Sobre
inundaciones y especulaciones
Josep Cónsola
Kaosenlared
07.11.2024
En diciembre del año 2018,
la revista Ecologista nº 98 publicaba un interesante artículo que titulaba
“Inundaciones y construcción de viviendas”, del cual, a raíz de lo ocurrido en
Valencia hace unos días, vale la pena reproducir algunos extractos del mismo.
“Olas que llegan a la
quinta planta de un hotel en Tenerife, viviendas, residencias, centros
deportivos y de atención a personas con diversidad funcional inundados, calles
y carreteras convertidas en ríos en los que la fuerza del agua se lleva todo.
Son algunas de las imágenes que hemos visto en los medios de comunicación
recientemente donde se presentan las lluvias torrenciales y tormentas
como fenómenos con gran capacidad de destrucción. Lo que no suele
aparecer en el foco mediático es que esas construcciones afectadas están casi
al borde del mar o en medio del cauce de un río o hay una infraestructura que
ha desviado el agua hacia las zonas afectadas.
…A partir de los años 50 se empezaron a construir miles de viviendas zonas
de alto riesgo de inundación. En 1996 tuvo lugar la tragedia del
camping de Biescas, Huesca, murieron 87 personas por una avenida de agua. Un
año después, se dio a conocer que más de 25.000 construcciones estaban situadas
en los cauces y zonas de alto riesgo de inundación. Tres meses después, tuvo
lugar la tragedia del barrio de Cerro de Reyes, en Badajoz, donde una avenida
de agua mató a 25 personas …La inundación de un geriátrico situado en la ribera
del río Sió (Agramunt, Lleida), donde murieron cuatro personas …En octubre
pasado tuvo lugar la tragedia de Sant Llorenç, en Mallorca, en la que murieron
trece personas. La zona donde se produjo estaba considerada como de alto
riesgo. Estas tragedias volverán a repetirse con seguridad en otros lugares de
España. De hecho, en noviembre se han producido varias trombas de agua de
intensidad parecida en Girona, Valencia, Lugo y Murcia con más víctimas
mortales. Son tormentas propias de nuestro clima.
El propio Ministerio para la Transición Ecológica estima que 710.000 personas
tienen sus viviendas en zonas inundables…Y es muy probable que las avenidas de
agua, serán más frecuentes, porque las viviendas y otros edificios no han
parado de crecer en estas zonas de riesgo. …Ante las lluvias torrenciales, lo
único útil es mantener cauces y zonas de alto riesgo de inundación libres”. https://www.ecologistasenaccion.org/112110/inundaciones-y-construccion-de-viviendas/
Y, hoy, tras la tragedia
debemos recordar los antecedentes, debido a los desastres urbanísticos que,
fruto de la especulación histórica, ha permitido realizar construcciones en los
cauces naturales de ríos y torrentes, tanto en ciudades como en los litorales
marinos.
Algunos datos para recordar
y contradecir a los defensores del ecocapitalismo sobre las inundaciones
históricas, entre ellas las del año 1962 en Terrassa, cuya cantidad de muertos
todavía hoy es desconocida. La cifra oficial de muertos fue de 617 en apenas
unas horas, aunque estudios posteriores aseguran que hubo cerca de mil. Barrios
enteros desaparecieron por completo. Coches, camiones y autobuses fueron
arrastrados por las riadas.
En el triángulo formado por
las ciudades de Sabadell, Terrasa y Rubí, la fiebre especulativa construyó en
los cauces de ríos y torrentes que se consideraron secos y urbanizables, pero
con el paso de la tormenta volvieron a sus cauces originales cuya agua que se
tragó todo lo que encontró a su paso: centenares de viviendas, fábricas y
personas.
Pero unos años antes, el 14
de octubre de 1957, se produjo una inundación en Valencia, en la cuenca del
Turia, arrastrando vehículos, mobiliario y edificios enteros que causaron
oficialmente 81 muertos, pero indagaciones posteriores el número real de
muertes pudo ser mayor, llegando hasta los 300. Se estima que más de
1.700 personas vieron sus viviendas afectadas, muchas de ellas completamente
destruidas.
Comercios anegados, mercancías perdidas y fábricas
inutilizadas, los puentes colapsados, las carreteras destrozadas y el
suministro de agua y electricidad interrumpido. Fue el inicio del llamado Plan
Sur de desvío del río Turia, salvó Valencia capital de inundaciones, pero dejó
en la estacada las localidades colindantes con la Horta Sur.
Aunque con anterioridad hay
registros de inundaciones desde el siglo XIV con intervalos de 30 o 40 años
unas de otras, lo que tradicionalmente han denominado los habitantes de estas
cuencas como Gota Fría. Todo y así, se siguió construyendo en cauces y zonas
inundables.
En el siglo XIX se
produjeron dos de las más graves inundaciones de la historia reciente en el
Sureste español. En 1802, la rotura del embalse de Puentes, en el cauce del
Guadalentín, causó 608 muertes. Y el 15 de octubre de 1897 se produjo la riada
de Santa Teresa, cuando el río Segura arrasó Murcia, dejando a su paso 761
muertos y destrozando 24.000 hectáreas de cultivo.
Por aquel entonces, los
ecocapitalistas no habían inventado todavía su negocio de capitalismo verde y
el discurso a su alrededor de su concepto de “cambio climático” a consecuencia
de la elevación de CO2 en la atmósfera y de la superpoblación. Dos cuestiones
formales detrás de las cuales está la política eugenésica de disminución de la
población y el negocio de las llamadas energías alternativas controladas por
las mismas multinacionales que durante años han exprimido el subsuelo del
mundo.
Si con anterioridad al
siglo XIX, los clérigos decían que los fenómenos atmosféricos eran de voluntad
divina, como la sequía o las tormentas, y sacaban la imagen de la Virgen de
turno para implorar clemencia, hoy los nuevos clérigos llamados “expertos” o
“científicos” a sueldo de estas multinacionales, intentan, todo lo que pueden,
ocultar el gran negocio especulativo y urbanístico que ha sido el origen de
inmensas fortunas, construyendo en lugares que cualquier científico que no
estuviera al servicio del capital, hubiera denunciado y luchado para evitar las
consecuencias de la depredación del territorio con fines de lucro.
No por casualidad, la
llamada Parte Alta de las ciudades es la residencia de las gentes adineradas,
dónde no existe peligro de inundaciones u otros fenómenos atmosféricos. Como
ocurrió con el huracán Katrina en Nueva Orleans en agosto del 2005, que el
llamado Barrio Francés, ubicado sobre el nivel del mar, al igual que otras
zonas de la ciudad urbanizadas antes de finales del siglo XIX en terrenos
más altos que los diques de Nueva Orleans, el Barrio Francés apenas se inundó
tras el huracán. Las personas pobres y pequeños comerciantes que habitaban la
hondonada bajo el nivel del mar sucumbieron ante la rotura de los diques.
No es motivo esencial de
estas consideraciones, pero no debemos confundir lo que pueden ser exponentes
del hecho de que el clima tradicional está manifestando variaciones, como
siempre ha sucedido en la historia, con el llamado “cambio climático” el cual
va asociado a una imposiciones de cambios estructurales en procesos
industriales, energéticos y de conducta social, que en el fondo solo persiguen
reestructuraciones de métodos productivos.
Para no cansar. El problema
no es el cambio climático, el problema real es la usura, y pretender desviar la
atención con excusas; …que si no se avisó a tiempo, …que si no funcionaron las
advertencias, …que, no es más que mantener el stato quo y el
poder de la industria constructora aliada a los políticos de turno, los cuales,
mientras obtengan beneficios, lo mismo le da construir en el lecho de un río o
en un arenal de la costa. El problema es de fondo y debe resolverse mediante la
lucha de clases que englobe el tema territorial y urbanístico, al lado de todos
los demás que afectan al proletariado.
Mientras no se libre una
batalla que enfrente la mayoría social proletaria al capital, solamente queda llorar
por las víctimas de estas especulaciones.
Noviembre 2024
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