Acerca de la paz
DIARIO OCTUBRE / junio 3, 2025
Al margen del
guión que se me propone y que trataré de abordar posteriormente, entiendo como
una absoluta prioridad, dejar clara la importancia del debate que vamos a
hacer en el sentido de que, más allá de la necesaria reafirmación de la
posición política de principios en la que estamos situados, al considerarse
también las principales orientaciones tácticas y estratégicas del
movimiento popular contra la guerra imperialista, los acuerdos que adoptemos
debieran constituirse en una referencia para la acción política de este movimiento
del que formamos parte mediante nuestro compromiso con las organizaciones de
base de la CECOB.
Para ello, un
primer elemento que no se puede olvidar es que en este espacio diverso que
construimos de forma unitaria en contra de la OTAN, las bases
y la guerra imperialista, es importante definir con claridad que en su
participación, las organizaciones políticas que intervienen en él
–revolucionarias unas, otras no- tienen la responsabilidad de, en todo momento,
respetar su pluralidad y soberanía y, por todos los medios,
evitar trasladar y/o imponer debates y posiciones políticas impropias de ese
espacio diverso.
El riesgo de
vernos arrastrados a erróneas dinámicas que confunden la progresiva
construcción de una posición hegemónica en un espacio de masas, con la
instrumentalización del mismo, es un error de principios frente al que, vista
la experiencia, hay que estar muy alerta e impedirlo desde el máximo rigor y
firmeza.
En ese sentido,
confío que el borrador que presento se entienda en ese sentido y que cumpla con
lo expresado.
Igualmente, es
importante recordar que, al margen de otras consideraciones, el objetivo que
debe tener este espacio que formamos colectivamente, es que se convierta en un
verdadero espacio de organización y movilización de masas con una creciente
influencia en las diversas instancias del movimiento obrero y popular y, nunca,
un apéndice de ningún otro tipo de organización, sea esta la que sea y tenga el
carácter que tenga.
Para avanzar en
la clarificación política y no retórica de esta dificultad tan propia de la
tradición eurocomunista, que desgraciadamente parece que nunca va a dejar de
estar presente en uno u otro sentido, sería muy importante definir una consigna
que, identificando claramente el enemigo principal a combatir (el imperialismo,
liderado por los EE.UU y nucleado en torno a la OTAN), ofrezca un marco
político y organizativo, lo más amplio posible y sin restricciones, para la
incorporación de quienes asumiendo esa posición de principios, lo hagan desde
los más diversos enfoques políticos, éticos, religiosos…
En relación a
este planteamiento, considero importante hacer una reflexión retrospectiva que
valore la experiencia de construcción de lo que fue un verdadero espacio de
masas (hablamos de millones) como fue la CEOP (Coordinadora Estatal de
Organizaciones Pacifistas) en la que, con la participación de diversos
partidos políticos a la izquierda del PCE y a pesar de sus evidentes
diferencias en cuestiones tan centrales como era la consideración del Pacto de
Varsovia o la lucha armada, se fue capaz de articular un espacio cuya soberanía
residía en los cientos –miles quizás – colectivos por la Paz y el Desarme que
se constituyeron en ciudades, pueblos, fábricas, universidades,
institutos…incluso cuarteles.
En definitiva,
aprendamos de las experiencia para avanzar sobre la base de lo bien hecho y
repudiar lo que se demostró negativo.
El reto que
tenemos por delante para parar la guerra imperialista es de tal envergadura,
que no es posible que pequeños obstáculos que nos enrocan en cuestiones
impropias y/o ajenas a las necesidades y soberanía del movimiento que estamos
construyendo entre todos y todas, impidan situarnos YA en la dinámica de avance
que corresponde desarrollar.
Tras esta
cuestión previa, que entiendo absolutamente central para el fututo inmediato de
la lucha por la Paz, ya corresponde abordar el debate “acerca de la Paz”
situando las bases del mismo en el necesario análisis de la realidad material
que lo determina.
“Para el
capitalismo, las guerras son un medio para prolongar la existencia del sistema
capitalista en su conjunto…después de cada guerra, el capitalismo ha entrado en
un periodo de nuevo auge” Henryk Grossmann. La ley de la acumulación y
del derrumbe del sistema capitalista.
Sin, para nada,
ser la única razón que influye en la realidad de la lógica Guerra vs Paz, es
imprescindible acordar que si no se parte de una correcta consideración
material y se incurre en el error de fundamentar los análisis en posiciones
idealistas del estilo de conceptos como patria, cultura, religión, raza…es
imposible encontrar una interpretación correcta de la realidad.
Por ello, es
imprescindible partir de la consideración de imperialismo como una fase de
desarrollo del capitalismo –la última, tras la que ya nada positivo tiene que
ofrecer a la Humanidad-, y evitar incurrir en el error de confundir el
imperialismo con una determinada política exterior de algunos países y/o
gobiernos.
Esta posición,
ajena a nuestro ámbito de debate y limitada a consideraciones geoestratégicas
las más de las veces totalmente infundadas, sin embargo, no podemos
desconsiderarla pues sí tiene su influencia y, por ejemplo, no solo
es la posición de tertulianos/charlatanes que proliferan por las redes, sino
que también es la interpretación que realiza cierto nacionalismo españolista de
marcada tradición antisajona[1] que se posiciona contra la OTAN y
su guerra en Europa y que disputa nuestro espacio sociopolítico.
Cuidado,
estemos atentos al desarrollo de esa posición tras la que posiblemente haya intereses
ocultos, pues tengamos muy claro que quienes abrazan esa interpretación de la
realidad, no solo van de cabeza al pantano, sino que son absolutamente
funcionales a los objetivos finales del imperialismo. Definir una posición
respecto a estos sectores, unos y otros, es un debate necesario,
que está directamente vinculado con la necesaria política de alianzas que
habremos de desarrollar y sobre las que se hablaremos más adelante
Clarificado
este primer posicionamiento imprescindible, el de partir del necesario análisis
materialista para conocer la realidad y transformarla conforme a los intereses
y necesidades de clase que se defienden, es cuando se puede afirmar, sin
temor a equivocarnos, que si todas las evidencias demuestran que la guerra siempre
expresa inequívocamente la opción de las clases dominantes, esta es la razón
por la que en una lógica absolutamente dialéctica, la opción de las masas
trabajadoras y los pueblos debe ser la defensa de la Paz.[2]
En
consecuencia, podemos afirmar que la dialéctica de la Paz y la Guerra, siempre
está determinada por la lucha de clases y en ese contexto hay que entenderla y
actuar siempre.
Una
confrontación en la que por el grado de desarrollo de las contradicciones
geopolíticas que determina la realidad multipolar que, tras el fin de la
ominosa Pax Americana, es ya una realidad incuestionable a todos los niveles,
(económicos, políticos, militares, culturales…), el imperialismo[3] enfrenta
también el fin de su hegemonía internacional, el fin de la dominación secular
del Planeta iniciada durante el proceso de acumulación originaria del capital.
En
consecuencia, esta apuesta por la guerra que, pese al liderazgo de los EE.UU.,
no deja también de tener diversas expresiones, ritmos y contradicciones[4],
más que una opción, es una necesidad para tratar de revertir la caída
tendencial de la tasa de ganancia que determina el inexorable proceso de
acumulación del capital.
Tiene que
quedar muy clara la máxima de que lo quieren todo porque lo necesitan todo para
sostener su posición dominante y hegemónica.
Su agenda
belicista es expresión de una situación muy concreta, la de un
capitalismo “maduro” para el que otras opciones ya se han agotado como fórmulas
útiles para ejercer como contratendencia a su decadencia. Concentración,
monetarización, globalización-comercio exterior, transferencia de plusvalía al
centro mediante un intercambio radicalmente desigual, exportación de
capitales…son medios para prolongar la vida del capitalismo que ya no se
muestran capaces de revertir la tendencia objetiva al derrumbe y, esa es la
razón del nivel de violencia que el imperialismo aplica en esta guerra global y
total por la hegemonía mundial en la que se juega su supervivencia.
Frente a esta
realidad de un capitalismo/imperialismo al que solo le queda la guerra, es
necesario entender que la apuesta estratégica por la Paz y la soberanía e
independencia de los pueblos, necesariamente ha de apuntar hacia un modelo
económico y social diferente:
Una Paz, por la
que luchamos, que tiene una base material concreta y enfrentada a la de la
Guerra: el socialismo.
Una Paz, por la
que luchamos, que es profundamente internacionalista y que lejos de ver a los
trabajadores de otros países como nuestros enemigos, ven a sus hermanos.
Hombres y mujeres con los que nos une la clase y no nos separan las fronteras.
Una conclusión
que compartimos en este espacio de debate y que forma parte de la legítima
aspiración de transmitir la ideología socialista a las masas trabajadoras que
tenemos los militantes comunistas como es mi caso, pero que, una vez más,
vuelvo a insistir en ello, no puede ser la posición política de principios que
se imponga al espacio de masas que estamos construyendo entro todos. Hacerlo,
sería un grave error que, entre otras cosas, dejaría de tener en cuenta no solo
el nivel actual de conciencia de las masas y la subjetividad de las clases
sociales, sino la advertencia de Lenin sobre la necesidad de tener en
cuenta que “la táctica del proletariado socialista no puede ser la misma cuando
se encuentra ante una situación revolucionaria y cuando ésta no existe”. Seamos
muy conscientes de nuestra realidad.
No olvidemos
que hoy la tarea que nos ocupa, la que corresponde con el nivel actual de
organización y capacidad de trascender nuestras consignas a las masas, obliga a
centrar todo nuestra propuesta en el objetivo de parar la guerra imperialista
y, progresivamente, conforme a un plan de trabajo predefinido que permita un
proceso de acumulación de fuerzas, normalizar la confrontación y la
insumisión de los más amplios sectores populares a las políticas belicistas y a
todas las instituciones que las representan.
Organizar una
trinchera contra la economía de guerra y cada uno de los recortes en servicios
públicos y derechos laborales y civiles, es la prioridad junto al rechazo a los
ejércitos mercenarios y la leva de los hijos, hombres y mujeres, del pueblo
trabajador condenados a morir en la guerra imperialista
En resumen, un
proceso que para avanzar y ser eficaz, no puede dejar de tener en cuenta
la realidad de la lucha de clases, el nivel de conciencia y subjetividad de las
mismas, así como el contexto y los destinatarios del mensaje que transmitimos y
nuestra acción política.
Puro análisis
concreto de la realidad concreta.
El dividendo de
la paz.
Concepto que
podemos interpretar como máxima expresión del cinismo político de la hegemonía
atlantista alcanzada tras la desaparición de la URSS. En un mundo unipolar, sin
países capaces de enfrentar la dominación de los EE.UU. y sus aliados, la
conocida como Pax Americana, tan nefasta para el desarrollo de la
Humanidad y con un resultado de destrucción y muerte incalculable, no supuso
ningún avance, mucho menos generó un dividendo de progreso por la imposición de
su paz de los cementerios.
El imperialismo
nunca ha dejado de armarse y de provocar guerras con un saldo millonario de
muertes y destrucción masiva de infraestructuras.
El único
dividendo de la paz fue el de convertir el negocio del complejo militar
industrial en un monopolio controlado por sus principales empresas; un negocio
de la muerte en el que nunca se paró de invertir e investigar para preparar la
guerra.
No hay más que
eso, solo una formulación hueca, sin más realidad que la mera propaganda de un
mundo que se ofrecía como el deseado fin de la historia y que, sin embargo la
realidad –criterio último de la verdad- demostró que era solo la gran mentira
de un mundo cada vez más injusto y desigual en el que la violencia sistémica
crecía a discreción.
Mirando hacia
atrás, si valoramos el grado de violencia que siempre usó para imponer su
dictadura de clase[5] la burguesía, si bien sería posible admitir
cierta buena intención idealista en la propuesta a favor de la “paz perpetua”
que situara Kant tras el triunfo de la Revolución francesa y la ascensión de la
burguesía como clase dominante, cualquier argumentación que, a la luz de los
hechos, sitúe como deseable un mundo unipolar sometido a los deseos y
necesidades de los EE.UU y la OTAN, por mucho que proclame a los 4 vientos que
su objetivo es la paz, solo expresa una posición de absoluta
corresponsabilidad con la guerra imperialista.
Frente a este
dividendo de la paz imperialista, sitúo la oportunidad de reclamar el beneficio
social del desarme. Un beneficio que se desprende de la necesidad de
entender que todo presupuesto destinada al rearme, se retrae de los servicios
públicos y genera más deuda para los estados.
Esta consigna,
que contrapone el gasto militar a las necesidades básicas de la sociedad, debe
constituirse en una plataforma desde la que trabajar para movilizar y ampliar
el alcance de nuestra convocatoria contra la guerra imperialista, la OTAN y las
bases.
Por lo demás,
es importante situar que si bien en la formación económica capitalista, la
producción de la mercancía/armamento, es un rubro más de la economía para
sostener la reproducción ampliada del capital, en una economía socialista, es
un factor que, como se demostró durante la carrera armamentística que le impuso
los EE.UU a la URSS, lastra la economía y le impide cumplir los objetivos
sociales que le corresponde cumplir.
La economía de
guerra
Otro concepto
que para nada es neutral, ni ajeno a la lucha de clases. Nada en común
tuvo la economía de guerra del III Reich para hacer realidad el Lebensraum, con
la economía de guerra desarrollada por la URSS para defender su soberanía.
Interpretación
necesaria para analizar correctamente la realidad y no incurrir en un falso
antimilitarismo de principios que, si bien es la posición que defiendan
determinados compañeros de viaje en el marco de unas alianzas limitadas
únicamente a determinados espacios, no puede ser nunca la posición de nuestro
movimiento.
En ese sentido,
la consideración clásica de Galbraith que correctamente indicó que
economía de guerra es “el conjunto de contingencias llevadas a cabo por un
estado para movilizar su economía con vistas a la producción bélica”, poco
ayuda a penetrar en este concepto tan cargado de significantes por los que no
se puede pasar de largo sin considerar su propósito y su contenido de clase.
En ese sentido,
el compromiso belicista de la UE derivado de su compromiso con la guerra y con
el mandato de la OTAN de elevar exponencialmente los presupuestos militares,
donde tiene una acción directa inmediata es
·
Aumento del valor de las acciones de las empresas
militares, llegando alguna a elevar su cotización bursátil en un 1.000% desde
el inicio de la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania. Desde 2015, según el
Centre Delàs, las grandes empresas europeas de armamento han tenido unos
beneficios de mínimo 80.000 millones de €
·
Incremento de la deuda pública con el consiguiente
pago de intereses a cuenta del PGE que se traduce en una transferencia de
capitales del sector público al privado, especialmente a la banca y en el caso
español al BBVA, Santander, Sabadell, Bankinter, Unicaja y La Caixa.
La economía
casino de fabricar deuda sobre dinero inexistente depende de la hegemonía
político y militar sobre la que se sostiene la ficción del valor del Dólar
–también del €-, generando una vinculación directa entre economía de guerra y
crisis general del capitalismo. Existe una simbiosis perfecta entre la
banca y las empresas armamentísticas.
·
Recortes en servicios públicos en una relación
absolutamente dialéctica entre el gasto militar, pago de la deuda y disminución
del gasto social.
Una realidad
injustificable que requiere para su normalización social de un activo y bien
diseñado ejercicio de propaganda de guerra, sostenido en un permanente
adoctrinamiento social dirigido a admitir los sacrificios sociales actuales y
los que se avecinan.
Una propaganda
de guerra con altas dosis de alarmismo social cuyo clímax aun está lejos de
alcanzarse, pero que de la mano de un discurso del terror, el miedo y el
patrioterismo más zafio y protofascista, se abre camino progresivamente entre
amplias capas populares.
Pero atendiendo
lo que más claramente se identifica como economía de guerra, que es el complejo
industrial-militar yanqui, israelí, europeo y japonés que se beneficia de
la multimillonaria inversión pública en armamento,- de los 800.000 millones de
la UE y los 10.000 del gobierno de España-,es necesario detenerse en la
realidad de esas grandes empresas, en su accionariado que, al margen de los
porcentajes de empresas públicas y fondos soberanos que aun existen en algunas de
ellas, se conforma en todas ellas del conglomerado monopolístico de
fondos de inversión que controla la economía occidental. Vanguard, Black Rock,
Fydeliti, Inverco, Generali, Societe Generale, Morgan Stanley, Goldman Sachs,
Bank of America….dominan todas las principales empresas armamentísticas.
Construir el
enemigo
“Si no estáis
prevenidos ante los medios de comunicación, os harán amar al opresor y odiar al
oprimido” Malcom X
Solo un alto
nivel de sometimiento y alienación impide ver lo evidente de una manipulación
de masas que pareciera no tener límites y que deja a Goebbles como un artesano
de la instrumentalización de las masas a favor del poder. Con todas las
herramientas de comunicación de masas a su alcance, el poder identifica al
enemigo e inicia el proceso de estigmatización, criminalización y
deshumanización que justificará destruirlo.
El otro es el
compendio de todos los males, su existencia es absolutamente perversa y, frente
al nosotros en el que converge todo lo bueno, no tiene derecho a existir; hay
que destruirlo.
La construcción
del enemigo como algo no humano, permite su exterminio y es lo que ha
justificado todos los genocidios conocidos a lo largo de la Historia y sigue
estando en la base del genocidio palestino.
El enemigo
también es la amenaza sobre la que se fundamenta el nacionalismo del poder, la
base inmaterial en la que se identifican las masas sometidas y desde la que el
Estado es capaz de nuclear a la población frente al otro.
Es importante
señalar que en este “el otro” también entramos quienes somos identificados como
la quinta columna del enemigo. Un señalamiento que no se puede dejar de
considerar y sobre el que cada día se hace más preciso adoptar medidas de
seguridad que nos protejan frente a infiltraciones, provocaciones…
Amenazas y
terror para vulnerar la Paz
Atentados de
falsa bandera, definición del enemigo, disciplinamiento social, recorte de
derechos y libertades, anuncio de calamidades económicas[6]…podemos
esperar de todo porque desde el Maine todo ha sido posible.
No incurrir en
la conspiranoia de ver la mano de la guerra sucia en todos los acontecimientos,
pero tampoco caer en la candidez de asumir como propia la versión de los hechos
que ofrece el poder.
Hay que
considerar que, como dice el dicho de “si sucede, conviene”, hay muchos
situaciones de crisis social, sanitaria o medioambiental que son usadas por el
Estado para generar situaciones de alarma y control social. Saber
interpretar estos hechos desde una comprensión acorde con las criterios y las
conclusiones científicas acreditadas, huyendo de todo tipo de especulaciones,
es también una exigencia en la que nuestro movimiento debe instalarse con
fuerza no dejándose arrastrar por determinadas posiciones que operan sin el más
mínimo rigor científico.
Como señalara
Marx, no podemos olvidar que “si las cosas fueran como se presentan la ciencia
entera sobraría”, por tanto, rigor, rigor y más rigor siempre en nuestros
posicionamientos
Gladio. Venimos
usándolo de forma muy gráfica y pienso que certera, como sinónimo de guerra
sucia. Indudablemente nunca ha dejado de existir la acción terrorista de los
diversos servicios secretos usando todo tipo de recursos. De acuerdo al
objetivo que les convoca, en relación a la implementación de todos los planes
para el desarrollo de los planes de la guerra imperialista, sería un error
imperdonable por nuestra parte, no valorar la magnitud de todo lo que pueden
llegar a hacer que de acuerdo al objetivo que persiguen.
En este
terreno, el sionismo actúa como vanguardia y referente inequívoco de todos los
servicios secretos de los países imperialistas y sus prácticas de guerra sucia.
Paz y
sometimiento
Lo podemos
definir como la estrategia del poder para, bajo la excusa del teórico fin
superior de la paz definitiva, desmantelar las capacidades de resistencia
popular, incluidas las de las organizaciones armadas revolucionarias,
entregándose con armas y bagajes al enemigo. La sumisión al Estado,
mediante la entrega/venta de las organizaciones civiles y armadas del campo
revolucionario, en la práctica siempre ha acabado debilitando y destruyendo las
capacidades del pueblo.
El ejemplo de
las guerrillas centroamericanas y más recientemente el de las FARC-EP, son
casos evidentes de lo que decimos.
Para nuestro
movimiento, Paz no es rendición.
Igualmente, en
el campo internacional, es necesario denunciar que en el marco de las
estrategias de la guerra global del imperialismo, la aplicación de sanciones y
bloqueos, es una práctica absolutamente ilegítima e injusta con la que se
agrede a los pueblos que luchan por su soberanía e independencia. Lograr
someter a un pueblo mediante el hambre, la enfermedad y la pobreza, aniquilando
su capacidad de resistencia, es una práctica común del imperialismo, que tiene
su máximo ejemplo en la aplicación del criminal e injusto bloqueo a Cuba
durante más de seis décadas.
En la unidad de
la lucha contra la guerra imperialista y la solidaridad internacionalista con
los pueblos que luchan por la defensa de su soberanía, está la base del
desarrollo del tan necesario Frente Mundial Antiimperialista.
El falso
pacifismo neutral
Sin espacio
para la equidistancia, que a determinados niveles no es más que
colaboracionismo interesado a favor de las políticas imperialistas[7],
movido por los hilos de los servicios secretos y todo su destacamento
académico, periodístico y cultural[8], frente a este pacifismo
pretendidamente neutral, corresponde adoptar una posición diversa en función de
las circunstancias en las que intervengamos, pues es necesario tener la
suficiente flexibilidad táctica para atraer hacia nuestros posicionamientos a
sus sectores más conscientes.
Desde el más
radical rechazo de base, orientado a identificar a los filibusteros que se
alinean con la burguesía más belicista y forman parte de sus planes, no podemos
olvidar la necesidad de, al mismo tiempo que se combaten esas posiciones, sobre
la base de una compleja política de alianzas y la máxima flexibilidad táctica,
es necesario atraer hacia nuestras posiciones a los elementos más conscientes
y/o coherentes que, por ahora se alinean, con este falso pacifismo.
Fundamentalmente,
son sectores antimilitaristas y/o religiosos sobre los que es necesario
tener una clara política de alianzas hacia ellos, pues puede abrir a nuestro
movimiento espacios de desarrollo social a los que, por nuestra propia
composición, se nos hace muy difícil llegar en este momento.
Julio Díaz
Alacant, 12 de
mayo de 2025
[1] Coronel Baños y cierta cohorte que a “izquierda” y derecha le
acompañan en su discurso
[2] En el contexto de este debate, no considero necesario especificar
que la confrontación y la denuncia de la guerra –la guerra imperialista-, no
presupone en absoluto nuestro rechazo a las guerras de liberación nacional, al
uso legítimo de la violencia como forma de defensa de los pueblos y, en
definitiva, a la guerra civil, a la guerra entre clases en la lucha por el
poder político de la clase obrera y sus aliados.
Tratar de
confundir el debate que abordamos situando una contradicción entre esta
posición y la lucha por la Paz, además de torticero es impropio de cualquier
propósito común de consolidación y avance. En el último apartado
“pacifismo neutral” trataremos este tema
[3] hay quienes prefieren llamarle occidente colectivo, imperialismo
occidental…, aunque me parece más correcto usarlo sin adjetivos para no dejar
la duda de que existe otro
[4] La existencia del avance hacia un pretendido ultraimperialismo único
que defendieran Kautsky o Negri, no solo es infundado, sino que mucho menos aun
supondría ningún estadio superior de desarrollo favorable a los intereses de la
Humanidad.
[5] Recomiendo la novela el 93 de Víctor Hugo para entender de lo que se
habla.
[6] En el Estado español padecimos un claro ejemplo de esto con el
discurso apocalíptico de F, González en la víspera del referéndum de la
OTAN
[7] Recordemos la trayectoria de todo este movimiento equidistante del
ninismo que inició su andadura con el famoso Ni yanquis, ni rusos de la UCE.
[8] Escuela de Frankfurt podría ser el mayor exponente y el de más nivel
intelectual de esta realidad
Fuente: unidadylucha.es
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