miércoles, 8 de octubre de 2025
Tarde o temprano,
Europa tendrá que elegir si sigue en el vagón de cola del imperialismo
estadounidense y su vocación por la guerra, o si decide jugar sus cartas en el
marco de la cooperación multipolar. Por ahora la cosa no pinta bien.
Las líneas del frente
El Viejo Topo
8 octubre, 2025
No sé cuánta
cobertura mediática ha recibido este asunto, pero Israel y Estados Unidos
claramente están preparando un nuevo ataque contra Irán.
El traslado
masivo de aviones estadounidenses de reabastecimiento a bases cercanas a
territorio iraní, el despliegue del 38% de todos los sistemas antimisiles
estadounidenses (THAAD) para cubrir territorio israelí y el ultimátum –que se
supone inaceptable– que la administración estadounidense ha dado al gobierno
iraní, exigiendo no solo el cese de todas las actividades de enriquecimiento de
uranio, sino también la eliminación de todos los misiles iraníes de alcance
medio (aquellos capaces de alcanzar Israel), parecen ser el preludio de la
continuación de la «Guerra de los Doce Días».
Este frente se
está reabriendo, mientras que el frente venezolano pende de un hilo, con la
flota estadounidense frente a las costas de Venezuela, el bombardeo cíclico de
barcos que, según Estados Unidos, son buques de contrabando y las peticiones de
renuncia de Maduro.
Todo esto
ocurre mientras la administración estadounidense se encuentra en un «cierre
patronal», deteniendo todas las actividades gubernamentales no esenciales y
amenazando con despidos masivos.
Como se ha
dicho repetidamente, al menos en esta página, la profunda crisis de la
hegemonía estadounidense, el proceso de desdolarización y la aparición de
competidores capaces de despojar a Estados Unidos de sus ventajas económicas
tradicionales lo están empujando a ejercer sin restricciones el único poder en
el que aún goza de una clara ventaja global: el poderío militar.
Estamos
entrando en la fase más peligrosa, y probablemente la más sangrienta, de la crisis
del imperio estadounidense.
En este punto,
Europa debe decidir si sigue a Estados Unidos en su desesperado y letal
aventurerismo –diseñado en última instancia solo para beneficiar a la potencia
hegemónica– o si se forja un papel de tercero en un marco multipolar.
Por ahora, las clases dominantes europeas se han alineado sin dudar con el
liderazgo estadounidense, con la esperanza de que el tiburón al mando les deje
parte de su cadáver.
En cuanto a las
poblaciones europeas –deshabituadas desde hace tiempo a pensar políticamente–,
el juego sigue abierto, sobre todo porque el frente pasa por Gaza. En el
atolladero mental general que caracteriza a las poblaciones acostumbradas a
razonar con esquemas sensacionalistas, los trágicos acontecimientos en Gaza han
logrado (laboriosamente) romper el muro de la negación mediática y ahora
desafían los patrones internalizados de pertenencia. Algunas de las certezas
previas se han puesto en duda: la de estar «del lado correcto de la historia»,
del lado de los «derechos humanos», del «derecho internacional», de la
«libertad de prensa, expresión y pensamiento», etc.
El frente está claro para cualquiera que tenga ojos para ver.
EE. UU.,
Israel, con el Reino Unido y Alemania inmediatamente detrás, en un lado.
Del otro lado
se encuentran China, Rusia, inmediatamente después de Irán y Venezuela, y, como
fuerza simbólica, apoyada por los dos anteriores, Palestina.
El primer
grupo, que atraviesa una crisis en su modelo económico-industrial, busca,
ejerciendo la superioridad militar que le queda, un margen para la «extracción
de valor» que le permita mantenerse a flote (ya sean recursos naturales rusos,
venezolanos o iraníes, la Franja de Gaza, etc.).
El segundo
grupo, en expansión económica y tecnológica y con vastos recursos naturales, no
tiene interés en fomentar el conflicto y busca estrategias para consolidar su
seguridad regional, enmarcándolas en el marco de la cooperación multipolar.
Este es el
verdadero juego en marcha; este es el juego en el que pronto tendremos que
decidir qué lado tomar.
Y, en cualquier caso, habrá un precio que pagar.
Fuente: Andrea Zhok
*++