La pieza teatral
representada en La Haya ha sido digna de ser escrita por Valle Inclán. Trump,
déspota desaforado. Sánchez, el Príncipe Valiente, resistiendo los embates del
dragón. Tras la caída del telón, más de lo mismo.
El VIEJO tOPO
29 junio, 2025
¿QUÉ HA
SUCEDIDO EXACTAMENTE EN LA HAYA?
La gran mayoría de los medios de comunicación españoles –no los extranjeros, que se limitan a mencionarlo de soslayo– han centrado su relato de la cumbre de la OTAN, en La Haya, en el pretendido enfrentamiento entre D. Trump y el Dr. Sánchez. Unos lo presentan como un valeroso acto democrático para parar los pies a un autócrata, otros dicen que fue algo que puso en grave peligro los intereses de España, pero todos falsean la realidad. Lo que sí es cierto es que ambos fueron los actores más destacados de la cumbre. Algo que no es de extrañar dado que ambos personajes son dos narcisistas sociópatas de manual.
Lo sucedido en
La Haya fue una representación, aunque no una mera representación teatral. Fue
una puesta en escena del poder imperial, con todo el boato posible, para que el
emperador recibiera la pleitesía de sus satélites. Ni siquiera faltó el
obligado bufón, papel que cumplió aplicadamente Rutte con sus histriónicos
halagos. Naturalmente todas las cuestiones y decisiones que debían ser
oficializadas en La Haya, ya habían sido tratadas y acordadas en las fechas
previas. Allí habían de ser presentadas al público y esto suponía la ocasión
perfecta para ser aprovechada políticamente por quienes tuvieran necesidad de
hacerlo así. Además de las características apropiadas para hacerlo, lo que nos
vuelve a llevar a lo de la sociopatía narcisista.
El Dr. Sánchez,
que ya había decidido echar más oscuridad sobre unas decisiones que ya son
bastante interpretables al gusto del consumidor, se apartó ostensiblemente a un
lado en la foto oficial, para remarcar su protagonismo (algunos periódicos
derechistas españoles afirman, en su estulticia, que fue marginado por los
demás). Por su lado, D. Trump, seguramente admirado de reconocer a un espíritu
afín (con bastante menos poder, lo que sirve para que le trate con más
condescendencia), le dedicó algunas frases particulares en su rueda de prensa,
lo que no hizo con otros, resaltando así su protagonismo y sirviéndole en
bandeja la coartada necesaria para que, en España, sus aliados puedan seguir en
el alambre político un poco más.
Por supuesto,
más allá de eso de los espíritus afines, están las realidades con las que
funciona cualquier poder imperial con sus satélites. Y los hechos palpables
muestran la absoluta sumisión del actual gobierno español a Washington, por
ejemplo con el reciente papel sobresaliente desempeñado por Morón y Rota en el
ataque norteamericano a Irán. Qué este Gobierno, por necesidades internas,
tiene que usar cierta palabrería soberanista, es algo conocido en Washington.
De hecho, hace bien poco, su segunda Vicepresidenta se llenó la boca con esa
palabrería, pero las palabras se las lleva el viento y los hechos reales son
que hace muchos años que España enfeudó su soberanía a los EE.UU. Y este
Gobierno, lo mismo que los anteriores, diga lo que diga de boquilla sigue
dentro de ese vasallaje.
Los acuerdos
que se han presentado en La Haya obligan a tomar una serie de medidas para
cumplir lo que en la jerga de la Organización Terrorista del Atlántico Norte se
llaman “capacidades”. El gobierno del Dr. Sánchez (esto significa todos cuantos
forman parte de él, incluidos Sumar e IU) ha declarado que cumplirá
estrictamente con ello. Y, pese a que no tiene presupuesto aprobado desde 2023,
lleva meses desviando dinero público (otros 16.000 millones hace una semana)
para gastos militares. Es decir, este Gobierno participa abiertamente del
rearme y de la militarización que EE.UU. = OTAN están imponiendo, sin consenso
democrático, a todas las sociedades occidentales. Respecto a la cuestión del 5%
del PIB, que tanto disgusta al Dr. Sánchez y a sus aliados, es algo a cumplir a
futuro (10 años). Y ¿quién sabe lo que pasará dentro de 10 años? Por eso la
reacción favorable de casi todos los gobiernos satélites de Washington se ha
basado en aquello del Tenorio: ¡Cuan largo me lo fiais! Sólo las necesidades
políticas, más acuciantes en un momento en que la riada de la corrupción es tan
fuerte, han hecho que Sánchez se engalle y responda de otra manera. Él vive al
día y no le afecta un futuro tan lejano. De momento sus aliados respiran y, visto
como cumple a la hora de la verdad con EE.UU. (se pueden poner más ejemplos que
el descrito arriba) no parece que este engallamiento le vaya a pasar factura.
Somos nosotros
quienes hemos de pasársela. Nosotros, todos cuantos seguimos comprometidos con
la defensa de la paz y las auténticas necesidades de los ciudadanos. Nosotros
que, hoy más que nunca, continuamos de verdad, y no de boquilla, proclamando:
¡OTAN, no, bases fuera!
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