viernes, 19 de septiembre de 2008

UN MILAGRO DE SAN BUSH EL BENDITAMENTE SIMPLE

Hasta aquí hemos llegado, Hermano Cristo (Cristo y yo somos hermanos, por lo menos de Padre, de madre no sé, la verdad, porque mi padre era viajante, estaba temporadas fueras y, a saber qué cosas hacía mi padre en camas ajenas en sus horas libres).
No hagas más el ridículo con el milagro ese de dar de comer a unos cuantos ignorantes con cuatro panes más duros que una piedra y unos peces que seguramente no pasasen ni por el control de calidad que establecen las Directivas Europeas para el consumo, esto por un lado, y por otro, que harás el ridículo en cuanto la gente empiece comparar tus milagros con los de San Bush el benditamente simple.
…Cristo, no me marees más, por favor te lo pido, no empecemos que entre unos y otros me vais a volver loco… ¡Que te digo que no!, que te dejes de milagros, hombre, ni el del agua en vino ni Lázaro ni gaitas.
Mira, Cristo, no me seas zoquete, que eres ya más antiguo que el andar para adelante. Hoy, para hacer negocio está el agua mineral (que ni es mineral ni ná), sin vino y sin nada, para qué coño te quieres entretener ahora convirtiendo el agua en vino. ¿Dónde lo vas a vender…? Inocente.
Anda, que lo digo por tu bien, déjate de milagros y ve y te apuntas a la lista del paro obrero.
Mira, para que te convenzas de una vez y veas que no te digo por decir. Milagro, milagro, el de San Bush el benditamente simple, que sin tocar ni un solo dólar de los suyos, ha conseguido dárselas con queso a todos sus compatriotas dejándolos a todos más contentos que unas Pascuas, después de quitarles cientos de miles de millones de dólares que tenían ahorrados para dárselos a los banqueros, para que estos a su vez, sigan a sus anchas vaciándoles los bolsillos, y por si la contentura y dulzor de boca dejado a sus compatriotas fuera poco, al día siguiente logró que el valor de cambio (el valor de uso es otra cosa, éste no lo mueve ni Dios) de las acciones de cientos de empresas en las bolsa de todo el mundo, cotizados a pedo desvaído de burra cansa, subieron de valor de cambio como la espuma.
¡Eso es un milagro, Cristo mío! Y no ese de dar unos bocadillos de sardinas en aceite a unos desmayados como tú haces. A ver si nos vamos enterando, que es que estamos en el siglo XXI, que es que ya cansas con tus milagros, hombre. ¡Peces ni leches…!
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