jueves, 19 de junio de 2025

DIRECTO. ISRAEL EN PÁNICO.IRÁN DESTRUYE LA BOLSA DE TEL AVIV. ESCALADA. ...

Pensar lo impensable

 

Este es el mayor reto de nuestro tiempo: dejar de pensar. Nos empujan a ello a través de un sistema educativo que deja mucho que desear, de unos medios de comunicación (no todos, ciertamente) al servicio de los poderosos, de la vulgar compra de voluntades…


Pensar lo impensable

 

Boaventura de Sousa Santos

El Viejo Topo

19 junio, 2025 

 


LA NECESIDAD DE PENSAR LO IMPENSABLE

Este título no es una propuesta contradictoria. Es un llamamiento a que dejemos de pensar mucho de lo que estamos acostumbrados a pensar para poder afrontar el mayor reto de todos los tiempos: el peligro de dejar de pensar. Novalis tenía razón cuando escribió Die Philosophie ist eigentlich Heimweh, ein Trieb überall zu Hause zu sein (En realidad, la filosofía es nostalgia, un impulso de estar en casa en cualquier parte).

Por filosofía entiendo todo pensamiento estructurado por la búsqueda de la verdad sin recurrir a tecnologías que, en lugar de mantenerse dentro de los límites de los instrumentos para ayudar al pensamiento a pensar, buscan sustituirlo. Si dejamos de pensar, es como si fuéramos expulsados de casa y vagáramos sin refugio ni sentido en un mundo caótico y distópico de monstruos con corbata que nos gobernarán en palacios de lujo y convertirán en basura todo lo que se interponga en el tráfico de sus vehículos hiperblindados contra la búsqueda de la verdad.

El peligro inminente es que dejemos de ser seres pensantes (res cogitans de Descartes) para convertirnos en seres pensados (res cogitata). Ser pensado es haber dejado de pensar, ya sea porque no es necesario pensar para vivir tranquilamente en esta sociedad, ya sea porque pensar es tan peligroso que equivale al riesgo inminente de ser asesinado o de suicidarse. Estos son los peligros más inmediatos.

El peligro de pensar que los certificados de mediocridad no son válidos

Si los sistemas educativos y las universidades siguen por el camino de la ignorancia programada para que los estudiantes olviden todo lo que no interesa a los dueños de los algoritmos y del poder mundial, pronto serán residencias para ancianos de corta edad donde aprenderán lo que ya saben desde hace tiempo gracias a la magnanimidad de las redes sociales, y donde la comodidad y el aislamiento del mundo real son fundamentales para prepararlos para una muerte serena, es decir, para vivir en las burbujas donde todo el mundo vive muerto sin saberlo.

Y vivirán sin duda con el mismo confort que han aprendido y, por lo tanto, todo lo que hagan o ordenen tendrá el sello de la objetividad. Estoy seguro de que, cuando esto ocurra, los dioses y las diosas se llevarán las manos a la cabeza, se taparán los ojos para no ver y los oídos para no oír. Pero como tal desastre no les afecta, seguirán imperturbables en sus quehaceres divinos. El problema para la humanidad y para la naturaleza es que, cuando los mediocres logran demostrar lo que son, su objetividad es, en definitiva, abyectividad. Es propio de la mediocridad no poder enfrentarse a sí misma, precisamente por ser mediocre.

El peligro de pensar que las libertades autorizadas son una fracción de las libertades posibles

Esta sociedad nos permite ser intransigentes con la mediocridad siempre que sigamos el camino trazado por los mediocres; ser intransigentes contra la corrupción, siempre que aceptemos ser gobernados por corruptos; ser radicales, siempre que seamos ciegos para que nos atropellen fácilmente los tanques civiles y militares; ser atrevidos, siempre que seamos inexactos o descuidados en un detalle para ser duramente criticados y encarcelados por los guardianes de la normalidad; ser lúcidos en la denuncia de la hipocresía, siempre que convivamos amigablemente con los hipócritas; ser jóvenes, siempre que estemos drogados para agotarnos en creatividades y rebeldías inocuas y autodestructivas; ser viejos, siempre y cuando murmuremos una sabiduría que nadie tiene paciencia para escuchar o comprender.

Esta sociedad es un monstruo de Goya porque la razón duerme un sueño profundo.

El peligro de pensar que lo que se ve es, de hecho, horrible

El horror que vive la mayor parte de la humanidad, a diario, siempre diferente y siempre igual, desmiente todo lo que pensábamos sobre el progreso de la humanidad. El horror pensado, cuando se piensa en profundidad, corre el riesgo de convertirse en horror vivido por solidaridad con quienes lo sufren. Eso obligaría a luchar concretamente por el socorro, por el fin de la muerte inocente, por la destitución de los gobernantes cómplices de la muerte inocente. Pero como eso da trabajo y obliga a correr riesgos tan graves como innecesarios, lo mejor es no pensar, no saber, fingir que no se sabe, admitir que tal vez sea un malentendido.

El genocidio del pueblo palestino, retransmitido en directo todos los días, es la primera guerra librada conscientemente contra mujeres y niños, los dos principales enemigos de una limpieza étnica perfecta. Tiene toda la lógica. Lógica y el apoyo activo de nuestros gobernantes demócratas. Al igual que Himmler, arquitecto del holocausto, entraba en su casa por la puerta trasera para no despertar a su canario mascota, los arquitectos del genocidio actual hacen una pausa en la matanza para rezar y ayudar a sus hijos con los deberes escolares.

Esto degrada hasta tal punto lo que queda de humanidad en nuestra ira impotente que el horror de pensar se reduce a pensar el horror sin correr el riesgo de vivirlo por solidaridad.

Se vuelve impensable pensar que, mientras el nazismo fue la gran encarnación del mal en el siglo XX, el sionismo es la gran encarnación del mal en el siglo XXI. Se vuelve impensable que las grandes víctimas se hayan convertido, en el lapso exacto de un siglo, en los grandes agresores. Se vuelve impensable pensar que, al igual que no tuvo éxito la solución final contra ellos por parte de los nazis, tampoco tendrán éxito en la solución final que pretenden infligir al pueblo palestino. Y como todo esto es impensable, mejor cambiar de canal y volver a las redes sociales o comentar el entretenimiento tragicómico de las peleas entre dos gorilas, Donald Trump y Elon Musk (sin ofender a los gorilas).

El peligro de pensar que la comida mental está en la mesa y que quien no come se muere de hambre

La inteligencia artificial (IA) no crea ni transforma nada. Solo acumula y sintetiza según criterios opacos solo accesibles a los propietarios de los programas de los algoritmos, es decir, a los dueños del mundo. La inteligencia artificial se refiere a máquinas que realizan tareas cognitivas como pensar, percibir, aprender, resolver problemas y tomar decisiones. No es la primera vez que se atribuye inteligencia a las máquinas. En la década de 1950 era habitual designar a los ordenadores emergentes como cerebros electrónicos.

En la actualidad, la mayoría de las aplicaciones populares de IA —el reconocimiento de voz e imágenes, el procesamiento del lenguaje natural, la publicidad dirigida, el mantenimiento predictivo de máquinas, los coches sin conductor y los drones— implican la capacidad de las máquinas para aprender de los datos sin estar programadas explícitamente.

Se trata de un cambio de paradigma en la tecnología informática. Lo que realmente marcará la diferencia en la carrera por las aplicaciones de IA es la disponibilidad de datos; el elemento crítico es la abundancia de datos. Más datos conducen a mejores productos, lo que a su vez atrae a más usuarios, que generan más datos para mejorar aún más el producto. La escala de datos necesaria para desarrollar aplicaciones avanzadas de IA es la base del impacto de la centralización y la monopolización de la IA. Las grandes empresas tecnológicas estadounidenses lideran el mundo en aplicaciones de IA, pero China es un gigante en ascenso. Esto conduce a un duopolio de la innovación en IA: EE. UU. y China.

La IA es el caso paradigmático de una tecnología que pretende superar los límites del instrumento que ayuda a pensar para convertirse en el pensador que prescinde y sustituye al pensador humano. El vértigo de su expansión ilimitada está entrando en todos los ámbitos de la actividad humana, desde la medicina hasta el derecho, desde la comunicación hasta la guerra, desde la educación hasta los mercados financieros. ¿Qué significa ser humano en la era de la IA?

En el fondo, la IA funciona como un dispositivo estadístico, pero, debido al número infinito de datos que gestiona y a los algoritmos que rigen su funcionamiento, la IA proyecta la idea de crear conocimiento a partir de la nada, de inventar. Es decir, la IA da la impresión de funcionar como un ser humano, aunque de forma infinitamente más eficiente. De ahí las denominaciones utilizadas para caracterizarla —inteligencia artificial, aprendizaje profundo—, características hasta ahora reservadas a los seres humanos o, como mucho, a los seres vivos. Estas denominaciones se utilizan de forma metafórica, pero muestran hasta qué punto la IA parece estar alcanzando niveles de comprensión y transformación aún reservados a los seres humanos.

El efecto de realidad es impresionante, porque mientras que como copia parece creativa, como extractiva parece inventiva, como reproductiva parece productiva, como basada en correlaciones parece ofrecer nuevas relaciones. A la luz de la credibilidad de esta apariencia, personas de ambos extremos del espectro político e ideológico se han planteado preguntas sobre qué es lo que cuenta como humano o si la IA supone un cambio civilizatorio.

No me gusta citar a criminales de guerra, pero en este caso hago una excepción para citar a Henry Kissinger. En 2018 escribió:

La Ilustración buscaba someter las verdades tradicionales a una razón humana liberada y analítica. El objetivo de Internet es ratificar el conocimiento mediante la acumulación y la manipulación de datos en constante expansión. La cognición humana pierde su carácter personal. Los individuos se convierten en datos, y los datos se vuelven reinantes.

En el inicio del texto, Kissinger se preguntaba:

¿Cuál sería el impacto en la historia de las máquinas de autoaprendizaje, máquinas que han adquirido conocimientos a través de procesos propios y que aplicarían esos conocimientos a fines para los que puede no existir ninguna categoría de comprensión humana? ¿Aprenderían estas máquinas a comunicarse entre sí? ¿Cómo se tomarían las decisiones entre las opciones emergentes? ¿Sería posible que la historia de la humanidad siguiera el camino de los incas, enfrentados a una cultura española incomprensible e incluso inspiradora para ellos? ¿Estaríamos en el umbral de una nueva fase de la historia humana?

Con Chomsky a mi lado, considero que:

la mente humana es un sistema sorprendentemente eficiente e incluso elegante que funciona con pequeñas cantidades de información; no busca inferir correlaciones brutas entre puntos de datos, sino crear explicaciones… Por muy útiles que puedan ser los programas de IA en algunos ámbitos restringidos (pueden ser útiles en la programación de ordenadores, por ejemplo, o en la sugerencia de rimas para versos ligeros), sabemos por la ciencia de la lingüística y la filosofía del conocimiento que difieren profundamente de la forma en que los humanos razonan y utilizan el lenguaje. Estas diferencias imponen limitaciones significativas a lo que estos programas pueden hacer, codificándolos con defectos inerradicables…

De hecho, estos programas están atrapados en una fase prehumana o no humana de la evolución cognitiva. Su fallo más profundo es la ausencia de la capacidad más crítica de cualquier inteligencia: decir no solo lo que es, lo que fue y lo que será —es decir, la descripción y la predicción—, sino también lo que no es y lo que podría y no podría ser. Estos son los ingredientes de la explicación, la marca de la verdadera inteligencia… El pensamiento humano se basa en explicaciones posibles y en la corrección de errores, un proceso que limita gradualmente las posibilidades que pueden considerarse racionalmente.

En su obra maestra, El mundo como voluntad y representación, Schopenhauer ([1819] 2020) establece una distinción entre talento y genio. Mientras que la persona con talento alcanza lo que otros no pueden alcanzar, el genio alcanza lo que otros no pueden imaginar. El genio tiene una capacidad superior de contemplación que le lleva a trascender la pequeñez del ego y a entrar en el mundo infinito de las ideas. El genio es la facultad de permanecer en un estado de percepción pura, de perderse en la percepción, el poder de dejar de lado por completo los propios intereses, deseos y objetivos, renunciando así por completo a la propia personalidad durante un tiempo, para permanecer como un puro sujeto conocedor, con una visión clara del mundo.

A la luz de esto, podemos especular con seguridad que, si Schopenhauer viviera hoy, defendería que la IA, por muy estimulantes que sean sus logros, nunca podrá alcanzar los niveles de la posibilidad humana. Como mucho, podrá alcanzar el nivel del talento. La genialidad es inaccesible para la IA. El genio es el límite superior de la IA. El límite inferior es la actividad humana no registrada o, mejor aún, la actividad humana que se registra y almacena de formas que desafían el extractivismo de datos.

Este juego entre el hombre y la máquina pasa por alto un punto crucial: el hecho de que los seres humanos no existen en abstracto, sino en contextos históricos, sociales y culturales específicos. Los ejercicios sobre características universales construidas de forma abstracta convierten las características locales centradas en Occidente, capitalistas, colonialistas y patriarcales en características universales derivadas del conocimiento visto desde cero. Los prejuicios ontológicos y políticos se transforman así en artefactos neutros en términos de IA.

El peligro de pensar que lo que queda fuera del algoritmo no existe es la nueva forma de lo que he denominado sociología de las ausencias. El peligro de pensar que el algoritmo es el único alimento mental a nuestro alcance es el mismo que pensar que la hamburguesa de McDonald’s es el único alimento a nuestro alcance.

El peligro de pensar que lo poshumano presupone que ya hemos sido plenamente humanos

Desde principios de milenio se ha debatido sobre lo poshumano. La muerte del ser humano venía de lejos: de Nietzsche, de Heidegger, de Foucault, de Barthes, de Deleuze. Más recientemente, la idea de lo poshumano se ha centrado en los seres humanos sometidos a xenotransplantes (trasplantes de células, tejidos u órganos de otras especies animales) o que viven con objetos tecnológicos insertados en su cuerpo.

La idea del poshumanismo implica la crítica del antropocentrismo, la negación de cualquier privilegio al ser humano dentro del conjunto de los seres vivos del planeta. No voy a discutir en este texto los méritos de esta concepción. Lo que me interesa cuestionar es la idea de humano que subyace a la de poshumano. Se trata de una idea sustantivista y abstracta que presupone la existencia previa de una naturaleza humana más o menos fija. Por lo demás, la cuestión de si existe o no una naturaleza humana no es lo que me preocupa. Es más bien la idea de que los seres humanos siempre han sido tratados como seres privilegiados y abstractamente iguales.

El peligro de pensar que, en realidad, esto nunca ha sucedido en la era moderna es uno de los más aterradores para la buena conciencia liberal que ha formado nuestra conciencia desde el siglo XVII. A lo largo de los años, he demostrado que, con el colonialismo histórico, se trazó una línea abismal, tan radical como radicalmente invisible, entre los seres tratados como seres plenamente humanos (la zona metropolitana) y los seres tratados como seres subhumanos (la zona colonial).

Esa línea abismal perdura hasta hoy y la subhumanidad que dibuja abarca más poblaciones en el mundo que durante el período del colonialismo histórico. Que lo digan los inmigrantes deportados con grilletes y enviados a campos de concentración en El Salvador y en otros lugares de los que algún día tendremos noticias. O los campesinos de la República Democrática del Congo martirizados por la maldición del litio y los minerales raros. El espectro de la subhumanidad se cierne sobre cada uno de nosotros. De un momento a otro, como preveía Brecht, cualquiera de nosotros puede ser arrojado a la zona colonial, donde las declaraciones universales de derechos humanos y las garantías constitucionales no son más que piadosas mentiras. Pensar que esto es un retroceso es pensar que ha habido progreso. Por supuesto que ha habido progresos, pero no ha habido Progreso con mayúscula.

Todos estos peligros obligan a una tarea de des-pensar y desaprender antes de que sea posible dar sentido a lo que no lo tiene.

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Haití, noticias del futuro

 

Haití, noticias del futuro

 

Por Guadi Calvo 

Fuentes: Rebelión

19/06/2025 


En referencia a lo que señalábamos días atrás, en “La crueldad como espectáculo”, donde se describen apenas los medios para terminar de mudar a la humanidad a ese suburbio infame que nos espera, donde la única ley que rija todo sea la que momentáneamente necesiten los poderosos para que pueda ser cambiada a su antojo por otra que momentáneamente necesiten los mismos personajes, quien busque un espejo que refleje ese futuro, puede mirarse en Haití.

Si bien desde el mismo momento en que Jean-Jacques Dessalines, el primer día del 1804, declaró su independencia después de trece años de lucha, fundando la primera nación independiente de América después de los Estados Unidos, el mundo civilizado y la naturaleza parecen haberse aliado en su contra por la doble aberración cometida: ser república y ser negra.

En sus ya cumplidos doscientos veinte años, esa república negra, sin temor a equivocarnos podríamos afirmar que no ha conocido un solo día de paz, ya que cuando no fue por responsabilidad de los hombres, lo fue su naturaleza desquiciada, que por medio de terremotos, huracanes, sequías y dictaduras -que en Haití cuentan como desastres naturales- se ha encargado de recordarle su condición de tierra maldita.

Sería largo, obvio y aburrido hacer el racconto de tantos males, que empiezan desde el momento en que la Quisqueya tuvo la desafortunada suerte de cruzarse en la rauda derrota de Cristóbal Colón hacia Catay y Cipango hasta llegar a la actual situación de la nación antillana, donde la única ley que rige es la voluntad de las bandas armadas desde mayo del 2020, disponiendo de los bienes y destinos de sus once millones de ciudadanos. A los que habría que restarles las casi quince mil almas que la guerra de las bandas consumió en estos últimos cinco años. (Ver: Haití: Los Tonton Macoutes están de vuelta).

A esta presurosa cuenta hay que sumar el centenar de fallecidos que se produjo entre el miércoles y el jueves de la semana pasada después de que las fuerzas policiales, que todavía responden al primer ministro Alix Didier Fils-Aime, localizaron por medio de drones y atacaron a las bandas de Gran Ravine y Village de Dieu, dos de las que se han adueñado de prácticamente la totalidad de la capital, Port-au-Prince.

La efectividad del ataque y las numerosas bajas que ha dejado se deben a que la mayoría de ellos fueron sorprendidos en su “cuartel general” en la escuela evangelista Maranatha, en el barrio de Bois-Aubé, un lugar de acceso complicado para la Policía Nacional. Según fuentes locales, entre los muertos no se ha registrado ninguno de sus peligrosos líderes.

Desde hace semanas, las autoridades locales han multiplicado sus operaciones en distintas áreas de la capital, principalmente en Kenscoff, en la parte alta de Puerto Príncipe, lo que aparentemente estaría dando algún resultado que se nota por el reinicio de las actividades comerciales y la reapertura de las escuelas.

Solo entre enero y marzo de este año más de mil seiscientas personas han muerto y una seiscientas resultaron heridas a causa de las constantes batallas por territorio entre estas bandas cada vez mejor armadas, los grupos de autodefensa armados con lo que encuentran, que apoyan a las fuerzas gubernamentales.

Durante el año pasado las bajas alcanzaron unas seis mil, un millar más que las del 2023.

Más allá de alguna fortuita victoria, la policía sigue sin responder a la magnitud de la crisis, incluso tampoco nada ha logrado la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MMAS) de las Naciones Unidas que desde hace un año ha desplegado ochocientos policías, mayoritariamente kenianos, de los dos mil quinientos prometidos inicialmente que por alguna extraña razón se demoran en llegar.

Jimmy Barbecue Cherisier, un exjefe policial reconvertido en el líder de la coalición armada, la Viv Ansanm (Vivir Juntos) la más importante y emblemática de las cerca de trescientas que operan en todo el país tanto en áreas urbanas como rurales, a principios de marzo del año pasado, Barbecue, su apelativo responde por la costumbre de asar a sus enemigos, coordinó el asalto de la Penitenciaría Nacional de Puerto Príncipe, lo que permitió la fuga de sus casi cinco mil reclusos. A consecuencia de esto debió renunciar el primer ministro Ariel Henry.

En esas horas el desquicio de violencia provocada por las bandas fue tal que hasta personajes experimentados como los sicarios colombianos detenidos tras el magnicidio de Jovenel Moïse en julio del 2021, lo que reconfiguró la crisis de seguridad que actualmente se vive, prefirieron preservarse en sus celdas y negarse a escapar.

El mánager de la muerte

Blanqueado tras el retorno de Trump a Washington, Erik Prince se ha postulado para poner en caja el pandemonio desatado en Haití, después del notorio fracaso de la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad (MMAS).

Prince es fundador y CEO de Blackwater, la organización criminal privada más grande de la historia, ahora llamada Constellis. El habitual cambio de nombres es una estrategia de Prince para confundir a los diversos tribunales donde tiene cuentas pendientes a raíz de las aberraciones criminales cometidas por sus sicarios. Por lo que, a partir del 2020, tanto el Departamento de Defensa como la CIA le prohibieron funcionar.

A pesar de esa prohibición, Prince, hermano de Betsy DeVos, secretaria de Educación en el anterior gobierno de Trump, siguió activo en áreas marginales de la seguridad estadounidense con el aval de todo el aparato de la ultraderecha norteamericana. En los últimos meses se hizo notoria su presencia en los círculos oficiales, incluso participando activamente de discusiones internas del Departamento de Estado y del Consejo de Seguridad Nacional.

Blackwater, entre otros desastres, cuenta con la masacre de 2007 de plaza Nisour (Irak), donde sus empleados tirotearon durante media hora a una multitud desarmada dejando diecisiete civiles muertos y unos veinte heridos.

La semana pasada se conoció que el próximo mes Prince enviará a ciento cincuenta de sus mercenarios para asistir a la fuerza policial. Aunque se sabe que ya algunos de los suyos están en la isla a cargo de la operación de drones con la que se busca localizar y eliminar a los jefes más notorios de estas bandas.

Debido a sus antecedentes, incluso Trump en su anterior mandato rechazó una oferta del CEO de Blackwater para la intervención oficial en Afganistán, más allá de que siempre estuvieron en ese país asistiendo a empresas y funcionarios.

Hasta el viernes Haití estaba en el escritorio de Trump no como una prioridad, pero sí como un tema de fácil resolución, donde además había un gran negocio inmobiliario detrás de la reconstrucción de prácticamente todo el país tras el terremoto de 2010, que dejó más de trescientos mil muertos y provocó la demolición de miles de edificios e infraestructura. Make America Great Again.

Veremos en qué orden quedan los negocios inmobiliarios del país antillano, ahora que su díscolo y principal socio en Medio Oriente, Benjamín Netanyahu, se lanzó a incendiar el mundo atacando Irán.

Por lo que quizás nombrar a Prince como su virrey en Haití sea, si no la mejor solución, sí la más rápida. De producirse ese desembarco, la posibilidad de una matanza sin parangón en la historia de ese país está en puerta, ya que se enfrentan dos cuerpos absolutamente irregulares, que no estarán por fuera de cualquier jurisdicción internacional regulatoria de los crímenes de guerra, por una parte, Blackwater y por la otra la coalición de bandas que se producirá al momento que el primer mercenario pise la isla.

En la carpeta de negocios que Prince le presentó a Trump figuraban participar de la captura y deportación de inmigrantes (ver: La crueldad como espectáculo) y encargarse del control y la vigilancia de las prisiones salvadoreñas en las que Estados Unidos tiene intereses políticos y comerciales.

Prince en abril realizó un acuerdo con la República Democrática del Congo (RDC) para el control de la producción y para combatir la minería ilegal en el país, lo que ya Trump había ofrecido a cambio de minerales por asistencia en seguridad.

En este contexto casi distópico en que ejércitos privados, sin controles estatales, enfrentan bandas al estilo Mad Max y el derecho internacional es papel mojado, Haití se ha convertido en un espejo que refleja nuestro futuro.

Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC

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Políticos de varios partidos, empresarios, exministros… los audios de Koldo abren la puerta del estercolero [España]

 

Políticos de varios partidos, empresarios, exministros… los audios de Koldo abren la puerta del estercolero


INSURGENTE.ORG / 19.06.2025

 

La Guardia Civil tiene en su poder cuatro memorias externas con las grabaciones que hizo el que fuera ‘todopoderoso’ asesor de transportes, Koldo García. Según fuentes jurídicas, decenas de personas aparecen en las cintas. Ministros y exministros del Gobierno, dirigentes y exdirigentes socialistas, de partidos socios del Gobierno como el PNV o de la oposición del PP.

El investigado ha grabado hasta directivos de empresas públicas y privadas. Incluso hay alguna grabación con presuntas corruptelas de adjudicatarias de obra pública que aún no ha trascendido. La UCO se afana en escuchar las grabaciones para dar el impulso definitivo a la investigación antes del verano.

Será la policía judicial la encargada de decidir qué material del que han intervenido tiene suficientes indicios de delito para incorporarlo a la causa. Una fuente del caso definía de esta forma el papel de Koldo García: «Es una persona que ha grabado a una clase política que le pedía gestiones y favores».

 

C,SER

 

DIRECTO. ISRAELÍES HUYEN EN PÁNICO.IRÁN ATAQUE INMINENTE.TRUMP ACORRALAD...

miércoles, 18 de junio de 2025

APLASTANTE GOLPE DE MISILES SOBRE KIEV. LAS TROPAS RUSAS SE ABREN PASO E...

DIRECTO. IRÁN ATACA ISRAEL DE NUEVO. EVACUACIÓN EN HAIFA. TRUMP HUMILLAD...

¡ALERTA MÁXIMA! CONFIRMADO: EEUU ATACARÁ IRÁN. ISRAEL VIVE SU PEOR NOCHE...

La realidad de los misiles cayendo en Tel Aviv y Jerusalén pone muy nervioso a EE.UU que amenaza con atacar Irán

 

La realidad de los misiles cayendo en Tel Aviv y Jerusalén pone muy nervioso a EE.UU que amenaza con atacar Irán

 

INSURGENTE.ORG / 18.06.2025

 

No esperaban que el «Escudo de hierro» de Israel fuera vulnerable. No imaginaron misiles cayendo en territorio palestino ocupado por Israel, y esa realidad ha excitado a EE.UU que, en las últimas horas, ha amenazado con intervenir de un modo más directo en apoyo a Israel. Irán ha respondido que atacaría las bases militares de EE.UU.

De hecho, explosiones sacuden en este momento Tel Aviv y Teherán por sexto día consecutivo.

El presidente estadounidense, Donald Trump, exige la rendición incondicional de Irán , afirmando: «Ahora tenemos control total y completo de los cielos de Irán». Estados Unidos también está desplegando más aviones de combate en Oriente Medio, según informes.

Las Fuerzas Armadas iraníes emitieron una declaración de advertencia pidiendo la evacuación del barrio de Neve Tzedek en el suroeste de Tel Aviv, en respuesta a la advertencia de la ocupación de evacuar el Distrito 18 en Teherán

Neve Tzedek es uno de los barrios más antiguos e importantes de Tel Aviv, y tiene un significado simbólico y cultural en la narrativa sionista y el urbanismo israelí moderno. 

El barrio mencionado se considera el primer núcleo de Tel Aviv, que posteriormente se expandió hasta convertirse en la ciudad central del proyecto sionista en la costa palestina. En la literatura israelí se le suele llamar «el primer sueño sionista de transformarse de la diáspora en patria», como dicen.

El barrio atrae a miles de turistas cada año y es uno de los destinos culturales más destacados de Tel Aviv.

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No es una dádiva

 

Un sistema público de pensiones no es una dádiva: es la expresión de un pacto social fundado en el trabajo y la justicia. Su legitimidad emana del vínculo entre la vida laboral y el derecho a una pensión; no como un favor sino como deuda social jurídicamente exigible.


No es una dádiva


Eduardo Luque

El Viejo Topo

18 junio, 2025 



LAS PENSIONES CONTRIBUTIVAS: ¿SALARIO DIFERIDO O IMPUESTO?

La disputa en torno a la naturaleza de las pensiones —si deben entenderse como salario diferido o como prestaciones financiadas vía impuestos— no constituye un simple tecnicismo. Se trata, en realidad, de una batalla ideológica y política por la definición del modelo de sociedad que queremos construir. Esta tensión se sitúa en el corazón mismo de los debates sobre el futuro del Estado del bienestar en Europa, especialmente a raíz de la crisis financiera de 2008 y la posterior imposición de políticas de austeridad promovidas por instituciones internacionales y gobiernos nacionales.

Hoy, este debate adquiere una nueva dimensión: los grandes grupos económicos y financieros, en connivencia con sectores del poder político, han fijado su mirada en la privatización parcial o total del sistema público de pensiones como un mecanismo para canalizar billones de euros hacia sus mercados, alimentando así una economía de guerra en expansión. La presión para transformar el sistema desde dentro y de forma progresiva diluyendo su naturaleza contributiva, forma parte de una estrategia más amplia de reconfiguración del Estado social bajo criterios mercantiles y geopolíticos. Es un proceso que se arrastra desde 1998 cuando el Banco Mundial definió las líneas maestras de lo que deberían ser las pensiones públicas en un futuro.

En este contexto, el dilema entre salario diferido o impuestos se convierte en un eje de disputa política, que contrapone dos modelos irreconciliables. Uno basado en los derechos sociales derivados del trabajo, en la solidaridad intergeneracional y en la garantía pública de rentas dignas. Otro que concibe las pensiones como una carga fiscal, contingente y recortable, sujeta a los vaivenes presupuestarios y a la lógica del mercado financiero. Decidir entre uno u otro no es una cuestión neutra: es optar por el tipo de ciudadanía, de economía y de futuro que queremos para las próximas generaciones.

Asumir que las pensiones son salario diferido no es solo una precisión conceptual: es un acto de defensa frente al desmantelamiento del Estado social. Significa reconocer que no se trata de una dádiva, ni de una carga fiscal, sino de un derecho ganado con años de trabajo, esfuerzo y cotización. Esta visión devuelve a las pensiones su dignidad originaria y las protege frente a la ofensiva neoliberal que, desde hace décadas, intenta mercantilizar todos los rincones de la vida. Concebirlas así es resistir al proyecto de convertir la vejez en un negocio y la protección social en un mercado. Es afirmar que el trabajo no debe ser reducido a mercancía y que el bienestar no puede quedar al arbitrio de los fondos de inversión. En última instancia, es defender la idea de que el trabajo sigue siendo el fundamento legítimo del derecho a una vida digna también después de la jubilación.

Detrás de los discursos que presentan las pensiones como un gasto público más, financiado vía impuestos, se oculta un proyecto político cuidadosamente diseñado. Los grandes grupos de poder que apuestan por la privatización del sistema público de pensiones no solo disputan su financiación, sino su significado profundo. Quieren despojar a las pensiones de su carácter de derecho laboral, para reducirlas a una prestación asistencial más, sometida al vaivén presupuestario y a la voluntad del gobierno de turno. En esta lógica, las pensiones —incluso las contributivas— dejan de ser una garantía derivada del trabajo y se convierten en una asignación condicionada, frágil, cambiante, y por tanto, cada vez más vulnerable a los recortes y a la lógica privatizadora.

Asimilarlas a un impuesto es el primer paso para transformarlas en mercancía. Porque si todo depende del presupuesto, todo puede recortarse, redefinirse o externalizarse. Así se socava su legitimidad, se debilita su estabilidad y se allana el camino hacia su progresiva sustitución por esquemas financieros individuales. En este pulso ideológico no se discute solo la contabilidad pública: se dirime el sentido mismo del Estado social.

Por eso, más allá de cifras, modelos o proyecciones actuariales, la sostenibilidad del sistema de pensiones es una cuestión esencialmente política. Y la pregunta que nos interpela es clara y urgente: ¿queremos un sistema basado en derechos sociales conquistados por el trabajo o nos resignamos a una beneficencia fiscal, reversible y precaria? La respuesta a esta disyuntiva definirá no solo el futuro de las pensiones, sino el tipo de sociedad en la que queremos envejecer.

La concepción del sistema de pensiones contributivas como salario diferido hunde sus raíces en la tradición del Estado social de derecho, y en las luchas sindicales de los siglos XIX y XX.  Las cotizaciones sociales son por una parte salario “diferido” en cuanto que generan un derecho a la prestación y por otra un salario que, en términos de solidaridad de clase intergeneracional, se constituye en la fuente de financiación del gasto actual.

Un verdadero sistema público de pensiones no es una dádiva ni una concesión: es la expresión concreta de un pacto social fundado sobre el trabajo y la justicia. Su legitimidad emana del vínculo entre la vida laboral y el derecho a una pensión; no como un favor, repito, sino como una deuda social jurídicamente exigible. Es un modelo solidario, donde quienes hoy trabajan sostienen con sus cotizaciones a quienes ayer lo hicieron, encarnando así una forma de reciprocidad intergeneracional. Su autonomía institucional, está garantizada por la gestión pública y su financiación mediante cotizaciones sociales, lo que ayuda a preservarla de la arbitrariedad presupuestaria y de los vaivenes del ciclo político. Su blindaje jurídico no es una formalidad más: protege los derechos acumulados durante décadas para que no puedan ser recortados por decreto sin incurrir en una violación flagrante del contrato social con las consecuencias políticas o electorales que eso comporta.. Este sistema no solo sobrevive gracias a su arquitectura legal y financiera, sino porque cuenta con una legitimidad profundamente arraigada: los trabajadores lo perciben como el fruto legítimo de su esfuerzo, no como un subsidio. Por eso resiste los embates de la mercantilización y los cantos de sirena de los fondos privados. Porque allí donde se desmonta el sistema público, no se libera al individuo: se le precariza y se le condena a la incertidumbre del mercado.

LAS PENSIONES COMO IMPUESTO O PRESTACIÓN ASISTENCIAL

Desde la década de 1990, el sistema público de pensiones ha sido objeto de una relectura ideológica impulsada por la expansión del pensamiento neoliberal y los imperativos de consolidación fiscal dictados desde organismos internacionales como el FMI, el Banco Mundial y la Comisión Europea.  Bajo ese influjo, lo que en España fue durante décadas un derecho vinculado directamente al trabajo se intenta redefinir como un gasto redistributivo, sometido a los márgenes del déficit y al arbitrio del presupuesto general del Estado y del color del partido político dominante.

“Las cotizaciones sociales son impuestos sobre el trabajo. Lo ideal es sustituirlas por impuestos generales y fomentar el ahorro individual.”— Banco Mundial, Averting the Old Age Crisis (1994)

Esta mutación no ha sido casual ni neutral. En el caso español, se ha traducido en una serie de reformas que, bajo el pretexto de garantizar la sostenibilidad, han debilitado sistemáticamente el principio contributivo, trasladando el centro de gravedad del sistema desde las cotizaciones sociales hacia los ingresos fiscales generales. Se pretende romper el vínculo histórico entre trabajo y pensión, y el sistema, antes construido sobre la base de la reciprocidad entre generaciones, pasa a funcionar como una política asistencial más, gestionada desde la lógica del recorte del gasto público.

Proponer que las pensiones, especialmente las contributivas- se incorporen al presupuesto estatal multiplica su exposición a los recortes. A partir de ese momento, las pensiones comienzan a competir con otras partidas: sanidad, educación, defensa, deuda…. Ya no se trataría de derechos adquiridos, sino de gastos comunes. Y en ese desplazamiento conceptual radica la trampa: deslegitimar el modelo de reparto es el primer paso para justificar su sustitución progresiva por esquemas privados de capitalización. De hecho, en España, esta narrativa está sirviendo, en determinados espacios de debate teórico, como plataforma discursiva para promover los planes privados de empresa. Por otra parte la retirada de las cotizaciones conllevaría otro característica regresiva, la patronal incrementaría sus beneficios a costa de la reducción del salario social.

En definitiva lo que está en juego no es sólo el equilibrio de un sistema contable, sino la concepción misma de un modelo social. En el caso español, la presión para reconvertir el sistema público en un dispositivo fiscal genérico forma parte de una estrategia más amplia: diluir los derechos sociales en la lógica del mercado, subordinar la seguridad colectiva a la rentabilidad privada, y transformar la vejez en un nuevo campo de acumulación financiera. Intencionadamente se olvida en este debate un factor relevante: la viabilidad del sistema de pensiones no se determina únicamente por la proporción entre trabajadores activos y jubilados. Factores como el crecimiento económico, la inmigración, las politicas fiscales, la productividad y las políticas de empleo resultan igualmente fundamentales. Un crecimiento económico constante contribuye a incrementar los ingresos derivados de las cotizaciones, aliviando así la carga financiera del sistema, incluso frente a los desafíos que plantea el envejecimiento de la población. Además, las propias aportaciones de los pensionistas, a través del consumo y la inversión, generan empleo y beneficios netos para el Estado, fortaleciendo el círculo económico que sostiene el sistema de protección social.

LA DISPUTA POLÍTICA EN EUROPA: REPARTO O CAPITALIZACIÓN

El cambio discursivo, que pretende desplazar la concepción de las pensiones de un salario diferido a un impuesto, ha servido como instrumento para facilitar reformas estructurales orientadas a debilitar el sistema público y abrir paso a la expansión de la capitalización individual. Organismos internacionales como la OCDE y el FMI han impulsado con insistencia la llamada “tercera vía” en los sistemas de pensiones, basada en un esquema híbrido donde un “pilar básico” público, concebido como mínimo y asistencial, convive con diversos “pilares” privados de capitalización. La narrativa oficial sostiene que “el Estado debe garantizar un piso de protección, pero la responsabilidad principal debe recaer sobre el individuo” (OCDE, Pensions at a Glance, 2019). Este viraje discursivo revela la tensión entre un modelo de bienestar público basado en la solidaridad colectiva y una lógica mercantil que relega la protección social a una cuestión individual y financiera. La crisis de los sistemas de pensiones, lejos de ser un fenómeno accidental, es expresión directa de una estrategia de desmantelamiento del Estado social.

EL CASO ESPAÑOL Y EL MARCO EUROPEO

La Constitución Española, en su artículo 41, establece que los poderes públicos deben

“mantener un régimen público de seguridad social para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones suficientes en situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo.”

Aunque la redacción del precepto es ambigua y de naturaleza programática, el Tribunal Constitucional ha interpretado esta disposición como una obligación jurídica de garantía efectiva, que trasciende el mero enunciado declarativo (STC 102/1988, de 11 de julio). En la praxis, el sistema de pensiones español ha operado históricamente bajo el principio de salario diferido y reparto, conforme al cual las cotizaciones de los trabajadores activos financian las prestaciones de los pensionistas. No obstante, los discursos oficiales y las políticas públicas, especialmente desde la Comisión del Pacto de Toledo, insistido en la han introducción de elementos asistenciales. En realidad y como advierten varios autores se mantiene la lógica contributiva en el discurso aunque  en la práctica se avanza hacia un modelo mixto, con elementos asistenciales.

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MARÍA OSTIZ- CHIQUI, CHIQUI (Canción navideña) ¡Feliz Navidad Junio 2025! Para los buenos corderetes sionistas del Señor Capital al 3% que organizan las matanzas en Palestina y donde haga falta, y para el Papa, que este tiene mano con Dios, Señor nuestro y María Santísima. Así sea.

El espíritu del nazismo aún se cierne sobre la humanidad

 

El espíritu del nazismo aún se cierne sobre la humanidad

 

Por Jair de Souza

El Viejo Topo

17/06/2025 

 

Fuentes: Rebelión [Imagen: Detrás de Netanyahu se esconde Hitler. Créditos: redflag.org.au]


Con este artículo el autor quiere expresar su indignación por las atrocidades cometidas por el régimen sionista contra el pueblo palestino, afirmando que el nazismo no ha sido derrotado, sigue actuando en el régimen sionista.


¡El nazismo no ha terminado! ¡El nazismo no fue extirpado con la derrota sufrida por la Alemania hitleriana en 1945! ¡El nazismo y sus abominaciones están hoy más vigentes y en plena actividad que nunca!

A pesar de que los crímenes atroces cometidos a gran escala por los nazis alemanes en la primera mitad del siglo pasado suelen ser considerados como los más tenebrosos y perversos que el ser humano ha sido capaz de cometer, estamos obligados a reconocer que hay un sinnúmero de otros casos a lo largo de la historia que nada tienen que envidiar en términos de crueldad y perversidad a las prácticas malignas consumadas por los partidarios de Adolf Hitler.

Probablemente, la gran motivación para que las atrocidades hitlerianas sean calificadas como la cumbre de la perversidad humana es que, por primera vez, entre las víctimas que fueron blanco de la furia de sus perpetradores, había un contingente considerable de personas con las mismas características étnicas que quienes, sin duda, han sido los principales ejecutores de la mayoría de los genocidios conocidos en los últimos siete siglos.

Desde que las clases dominantes europeas se lanzaron en sus aventuras colonialistas, los pueblos del mundo han estado sufriendo las agresiones mortales desatadas por invasores provenientes de Europa. Esto ha ocurrido en todos los demás continentes de nuestro planeta: África, América, Asia y Oceanía. Civilizaciones enteras han sido simplemente diezmadas, todo para satisfacer la gula de acumulación de riquezas de las clases dominantes del llamado Occidente.

Aquí en América, la inmensa mayoría de los pueblos aborígenes fueron masacrados y sus tierras ocupadas en el proceso de colonización y despojo de sus riquezas naturales. África fue fuertemente atacada y buena parte de sus habitantes fueron secuestrados y llevados a otros continentes para que sirvieran como mano de obra esclava con el fin de producir ganancias para los amos europeos. En Asia y Oceanía las fuerzas invasoras europeas también cometieron atrocidades y exterminios de la misma magnitud con igual propósito.

Por lo tanto, el nazismo de Hitler no resultó ser muy diferente de la práctica habitual de exterminio de otros pueblos que ya se había llevado a cabo durante mucho tiempo. La gran diferencia es que, por primera vez, esta saña exterminadora también se desató contra una vasta comunidad de pura estirpe europea, y no sólo contra pueblos de fuera del mundo occidental.

Como es bien sabido por quienes estudiamos seriamente la evolución histórica, los judíos que estaban presentes en gran número en Europa hasta principios del siglo pasado no tenían nada que ver étnicamente con los antiguos pueblos hebreos que habitaban la región de Palestina en la Antigüedad, a no ser lazos de ascendencia religiosa. Por lo tanto, cuando los detalles sobre la horrenda masacre orquestada contra los judíos europeos por los nazis se hicieron públicos, más que justamente, los efectos de la repulsión y la condena vinieron a flote de manera generalizada.

Además, una parte muy significativa de esos judíos formaban parte de las clases trabajadoras, participando activamente en las luchas por superar las estructuras del capitalismo de la época. Tanto es así que muchos de los líderes del movimiento socialista de entonces provenían de comunidades judías.

Pero, con el pretexto de compensar a los judíos por los crímenes que habían cometido contra ellos en Europa, las clases dominantes europeas decidieron apoyar las pretensiones de los líderes sionistas de crear un Estado que pudiera acoger a esa población que por mucho tiempo había sido víctima de feroz persecución allí. Sin embargo, a ninguno de los representantes de estas clases dominantes se les ocurrió ofrecerles ninguna porción del territorio de Alemania, ni de Francia, ni de Austria, ni de Holanda, ni de ningún otro país europeo. ¡No, para nada! Se les animó a crear su Estado en Palestina.

Como también deben saberlo todos, el pueblo palestino nunca ha cometido ninguna atrocidad contra los judíos, ni en Palestina ni en ninguna otra región. Pero fueron ellos los elegidos para saldar la deuda moral que las clases dominantes europeas tenían con los sobrevivientes de las masacres y los intentos de exterminio que ellos mismos habían llevado a cabo. Cínicamente, pretendían matar dos pájaros de un solo tiro: al mismo tiempo que se liberaban del peso de la conciencia por los crímenes que habían cometido contra los judíos, sacaban de Europa a un grupo de supervivientes que podrían causarles problemas en el futuro.

Así, bajo la iniciativa y el mando del movimiento sionista europeo, se alentó al los judíos que restaban en Europa y a los de otras comunidades de otros lugares a trasladarse a Palestina para erigir allí su propio Estado. Por supuesto, el hecho de que esas tierras ya estuvieran habitadas por milenios por el pueblo palestino no significaba nada para los líderes sionistas. Así, aunque casi todos los principales teóricos del sionismo eran personas no religiosas, ellos pasaron a alegar que el derecho a ocupar ese espacio les había sido concedido por Dios. En otras palabras, renombrados ateos habían convertido a Dios en el más confiable agente de bienes raíces (para los intereses de ellos, por supuesto).

Empero, los sionistas que lideraban ese proceso no solo llevaron a Palestina a las personas de ascendencia judía que habían sobrevivido a las perversidades del nazismo en Europa. También trajeron con ellos la esencia misma de la ideología de los responsables del intento de exterminio de las comunidades judías europeas. Para que no haya malentendidos en cuanto a lo que les quiero expresar, los dirigentes sionistas se fueron a Palestina totalmente imbuidos del espíritu del nazismo, ya que, a todos los efectos, el sionismo y el nazismo tienen mucho, o más bien, muchísimo, en común. Aparte de alguna que otra divergencia sobre cuál sería la raza superior destinada a sobreponerse a las demás, en relación con los otros aspectos hay numerosas confluencias entre el sionismo y el nazismo, dos de las ideologías más perniciosas ya creadas por los seres humanos a lo largo de la historia.

Hoy, con el avance del genocidio que está en marcha en Gaza y Cisjordania, los sionistas están dando pruebas suficientes de que no sólo han asimilado bien las lecciones dictadas por los nazis, sino que han sido capaces de perfeccionar todas las técnicas de matar, torturar y exterminar a seres humanos no deseados que los hitlerianos habían desarrollado y promovido en su momento.

No obstante, mucho más eficazmente que sus predecesores nazis, los sionistas de hoy han demostrado tener una capacidad gigantesca para articularse con las clases dominantes de otros países y, lo que es más importante, con sus medios de comunicación. Por lo tanto, a pesar de que las monstruosidades cometidas contra los niños, las mujeres y la población civil indefensa puedan ser vistas casi en tiempo real en todo el mundo, y aunque estén delante de nuestros ojos las escenas de miles y miles de niños sufriendo hambre aguda debido a que los sionistas impiden la entrada de agua y alimentos en Gaza, los medios de comunicación apenas se detienen en estos detalles.

Además, en este momento, con la violenta agresión terrorista desatada por medio de los dispositivos bélicos del Estado sionista de Israel contra Irán, que han redundado en el brutal asesinato de decenas de oficiales iraníes, se evidencia otra faceta del sionismo que lo acerca aún más al nazismo: la presunción de poder imponer todos sus designios a otros pueblos, sin ninguna preocupación por las consecuencias derivadas de sus ataques asesinos, al igual como también actuaban los líderes de la Alemania nazi. Fue bajo similar inspiración que las hordas hitlerianas invadieron, ocuparon y llevaron la muerte y muchas otras desgracias a Francia, Checoslovaquia, Polonia, la Unión Soviética, etc.

En resumen, sin ningún subterfugio, el sionismo y el nazismo son ideologías de la misma orientación. Ambos se basan en el etnocentrismo excluyente, en la falta total de empatía con el sufrimiento de quienes están fuera de su propio grupo. Pero, la crueldad de los sionistas logra ser aún más insana. Sólo seres dotados de un gigantesco sentimiento de perversidad serían capaces de hacerse pasar por víctimas de una persecución prejuiciosa siempre que sus crímenes sean expuestos y denunciados. Tanto es así que es imposible hacerles una justa crítica y condena de sus crímenes sin que inmediatamente nos tilden de antisemitas. ¡Realmente, los hitlerianos no tenían la desfachatez de llegar a tal punto!

Traducido del portugués para Rebelión por el propio autor.

Fuente: https://www.viomundo.com.br/politica/jair-de-souza-o-espirito-do-nazismo-continua-pairando-sobre-a-humanidade.html

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Spider-Man y el fin del mundo

 

Resulta difícil creer que Zelensky (asesorado por el Occidente colectivo) desee la paz. Más bien la ha boicoteado con su particular “operación especial”, concebida y dirigida por los servicios de inteligencia occidentales. ¿Cuál es su verdadero propósito?


Spider-Man y el fin del mundo

 

Biljana Vankovska

El Viejo Topo

17 junio, 2025 

 


NUEVA SECUENCIA DE SPIDER-MAN: ¿UN SEGUNDO MÁS CERCA DEL FIN DEL MUNDO?

En 2022, fui invitada a participar en un proyecto de libro que reunió a científicos de renombre de todo el mundo para abordar un tema que ya parecía de urgencia crítica: la gestión del orden nuclear. En este contexto, organizamos varios debates en línea. Como una de las pocas participantes de la periferia global (o europea), me atreví a preguntar: ¿Qué orden? ¿Dónde ven ustedes orden con las armas más letales del planeta? Mi postura era radical (como de costumbre): no necesitamos gestionar las armas nucleares, sino aplicar la resolución de la ONU para su abolición. Algunos de mis colegas occidentales parecieron sorprendidos, aunque estoy segura de que ninguna de estas buenas personas aprueba el Armagedón nuclear. Pero cuando llegó el momento de evaluar nuestros capítulos, uno de los editores se mostró inflexible en su postura de que yo no debía aparecer en el libro. No le gustaba mi tono y mi estilo (sea lo que sea eso). El segundo editor elogió el texto, pero él no tenía el control del presupuesto. Así, el libro se llenó de los sospechosos habituales de la academia occidental o de aquellos educados en universidades occidentales. Esta pequeña anécdota revela cómo se tratan las voces que hablan desde los márgenes.

Una de mis tesis –destinada a dar la voz de alarma “desde abajo”, desde nosotros, los comunes mortales y los activistas– era que el mundo se estaba deslizando hacia un escenario impensable, plasmado en el subtítulo: Ave César, morituri te salutant! (César, encarnado en el sistema de guerra basado en la violencia, todos estamos condenados a muerte). Aquí aludía principalmente a las llamadas democracias occidentales, consciente de que Occidente está en declive, en una profunda crisis moral, política y económica.

Recordemos que esto fue, al inicio, lo que Moscú denominó una “operación militar especial”, y que ahora es llamada, abiertamente, guerra. Cuando se pregunta qué tipo de guerra, las respuestas incluyen asimétrica, híbrida y/o por poder. Pero desde el 1 de junio de 2025, tras un ataque masivo contra objetivos nucleares estratégicos en el interior del territorio ruso, han surgido rumores sobre una Tercera Guerra Mundial y el desencadenamiento de un conflicto atómico. La operación, cuyo nombre en clave era “Spiderweb” (Telaraña), fue supuestamente planeada durante un año y medio (lo que llevó a Trump a insistir de nuevo en que era idea de Biden; sin embargo, su silencio es revelador). Aún se desconoce mucho sobre la participación de la OTAN en el cruce de lo que todas las potencias nucleares consideran una línea roja, una operación impensable incluso durante la Guerra Fría. Dos cosas están claras: en primer lugar, el héroe de esta historia no es Spider-Man (Zelensky). No se trata de David derrotando a Goliat; todo el mundo sabe que éste no es más que un deplorable peón en la guerra proxy de Occidente. En segundo lugar, el papel de este Spider-Man está calculado para objetivos limitados: provocar al “Oso” para que tome medidas de represalia que confirmen la narrativa occidental de “Putin = Hitler” (difundida por las empresas de relaciones públicas y los medios de comunicación durante años).

Tras los aplausos iniciales a la valiente y pequeña Ucrania que humilló a la gran Rusia, mientras participaba simultáneamente en (aparentes) conversaciones de paz, ahora se está calculando el daño causado a Rusia y se están analizando las posibles respuestas. Aunque el Kremlin no está contento con otro fracaso defensivo, los efectos del ataque son simbólicos. Se trata de un ensayo para futuros enfrentamientos entre potencias nucleares. Incluso las recientes escaramuzas entre India y Pakistán se analizan ahora desde esta perspectiva. Aquí no hay estrategia: cualquiera que piense que hay ganadores en una guerra nuclear está engañado.

Muchos creen que Zelensky (al igual que a comienzos de 2022) sigue bajo la influencia directa de Gran Bretaña. Pero, ¿qué hay de la nueva Administración estadounidense que supuestamente procura la paz? ¿El secretario de Defensa vio la operación en directo mientras picaba algo, quizá le acompañaban su colega, el secretario de Estado Marco Rubio, y el presidente Trump? Es una pregunta retórica, por supuesto. Más revelador aún: el habitualmente ruidoso Trump está callado como la noche, sin tuits en mayúsculas ni memes adolescentes. Desde el principio, la capacidad de Trump como pacificador ha sido increíble: una parte en conflicto no puede mediar. Si me hubiera equivocado, Trump y Putin –y no Lavrov y Rubio– estarían ahora negociando su supervivencia, no cortesías.

Si la operación “Telaraña” estaba planeada desde hacía tiempo, su lanzamiento en vísperas de la reanudación de las conversaciones de Estambul, junto con el intento de asesinato de Putin y dos atentados terroristas contra infraestructuras civiles, indica una intención clara de intensificar la guerra, no de ponerle fin. O, al menos, de controlarla… Otra pregunta legítima: ¿Por qué Spider-Man no utilizó estos drones asesinos para defender a su país, en lugar de seguir a sus mentores, que le encargaron provocar a una superpotencia en su propio territorio (hasta llegar al lejano Amur)? En la antigua Yugoslavia vimos muchos ejemplos de guerras proxy sacrificiales de este tipo. A Zelensky no le importa “el último ucraniano”, sino “el último hombre (occidental)”, aunque la tesis de Fukuyama haya sido objeto de burlas durante mucho tiempo.

El orden nuclear mundial sobre el que escribí anteriormente está ahora desmantelado. Con el ataque respaldado por Occidente contra aviones visiblemente estacionados (destinados a tranquilizar  a Occidente en virtud del tratado bilateral START), la confianza se ha perdido. Moscú no es la única que ha aprendido esta lección: la única regla es que no hay reglas. Todos los órdenes –internacional, económico, comercial, incluso nuclear – están en ruinas. La última vez que lo comprobé, el Reloj del Juicio Final marcaba “98 segundos para la medianoche”. Aunque el arsenal de Rusia sigue siendo enorme (contrariamente a la propaganda occidental), el “tabú nuclear” –la idea de que nadie atacaría primero– ha quedado ahora en evidencia como un disparate.

El resultado parece presagiado, como el arma de Chéjov: si un arma aparece en el primer acto, se utilizará en el tercero. Es evidente que Trump sigue creyendo que su “cúpula dorada” puede proteger a los Estados Unidos de un ataque nuclear, aunque no está claro cuándo o cómo va a hacer realidad este hermoso sueño. Por ahora, el destino del mundo está en manos de Putin, quien, afortunadamente, no es un pistolero del salvaje oeste que dispara a la primera, segunda o tercera provocación. Pero esto no puede durar para siempre, por mucho que se calme o se racionalice. Lleva mucho tiempo bajo la presión de los partidarios de la línea dura, que exigen un “pequeño ataque nuclear táctico” contra Ucrania y ahora se vanaglorian diciendo “¡se lo dije!”. La posición de Putin es ambigua: si no responde, está perdido, y si lo hace de forma visible, también.

Y no lo olvidemos: la próxima cumbre de la OTAN prometerá su pleno apoyo a Ucrania, robará a los ciudadanos de los Estados miembros con el pretexto del “peligro absoluto” (un peligro que ellos mismos han creado), mientras que la UE toma nota de “cómo convertirse en la OTAN”. Es obvio que Occidente está cavando su propia tumba con el militarismo, pero ¿el resto del mundo se quedará mirando en silencio cómo arde Roma, dejando que el fuego se propague? Se hicieron cálculos similares cuando crecía el ejército de Hitler, pero aquella era una época sin un orden nuclear mundial.

Fuente: Globetrotter

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