jueves, 30 de enero de 2025
Poner
al mismo nivel la simbología nazi y la comunista es un aviso, una advertencia:
los rojos podéis iros preparando, que vamos a por vosotros. Los sátrapas de la
UE están sembrando represión… ¿para cuándo la cosecha?
Una equiparación canalla
El Viejo Topo
30 enero, 2025
La equiparación
propuesta por esa realidad criminógena que es la UE (consolidada como una
reorganización de arriba a abajo de la relación de fuerzas establecida tras la
caída del Muro de Berlín) entre símbolos nazis y símbolos comunistas es una
auténtica locura: los símbolos comunistas son también, y no poco, aquellos con
los que millones de mujeres y hombres en Europa se han identificado en su
sacrosanta reivindicación de derechos y dignidad, trabajo y emancipación.
Prohibirlos no significa tanto distanciarse de Pol Pot (indefendible y, en todo
caso, no puesto como modelo por nadie en Europa), sino que equivale, si acaso,
a un imperativo categórico que suena así: pueblos dominados de toda Europa, ¡no
volváis a intentarlo! ¡No os atreváis nunca más a desafiar la explotación
capitalista! ¡Nunca más oséis imaginar una sociedad que no sea la del
totalitarismo del libre mercado! Resistid con espíritu de resistencia y adaptaos
a la civilización de mercado, ¡el único mundo decente, si no el único posible!
El mensaje ideológico de los heraldos de la globalización neoliberal recita que
cualquier intento de éxodo del capitalismo está destinado a reproducir las
tragedias de Pol Pot: y que, por tanto, es necesario reconciliarse, con euforia
exultante o resignación desencantada, con la jaula de acero del
tecno-capitalismo sin fronteras. Ideología en estado puro, la cual hay que
etiquetar bajo el epígrafe de «no hay teorema alternativo»: lo que Fisher
calificó acertadamente de «realismo capitalista». Por no hablar de que, en lo
que a violencia asesina y genocida se refiere, el liberalismo no tiene nada que
envidiar a los totalitarismos rojo y negro, como bien demostró Domenico Losurdo
en «Contrahistoria del liberalismo»: deportación de esclavos de África y
colonialismo, exterminio de los nativos de América y bombas atómicas, “casas de
trabajo” y racismo.
La verdad es
que el liberalismo no debería permitirse erigirse en juez universal de la
historia, como hace habitualmente: debería sentarse en el banquillo de los
acusados por los crímenes que ha cometido y sigue cometiendo en todo el mundo
gracias a su concepción de la libertad como «libertad de mercado» (en cuyo
altar no puede sacrificarse ninguna vida). Además, hoy en Europa sólo hay un
totalitarismo, el del fanatismo del libre mercado desregulado, del que derivan
todas nuestras tragedias actuales, que con Hegel podríamos calificar con razón
de «tragedias en lo ético». La convención fabuladora que repite que debemos
resignarnos a vivir eternamente en el sistema capitalista desde que el
comunismo del siglo XX fracasó y cayó sin gloria (Berlín, 1989) se parece
bastante a la conducta de aquel médico que diría a su paciente que se resigne a
vivir con la enfermedad porque la cura no ha producido los resultados deseados.
Incluso Norberto Bobbio, un pensador liberal que ciertamente no podría
adscribirse a la galaxia comunista, lo admitió: el comunismo ha caído sin
gloria, pero permanecen todas las contradicciones contra las que había surgido
legítimamente como un intento de los grupos dominados de reclamar su
emancipación del sistema de explotación modestamente llamado libertad de
mercado. Por tanto, no lamentamos en absoluto el pasado, pero menos aún estamos
dispuestos a aceptar el presente plenamente alienado como un eterno horizonte
ideal.
Traducción de
Carlos Blanco
lunes, 27 de enero de 2025
Enero de 1977: ¿nos acordamos?
: Han pasado cuarenta y
ocho años desde aquel día. Desde aquella noche. Desde aquellos días en que nos
parecía que las cosas empezaban a ser distintas a como habían sido hasta
entonces.
Enero de 1977: ¿nos acordamos?
El Viejo Topo
27 enero, 2025
Han pasado cuarenta y
ocho años desde aquel día. Desde aquella noche. Desde aquellos días en que nos
parecía que las cosas empezaban a ser distintas a como habían sido hasta
entonces. Veníamos de los tiempos oscuros. Esa dictadura que ahora dicen
algunos que era una maravilla. Enero de 1977. Ya hacía más
de un año que se había muerto el dictador. La Transición. Bueno, hay
quien dice que la Transición empezó más tarde, cuando se aprobó la Constitución
en 1978. Me da igual la fecha. Lo que no me da igual es que se cuenten cosas
que no son como en realidad sucedieron. Que se diga que fueron unos años
tranquilos. Que era el sosiego ejemplar que estábamos deseando después de la
violencia del franquismo. Fue el argumento para ensalzar ese tiempo: que nadie
quería otra guerra. Claro que nadie quería otra guerra. Pero lo que tampoco
quería mucha gente era que se olvidara tan rápido aquella violencia, las
cárceles, las torturas, tanta muerte en las tapias de los cementerios, en las
comisarías… En 1939 no llegó la paz sino la victoria fascista. En 1975
lo que llegó fue el silencio, también una especie de miedo al pasado, el
tanteo con una tranquilidad en la que poco a poco se iban abriendo demasiados
agujeros. Ese paseo por una “tierra que el silencio alfombra”, como
escribía Miguel Hernández muchos años antes de los nuevos
tiempos que no eran tan nuevos como habíamos pensado.
No digo que todo lo
que se hizo fue para mal. Claro que no. Hablo de lo que no se hizo y algo de
eso que no se hizo sí que se podía haber intentado hacerlo. Al menos
intentarlo, ¿no? De eso hablo. Cómo se te queda el cuerpo cuando el mismo Adolfo
Suárez confesó muchos años más tarde que no convocó un referéndum para
elegir entre Monarquía y República porque esa consulta la hubiera ganado la
República. El franquismo salió bien vivo de la muerte de su máximo caudillo.
Intacto. Y así ha seguido salvo en muy contadas ocasiones, siempre a su favor
el viento de la historia. La democracia avanzó mirando de reojo al
pasado, como esperando un asalto de sus fantasmas al llegar la noche,
como si las sombras siguieran siendo las mismas sombras de los años franquistas
del plomo. Entre la ruptura con la dictadura y su reforma se eligió la reforma.
Era una manera de que las luces y las sombras se juntaran en un mestizaje de
tiempos en que seguían siendo mayoría las sombras. Porque la realidad tranquila
se sabía huidiza, demasiado vulnerable ante los desmanes a que la sometían los
grupos de extrema derecha y casi toda la policía. Actuaban juntos casi siempre.
Y estaban bien organizados en esa complicidad sangrienta.
El franquismo salió
bien vivo de la muerte de su máximo caudillo. Intacto. Y así ha seguido salvo
en muy contadas ocasiones
La Ley de Amnistía de
1977 metió en el mismo saco a Martín Villa y a Marcelino
Camacho. Eso fue en octubre. Unos meses antes, en enero, estalló una oleada
de violencia conocida como la Semana Negra. Fue en Madrid. El domingo 23, en
una manifestación por la amnistía, un grupo de pistoleros de extrema derecha
asesinó al joven Arturo Ruiz. No había cumplido aún los veinte
años. El martes 24 por la mañana hubo una manifestación de protesta contra ese
crimen. Y Mari Luz Nájera, una estudiante de veintiún años, fue
alcanzada por un bote de humo disparado por la policía. Moriría en el hospital
a las pocas horas. Esa misma noche del 24 de enero, un grupo fascista irrumpió
violentamente en un despacho laboralista de la madrileña calle de Atocha,
asesinó a cinco personas y dejó malheridas a otras cuatro. Muchos de esos
asesinos nunca fueron detenidos y los que sí lo fueron pudieron huir tranquilamente
de la cárcel o cumplieron penas mínimas de encierro. El entierro de los
asesinados fue una de las más grandes manifestaciones de duelo y de rabia que
se recuerdan en la historia de este país, que ha hecho de la desmemoria una de
sus más estrictas señas de identidad. Esa misma semana, el Grapo acababa con la
vida de varios policías y las voces ultras en los funerales gritaban la
vuelta de Franco para enmendarle la plana a la frágil democracia que
no acababa de despegar.
No sé cuánta gente se
acuerda de aquellos días de enero. O de otras fechas lo mismo de violentas que
se dieron en la Transición. Sé que me dirán que la juventud seguro que no se
acuerda. Claro que no: sencillamente porque nunca le hemos contado nada. Y sé
también que mucha de la gente que entonces estaba cada día en las calles igual
ha tirado la toalla porque no se puede estar toda la vida en el campo de
batalla. Pero a pesar de todo, a pesar de que la memoria ha flojeado tanto
desde aquel noviembre de 1975, no vale entregarles la historia de
aquellos años y su memoria al silencio y el olvido. Tantos nombres que
cayeron en aquella lucha no se merecen que se callen sus nombres y se les ponga
al mismo nivel que sus asesinos. La Transición fue lo que fue. Pero han pasado
cincuenta años desde entonces y no podemos seguir con la monserga de que fue
modélica, ejemplar, exportable a otros países del mundo mundial. No sé si en
las actividades previstas en la campaña 50 años de España en libertad habrá
un sitio para esa memoria de la dignidad que el fascismo sigue queriendo negar
porque su memoria es otra: la de la iniquidad franquista que siguen defendiendo
abiertamente el PP, Vox y toda la brunete mediática que los
empuja y aplaude con esa encendida vocación de “cazar al rojo” que
nunca han abandonado.
Han pasado cuarenta y
ocho años desde aquel enero trágico de 1977. Pongamos en este aniversario
nombres y más nombres sobre la mesa del recuerdo. Y no sólo de las víctimas, sino
también de sus verdugos. Para que no sean lo mismo quienes se cargaban la libertad
a tiro limpio y quienes la defendían con su militancia antifascista jugándose
la vida en esa lucha. Cada cual tenemos cerca muchos de esos nombres. Que no se
nos olvide ninguno, ¿vale? Ninguno.
Fuente: infoLibre
domingo, 26 de enero de 2025
Crecimiento de la desigualdad
Según el último
Informe sobre la Riqueza Mundial de UBS, los 26 más ricos del mundo poseían en
2023 la asombrosa cifra de 2,872 billones de dólares. Billones, con b. Más que
el total de bienes y servicios que la mayoría de las naciones producen
anualmente.
Crecimiento de la desigualdad
El Viejo Topo
25 enero, 2025
DESIGUALDAD EN LA DÉCADA DE 2020
Los datos
empíricos sobre la desigualdad económica se han multiplicado en las dos últimas
décadas. Me refiero aquí a la desigualdad económica (ingresos y riqueza) por
oposición a la desigualdad social (esperanza de vida, acceso a la sanidad y la
educación, niveles de contaminación, etc.), porque la primera impulsa las
desigualdades en la segunda.
La desigualdad
económica puede considerarse de varias maneras. En primer lugar, la desigualdad
de los ingresos percibidos (salarios y beneficios); a continuación, la
desigualdad de la riqueza personal neta (activos poseídos una vez contabilizada
la deuda); después, la desigualdad de los activos de capital (el tamaño de las
empresas y la propiedad de acciones). Luego está la desigualdad global, es
decir, la desigualdad de ingresos y riqueza entre naciones; y
la desigualdad de ingresos y riqueza dentro de las naciones.
La desigualdad es una medida relativa, no absoluta.
Tomemos primero
la desigualdad de ingresos. La medida básica de la desigualdad de ingresos es
el coeficiente de Gini de desigualdad de ingresos, que capta la equidad general
de la distribución. Un coeficiente de Gini de uno significaría que todos los
ingresos percibidos en un año fueron a parar a una sola persona. Un coeficiente
de cero significaría que la renta se reparte por igual entre todos. Todos los
países del siglo XXI tienen un coeficiente entre estos dos extremos.
Recientemente,
algunos economistas de la corriente dominante han insistido mucho en que este
coeficiente se ha estancado o ha disminuido durante las dos últimas décadas en
Gran Bretaña, Estados Unidos y gran parte de Europa occidental. La relación
entre los ingresos del 10% superior y el 10% inferior también se ha
estabilizado; en todo caso, ha disminuido. Los datos del Informe sobre la Desigualdad en el
Mundo muestran que la proporción de la renta nacional destinada
al diez por ciento más rico ha aumentado en casi todos los países desde 1980.
Pero esa desigualdad de ingresos parece haberse aplanado desde 2010.
La razón no es
una inversión de la desigualdad creciente, sino que la disparidad entre los
ingresos de la parte superior de la escala de ingresos y los grupos de ingresos
medios ha tendido a aumentar desde el cambio de milenio, mientras que la brecha
entre la parte inferior y la media se ha reducido. Los que más ganan se alejan
del medio (de 6x a 7x) y los que menos ganan han reducido la distancia con el
medio (de 5x a 4x).
Los aumentos
sostenidos del salario mínimo han sido una parte importante de esta historia en
Gran Bretaña. Y tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido, los
trabajadores poco cualificados se han beneficiado (y los trabajadores de
cualificación media han sufrido) de un «vaciamiento» en la parte media de la
distribución del empleo. En EE.UU., los empleos mejor pagados se reparten cada
vez más entre un puñado de profesiones de muy alto nivel. Los trabajadores del
sector tecnológico representan ahora uno de cada seis del 5% de los salarios
más altos, frente a uno de cada 20 en 1990. Ningún grupo tenía este predominio
en el pasado.
Nada de esto
elimina el claro aumento de la desigualdad de ingresos dentro de los países que
se ha producido en casi todas partes desde la década de 1980. El 50% más pobre
de la población se sitúa sistemáticamente por detrás del 10% más rico de la
población en todas las regiones, aunque esta brecha es más pronunciada en
Oriente Medio, América Latina y África, en comparación con Europa. En todo el
mundo, el 10% de las personas con mayores ingresos se lleva más del 50% de
todos los ingresos percibidos, mientras que el 50% más pobre sólo se lleva el
5%.
En algunos
países, la desigualdad ha alcanzado niveles extremos. Por ejemplo, Sudáfrica es
uno de los países más desiguales, con el 10% más rico acaparando el 65% de la
renta nacional. Yemen también presenta una desigualdad significativa, ya que el
10% más rico obtiene el 59,5% de los ingresos y sólo el 1% más rico se queda
con el 25%.
Dentro de la
OCDE, Estados Unidos es el país más desigual, con un 21% de la renta nacional
destinada al 1% más rico, igual que en México (21%) y ligeramente más que en
Sudáfrica (19%).
Luego está la
desigualdad global de ingresos, es decir, la disparidad entre los ingresos de
los adultos en los países pobres y ricos; y en los ingresos medios de cada
país. En 2023, la renta nacional per cápita media mundial (incluido el valor
«en especie» de los servicios públicos) se situará en torno a los 12.800 euros
anuales (PPA), es decir, 1.065 euros al mes. Sin embargo, esta cifra oculta
enormes disparidades entre regiones. Por ejemplo, la renta media en el África
subsahariana era de sólo 240 euros al mes, frente a más de 3.500 euros en
Norteamérica y Oceanía, una diferencia de 1 a 15.
El rápido
crecimiento económico en Asia (sobre todo en China e India) ha sacado a muchas
personas de la pobreza extrema. Pero el 0,1% y el 1% más ricos del mundo han
cosechado una parte mucho mayor de los beneficios económicos, según el Informe
sobre la Desigualdad en el Mundo. En 2020, el 1% más rico se embolsó el 20,6%
de la renta mundial, 2,8 puntos porcentuales más que en 1980. El 0,1% más rico
se embolsará el 8,59% en 2020, lo que supone un aumento de 1,98 puntos
porcentuales desde 1980. Aunque la crisis financiera de 2008 afectó a estos
ultra-ricos, el 0,1% más rico casi ha recuperado la cuota de renta mundial de
la que disfrutaba en 2007.
La pandemia de
COVID-19, la consiguiente inflación y el aumento de los conflictos
internacionales han hecho que las tasas mundiales de «pobreza extrema» hayan
aumentado en los últimos cuatro años. Los descensos en las formas menos
extremas de pobreza mundial, más comunes en los países de renta media, han
continuado, pero a un ritmo mucho más lento que durante la década de 2010. A
menos que algo cambie, el Banco Mundial advierte de una posible «década
perdida» para «la guerra» contra la pobreza mundial.
La producción
anual per cápita en Estados Unidos es de 73.000 dólares, aproximadamente 26
veces la media de los países de renta baja. Incluso los países de renta
media-baja, como India, Nigeria y Filipinas, sólo alcanzan la novena parte de
la producción económica estadounidense. Ese PIB inferior representa menos
consumo de alimentos, atención sanitaria y tecnología, menos inversión en
infraestructuras, educación y vivienda, y menos bienestar general para miles de
millones de personas en todo el mundo.
La desigualdad
de ingresos tanto entre países como dentro de un mismo país
palidece en comparación con la desigualdad de riqueza. Como ya he
informado en otras ocasiones, el último Informe sobre la Riqueza Mundial de UBS
muestra que el 1,5% de los poseedores de riqueza personal más ricos se lleva
alrededor del 48% de toda la riqueza personal mundial, mientras que el 40% de
la población mundial más pobre no posee nada (después de las deudas).
Las «personas
con patrimonios muy elevados», término empleado en el sector de la gestión de
patrimonios para designar a las personas con un patrimonio superior a 30
millones de dólares, poseen una parte asombrosamente desproporcionada de la
riqueza mundial. Estos propietarios poseen el 6,5% del total de la riqueza
mundial, aunque sólo representan una pequeña fracción (0,003%) de la población
mundial.
Aunque la
concentración de la riqueza está aumentando en casi todos los países, se
necesita mucha más riqueza para situarse entre el 1% más rico en los distintos
países. Según el Informe sobre la Riqueza de Knight Frank, en Estados Unidos
hay que tener al menos 5,8 millones de dólares para entrar en este selecto
club. Esto es 5,4 veces más que el mínimo necesario para pertenecer al 1% más
rico en China, la segunda economía mundial, y 1,5 veces más que en Alemania, la
tercera.
Según el último
Informe sobre la Riqueza Mundial de UBS, los 26 multimillonarios más ricos del
mundo poseían en 2023 la asombrosa cifra de 2,872 billones de dólares. Esta
riqueza combinada es mayor que el total de bienes y servicios que la mayoría de
las naciones producen anualmente, según los datos del PIB del Banco Mundial.
En comparación
con otros países, Estados Unidos experimentó la mayor expansión de su clase
multimillonaria en 2024, según el Informe sobre Ambiciones de los
Multimillonarios de UBS. Según el banco de inversión con sede en Suiza, el
número de multimillonarios estadounidenses pasó de 751 en 2023 a 835 en 2024.
Por el contrario, el club chino de los nueve dígitos se redujo de 520 a 427, ya
que la crisis inmobiliaria y las turbulencias de los mercados financieros
empujaron a muchos nuevos miembros por debajo de los 1.000 millones de dólares.
Las
estadísticas de la OCDE muestran que el 1% más rico de Estados Unidos posee el
40,5% de la riqueza nacional, una proporción mucho mayor que en otros países de
la OCDE. En ningún otro país industrializado el 1% más rico posee más del 27%
de la riqueza nacional.
China ha
experimentado un rápido crecimiento en este nivel de riqueza. Pero aunque ese
país tiene más del cuádruple de habitantes que Estados Unidos, el número de
estadounidenses con un elevado patrimonio neto es 4,8 veces mayor que el de
China.
Es casi
imposible comprender la magnitud de la desigualdad de la riqueza en Estados
Unidos. Piénsalo así: 100.000 dólares ahorrados para la jubilación es una pila
de billetes de 100 dólares de 4,3 pulgadas; 1 millón de dólares son 43
pulgadas; y 1.000 millones de dólares son 3.600 pies, es decir, 12 campos de
fútbol (el edificio más alto del mundo mide 2.722 pies). Sin embargo, Elon Musk
tiene 486.000 millones de dólares, lo que equivale a 330 millas de altura o 60
Mt. ¡Everests apilados!
Y cuando se
utiliza el índice de Gini tanto para la renta como para la riqueza de cada
país, la diferencia es asombrosa. Veamos algunos ejemplos. ¡El índice de gini
de EE.UU. es de 37,8 para la distribución de la renta (bastante alto), pero el
índice de gini para la distribución de la riqueza es de 85,9! O tomemos la
supuestamente igualitaria Escandinavia. El índice de gini de la renta en
Noruega es de sólo 24,9, pero el de la riqueza es de 80,5. Lo mismo ocurre en
los demás países nórdicos. Los países nórdicos pueden tener una desigualdad de
ingresos inferior a la media, pero tienen una desigualdad de riqueza superior a
la media.
¿Cuáles son los
países con mayor desigualdad en la riqueza personal? He aquí las diez
sociedades más desiguales del mundo.
Cabría esperar
que algunos de estos países figuraran entre los diez primeros: es decir, muy
pobres o gobernados por dictadores o militares. Pero entre los diez primeros
también figuran Estados Unidos y Suecia. Así pues, tanto una economía avanzada
«neoliberal» como una economía «socialdemócrata» figuran en la lista: el
capitalismo no discrimina cuando se trata de riqueza.
No obstante,
EE.UU. destaca como líder de las principales economías avanzadas del G7 en
desigualdad de riqueza e ingresos.
De hecho,
¿podemos discernir si la elevada desigualdad de la riqueza está estrechamente
correlacionada con la desigualdad de los ingresos? Utilizando el índice del
FEM, descubrí que existía una correlación positiva de aproximadamente 0,38 en
todos los datos: por tanto, cuanto mayor sea la desigualdad de la riqueza
personal en una economía, más probable será que la desigualdad de los ingresos
sea mayor.
La pregunta es:
¿cuál impulsa a cuál? La respuesta es sencilla. La riqueza genera riqueza. Y más
riqueza engendra más ingresos. Una élite muy pequeña posee los medios de
producción y las finanzas y así es como usurpa la parte del león y más de la
riqueza y los ingresos.
Otro aspecto importante de la desigualdad de la riqueza es que se consigue principalmente
por herencia a través de generaciones. Donald Trump se hizo multimillonario
porque su padre ya estaba cerca de serlo; Elon Musk se puso en marcha con el
apoyo millonario de su padre. El sueño americano de hacerse rico a base de
trabajo duro y capacidad empresarial no es más que un sueño, no una realidad.
Y un estudio
realizado por dos economistas del Banco de Italia reveló que las familias más
ricas de Florencia descienden de las familias más ricas de Florencia hace casi
600 años. Así que las mismas familias siguen en la cima de la riqueza desde el
auge del capitalismo mercantil en las ciudades-estado de Italia, pasando por la
expansión del capitalismo industrial, hasta llegar al mundo del capital
financiero.
Y hablando de
la escandalosa desigualdad de la riqueza en la «igualitaria» Suecia, una nueva
investigación revela que los buenos genes no te hacen triunfar, pero el dinero
de la familia, o el matrimonio con ella, sí. La gente no es rica porque sea más
lista o tenga más estudios. Es porque tienen «suerte» y/o han heredado su
riqueza de sus padres o familiares (como Donald Trump). Los investigadores
descubrieron que «la riqueza está muy correlacionada entre los padres y
sus hijos» y «Comparando la riqueza neta de los padres adoptivos y
biológicos y la del hijo adoptado, descubrimos que, incluso antes de cualquier
herencia, hay un papel sustancial del entorno y un papel mucho menor de los
factores previos al nacimiento.»Los investigadores concluyeron que «la
transmisión de la riqueza no se debe principalmente a que los hijos de familias
más ricas sean intrínsecamente más talentosos o más capaces, sino a que,
incluso en una Suecia relativamente igualitaria, la riqueza engendra riqueza».
Pero como ya he
argumentado antes, la concentración de la riqueza tiene que ver realmente con
la propiedad del capital productivo, los medios de producción y las finanzas.
Es el gran capital (financiero y empresarial) el que controla la inversión, el
empleo y las decisiones financieras del mundo. Un núcleo dominante de 147
empresas, a través de participaciones entrelazadas en otras, controlan
conjuntamente el 40% de la riqueza de la red mundial, según el Instituto Suizo
de Tecnología. Un total de 737 empresas controlan el 80% de toda ella. Esta es
la desigualdad que importa para el funcionamiento del capitalismo: el poder
concentrado del capital. Y como la desigualdad de la riqueza se deriva de la
concentración de los medios de producción y las finanzas en manos de unos
pocos; y como esa estructura de propiedad permanece intacta, cualquier aumento
de los impuestos sobre la riqueza siempre se quedará corto para cambiar
irreversiblemente la distribución de la riqueza y la renta en las sociedades
modernas.
El poder del
capital también se ejerce internacionalmente entre las naciones. Excluyendo a
los países con una población inferior a 10 millones de habitantes, los diez
países más ricos reciben todos ingresos netos extranjeros positivos por su
capital. Por el contrario, los diez países más pobres del mundo son antiguas
colonias, la mayoría situadas en el África subsahariana. Muestran tendencias
opuestas a las de los más ricos. La mayoría de estos países pagan importantes
ingresos netos al resto del mundo. En otras palabras, estos países envían más
dinero del que reciben de inversiones extranjeras. Esta sangría limita su
capacidad de inversión en áreas como infraestructuras, sanidad y educación,
fundamentales para salir de la pobreza. No es de extrañar que nunca puedan
«ponerse al día» y acortar distancias con el Norte Global.
Otro de los
subproductos de este grotesco nivel de concentración de la renta y la riqueza
es que el 50% más pobre de la población mundial es responsable de sólo el 12%
de las emisiones mundiales de carbono, pero está expuesto al 75% de las
pérdidas de ingresos (en relación con lo que serían los ingresos en un mundo
sin cambio climático).
Por el
contrario, el 10% más rico del mundo es responsable de casi la mitad de todas
las emisiones, pero sólo sufre el 3% de las pérdidas relativas de ingresos,
según el análisis del World Inequality Lab. Así pues, tenemos un claro ejemplo
de cómo la desigualdad económica engendra desigualdad social y lleva a la mayor
parte de la humanidad y de la naturaleza al borde del abismo.
Fuente: thenextrecession
Artículo
seleccionado por Carlos Valmaseda para la página Miscelánea de
Salvador López Arnal.
viernes, 24 de enero de 2025
domingo, 19 de enero de 2025
jueves, 16 de enero de 2025
miércoles, 15 de enero de 2025
Las infiltraciones policiales llegan al Tribunal Constitucional
Las infiltraciones policiales llegan al Tribunal Constitucional
Por Tomás
Muñoz
Rebelion / España | 14/01/2025 | España
Fuentes: El
Salto
Las infiltraciones de agentes
policiales bajo identidades falsas en movimientos sociales y
sus consecuencias en las personas que fueron víctimas de este espionaje,
llegarán al Tribunal Constitucional. Irídia-Centre per la Defensa
dels Drets Humans, conjuntamente con el colectivo de afectadas por
estas infiltraciones Acció Contra l’Espionatge d’Estat,
ha interpuesto un recurso de amparo para denunciar la falta de investigación de
las graves vulneraciones de derechos fundamentales derivadas de las
infiltraciones policiales en espacios políticos y sociales de Barcelona.
Esta acción
judicial es una respuesta a la inadmisión a trámite de la querella interpuesta en
enero de 2023 por ocho personas afectadas contra el agente infiltrado D. H. P.,
sus superiores jerárquicos y el Ministerio del Interior. Una resolución que,
según Irídia, “supone un incumplimiento grave de la obligación de garantizar la
prohibición absoluta de la tortura y otros tratos inhumanos o degradantes, tal
como establecen los estándares internacionales de derechos humanos”. Irídia
considera que este incumplimiento “pone en riesgo la protección efectiva de los
derechos humanos y consolida la impunidad de las autoridades responsables de
unas prácticas tan innecesarias como abusivas”.
Tanto el
Juzgado como la Audiencia han avalado y hecho propio el discurso de Fiscalía,
que alega que investigar el caso “podría poner en peligro la seguridad del
Estado”. Iridia considera que con este posicionamiento “se prioriza una
cuestión de supuesta seguridad antes que nuestros derechos fundamentales”.
Especial trascendencia constitucional
El recurso
subraya la necesidad que el Tribunal Constitucional se pronuncie sobre los
límites legales y éticos del uso de relaciones sexoafectivas por parte de
agentes policiales infiltrados, una práctica aún no resuelta por la
jurisprudencia. Iridia hace referencia a las declaraciones del Secretario de
Estado de Seguridad, Rafael Pérez, en comisión de interior, en los que describía
a estos infiltrados como agentes de inteligencia, diferenciándolos de los
agentes encubiertos.
“Esta práctica
afecta gravemente la dignidad, la libertad sexual y la participación política
de las personas afectadas, a la vez que criminaliza y limita los movimientos
sociales”, manifiesta Iridia, que reafirma su compromiso “de agotar todas las
vías judiciales para exigir que se investiguen unos hechos tan graves y se
establezcan responsabilidades políticas y judiciales, llegando a instancias
internacionales si fuera necesario”.
La falta de transparencia sobre las infiltraciones policiales
Este caso no es
aislado, sino que desde junio de 2022 hasta la actualidad se ha podido conocer
la presencia de nueve agentes infiltrados en movimientos sociales en cuatro
ciudades diferentes (Barcelona, Girona, València y Madrid). Desde
entonces, se han iniciado dos otros procedimientos penales contra los agentes
infiltrados, así como sus superiores jerárquicos; el último el pasado jueves 9 de
enero en València.
Si bien estas
operaciones se han probado como una tendencia represiva al alza, se han topado
con la negativa sistemática del Estado español a desclasificar el número de
agentes policiales infiltrados en espacios de movilización social y política,
amparandose en la Ley franquista de Secretos Oficiales. Esta carencia de
transparencia “no solo limita el derecho a la información de la ciudadanía,
sino que también dificulta la rendición de cuentas por unas prácticas que
tienen impactos devastadores en las personas afectadas y en el tejido
asociativo”, explican desde Iridia.
El anuncio de
esta acción llega el día siguiente al estreno del documental “Infiltrats”, producido por La Directa y
emitido en el programa 30Minuts de 3Cat. Este documental aporta
información inédita sobre el caso y sus impactos en las personas y los
movimientos afectados, dando respuesta a algunas preguntas que señalan la falta
de voluntad política para esclarecer los hechos. La investigación periodística
refuerza la necesidad de abrir un debate público sobre la legitimidad de estas
operaciones y sus graves implicaciones en los derechos fundamentales.
Las infiltraciones son tortura
Desde Acció Contra l’Espionatge d’Estat, en un
comunicado emitido a raíz del citado documental, señalan que “las
infiltraciones policiales y las prácticas que las sustentan son tortura y,
además, en este caso han ido de la mano de agresiones sexuales perpetradas por
el policía infiltrado, es decir, lo que podriamos definir como violencia
institucional sexualizada”. El colectivo, creado para denunciar y afrontar
colectivamente “los efectos y consecuencias de esta herramienta represiva del
estado”, señala que “estas prácticas atentan contra la dignidad y la integridad
de las personas y conllevan unos daños y secuelas personales irreparables”.
Desde este
colectivo hacen una llamada a “la solidaridad y al apoyo mutuo para generar una
respuesta colectiva ya que, más allá de las personas directamente afectadas,
estas infiltraciones policiales son una vulneración que nos afecta a todas”.
Así como señalan que “no hay que normalizar ni acatar los ejercicios de
violencia en manos del estado: el conjunto de casos destapados hasta ahora nos
demuestran la gran amplitud de colectivos, espacios, organizaciones y personas
que podemos ser objetivos”.
Fuente: https://www.elsaltodiario.com/represion/infiltraciones-policiales-llegan-al-tribunal-constitucional
Mijail Santos, técnico de comunicación de la OMS: “La desinformación profesional complica aún más distinguir lo verdadero de lo falso”
Mijail
Santos, técnico de comunicación de la OMS: “La desinformación profesional
complica aún más distinguir lo verdadero de lo falso”
TERCERAINFORMACION / 15.01.2025
Los bulos en salud
representan una amenaza global que socava la confianza en la ciencia y pone
vidas en riesgo. El experto en comunicación Mijail Santos contribuye desde la
Organización Mundial de la Salud a desmentir noticias falsas, proteger la salud
pública y garantizar decisiones informadas.
Presentación en Mijail
Santos en el congreso de la Asociación Nacional de Informadores de la Salud. /
Mapi Muñoz
Mijail Santos (Querétaro,
México, 1989) comienza sus charlas sobre desinformación en salud citando
un estudio de
psicología social según el cual deslizamos unos 90 metros
de información diarios en nuestras pantallas, una extensión como la altura de
la Estatua de la Libertad en la que caben muchos contenidos erróneos o
directamente maliciosos.
Este experto, que trabaja desde 2020 en Ginebra
como técnico de comunicación, estrategia, planificación y coordinación de
la Organización Mundial de la Salud (OMS), explicó recientemente
en Santander, durante el congreso de la Asociación Nacional de Informadores de
la Salud (ANIS), cómo abordar este desafío en un contexto de creciente
desconfianza en los medios de comunicación tradicionales, como alertan el barómetro de
confianza de la consultora Edelman y el Instituto Reuters, añadido a los retos que
plantea la inteligencia
artificial, territorio que conoce bien.
Tras estudiar ciencia política en México, Santos
completó un máster en políticas públicas en Singapur. “Ahí empecé a trabajar en
una empresa que utilizaba inteligencia artificial para
analizar cómo la comunicación puede influir de manera positiva en las políticas
públicas; la OMS era uno de nuestros clientes”. Como explica a SINC por
videoconferencia, el ámbito de la salud también se enfrenta a la polarización
porque “la desinformación afecta no solo la toma de decisiones de
los individuos, sino también la de los gobiernos””.
¿De quién se fían las
personas para informarse sobre salud?
Según el barómetro de
salud Edelman de 2024, la fuente de información más confiable es
su médico de atención primaria. En segundo lugar, los farmacéuticos y en
tercero, la familia y amigos. Después están los gobiernos y, en última
posición, los periodistas, que caen diez puntos respecto al informe previo. Los
canales predominantes varían según el país, la edad y la accesibilidad, pero se
confía cada vez más en las redes sociales. Según este barómetro, cuatro de cada
diez personas se arrepienten de al menos una decisión sobre salud basada en
desinformación.
¿Qué tipos de
desinformación existen?
Primero, la denominada en inglés disinformation,
información falsa creada con intención de engañar por motivaciones políticas,
económicas o sociales. Según estudios sobre redes sociales, aunque sólo el 3 %
de las cuentas activas son tóxicas, producen el 33% de todo el contenido.
Por otro lado, está la llamada misinformation,
que se difunde sin intención de engañar, creyendo que puede ser beneficiosa.
Predomina entre la compartida por familiares o en redes sociales y se transmite
sin comprobar las fuentes, pero puede tener incluso mayores efectos porque
viene de alguien en quien se confía. Tomamos decisiones en función de nuestras
emociones y, aunque una información sea falsa, si existe un vínculo emocional,
tendemos más a creerla.
Durante la pandemia se creó
también el término infodemia.
Sí, es la propagación de informaciones falsas en
cantidades extremas y conlleva ambos tipos de desinformación. También afecta la
toma de decisiones porque la gente ni siquiera sabe cómo identificar la
verdadera, dada la cantidad de datos que le llegan por redes sociales, los
medios, los amigos o WhatsApp. Nosotros intentamos proveer información
accesible, fácil de entender, pero también que sea empática porque las personas
tenemos diferentes sistemas de valores o distintos conocimientos previos y todo
eso afecta la manera en que la recibimos. La forma en que nos comunicamos con
distintas audiencias también tiene que ser distinta.
¿En qué áreas ha
identificado la OMS más desinformación?
En casi todas, pero en particular en vacunas,
educación sexual integral, mpox [antes llamada viruela del mono], productos del
tabaco (incluidos los vapeadores), salud de la mujer (como en anticonceptivos),
sobre acuerdos entre naciones de preparación ante futuras pandemias y sobre el
papel de las farmacéuticas o los intereses de algunas organizaciones
internacionales por quitar soberanía a los estados, lo cual es absolutamente
falso.
¿Quiénes son más
vulnerables a la desinformación?
Todos lo somos. Con la tecnología y la
profesionalización de la desinformación, se ha dificultado más aun distinguir
lo verdadero de lo falso, aunque algunos sesgos nos hacen más vulnerables. Uno
es el de confirmación: si ya escuché cierta información falsa, traigo esa
creencia que solo espero que alguien confirme, sin importar quién sea; otro, el
de accesibilidad, que implica que, a menor diversidad de fuentes disponibles,
mayor vulnerabilidad (por ejemplo, si solo accedo a la de redes sociales); por
último, está el sesgo de repetición: Si me reiteran en lenguaje simple que la
covid se cura con ajo, puedo no necesitar contrastarlo.
Pero incluso los expertos en un tema pueden ser
vulnerables porque la desinformación puede usar lenguaje científico. Recomendamos
comprobar las fuentes, revisar que haya citas bibliográficas y cómo fue
patrocinada la investigación o quién está detrás, pero cada vez es más difícil.
Debemos tener empatía porque al final no es que alguien no sea cuidadoso o
tenga la culpa de caer en desinformación, es que se ha creado un sistema muy
complejo.
Mijail Santos es técnico de
comunicación, estrategia, planificación y coordinación de la OMS. / Justas
Gumbrevicius
¿Cómo afecta la
desinformación a gobiernos y decisores de políticas públicas?
Están expuestos como cualquiera a informaciones
falsas. Muchas veces nos contactan para saber si alguna información que les
llegó ya ha sido contrastada por la OMS porque están evaluando determinada
política pública. A través de nuestras oficinas de países y oficinas
regionales, nos comunicamos con los ministerios de salud para facilitarles
nuestras guías al respecto, pero vemos que hay otros actores implicados en esa
toma de decisiones que están más expuestos a la desinformación, lo que genera
debates importantes y hace que también se vaya polarizando el tema de la salud,
lo que afecta a la decisión final.
Además de peligrosa, ¿la
inteligencia artificial podría ser beneficiosa?
Ambas cosas. Así como un riesgo es tomar
decisiones tras plantear ciertos síntomas a ChatGPT y obtener respuestas no
basadas en la ciencia, podría ser beneficioso obtener respuestas de otras
herramientas entrenadas con estudios científicos. En la OMS hemos creado un
proveedor de salud digital llamado Sarah que
tiene acceso a fuentes fiables y aporta información resumida, veraz y que
conoce sus limitaciones. Si se pregunta por tratamientos en función de
síntomas, Sarah contesta que para eso hay que consultar a un proveedor de
salud. También responde a información sobre preservativos o riesgos del alcohol
o el tabaco.
¿Cómo aborda la OMS la
desinformación en salud?
Hay tres estrategias principales. La primera es
la de inoculación, que consiste en prevenir, como con las vacunas.
Evaluamos las potenciales áreas de desinformación y distribuimos información
verdadera para que impregne a las personas antes de que llegue la
desinformación. Aquí trabajamos mucho con los medios de comunicación.
La segunda es la mitigación de
desinformación que ya circula. Si la identificamos de forma temprana,
podemos corregirla respondiendo mediante fact-checking [verificación de
hechos], incluso en redes sociales directamente a algunas publicaciones.
Sabemos por investigaciones
en psicología que los jóvenes no solo leen la publicación
original, sino también los comentarios y así tienen también nuestra versión.
La tercera forma es ignorar alguna
desinformación mientras monitoreamos su evolución, como hacemos con
ciertas teorías conspiracionistas que no han cobrado mucha popularidad. Es
complejo porque si nos involucramos más de lo necesario, podríamos estar
echando leña al fuego.
¿Cómo podemos evitar
convertirnos en fuentes de desinformación?
Para evitar convertirnos en fuentes de
desinformación, podemos seguir el acrónimo SHARE (Source, Headline, Analyse,
Retouched, Error). Primero, hay verificar la fuente para asegurarnos que sea
confiable, a veces con una simple búsqueda en internet. Luego, leer todo el
artículo y no dejarse llevar por titulares sensacionalistas que buscan apelar a
tus emociones.
Además, hay que analizar el contenido y su
coherencia, recordando que correlación no implica causalidad. Mantener alerta
ante imágenes retocadas o sacadas de contexto, lo cual se puede comprobar con
una búsqueda inversa de imágenes. Finalmente, prestar atención a errores
ortográficos o gramaticales, comunes en la desinformación.
Por último, debemos vigilar errores ortográficos
o gramaticales en el texto, frecuentes en la desinformación o en informaciones
manipuladas.
Fuente: SINC
martes, 14 de enero de 2025
¿Se está acelerando la guerra?
¿Ha llegado el momento
decisivo para el cambio en Corea del Sur? La situación continúa
desarrollándose. Una sacudida en los cimientos del orden social actual.
¿Se está acelerando la guerra?
David Insaidi
El Viejo Topo
14 enero, 2025
En las últimas
semanas han pasado muchas cosas en el mundo.
Una vez, hace
años, el Papa Bergoglio dijo que ya estábamos en la Tercera Guerra Mundial,
pero «en pedazos».
No soy creyente
y, sin embargo, no se me escapa que los Papas suelen estar bien informados de
los hechos que suceden y no dicen ciertas cosas al azar.
Nunca antes la
guerra había asumido múltiples facetas como en nuestros tiempos y se desarrolla
en ámbitos muy variados: desde las guerras comerciales -con sanciones o
deberes- hasta las diplomáticas, las mediáticas, los golpes de Estado, en la
forma clásica o en mayor modernidad de las “revoluciones de color”.
Luego,
lamentablemente, también están los militares.
En el espacio
de unos diez días tuvimos un fallido intento de golpe de Estado en Corea del
Sur por parte del Presidente Yoon. Luego, otro cuasi golpe de Estado -con
resultados aún por verse- en Georgia, donde el presidente derrotado en las
últimas elecciones, Zourabichvili, no reconoce su validez y no tiene intención
de dimitir para dar paso al vencedor de las elecciones. El Sueño Georgiano,
Mikheil Kavelashvili, desatando disturbios callejeros. Un tercero ocurrió en
Rumania -sí, en la Europa democrática- en el que el Tribunal anuló la primera
vuelta de las elecciones porque estaba «quizás condicionada por influencias
rusas» (¡sic!).
En Francia
asistimos también a la caída del Gobierno Barnier, que apenas llevaba unos
meses en el poder, con Macron que, a pesar de haber perdido un apoyo
considerable, no tiene intención de dimitir. Esto va de la mano con la caída
del gobierno de Scholz en Alemania hace apenas un mes. Un auténtico terremoto
político, producto de una fuerte crisis económica que azota a ambos países, que
siempre han constituido el núcleo central de la Unión Europea.
Pero el acontecimiento
más llamativo e inesperado, al menos para la mayoría, fue sin duda la invasión
relámpago de Siria por parte de grupos terroristas, que en apenas una semana
consiguieron increíblemente conquistar una ciudad tras otra, hasta llegar a la
capital Damasco, provocando la caída del gobierno de Assad, que había logrado
resistir siete años de guerra civil.
No entraré en
un análisis en profundidad de lo que ha pasado y está pasando en Siria, ya que
los acontecimientos allí son sumamente complejos y nos falta mucha información.
Y, de hecho, en
comparación con los acontecimientos en Siria, quedan bastantes incógnitas y
preguntas. El primero y significativo se refiere a la razón por la cual el
ejército sirio, de hecho, ha renunciado a defender el país, permitiendo que los
grupos yihadistas se expandan por todo el país, sin contrarrestarlos
adecuadamente. Entre otras cosas, parece que no faltaron informes sobre los
riesgos por parte de países aliados o en todo caso cercanos a Damasco, pero
parecen haber sido completamente ignorados.
A la espera de
que se desarrollen los acontecimientos en Siria y de que entendamos mejor dónde
terminarán, lo que parece evidente en este momento es que sin duda fueron
Israel y los EE.UU. los que se fortalecieron, que siempre se habían opuesto al
gobierno sirio y al partido Baaz. Entre otras cosas, Tel Aviv está invadiendo
una parte de Siria cerca de los Altos del Golán, sin que el nuevo gobierno de
Jolani tenga nada que decir al respecto.
Turquía también
salió claramente ganadora de los acontecimientos y se está fortaleciendo
significativamente en el norte del país.
Por el
contrario, el que claramente se ha debilitado es Hezbollah, que a partir de
ahora ya no podrá contar con el corredor sirio para recibir ayuda de Irán.
La causa
palestina en su conjunto también se ha debilitado claramente, a pesar de las
celebraciones de Hamás.
Sin embargo, no
está del todo claro cómo salieron de allí Rusia e Irán. Por el momento no
parece que las dos bases rusas en el país estén en riesgo. Luego, por supuesto,
Moscú perdió lo que había sido un aliado aparentemente férreo durante décadas,
pero también es cierto que en los últimos años Assad se estaba moviendo mucho
por su cuenta, acercándose a los países del Golfo Árabe y quizás también a
Occidente. . En cualquier caso, para Putin el juego más importante se juega sin
duda en Ucrania, dado que es allí donde se está produciendo un choque casi
directo con la OTAN, y él está ganando ese juego. Por no hablar de los éxitos
conseguidos en el otro «juego», el de los BRICS.
Volviendo a la
discusión anterior, todos los acontecimientos ocurridos en las últimas semanas
en varios rincones del mundo y la creciente velocidad con la que se están
produciendo tensiones, golpes de estado, guerras, ataques, elecciones
reprimidas, etc., son cuanto menos inquietantes.
También porque,
además de los acontecimientos mencionados, hay muchos otros que, aunque de
forma menos sensacionalista -al menos por el momento-, se están gestando y
podrían explotar en cualquier momento, o ya están en marcha, pero casi no se
mencionan a ellos . Dos ejemplos para todos: Taiwán y Yemen.
Más allá de las
especificidades individuales, esta aceleración de la dinámica del conflicto,
incluso local, pero que se produce a nivel global, es claramente el síntoma de
un choque general, en el que ciertamente participan muchos actores, numerosos
factores y dinámicas contradictorias, no siempre fácilmente comprensibles,
esquematizables y reducibles a dos frentes opuestos, pero que, sin embargo,
tienen lugar en el contexto de un choque más amplio y global, que es el que
existe entre un mundo unipolar -liderado por los EE.UU. y
apoyado por todo el mundo- mundo occidental, y basado en el dominio de los
grandes capitales financieros, y un mundo multipolar , cuyos
principales artífices son sin duda China y Rusia, pero en el que muchos otros
países desempeñan un papel importante (India, Brasil, etc.) y que ve en los
BRICS una poderosa herramienta de propagación y consenso a nivel mundial.
Para evitar
malentendidos, cabe precisar que entre los variados partidarios del mundo
multipolar hay, sí, un componente que se puede definir como antiimperialista,
pero también hay otros sujetos que no lo son en absoluto y que sólo pretenden
defender su capitalismo del poder excesivo del gran capital financiero
occidental.
Fuente: laboratorio-21
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lunes, 13 de enero de 2025
domingo, 12 de enero de 2025
Informe sobre el militarismo español en 2024: La construcción de un clima prebélico
Informe sobre el militarismo
español en 2024: La construcción de un clima prebélico
Por Juan Carlos Rois
Rebelion / España
09/01/2025
Fuentes: Grup
Antimilitarista Tortuga
Juan Carlos Rois y el G.A. Tortuga presentan su dossier anual, en el que se
constata un preocupante consenso militarista entre las élites políticas.
Presentación del informe «Balance de la política de defensa en 2024. Vuelta
de tuerca militarista y construcción de un clima prebélico».
Para descargarlo: https://www.grupotortuga.com/2024-la-construccion-de-un-clima
Cerramos el año
2024 con la consolidación de las tendencias de remilitarización de las
políticas públicas españolas.
El repaso de
estas nos permite adelantar varias conclusiones:
a) La primera,
la deliberada opción de refuerzo del militarismo por parte del gobierno
PSOE-SUMAR, que ha profundizado en las políticas de rearme y remilitarización:
gasto militar, injerencia militar en el exterior, securitización de los más
diversos espacios y escenarios, militarización de la vida civil, venta de armas
y construcción de un clima prebélico en consonancia con las opciones
militaristas de EE. UU., de la OTAN y de la construcción (subalterna) de la UE
como nueva potencia militar.
b) La segunda,
el consenso de facto ente las elites políticas en la tendencia militarista
emprendida. Este consenso no sólo abarca los partidos “de orden”, o “de
estado”, con una retórica discursiva más militarista (caso del PP, VOX, UPN,
PSOE, etc.). También abarca a los que suelen encubrir sus posiciones en público
pero dan con una mano lo que quitan con la otra (PNV, Coalición Canaria, Junts
per-Cat, Partido regionalista de Cantabria), los cuales, por distintas razones
(peso e influencia de sus industrias militares, ideología, oportunismo, etc.),
apoyan o consienten este nuevo ciclo remilitarizador. Y, por último, se
extiende a los partidos de izquierda nominal, en este caso empleando una
retórica maximalista pero vacía de contenidos y concreciones alternativas,
mezcla de comicidad y cinismo.
c) La cada vez
más acusada transversalidad de la opción militarista a otras administraciones,
así como a otras instancias y articulaciones, como pueden ser universidades y
corporaciones privadas, empresas, medios de comunicación, centros escolares,
ONG´s, intelectuales orgánicos y tertulianos, etc.
d) La
perplejidad social y de las articulaciones más potables de nuestro panorama
ante el hecho de la guerra y el clima prebélico impuesto por las élites, con la
consiguiente falta de una contestación social eficaz. Más aun, la paulatina
asunción de los valores militaristas por parte de amplias capas de la sociedad y
de una gran parte de las organizaciones sociales.
e) La
dificultad, en paralelo, de la falta de propuestas creíbles y prácticas de
oposición al militarismo capaz de provocar la energía política necesaria para
desencadenar u nuevo ciclo de movilización y resistencia a la guerra y de
apuesta por la paz con contenidos.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante
una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para
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