estados Miembros deben tener en cuenta que la responsabilidad última y la rendición de cuentas deben recaer siempre en los seres humanos y que no se debe otorgar personalidad jurídica a las tecnologías de IA por sí mismas.

3.         Ayudar a supervisar y evaluar

La Recomendación también sienta las bases de las herramientas que ayudarán a su aplicación. La Evaluación del Impacto Ético pretende ayudar a los países y a las empresas que desarrollan y despliegan sistemas de IA a evaluar el impacto de esos sistemas en las personas, la sociedad y el medio ambiente. La metodología de evaluación del grado de preparación ayuda a los Estados Miembros a evaluar su grado de preparación en términos de infraestructura jurídica y técnica. Esta herramienta ayudará a mejorar la capacidad institucional de los países y a recomendar las medidas adecuadas que deben adoptarse para garantizar la aplicación de la ética en la práctica. Además, la Recomendación anima a los Estados Miembros a considerar la posibilidad de añadir el papel de un funcionario independiente de ética de la IA o algún otro mecanismo para supervisar los esfuerzos de auditoría y seguimiento continuo.

4.         Protección del medio ambiente

La Recomendación subraya que los actores de la IA deben favorecer métodos de IA eficaces en cuanto a datos, energía y recursos que ayuden a garantizar que la IA se convierta en una herramienta más destacada en la lucha contra el cambio climático y en el tratamiento de los problemas medioambientales. La Recomendación pide a los gobiernos que evalúen el impacto medioambiental directo e indirecto a lo largo del ciclo de vida del sistema de IA. Esto incluye su huella de carbono, el consumo de energía y el impacto ambiental de la extracción de materias primas para apoyar la fabricación de tecnologías de IA. También pretende reducir el impacto medioambiental de los sistemas de IA y las infraestructuras de datos. Incentiva a los gobiernos a invertir en tecnología verde, y si hay un impacto negativo desproporcionado de los sistemas de IA en el medio ambiente, la Recomendación instruye que no se utilicen.

Las decisiones que afectan a millones de personas deben ser justas, transparentes y contestables. Estas nuevas tecnologías deben ayudarnos a afrontar los principales retos de nuestro mundo actual, como el aumento de las desigualdades y la crisis medioambiental, y no profundizar en ellos

Gabriela Ramos, Subdirectora General de Ciencias Sociales y Humanas de la UNESCO

Las tecnologías emergentes tales como la IA han demostrado su inmensa capacidad para hacer el bien. Sin embargo, hay que controlar sus impactos negativos, que están exacerbando un mundo ya dividido y desigual. Los desarrollos de la IA deben respetar el estado de derecho, evitar los daños y garantizar que, cuando éstos se produzcan, los afectados tengan a su alcance mecanismos de responsabilidad y reparación.

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Texto completo de la Recomendación

Más sobre la ética de la inteligencia artificial

Más sobre los 24 expertos que redactaron el borrador de Recomendación

Contacto de prensa: Clare O’Hagan, c.o-hagan@unesco.org(link sends e-mail), +33(0)145681729

Fuente: https://es.unesco.org/news/estados-miembros-unesco-adoptan-primer-acuerdo-mundial-etica-inteligencia-artificial

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Jenny de Westfalia, el gran amor de Marx (y viceversa)


 

Hoy hace 140 años moría en Londres Jenny von Westphalen. Compañera de infancia de Marx y su esposa desde 1843, compartió con él vida e ideas, y le dio la fuerza para su trabajo en las penosas circunstancias en las que les tocó vivir.


Jenny de Westfalia, el gran amor de Marx (y viceversa)


Pepe Gutiérrez-Álvarez

El Viejo Topo

2 diciembre, 2021 



En los años ochenta, Marx pasó a ser el centro del punto de mira de la restauración neoliberal. Cualquier cosa podía servir en su contra, por supuesto incluyendo lo más privado. Al cumplirse el centenario de su muerte, un amigo norteamericano me enviaba un ejemplar del New York Times que, me informaba, siempre había mostrado un cierto respeto por el personaje; por ejemplo, en la última ocasión en que el célebre diario se había referido al autor de El Capital lo había hecho con un artículo de un científico de la reputación de Benjamín Farrington, socialista y filósofo, autor de importantes ensayos de divulgación científica. En el del 14 de marzo de 1983, el autor era sin duda un mercenario sin ninguna categoría intelectual, todo valía contra el Gran Satán. Por lo demás no era necesario leer el texto, la ilustración lo decía todo: aparecía la silueta embarazada de Marx.

Lo fundamental era demostrar que Marx fue un mal marido de Jenny de Westfalia, sin la cual su destino se habría modificado sensiblemente, ya que como reconoció el propio Marx en una carta a Engels, Jenny fue “indispensable en su vida”. Pero el caso dio lugar a una verdadera montaña de artículos y de libros que tendían a sepultar su obra teórica, y esta guerra fue triunfal, la izquierda institucionalista se estaba convirtiendo o resignando el neoliberalismo. La resistencia –ironizaba el converso Vargas Llosa– quedaba reducida a las universidades. En cuanto a la URSS, el marxismo había desaparecido en las “purgas” de los años treinta.

“Algunas personas detestan como yo lo patético demostrativo; sin embargo sería mentir y no confesar que mi espíritu está en gran parte absorbido por el recuerdo de mi esposa, que fue la mejor parte de mi vida”. Así hablaba Marx de su compañera. Lo dicho: marxista en la lucha, en casa no dejó de ser un hombre de su tiempo, menos avanzado que Engels y que otros socialistas de su época. Además, Marx no era lo que se dice “un hombre de provecho” y tampoco era “un hombre de su casa”. Su mente y su esfuerzo se concentraban en el desarrollo de sus actividades e ideas y, en consecuencia, los problemas caseros empezaron a hacerse cada vez más acuciantes.

En palabras de su biógrafo Frank Merhing, a Karl no le gustaba hablar de estas cosas. Pero siempre, por encima de las necesidades, por apremiantes que estas fueran, estaban los grandes problemas de la humanidad. Era por lo tanto “poco práctico para las cosas pequeñas y genialmente práctico para las grandes; incapaz de llevar el presupuesto familiar, pero de una capacidad incomparable para levantar un ejército que había de hacer cambiar la faz del mundo”.

Tanto él como ella eran plenamente conscientes de la trascendencia de sus aportaciones y establecieron tácitamente una división del trabajo. Es por ello que en las biografías de Marx, Jenny solo suele aparecer en los momentos de las batallas cotidianas, cuando la miseria se hace insoportable. No obstante, en los momentos de las grandes batallas, ella también redoblaba los esfuerzos. En una de sus cartas afirma que sus días más felices eran cuando contemplaba a su marido trabajar con plenitud y sin contratiempos.

La familia de Marx fue, con todo, un ejemplo, y su hogar, un lugar recordado con cariño y admiración por los distintos revolucionarios que pasaron por su lado. Todos los testimonios escritos por éstos –fuera en París, Bruselas o Londres– coinciden en realzar la figura inteligente y alegre de Jenny. Este es el caso, por citar un ejemplo, de Friedrich Lessner: “La casa de Marx permanecía abierta a cualquier camarada de confianza. Me resultan inolvidables las agradables horas que, como otros muchos, he pasado en el círculo de su familia. Destacaba aquí sobre todo su excelente esposa, mujer de buena estatura y de rara belleza, noble en el porte, pero de extraordinaria bondad, amabilidad y agudeza, y desprovista por entero de todo orgullo y altivez, de forma que a su lado uno se sentía tan cómodo como al lado de su propia madre o hermana. Su personalidad entera recordaba las palabras del poeta popular escocés, Robert Burns: ‘Mujer, adorable mujer, el cielo te ha destinado para atemperar al hombre’. Mostraba un enorme entusiasmo por la causa obrera y cualquier éxito, incluso el más ínfimo, en la lucha contra la burguesía, le causaba la máxima satisfacción y alegría

Los más cercanos sabían no obstante que, junto con estos momentos de equilibrio económico y tranquilidad –facilitados por las oportunas ayudas de Engels o por algún raro ingreso, como lo fue la herencia del viejo comunista Lopus–, hubo otros en los que el drama les asolaba. Este drama para los Marx no fue el destierro, ni la persecución, ni la cárcel, ni siquiera la calumnia, aunque todas estas cosas contribuyeron a amargar sus días. Fue un drama menos espectacular pero mucho más trágico. Se trata simplemente de la miseria más extensa y cuyo centro era el hogar. Jenny nos da cumplida cuenta de ello en esta larga cita: “Solo describiré un único día de esa vida tal como sucedió, y así podrá ver que quizás muy pocas familias de emigrantes han tenido que sufrir semejantes privaciones. Dado que aquí las nodrizas resultan inasequibles, decidí alimentar personalmente a mi hijo, a pesar de los constantes y penetrantes dolores en los pechos y en la espalda. Sin embargo, el pobre angelito debió ingerir todas mis preocupaciones y callados lamentos, por lo que nació completamente enfermizo. Desde que está en este mundo, todavía no ha conseguido dormir una sola noche más de dos o tres horas seguidas. En los últimos tiempos se han añadido a ello fuertes calambres, de forma que el crío ha estado constantemente entre la muerte y la más mísera vida. Y sumido en tales dolores, mamó con tal fuerza que mis pechos se agrietaron y sangraron, de forma que en más de una ocasión la sangre corría por su trémula boquita. Cierto día, encontrándome en tales condiciones, entró en casa la patrona –a la cual habíamos pagado en el curso del invierno 250 táleros y con la cual habíamos acordado contractualmente pagar las sumas futuras a su amo y señor, que la había embargado–, negando la existencia del contrato y exigiendo las 5 fibras que todavía le adeudábamos. Y cuando no pudimos pagárselas al instante (la carta de Naut llegó demasiado tarde), penetraron en la casa dos embargadores, que se hicieron cargo de todos mis pequeños bienes: camas, ropa, vestidos, todo, incluso la cuna de mi pobre hijito, y los juguetes de mis hijas, que prorrumpieron en llantos. Yo estaba echada en el suelo desnuda, con mis hijos temblando del frío y con el pecho dolorido. Schramm, nuestro amigo, corrió a la ciudad en busca de ayuda. Durante el trayecto, los caballos se desbocaron, Schramm saltó del cabriolé, y nos lo trajeron completamente ensangrentado a casa, donde me encontraba llorando y rodeada por mis pobres y trémulos hijos”.

Como consecuencia de situaciones como ésta, murieron varios de sus hijos. De uno de estos casos existe el siguiente testimonio de Wilhem Liebknecht: “Muchos niños murieron. También los dos varones de Marx; el nacido en Londres falleció muy pronto, mientras que el nacido en París murió después de una larga dolencia. La muerte de este último conmovió profundamente a Marx. Todavía recuerdo aquellas tristes semanas de la enfermedad sin esperanzas de salvación. El muchacho –llamado Edgar, como su tío, pero al que todos llamaban Musch– era muy dotado, pero era enfermizo de nacimiento; un verdadero hijo del dolor, de hermosísimos ojos y prometedora cabeza, que sin embargo era demasiado pesada para su débil cuerpo. Si al pobre Musch se le hubieran aplicado unos cuidados tranquilos y duraderos, así como una estancia en el campo o junto al mar, quizás hubiera sido posible mantenerlo con vida. Sin embargo, la vida de refugiados, los continuos traslados de un domicilio a otro, la miseria londinense, no permitieron –a pesar del más delicado amor de los padres y de los cuidados de la madre– fortalecer al débil brote para la lucha por la existencia. Musch murió. No olvidaré la escena: la madre inclinada sobre la criatura muerta y llorando en silencio. Lenchen sollozando al lado de ella, Marx terriblemente excitado, rechazando con fuerza, casi con ira, toda palabra de consuelo, las dos muchachas llorando y agarrándose a la madre, la cual las abrazaba convulsivamente en su dolor, como si quisiera agarrarse a ellas y defenderlas de la muerte que le había arrebatado al hijo varón”.

Los amoríos entre Jenny y Karl no conocieron ningún paréntesis. No se han publicado las cartas de ella a él, pero sí las de Marx. En una de ellas, concluye así una larga declaración amorosa: “Desde luego en el mundo hay muchas mujeres, algunas muy hermosas. Pero ¿dónde voy a encontrar en otra cara, cada rasgo, cada arruguilla que despierte en mí los más intensos y bellos recuerdos de mi vida? Hasta mis inmensos sufrimientos los leo en tu amada fisonomía, y son dolores que mitigo cuando cubro de besos tu rostro, querida. ‘Enterrado en tus brazos… resucitado por tus besos’, diría yo. Sí. En tus brazos y por tus besos…”

Sin embargo hay una sombra en su fidelidad. Marx tuvo un hijo con Helene Demuth, la criada de la familia de Jenny que tenía casi la misma edad que ella y que la había seguido al exilio a través del calvario doméstico convirtiéndose en una pieza insustituible de la familia. Helene era bastante hermosa y él cayó en la tentación. El niño se llamó Frederic y fue adoptado por Engels. Esto ocurrió en 1851 y sin embargo Helene siguió durante algunos años más con los Marx. No hay duda de que Jenny estaba al corriente, pero no hay huella de una desavenencia con su marido. El caso es que Helene terminó marchándose y esto fue fatal para los nuevos hijos que los Marx trajeron al mundo.

En el trato con sus hijas, Jenny se mostró mucho más liberal que Marx, que llegó a exigir formalidad y garantías económicas a Lafargue cuando éste era candidato a ser su yerno. Obviamente avanzado teóricamente ante la cuestión moral y de la mujer –ver simplemente El Manifiesto Comunista–, Marx no lo fue tanto a nivel práctico. Un ejemplo de ello lo tenemos en su actitud inadmisible, cuando ni siquiera se dignó dar sus condolencias a Engels tras la muerte de Mary Burns, con la cual éste mantenía “relaciones irregulares”. Fue el momento más difícil en la historia de una gran amistad.

Jenny murió después de una larga y penosa enfermedad. Ante su tumba dijo Engels: “… De sus cualidades personales no tengo nada que hablar, sus amigos que la conocen no la olvidarán jamás. Si ha habido en el mundo alguna mujer que pusiese su mayor dicha en hacer dichosos a otros, era ésta a quien hoy enterramos”.

Jenny y Karl tuvieron siete hijos: cuatro de ellos murieron siendo niños; sobrevivieron tres niñas, todas las cuales tuvieron un cierto papel en la historia del socialismo ulterior, amén de un fin más bien trágico. La primera fue sin duda la más discreta, Jenny Marx Longuet (1844-1883), conocida como “Jennychen” en el círculo de los Marx. Militante socialista, escribió para la prensa socialista en Francia en la década de 1860, sobre todo denunciando el trato británico a los fenianos irlandeses. Contrajo matrimonio con Charles Longuet, veterano de la Comuna y juntos tuvieron cinco hijos varones y una mujer. Murió muy joven, presumiblemente de cáncer; tanto su marido como su hijo del mismo nombre tuvieron un cierto papel en el partido socialista en su sector más socialdemócrata.

Laura Marx (1845-1911) se casó con otro comunero, Paul Lafargue, con el que Marx tuvo sus más y sus menos, primero por su actitud bohemia y luego por su tendencia hacia el reduccionismo, lo que le llevó al suegro a decir que si lo que Paul escribía era marxismo, él no era marxista. No obstante, Lafargue fue un militante íntegro y vivió con Laura fases muy duras. Destacó como el autor de una obra clásica inclasificable, El derecho a la pereza. Paul, joven socialista español nacido en Cuba, nacionalizado francés y llegado a Londres para trabajar en la AIT, fue uno de los “leones” de la primera socialdemocracia, uno de los fundadores de la sección francesa, y su relación con el PSOE original ha sido comparada a la de Fanelli con el anarquismo. La pareja se suicidó mediante una inyección de ácido cianhídrico, algo que tenían previamente acordado para cuando su salud no les permitiera mantener su independencia y dignidad vital. Sin embargo, no era esta la impresión que tenían los demás. Ambos gozaban de bienestar, eran muy respetados y por lo tanto no parecía justificado semejante final. El gesto quedó como un referente en el debate sobre la eutanasia. Tampoco les faltaban medios: a su muerte, Engels los había nombrados herederos de parte de su legado y de su obra y de bastante dinero.

La más inquieta y avanzada fue la londinense Eleonora Marx (1855–1898), conocida en familia con el alias de “Tussy” (gato), que había sido educada en su casa por “el Moro”, llamado así a Marx por su tez oscura; con el paso del tiempo se convirtió en su secretaria (“Eleonora soy yo”, confesaba Marx), pasando luego a ser profesora en un colegio de Brighton. Destacando por sus conocimientos literarios, tradujo Madame Bovary, de Flaubert, La dama del mar y El enemigo del pueblo, de Ibsen. Conoció una relación amorosa con Prosper-Olive Lissagaray, el mejor historiador de la Comuna, pero ambos se toparon con la intransigencia del padre. En 1884 se unió a la Federación socialdemócrata de Henry Hyndman (1842-1921), que encarnó un “marxismo” de vía estrecha con el que no tardó mucho tiempo en romper. En los años ochenta del siglo se convirtió en una desatacada conferenciante socialista, siendo una de las fundadoras de la Liga Socialista, junto con William Morris, en donde militaban socialistas no marxistas: jacobinos, cristianos y anarquistas, en particular el grupo “Freedom” que lideraba Pietr Kropotkin y sus amigos, que también se distinguieron por su rechazo del sectarismo. Además Eleonor se convirtió en una sindicalista, apoyando luchas muy duras como la que llegó a llamarse Huelga de las “Matchgirls” de 1888, que movilizó a más de 1.400 trabajadoras, muchas de ellas niñas y adolescentes, que trabajaban en la fábrica de cerillas llamada Bryant&May. Todo comenzó a raíz de un artículo de denuncia de la activista Annie Besant (1847-1933), que actuó como intermediaria entre la empresa y las trabajadoras, y acabó con la aceptación de algunas de las reivindicaciones de las mujeres (eliminación de las deducciones por el costo del material y las multas, habitaciones separadas y no contaminadas para la comida, etc.) y la huelga terminó.

Annie tenía ya una larga trayectoria democrática cuando en 1888 se convirtió al socialismo. Había formado con Charles Bradlaugh una pareja libre y unida de librepensadores, ateos, secularistas, maltusianos y simpatizantes de las luchas obreras. Por sus actividades inconformistas fue encarcelada en múltiples ocasiones, una de ellas en 1877 por publicar un libro sobre el control de la natalidad, que era un tema tabú no solo para el poder y la Iglesia sino también para la izquierda. El libro fue calificado por un subfiscal de la corona de “sucio, obsceno… su objetivo es el permitir que las personas mantengan intercambios sexuales, prescindiendo de aquello que, en el orden de la Providencia, es el resultado natural del intercambio sexual”. Annie fue acusada de divulgar una obra que sugería a los jóvenes y solteros “que gratificasen sus pasiones”. Hizo su defensa explicando que con el libro las mujeres obreras podrían tener a bajo precio lo que las ricas tenían de una manera más cara. Fue condenada, pero en el mismo año escribió un libro parecido que dedicó a “los pobres de las grandes ciudades y los distritos agrícolas… con la esperanza de que pueda abrirles un camino que les aleje de la pobreza, y que haga más fácil la vida del obrero inglés”. Annie colaboró con Engels, William Morris y Eleonor Marx en las luchas sociales y políticas, y más tarde formó parte del grupo fabiano desde una óptica izquierdista. Para la sociedad fabiana escribió un trabajo sobre el control obrero de las industrias y organizó en los sindicatos a las trabajadoras cerilleras. Luego trabajó durante varios años en el laborismo, con el que tuvo diferencias durante la Gran Guerra ya que Annie se declaró pacifista e internacionalista. En la postguerra se dedicó a hacer campañas anticolonialistas y a favor de la independencia de la India. Ganada para la causa de Gandhi se trasladó a este país, donde intentó conciliar el socialismo con la teosofía.

Siguiendo con Eleonor, esta ayudó a organizar la “Gasworkers’ Union”, escribió numerosos libros y artículos. Aquella fue una época especialmente creativa dentro de la cual Eleonor realizó una importante aportación feminista en base a las lecturas de Mary Wollstonecraft. En este punto se la considera como una pionera del movimiento sufragista, que contribuyó a desarrollar, según su biógrafa Rachel Holmes. “En la época victoriana, se hablaba de la opresión de género como la ‘cuestión de la mujer’. Eleonora fue aún más allá y extendió el debate a la mujer trabajadora. La contradicción entre sus ideales y su vida personal. Su deseo de tener hijos y su amor no correspondido. El ‘secuestro’ emocional y la decepción permanente. La idea heredada del padre de que la familia moderna contiene todos los antagonismos de la sociedad en miniatura…” Célebres fueron sus arengas en los púlpitos de Gran Bretaña y Norteamérica, ante audiencias de más de 50.000 personas en las incipientes manifestaciones del Primero de Mayo. En esta época trabajó al unísono con su pareja Edward Aveling (1849-1898), ateo, darwinista, activista político y socialista, escritor de numerosos libros y uno de los fundadores del Partido Laborista Independiente (de influencia cristiano-socialista más que marxista); ya había estado casado anteriormente con la rica heredera Isabel Campbell Frank (1848-1892), de quien se divorció a los dos años. Fruto de su relación personal e intelectual con Aveling nació el definitivo opúsculo con el que Eleonora Marx pasaría a la historia, La cuestión de la mujer (1886), aunque siempre se ha considerado dudoso y siniestro el papel de Aveling, quien ejercía un poderoso e inexplicado influjo (más allá de la intensa relación física).

Entre los factores que se considera que influyeron en causarle un estado depresivo se cita la historia de que Engels, quien tenía a Eleonora por una hija y a quien nombraría su heredera, le hizo partícipe del hecho de que su padre había tenido un hijo ilegítimo con su criada, Lenchen, y que el niño (Freddy Demuth) había crecido sin apoyo económico ni educativo, y acabó trabajando como tornero. Se dice que tal vez fue esta confidencia la que le impidió terminar la biografía de su padre y abrigar las primeras ideas suicidas. Sin embargo, el factor que más se destaca se sitúa en su descubrimiento de que Aveling, utilizando el seudónimo con el que había publicado algunas obras dramáticas (Alec Nelson), se había casado en secreto un año antes con una joven actriz (Eva Frye). Esta falta de confianza y el alcance terminal de la enfermedad renal de Aveling, supuso para Eleonora el mazazo definitivo, un dolor difícil de soportar, que acabó abocándola al suicidio ingiriendo ácido prúsico.

No faltaron periodistas y escritores conservadores que vieron en esta tragedia una demostración del fracaso del socialismo, incapaz de superar los grandes dramas de la vida cotidiana.

Sobre la vida familiar de Marx, en torno a la cual el “pensamiento único” ha tratado de echar su mirada denigratoria, se pueden citar un cierto número de obras de valor muy desigual, tales como La vida amorosa de Marx, de Pierre Durand (Ed. Dogal, Madrid, 1977), que recopila todos los textos conocidos de y sobre Jenny, incluyendo los poemas amorosos que le dedicó Karl; en la misma línea incide Tania Tamara Rosal, mexicana hija de republicanos españoles; fue la autora de Los amores de Carlos Marx (Ed. Ayuso, Madrid, 1983), que trata de la influencia femenina en la vida del personaje; la norteamericana Ivonne Kapp se centraba en Eleanor Marx, en un libro subtitulado La vida familiar de Marx (Ed. Nuestro tiempo, México, 1979, tr. de la edición norteamericana de 1972), con unos anexos que reúne escritos de Eleanor. Sobre el mismo tema, tenemos una obra mucho más asequible: Eleanor Marx, hija de Karl, de la escritora brasileña María José Silverira (Txalaparta, Tafalla, Nafarroa, 2006), que evoca “Un lugar marcado por el respeto y el afecto hacia la imponente figura del padre, el autor de El Capital, y una vida sentimental señalada por la tragedia…”

La más reciente y la más elaborada será la de Mary Grabiel, Amor y Capital. Karl y Jenny Marx y el nacimiento de una Revolución (Ed. El Viejo Topo, Mataró, 2016) que entra en los detalles de la relación desde que Karl Marx era un estudiante con pocos medios y de incierto futuro cuando Jenny von Westphalen, la cautivadora hija de un barón prusiano, se enamoró de él. Juntos recorrieron Europa esquivando distintos gobiernos, cada vez más alarmados por las ideas revolucionarias de Marx. Pero en la vida de la pareja no todo era lucha política. Marx idolatraba a sus hijos y esposa, era un bromista al que le gustaban las fiestas familiares y un hombre capaz de experimentar salvajes entusiasmos, uno de los cuales casi destruye su matrimonio. A través de décadas de lucha desesperada contra la pobreza, y siempre teniendo en mente como objetivo prioritario la emancipación de los trabajadores, el amor de Jenny por Karl se pondrá a prueba una y otra vez mientras ella esperaba a que terminara su obra maestra, El Capital, que por cierto, ha vuelto a ser recuperada como pieza indispensable para entender la enfermedad burguesa.

Fuente: Sexta parte. A la sombra de los gigantes, apartado 1 del libro Revolucionarias de Pepe Gutiérrez-Álvarez.

 

miércoles, 1 de diciembre de 2021

¿Más competentes o más ignorantes? Competencias básicas y menosprecio del conocimiento

 

La retórica innovadora, propalada por supuestos expertos, ahora ya empieza a materializarse en la legislación: la educación se adapta a las necesidades del siglo XXI, que son las necesidades de determinados intereses económicos y actores corporativos. ¿Cuáles son las implicaciones sociales que comportarán los nuevos cambios?


¿Más competentes o más ignorantes? Competencias básicas y menosprecio del conocimiento

 

Rosa Cañadell

El Viejo Topo

1 diciembre, 2021 

 


“Los nuevos currículos de Secundaria, una «revolución» que deja elegir a los docentes el contenido de las asignaturas”[i]. El enunciado del citado artículo se desprende de los borradores de currículo de Secundaria que el Ministerio de Educación ha enviado a las comunidades autónomas.

Ya hace tiempo nos anunciaron que, con la nueva Ley LOMLOE, los estudiantes tendrán que “memorizar menos” y “saber hacer más”. Es lo que se viene a llamar “enfoque competencial” y que se pretende imponer en todas las etapas educativas obligatorias y también en el Bachillerato. De hecho, tampoco es nada nuevo, ya en la LOE del 2006 se citaban las “competencias educativas”, lo que entraba en gran contradicción con una enumeración exhaustiva de los contenidos a impartir.

Como dice Andreu Navarra, “a estas alturas nos preguntamos cuál es el criterio racional para seguir tomando las competencias como modelo general o de aplicación preceptiva. Un modelo recomendado por la Unión Europea hace veinte años y que ha demostrado no funcionar en diversos países (por ejemplo, Finlandia) y tantas dudas despierta”[ii].

En Cataluña, la nueva Ley de Educación (LEC 2009) también introducía las Competencias educativas, pero no fue hasta el 2019 que por primera vez las familias de los chicos y chicas que estudiaban en los institutos iban a recibir las notas de una manera diferente. El nuevo Decreto del Departamento de educación exigía que las evaluaciones ya no se hicieran por asignaturas, sino por “Competencias básicas”. Todo ello después de un gran bombardeo, desde 2016, sobre la “necesidad de la innovación educativa”, patrocinado por «Escola Nova 21» (Fundació Bofill, La Caixa, la UOC i Unescocat) en donde, con gran despliegue mediático, se proponía “una transformación del sistema educativo para que se actualice, adoptando plenamente un propósito dirigido a desarrollar competencias para la vida en nuestro contexto histórico”.

De hecho, estamos asistiendo a un ataque sin precedentes a nuestro sistema público de educación. Un ataque diseñado desde ya hace mucho tiempo pero que, con la excusa de la crisis, se ha aplicado con una gran celeridad, generalizándose y profundizándose. Estamos hablando de la usurpación de la educación por parte del neoliberalismo, y de sus promotores: los bancos, las multinacionales y el mundo financiero. Ya que son justamente estas organizaciones las que han inventado y promocionando dichas ‘competencias básicas”.

¿Qué son y de donde provienen las Competencias básicas?

Entre finales de 2007 y principios de 2008 comienza una reflexión sobre los «nuevos empleos» y las habilidades apropiadas para estos puestos de trabajo. La nueva comunicación de la Comisión Europea sobre «nuevas capacidades para nuevos empleos», se centra en las necesidades de los empleadores que requieren habilidades «blandas» tales como habilidades de comunicación, análisis, resolución de problemas y espíritu emprendedor. Se trata de definir las «competencias» que los empresarios necesitan de sus trabajadores. Así aparecieron lo que se denomina «competencias básicas», y todo apunta a que esta llamada “educación competencial” ha venido para quedarse. Así lo expresa la nueva ley de Educación LOMLOE, el nuevo Conseller de educación de la Generalitat de Cataluña, y también la OCDE, la UE, EL Banco Mundial y, curiosamente, también Telefónica, Google, La Caixa, BBVA, la Fundación Bofill y toda una gran cohorte de “expertos” que nos traen la “buena nueva” educativa que va a solucionar todos los problemas de nuestro sistema educativo. Todo ello, con gran difusión mediática.

Pero, ¿qué son las competencias básicas? Las «Competencias» no son una metodología pedagógica para ayudar a que todos los niños y jóvenes aprendan mejor, tampoco una demanda del profesorado, ni un ideal de las familias, son una exigencia del mundo económico vehiculado por la OCDE. Tampoco son una novedad, pues desde los años 90 que se están intentando introducir. En el 2006 el Parlamento europeo ya aprobó un cuadro de «competencias clave» necesarias por «el aprendizaje a lo largo de la vida, el desarrollo personal, la ciudadanía activa, la cohesión social y la empleabilidad», a iniciativa de la OCDE y El Banco Mundial.

Para entender este repentino interés en “transformar la educación” y “adaptarla a las necesidades del siglo XXI”, debemos tener en cuenta que la expansión neoliberal en un mundo cada vez más globalizado llegó también a la educación, modificando la política educativa oficial con el objetivo de responder a la sociedad de mercado y a las necesidades del mundo financiero, lo cual implica un cambio del sentido y de los objetivos que durante muchos años ha tenido la educación. Se trata de abandonar la idea de la educación como servicio público, como un derecho básico de toda la ciudadanía que tenga por objetivo proporcionar una formación integral, y eso se hace con el propósito de redefinir y planificar una educación al servicio de la economía, entendida ya no como un derecho universal sino como una inversión personal[iii].

El neoliberalismo en la educación tiene como objetivos principales: 1) abrir el mercado educativo para que las empresas privadas puedan realizar negocios en este mercado; 2) reducir el gasto público destinado en la educación y aumentar la privatización y la contribución de los ciudadanos y las empresas en su financiación; 3) ofrecer una formación al servicio de las empresas, adecuándola a las necesidades del mercado de trabajo; 4) disminuir la capacidad de la educación de generar conocimiento y pensamiento crítico; 5) transmitir los nuevos valores neoliberales de competitividad y desigualdad; y 6) precarizar las condiciones del trabajo docente. Se trata de «posponer y supeditar los conocimientos humanísticos y críticos a la adquisición de competencias más próximas al mundo empresarial y al terreno laboral»[iv].

El menosprecio del conocimiento

Tal y como tratamos de explicar en el libro que lleva este mismo nombre, El menosprecio del conocimiento[v], para la OCDE la cuestión principal no son tanto los conocimientos que la escuela tiene que transmitir sino como la educación «puede promover el tipo de habilidades transferibles que se pueden utilizar para hacer frente y adaptarse a la incertidumbre y el cambio económico» Así, en la educación por competencias, «el conocimiento como tal deja de ser el objetivo central del proceso educativo, y pasa a jugar un papel secundario, dando prioridad a las técnicas para la resolución de problemas: el saber hacer»[vi].

Con el aprendizaje por competencias, como explica Nico Hirtt, «el papel de la escuela ya no es el de transmitir saberes concretos (lo que en buena pedagogía implica evidentemente el ser capaz de aplicarlos), sino solamente el de enseñar a utilizar cualquier saber, preferentemente en situaciones complejas e inéditas»[vii]. En la práctica, ello implica aparcar todo aprendizaje que vaya en el sentido de ampliar la cultura, estimular el espíritu crítico, fomentar la creatividad, el pensamiento libre, la capacidad de análisis de la realidad y la capacidad de transformar la sociedad.

Resumiendo, las “competencias básicas” son aquellas habilidades que las empresas han decidido que necesitan para el futuro del mundo laboral. Y para imponerlas, y para que sean menos costosas por el Estado, se recomienda que las instituciones privadas colaboren en esta tarea. Y esto es lo que explicaría el porqué, tanto desde la nueva Innovación educativa (Escola Nova 21), como desde las empresas y bancos (Telefónica, Google, La Caixa, Banco Santander, etc.), ya hace tiempo que se está promocionando esta práctica. Y, finalmente, se ha convertido en ley.

La excusa de todo es la adaptación de la educación a las “necesidades del siglo XXI”. Andreas Schleicher, director del área educativa de la OCDE y creador del informe PISA, declaraba hace poco en el diario El País (18/06/2021): “La educación en España prepara a los alumnos para un mundo que ya no existe”. Está claro que la educación tiene que preparar para el mundo del trabajo, pero no es ésta su misión principal. La educación es un valor social y debe trabajar para la realización personal y la mejora de la sociedad. No queremos educar para que los y las jóvenes «se adapten» en el nuevo mundo del trabajo, sino para que tengan herramientas para defenderse de la creciente explotación y precariedad. Y, para eso, son totalmente insuficientes las “competencias básicas” y algunas de las “nuevas innovaciones”.

Asimismo, a pesar de que encontramos muchos enunciados que nos hablan de las “evidencias” de la mejora del aprendizaje con el enfoque competencial, no existen estudios serios que den fe de ello. De hecho, el único estudio sobre la experiencia Escola Nova 21 fue realizado por el Consell Superior d’Avaluació de Catalunya en noviembre de 2020, y las consecuencias que se pueden extraer son estas: en aquellos centros educativos en que, durante tres años, ha sido aplicada la promoción de las “competencias básicas” y, por lo general, la retórica sobre la “nueva innovación” no existen resultados educativos más positivos que en el resto[viii].

Pero, además , con la excusa de la “innovación educativa” se están implementando otras medidas claramente neoliberales: proyectos «singulares» que desmiembran el concepto de educación pública igual para todo el mundo y que estimulan la competencia entre los centros; direcciones empresariales que “eligen” a dedo al profesorado y lo dejan atemorizado por miedo a perder su plaza; disminución continuada del gasto público, empresas que entran en las escuelas… que no hace más que privatizar el sistema y consolidar las desigualdades sociales del alumnado.

Por otro lado, se está devaluando y culpabilizando al profesorado. De repente, y en los momentos de más recortes, aparece la idea (altamente difundida por los medios de comunicación) de que «la educación no funciona” y que el problema es que el «profesorado no está preparado por la educación del siglo XXI». Y, por lo tanto, hay que cambiarlo todo. Todo aquello que se ha hecho hasta ahora no sirve: ni contenidos, ni memoria, ni profesor/a que enseñe. Ahora el profesorado ha «de acompañar» el aprendizaje del alumnado y los niños y jóvenes tienen que escoger “itinerarios educativos” según sus necesidades y motivaciones, como si las necesidades y las motivaciones no tuvieran nada que ver con el entorno cultural y económico del alumnado. Finalmente, “lejos de favorecer la innovación pedagógica el planteamiento por competencias encierra a los docentes en una burocracia rutinaria”[ix].

Sin embargo, dentro de un sector de profesorado progresista, este enfoque ha encontrado cierto consenso, porque se ha asimilado a las pedagogías constructivistas. Pero esa asimilación supone un error: en el enfoque constructivista las diferentes prácticas pedagógicas tienen el objetivo de ayudar a consolidar los saberes, mientras que en el enfoque por “competencias” los conocimientos quedan reducidos a una herramienta al servicio de la actividad del alumno, es decir, de la competencia correspondiente. Su objetivo es más el aprendizaje en el «saber hacer» que en el “aprender», y con la evaluación por “competencias» se refuerza todavía más la devaluación del conocimiento, puesto que lo importante es saber lo justo para poder aplicarlo. Como explican los autores de Escuela o Barbarie, “el planteamiento por competencias […] es el de un sistema que profundiza en las desigualdades y que abandona por completo su misión ilustrada de elevar el nivel cultural e intelectual de la población”[x].

El desprecio de las clases magistrales, de la utilización de la memoria, de los libros de texto (convertidos en digitales) y de todo aquello que se hacía, son también elementos que dificultan la transmisión del conocimiento. La memoria es absolutamente necesaria para retener los conocimientos y sin conocimientos no hay cultura, no hay comprensión de la realidad, no hay capacidad de análisis, no hay posibilidad de tener espíritu crítico, ni hay tampoco posibilidad de ampliar el propio conocimiento. «Cuanto más se desprecia la memoria y el aprendizaje de datos, más se favorece que el alumnado recurra a la memorización mecánica, puesto que no tienen en mente los datos y referencias que les permitan articular una comprensión significativa de lo que estudian»[xi].

Finalmente, es evidente que hay que mejorar la educación, pero cualquier innovación educativa debería tener como objetivo buscar aquellas prácticas educativas que mejor ayuden a aprender y a preparar personas libres y cultas, críticas y solidarias, y no trabajadores productivos o emprendedores competitivos. La escuela no puede ser una mera fábrica de jóvenes precarios, sumisos e incultos, y esto es precisamente lo que está intentando la deriva neoliberal en la educación y algunas de las nuevas prácticas “innovadoras”.

Alejar a los alumnos del acceso al conocimiento implica tener ciudadanos sin capacidad crítica, lo cual los convierte en ciudadanos dóciles y fáciles de manipular. Y los más perjudicados son precisamente los que más necesitan esos conocimientos, los más desfavorecidos socialmente, porque, bajo la retórica del progreso en la educación, les estafan los contenidos que les permitirían comprender las causas, políticas y económicas, que los han llevado a su situación. Debemos denunciar todas estas estrategias y organizar la lucha por una educación pública, democrática y verdaderamente emancipadora.

Notas

[i] Sánchez Caballero, Daniel. “Los nuevos currículos de Secundaria, una «revolución» que deja elegir a los docentes el contenido de las asignaturas”. El Diario. 21/10/2021

[ii] Navarra, Andreu (2021). Prohibido aprender. Un recorrido por las leyes de educación de la democracia. Ed. Anagrama.

[iii] Cañadell, Rosa. (2013). ¿Qué pasa con la educación? Preguntas (y respuestas) más frecuentes. Ed. El Viejo Topo.

[iv] Díez Gutiérrez, Enrique Javier. (2018). Neoliberalismo educativo. Ed. Octaedro.

[v] Cañadell, Rosa; Corominas, Albert & Hirtt, Nico. (2020). El menosprecio del conocimiento. Ed. Icaria.

[vi] Hirtt, Nico. “L’approche par compétences : une mystification pédagogique”. Appel pour une école démocratique (Aped). 01/10/2009.

[vii] Hirtt, Nico. «La educación en la era de las competencias». Revista electrónica interuniversitaria de formación del profesorado. Vol. 13, nº 2, 2010, pp. 108-114.

[viii] “A pesar del esfuerzo, dedicación, propuestas a dedo, acosos, explotación laboral, fines de semana de trabajo y otros daños colaterales, las propuestas de Eduard Vallory y la Fundación La Caixa, las consecuencias, en cuanto a resultados educativos, son nulos”. Díez, Xavi. “L’escola Nova 21 certifica el seu fracàs”. Espai de dissidència. 07/02/2021.

[ix] Hirtt, Nico. «La educación en la era de las competencias»…

[x] Fernández Liria, Carlos; García, Olga & Galindo, Enrique. (2017). Escuela o barbarieEntre el neoliberalismo salvaje y el delirio de la izquierda. Ed. Akal.

[xi] Serra, Eva. “Entrevista a Enrique Galindo: Educación por competencias vs competencias de la educación”. Catalunya Vanguardista. 28/11/2019.

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