viernes, 1 de marzo de 2013

SENTANDO LAS BASES PARA LA TRANSFORMACION SOCIAL


 LA ORGANIZACION POLITICA EN TRANSICION

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Traducido del inglés para Rebelión por Christine Lewis Carroll 

Hilary Wainwright 
Red Pepper 
Rebelion.org
28.02.2013 

La autora inaugura ambiciosamente el año nuevo. Trata aquí de cómo transformar el Estado y por qué les cuesta tanto a los políticos radicales mantener el impulso radical una vez elegidos al Parlamento o al Ayuntamiento. ¿Cómo se podría cambiar esto? ++ En el contexto actual de incertidumbre y cambio continuo ayuda empezar desde lo específico. Mi punto de partida es el auge de Syriza, la coalición radical de izquierdas enraizada en los movimientos que resisten la austeridad, que se ha convertido en el principal partido de la oposición del Parlamento griego. La capacidad de Syriza de dar voz política a la ira y a la desesperación de millones de personas ha supuesto un gran avance del que podemos aprender. 

No se trata sólo del elevado apoyo electoral, que se vio incrementado del 4% del voto nacional en 2009 al 27% en junio de 2012 sobre la base del rechazo a las políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Comisión Europea (CE) y el Banco Central Europeo (BCE), sino también del hecho de que este mandato electoral se ve reforzado por los movimientos organizados y las redes de solidaridad que Syriza ha contribuido a edificar. 

Esto no significa que el éxito de Syriza sea estable o que su impulso se mantenga necesariamente. Uno de sus 71 diputados, exmiembro del Pasok y dirigente sindical Dimtris Tsoukalas, advierte de que “los votos pueden ser como la arena”. Habrá vientos amenazadores procedentes de los medios de comunicación hostiles resueltos a explotar cualquier señal de división, de las elites nacionales y europeas interesadas en que se tenga miedo a la izquierda y de un partido fascista violento que explota con cierto éxito -habiendo conseguido el 7% del voto- las tendencias xenófobas dentro de la sociedad griega. 

Syriza no es una plantilla que pueda trasplantarse a otros lugares; es un nuevo tipo de organización política en construcción. Sin embargo la reflexión sobre su auge -que ha tenido lugar junto con el colapso del Pasok (del 40% del voto en 2009 al 13% en 2012)- permite un desahogo para el dilema actual de la izquierda, sobre todo en Europa. Estimula también nuevas reflexiones sobre las formas de organización política que nos pueden proporcionar salidas.

 El fracaso de los partidos socialdemócratas 

El dilema es el siguiente: Por un lado los partidos socialdemócratas son incapaces no sólo de enfrentarse a la austeridad, sino también de negociar alguna solución para las personas frente a la crisis financiera. Estos partidos demuestran -algunos con más fortuna que otros- su incapacidad de asumir el desafío al proyecto neoliberal que está muy desacreditado. Además el desmoronamiento de la democracia y la cultura de partido, junto con el atrincheramiento de las mentalidades de mercado, ha significado que en los partidos socialdemócratas las fuerzas renovadoras son muy débiles o insignificantes. 

Por otro lado la mayoría de las organizaciones políticas de la izquierda radical, con la excepción notable de Syriza, está en una posición más débil que antes de la crisis financiera de 2008. Además las formas tradicionales de organización del movimiento obrero son también más débiles. Ha habido un crecimiento impresionante de resistencia y alternativas de todo tipo, muchos conectados entre sí y otros, como Occupy, que menosprecian un sistema ya de por sí desacreditado. Pero son las estrategias, las formas de organización y los medios de activismo político capaces de conseguir una transformación duradera lo que se está discutiendo activa y ampliamente. 

En otras palabras mientras que la derecha, bajo la forma del neoliberalismo, estaba preparada para el derrumbamiento del bloque soviético en 1989, la izquierda del norte, ante el colapso virtual del capitalismo -dada la capacidad de éste de conseguir avales de los Estados- ha sido incapaz de encontrar los modos apropiados de construir para la sociedad una dinámica de cambio impulsada por orientaciones y valores alternativos. 

Syriza se ha forjado al calor intenso del más despiadado giro de tuerca de la austeridad. Syriza se enfrentará a muchos problemas, tanto dentro de su propia organización mientras la coalición de partidos y grupos se convierte en un partido con afiliación directa, como ante las nuevas presiones que recibirán de sus opositores dentro y fuera de Grecia. Sin embargo, después de entrevistar a una gran diversidad de activistas y leer entrevistas e informes realizados por otros, tengo datos fundamentados para creer que el largo y difícil proceso de desarrollar un marco que permita repensar la organización política más allá, tanto del leninismo como del sistema parlamentario, producirá nuevos resultados cualitativos. 

Muchos recursos políticos que dieron forma a la respuesta de Syriza a las condiciones actuales y lo llevó al lugar que ocupa actual, exclusiva pero todavía condicionalmente en que tantos griegos le confieren su confianza, son consecuencia de haber aprendido de los errores de otros partidos radicales europeos y de la experiencia del Foro Social Europeo. 

Este ensayo pretende contribuir a la dialéctica de aprendizaje político transnacional de la izquierda. Al extender las características distintivas de Syriza y si tenemos en cuenta las experiencias de otros partidos con ambiciones similares que han sido incapaces de mantener su dinámica transformadora, sugeriré formas de abordar los problemas de la organización política en aras de superar el dilema de la izquierda. 

Transformar el Estado 

Mi enfoque sobre estos temas se centrará en la transformación del Estado. Éste es un asunto muy importante para Syriza mientras hace campaña y se prepara para gobernar dentro y contra un Estado notablemente corrupto y antidemocrático. Una de las cuatro secciones del programa redactado en 2009 por miembros de Synaspismos, el partido más grande de la coalición Syriza, se titula ‘Reestructurar el Estado’. 

El marco del cual me sirvo para acercarme a este tema fundamental considera decisivas las fuentes de un poder democrático transformador autónomo del Estado para las posibilidades de cambio.

La dimensión económica es aquí crucial. El cambio político se obstaculiza gravemente si carece de una base de relaciones no capitalistas de producción, lo que incluye la producción de servicios y cultura, por parciales e incompletos que éstos puedan ser. Al mismo tiempo, el conflicto dentro y contra el Estado es condición necesaria para el cambio del sistema. Tal compromiso ha de enraizarse en las fuerzas sociales del cambio democrático y rendir cuentas a éstas. Sin una estrategia de este tipo para transformar y, donde sea necesario, romper el poder del Estado, las luchas transformadoras se convertirán recurrentemente en contraculturas contenibles y su potencial para la mayoría de las personas no se conseguirá.

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