jueves, 7 de diciembre de 2023

El “Maidán español”. [¿Están VOX y el PP –nos referimos siempre a sus jefes jefaturizados de la jefaturización de jefaturas de jefes gordos como servidores de los otros jefes, jefes, jefes gordis-jefaturanos en plan dineral que los mandan- preparando un golpe de Estado en España tipo Maidán en Ucrania, año de gracia de 2014, para cuando llegue el momento meterle fuego a algún edificio sindical y asesinar a unos cuantos izquierdistas, como en Ucrania, igual, igual, igualito que en Ucrania? Pues mira que te digo, colega colegui, camarada, camarado y compañero compañera del metal: TIENE TODAS LAS PINTAS. Y, otra cosa que te digo, y no me la tomes a mal: quien avisa no es traidor, majo-maja. Quien avisa es avisador. Amén Jesús. He dicho.]

 

El “Maidán español”

 


Concha González 

Hojas de Debate

 7 de diciembre de 2023  

 

Pero seguramente, todos estos llamamientos se quedan cortos ante la ingeniosidad de altoparlantes como Esteban González Pons, que ha llegado a decir que: «la revolución pacífica y democrática de los españoles está en marcha, solo queda que alguien le ponga nombre, pero para mí hoy ha sido el Maidán español».

La Derecha extrema del PP y la más extrema derecha de Vox llevan una temporada ofreciéndonos vistosos cánticos coreados con agresiones a periodistas y a los agentes de policía que deben controlar a los manifestantes.

De paso, y como novedad, dedican improperios a Felipe de Borbón, como si la Monarquía no hubiese disfrutado de todos los avales de la Derecha y cantan lo de “Soy español”, con música de Kalinka, como si pertenecieran a los coros del Ejército Rojo. Aunque cantan peor.

El repertorio completo de estas masas cantoras y gritonas abarca un rancio muestrario de lugares comunes y vulgares que cuadran con sus discursos, podridos por saltarse la fecha de caducidad.

Son estrategias propagandísticas que cultivan insuperables contradicciones entre la invocación a la democracia, la libertad, la protesta pacífica, y los significativos excesos verbales y gestuales que son dignos de ser tomados en cuenta por si, además de corresponder a una patología de la exasperación celtibérica, intolerante con quienes no piensen como yo, son el resultado de una campaña de desestabilización emocional. Manuel Rivas opina que «los que arengan estas manifestaciones no tienen cara de haber leído el Quijote».

Vomitan insultos y opiniones plagadas de excesos tanto cuando parece que quieren declarar su amor a España (volvemos a Kalinka) como cuando criminalizan a los que no comparten la cerrazón ideológica ni los planteamientos políticos de estos españoles que son a la vez unitarios y excluyentes. 

El caso es que han abundado las proclamas altisonantes. Entre ellas está la clásica sobre lo de “verter nuestra sangre por España”, vocación que siempre me intranquiliza porque tengo claro a quién le toca ser el donante.

Otra frase que llama la atención es cuando después de hablar de democracia, de libertad de expresión y de manifestación pacífica, nos aseguran que van a devolver golpe por golpe. Como ha escrito Manuel Rivas: «Se utiliza el lenguaje para pavimentar el odio». Y Santiago sigue cerrando España.

También tenemos lo de enviar mensajes a los cuarteles para recordarles su deber y derecho a defender la Patria.  Y de paso, el anuncio apocalíptico, con aires de tragedia pompeyana, del inminente hundimiento del país, sus instituciones y sus habitantes. Menos mal que la lista Forbes nos asegura que algunos españoles tienen fondos para aguantar la catástrofe sanchista.

Todo ello mezclado machaconamente para que recibamos una impresión de amenaza difícilmente eludible que nos exige volver al redil de la España Eterna en calidad de bovinos sin ley de Bienestar Animal que nos proteja.

Pero seguramente, todos estos llamamientos se quedan cortos ante la ingeniosidad de altoparlantes como Esteban González Pons, que ha llegado a decir que: «la revolución pacífica y democrática de los españoles está en marcha, solo queda que alguien le ponga nombre, pero para mí hoy ha sido el Maidán español».

Ocurrente el buen señor, pero olvidadizo de lo que fue aquello: un golpe de estado que comenzó con una matanza de manifestantes de la que se acusó al presidente Viktor Yanukóvich, aunque posteriormente un tribunal ucraniano sentenció que los 49 manifestantes muertos y 157 heridos del Maidán fueron atacados por francotiradores en edificios y áreas controladas por activistas antigubernamentales.

A ver quién le advierte a don Esteban que la comparación que deja caer, por si cuela, entre el golpe de Estado en Ucrania y una manifestación del PP resulta inconveniente e indeseable.  Primero por dar ideas antidemocráticas para demostrar la oposición al Gobierno (cuando se realice la investidura, que Sánchez no es un nasciturus) y, finalmente, porque tampoco nos seduce lo de echar cuentas para averiguar quién, qué y cuántos golpes tendría que devolver la Derecha para arreglar lo de “su” España.

Para los que no se hubieran enterado de lo que fue y significó lo del Maidán, sepan que González Pons lo asume como una revolución pacífica y democrática. No hay duda: Pons es español, español, español. Y desafina.

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