(O la
historia no contada de la lucha por la democracia
desde las
entrañas del Estado)
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Rodrigo M.
Rico Ríos
Asociación
Unificada de Militares Españoles (AUME)
Rebelión
Organizar el silencio
Y declararlo en huelga...
Antonio Gamoneda
La apuesta
mayoritaria fue por abandonar el carácter sindical de la lucha y pasar al plano
asociativo. A pesar de contar con la sentencia favorable del Tribunal
Constitucional, este cambio estratégico no supondría un camino de rosas sino
una fase diferente, una adaptación realista, un esfuerzo colectivo por el
reconocimiento de facto de las nuevas formas organizativas.
De estas
nuevas luchas, previo debates y congresos de los miembros del sindicalismo
clandestino, surgiría la Coordinadora Pro Perjudicados por la Gestión de Luis
Roldán y la Corrupción (COPROPER) o la Asociación 6 de Julio de Guardias
Civiles. Ambas se fusionarían formando la legalizada COPROPER-6J en 1995, que
se convertiría en la asociación mayoritaria en la Benemérita.
La lista de
reivindicaciones del nuevo movimiento asociativo era heredera del anterior
movimiento sindical con un ingrediente añadido: ninguna clemencia e
n la lucha
contra la corrupción.
La imagen de
la institución se ensució demasiado después de la etapa de su Director Luis
Roldán, y el asociacionismo puso en alto la bandera de la honradez y de la
ejemplaridad. Sus reclamaciones iban más allá de la condena a su antiguo
director.
También
pedían la cabeza de generales y coroneles que debían ser cómplices de los
delitos cometidos. Merece la pena reconocer el histórico protagonismo que el
movimiento sindical y asociativo de la Guardia Civil ha tenido destapando casos
de corrupción y de ilegalidades cometidas por su propia institución,
participando en la denuncia de asuntos como: caso Luis Roldán, narcotráfico, la
trata de blancas o los GAL.
La altura y
magnitud de su lucha les lleva a ganarse el respeto de muchos compañeros y de personalidades
ajenas al cuerpo como jueces, abogados, académicos, actores, políticos, periodistas
o sindicalistas. No obstante, ese respeto no se traducía en la normalización de
la actividad asociativa ni en la desaparición de la represión.
En mayo de 1995 después de la presentación pública de
la delegación de Melilla de COPROPER- 6J (ya legal), el tesorero de la
asociación en dicha ciudad es citado por el comandante 2º Jefe de Melilla José
María Delgado Lanau.
Después de una fuerte discusión el miembro de
COPROPER-6J ingresó en el Hospital Militar denunciando haber sido maniatado y
golpeado (Carrillo,
Fernando; Gabriel, José Manuel y Del Álamo, Manuel, Guardias valientes.
Historia del sindicalismo en la Guardia Civl(1977-2009), Valencia, Germanía,
2009, p. 6).
Este hecho
fue un indicador más de que la lucha había mutado en sus formas pero no iba a
estar exenta de resistencias internas y externas.
Como hecho
positivo de la década de los noventa cabe destacar la consecución por parte de
COPROPER-6J de la jornada de 37 ́5 horas semanales para los miembros de la
Guardia Civil, equiparándola con la del resto de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad
del Estado.
Una medida que debía haber sido aplicada por
el Gobierno en 1986, año en el que se aprobó la ley referente a estos cuerpos,
pero que necesitó de la lucha sindical y ahora asociativa para conseguirlo 11
años después en 1997.
El Partido
Popular, que en los 90 desde la oposición apostaba por legalizar el
asociacionismo profesional para la Guardia Civil, llegó al poder el año 1996.
Desde la Moncloa hizo todo lo posible para que se cumpliese lo contrario de lo
prometido.
Y el
conflicto en el ámbito judicial entre Gobierno y movimiento asociativo fueron
determinantes. Después de una larga lucha judicial, en el año 2002 el Tribunal
Supremo dicta sentencia a favor de que la asociación COPROPER-6J amplíe sus
competencias defendiendo a sus asociados y representándolos ante organismos
públicos y en el 2005 también sentencia a favor de que la asociación adopte un
nombre genérico. Desde entonces ésta pasará a llamarse Asociación Unificada de
la Guardia Civil (AUGC). La AUGC es actualmente la asociación profesional más
grande del cuerpo con casi 33.000 miembros
de un total de unos 80.000 guardias, participa en el Consejo de la Guardia
Civil, órgano oficial para representación de asociaciones y miembros del
Ministerio de Interior. Desde su viraje hacia la lucha asociativa hasta la actualidad
han transcurrido años de fatigosa campaña por la normalización y porque la vida
asociativa se entienda como algo no hostil e incluso necesario para la Guardia
Civil y el Estado democrático. La AUGC ha dado una batalla victoriosa por la
eliminación del arresto como medida disciplinaria, ha denunciado casos de
corrupción interna, ha proporcionado mayor seguridad jurídica a sus socios, ha
provocado la
mejora en el trabajo y en las condiciones de vida de los guardias, ha trabajado
por profesionalizar el cuerpo y ha continuado perseverando, como sus
antecesores, en alcanzar algún día la desmilitarización real de la institución.
Es la herencia que deja la entrega abnegada de muchos héroes anónimos,
desconocidos para la gran mayoría, como fueron Manuel Rosa Recuerda (el cabo
Rosa), José Morata, José Luis Bargados o José Luis Espino entre otros.
En definitiva,
soportando todavía la desconfianza y represión de alguno de sus mandos y del
Ministerio de Interior, y la indiferencia de la mayoría de la sociedad, el
movimiento asociativo de la Guardia Civil sigue peleando por los derechos
sociales y profesionales de los agentes, luchando por traer aires de democracia
a los cuarteles y apostando firmemente por ser servidor del pueblo y no su
enemigo. Al igual que aquellos soñadores que salieron a la calle un 17 de
diciembre de 1976 o como aquellos disciplinados guardias que mantuvieron su
lealtad al Gobierno un 18 de julio de 1936.
Rodrigo M.
Rico Ríos 22 de febrero de 2014
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