Para Todd, la
matriz religiosa de las sociedades occidentales atraviesa tres fases: religión
activa, religión zombi y, finalmente, religión cero: la desaparición total de
la fe y sus valores morales. Pero ha surgido una religión nueva: el culto a la
guerra.
La guerra como religión
Emmanuel Todd
El Viejo Topo
12 julio, 2025
LA NUEVA
RELIGIÓN DE MASAS ES EL CULTO A LA GUERRA
Una secuencia
de tres etapas puede describir la disolución de la matriz religiosa de nuestras
sociedades: religión activa (creencia y práctica regular), religión zombi
(incredulidad acompañada de la supervivencia de valores morales y sociales) y,
finalmente, religión cero (desaparición completa).
Inicialmente
apliqué este esquema al cristianismo, en todas sus variantes —católica,
protestante y ortodoxa— y luego lo extendí a los otros dos grandes monoteísmos,
el judaísmo y el islam, centrándome en este último caso en el componente chií.
Así, podemos describir para Escandinavia, por ejemplo, una secuencia típica:
«protestantismo activo, protestantismo zombi, protestantismo cero». Para Irán:
«chiismo activo, chiismo zombi», con la posibilidad futura de un «chiismo
cero». En Israel, sin embargo, la secuencia parece ya completa: «judaísmo
activo, judaísmo zombi, judaísmo cero».
El caso
israelí, al igual que el estadounidense, requiere mayor investigación: en ambos
países han surgido nuevas religiones. En Estados Unidos, un evangelismo
delirante; en Israel, un judaísmo ultraortodoxo. Dos fenómenos indudablemente
religiosos, pero que representan innovaciones radicales: el primero
poscristiano, el segundo posjudío.
Nunca en la
historia del protestantismo ha existido un dios tan «cool», un repartidor de
recompensas monetarias sin ninguna referencia a la moral. Nunca en la historia
del judaísmo ha habido un crecimiento tan exponencial de una clase de vagos que
viven de las prestaciones estatales y del trabajo de sus esposas, empeñados en
vagar sin rumbo por la Torá. Lo que estas dos nuevas religiones tienen en común
es el rechazo a la ética del trabajo que fue fundamental tanto para el
protestantismo como para el judaísmo tradicional.
Sin embargo,
estas no son las innovaciones más relevantes para comprender el fenómeno
religioso en el mundo poscristiano y posjudío. Como ya se escribió en La
derrota de Occidente, el vacío dejado por el cristianismo genera una
divinización del propio vacío: un nihilismo que busca la destrucción de las
cosas, los hombres y la realidad. El nihilismo es la matriz de las religiones
emergentes. Pero la verdadera nueva religión de masas es el culto a la guerra.
Paradójicamente,
o quizás lógicamente, esta novedad nos retrotrae al pasado, antes del
monoteísmo. La historia de la humanidad está llena de religiones guerreras o
dioses de la guerra: Ares y Atenea para los griegos, Indra para los indoarios,
Ningirsu en Sumer, Sekhmet en Egipto, sin olvidar a Tutatis, el dios celta
conocido gracias a Astérix. Nuestros antepasados galos eran, después de todo,
simples cazadores de cabezas.
Durante una
conversación en el canal Fréquence Populaire con Diane
Lagrange, a propósito del más reciente ataque conjunto estadounidense-israelí
contra Irán, evoqué –un tanto provocativamente– al dios azteca de la guerra,
Huitzilopochtli, como posible deidad de la nueva religión bélica
estadounidense-israelí.
Pero gracias al
Pentágono, podemos hacerlo mejor. El nombre dado a la operación para bombardear
las instalaciones nucleares iraníes, Martillo de Medianoche, nos señala a la
deidad perfecta. El martillo es el instrumento y símbolo de Thor, el dios
escandinavo —y más ampliamente germánico— de la guerra. Un martillo con mango
corto, que regresa a la mano de su dueño tras golpear. Thor es, hoy en día, el
dios favorito de los neonazis. Y su tierra natal, Escandinavia, se ha
convertido hoy en el epicentro de un impresionante resurgimiento belicista.
Propongo, por
lo tanto, llamar a esta nueva religión de guerra, que reemplaza al monoteísmo y
su moralidad en las sociedades protestante y judía, el «culto a Thor». Para
fijar este concepto en la mente, se necesitan imágenes. ¿Por qué no reemplazar
las estrellas de las banderas estadounidense e israelí con el martillo de Thor?
Cincuenta y un minimartillos blancos, en la esquina superior izquierda de la
bandera estadounidense; un solo martillo azul, en el centro de la bandera
israelí. Thor es el verdadero Dios de Estados Unidos e Israel.
Fuente: Open substack
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