jueves, 29 de mayo de 2025

Máxima Tensión - José Miguel Villarroya

Detenido un alto cargo de Interior en el gobierno del PP que amenazó que si caía detrás de él irían Rajoy, Cospedal…

 

Detenido un alto cargo de Interior en el gobierno del PP que amenazó que si caía detrás de él irían Rajoy, Cospedal…


Francisco Martínez, ex número 2 del ministerio del Interior, tras el ministro Fernández Díaz ha sido detenido esta mañana

 

INSURGENTE.ORG / 29.05.2025

 


OPERACIÓN CATALUNYA

Agentes de Información han empezado el operativo esta mañana a primera hora con el registro de la vivienda de Martínez y del hacker, entre otros inmuebles. Martínez, alias «Paco» fue uno de los cerebros de la operación Catalunya orquestada por la policía patriótica para acabar con los líderes independentistas. Paco, mano derecha del exministro Jorge Fernández Díaz, era una pieza clave como secretario de Interior y se convirtió en uno de los principales interlocutores del excomisario José Manuel Villarejo, tal como se demostraba en la serie que al Nacional se hizo sobre los papeles secretos de la operación Catalunya.

KITCHEN

Francisco Martínez también está procesado por el caso Kitchen por orquestar un operativo parapolicial para obtener una información comprometida sobre la extresorer del PP, Luis Bárcenas, que podía perjudicar quién era presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Villarejo aseguraba en 2016 que Francisco Martínez, le tenía pánico porque estaba convencido de que disponía de información sobre las actividades que habían compartido y que esto lo podría llevar en la prisión.

Archivo:

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Mazón se sale con la suya, apoyado por Vox saca adelante los presupuestos. +++ [España. Sí señor, los buenos españoles (así como yo soy San Cristóbal, y al mismo tiempo, San José bendito), pero buenos, buenos de verdad, como son los dirigentes de VOX, esperanza salvadora de los trabajadores españoles, desde el punto de vista del moderno fascismo del siglo XXI al noble y leal servicio de una fracción de los grandes capitales, votan en Valencia contra los intereses de los españoles. ¡Como debe ser y olé, y arriba España y que viva La legión y la Guardia civil, y que viva el vino y las mujeres y tal!]

 

Mazón se sale con la suya, apoyado por Vox saca adelante los presupuestos

 

INSURGENTE.ORG / 29.05.2025


Por 53 votos a 46 las Corts valencianas sacan adelante los presupuestos y aleja así la posibilidad de dimisión, tal y como exige buena parte de la sociedad valenciana tras su actucaión (con quedada en el Ventorrillo incluida) durante la Dana. Los votos de los parlamentarios de Vox fueron imprescindibles, el partido de extrema derecha consiguió en las negociaciones no pocas cosas.

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Este artículo es un extracto del texto de Ellen Meiskins Wood, «¿Qué es la agenda posmoderna?», en En defensa de la historia:Marxism and the Postmodern Agenda, eds. Ellen Meiskins Wood y John Bellamy Foster (Monthly Review Press, 1997), 12-16.


Por un proyecto universal


El Viejo Topo

29 mayo, 2025


Este artículo es un extracto del texto de Ellen Meiskins Wood, «¿Qué es la agenda posmoderna?», en En defensa de la historia:Marxism and the Postmodern Agenda, eds. Ellen Meiskins Wood y John Bellamy Foster (Monthly Review Press, 1997), 12-16.


 

¿QUÉ ES LA AGENDA POSMODERNA?

Por Ellen Meiskins Wood

Una de las ironías del posmodernismo es que, al tiempo que abraza –o por lo menos se rinde– al capitalismo, rechaza el «proyecto de la Ilustración», al que responsabiliza de crímenes que más justamente deberían atribuirse al capitalismo… Por supuesto, sería absurdo sostener que el capitalismo es responsable de todos los males de la modernidad, o incluso negar los beneficios materiales que a menudo lo han acompañado. Pero sería igualmente absurdo negar los efectos destructivos asociados a los imperativos capitalistas de autoexpansión, «productivismo», maximización de los beneficios y competencia. Es difícil ver cómo estos efectos negativos proceden intrínsecamente de la Ilustración. Como mínimo, debemos preguntarnos si un universalismo emancipador equivale al expansionismo o imperialismo capitalista, y si los frutos de la ciencia y la tecnología «occidentales» deben, por definición, servir a las necesidades de la acumulación capitalista y a la destrucción de la naturaleza que inevitablemente la acompaña.1

En cualquier caso, vivimos un momento histórico que, más que ningún otro, exige un proyecto universalista. Este es un momento histórico dominado por el capitalismo, el sistema más universal que el mundo haya conocido jamás, tanto en el sentido de que es global como en el de que penetra en todos los aspectos de la vida social y el medio ambiente natural. Al abordar el capitalismo, la insistencia posmodernista en que la realidad es fragmentaria y, por lo tanto, solo accesible a «conocimientos» fragmentarios, resulta especialmente perversa e incapacitante. La realidad social del capitalismo es «totalizadora» en grados y formas sin precedentes. Su lógica de mercantilización, acumulación, maximización de los beneficios y competencia impregna todo el orden social; y la comprensión de este sistema «totalizador» requiere precisamente el tipo de «conocimiento totalizador» que ofrece el marxismo y que rechazan los posmodernistas.

La oposición al sistema capitalista también nos obliga a recurrir a intereses y recursos que unifican, en lugar de fragmentar, la lucha anticapitalista. En primer lugar, se trata de los intereses y recursos de la clase, la fuerza más universal capaz de unir las diversas luchas emancipadoras; pero, en última instancia, estamos hablando de los intereses y recursos de nuestra humanidad común, en la convicción de que, a pesar de nuestras diferencias manifiestas, existen ciertas condiciones fundamentales e irreductibles comunes para el bienestar y la realización humana que el capitalismo no puede satisfacer y el socialismo sí.

Para la gente de izquierda, y especialmente para una generación más joven de intelectuales y estudiantes, el mayor atractivo del posmodernismo es su aparente apertura, frente a los supuestos «cierres» de un sistema «totalizador» como el marxismo. Pero esta pretensión de apertura es en gran medida espuria. El problema no es solo que el posmodernismo representa un tipo de pluralismo intelectual que ha socavado sus propios cimientos. Tampoco se trata simplemente de un eclecticismo acrítico pero inofensivo. Hay algo más grave en juego. La «apertura» de los conocimientos fragmentarios del posmodernismo y su énfasis en la «diferencia» se consiguen a costa de cierres mucho más fundamentales. El posmodernismo es, en su vertiente negativa, un sistema implacablemente «totalizante», que excluye un amplio abanico de pensamiento crítico y políticas emancipadoras, y sus cierres son definitivos y decisivos. Sus supuestos epistemológicos lo hacen inaccesible a la crítica, tan inmune a ella como el dogma más rígido (¿cómo se puede criticar un conjunto de ideas que a priori descarta la práctica misma del argumento «racional»?). Y excluyen –no solo rechazando dogmáticamente, sino también haciendo imposible– una comprensión sistemática de nuestro momento histórico, una crítica global del capitalismo y prácticamente cualquier acción eficaz.

Si el posmodernismo nos dice algo, de forma distorsionada, sobre las condiciones del capitalismo contemporáneo, el verdadero truco consiste en averiguar exactamente cuáles son esas condiciones y hacia dónde vamos a partir de aquí. El truco, en otras palabras, consiste en sugerir explicaciones históricas para estas condiciones en lugar de simplemente someterse a ellas y entregarse a adaptaciones ideológicas. El truco está en identificar los problemas reales a los que las modas intelectuales actuales ofrecen soluciones falsas –o ninguna– y, al hacerlo, desafiar los límites que imponen a la acción y la resistencia. El truco está en responder a las condiciones actuales no como robots alegres (o incluso miserables), sino como críticos…2

El mundo está cada vez más poblado no por robots alegres, sino por seres humanos muy enfadados. Tal y como están las cosas, hay muy pocos recursos intelectuales disponibles para comprender ese enfado, y casi ninguno político (al menos en la izquierda) para organizarlo. El posmodernismo actual, a pesar de su pesimismo aparentemente derrotista, sigue arraigado en la «edad de oro del capitalismo».3 Es hora de dejar atrás ese legado y afrontar las realidades actuales.

Notas

  1. Esto también plantea grandes interrogantes sobre la relación entre el capitalismo y la Ilustración, que no hay espacio para discutir aquí. En «Modernidad, posmodernidad o capitalismo?» [Monthly Review, julio-agosto de 1996], intento esbozar algunas distinciones entre las condiciones históricas que dieron lugar a la Ilustración y las que dieron lugar al proceso de desarrollo capitalista.
  2. Sobre los «robots alegres», véase C. Wright Mills, The Sociological Imagination(Oxford: Oxford University Press, 1955), 175.—Ed.
  3. En Eric Hobsbawm, The Age of Extremes: The Short Twentieth Century, 1914–1991(Nueva York: Pantheon, 1995), 165–67. La «edad de oro» (aproximadamente de 1947 a 1973) se encuentra entre la «edad de la catástrofe» y el «derrumbe».

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