Mientras por aquí
vamos rebajando cada vez más el nivel de la enseñanza (por cierto, con los
planes diseñados por la OMC, cosa que al parecer casi nadie sabe) en el Sur
global avanzan a grandes zancadas. El futuro, indudablemente, será suyo.
Ciencia para la vida
El Viejo Topo
3 junio, 2025
El sábado 3 de
mayo de 2025 doscientos cincuenta jóvenes entre 14 y 17 años de edad,
estudiantes del sistema público venezolano, se reunieron al oeste de
Venezuela procedentes de 10 municipalidades del Estado Zulia, fronterizo
con Colombia. Los convocó la Olimpiada de Robótica Creativa, en la
que presentarán los proyectos que han venido desarrollando durante los
meses precedentes como parte de un programa nacional de incentivo a la ciencia
y tecnología impulsado por el Ministerio del Poder Popular para la Ciencia y
Tecnología de la República Bolivariana de Venezuela.
Tres de los
jóvenes presentes, Isabella Barrera y Anmy Borges, ambos de 14 años, y Jesus
Pérez, de 15 años, diseñaron un robot explorador de tuberías. Se trata de un
prototipo cuya finalidad es detectar averías en el sistema de tuberías que,
bajo el mar, forman parte de la infraestructura de la industria petrolera venezolana.
Según cuentan estos jóvenes el uso de este robot permite salvaguardar la
seguridad de los trabajadores y trabajadoras de la industria al tiempo que
disminuye los costos de mantenimiento.
Es una muestra
de un conjunto de iniciativas que vienen desarrollándose en Venezuela dirigidas
a acortar la brecha que en materia de ciencia y tecnología existe entre los
llamados países desarrollados (mejor definidos como norte global) y los mal
llamados países en vías de desarrollo (sur global).
El Programa Nacional
Semilleros Científicos, como se ha bautizado a esta iniciativa que
desde hace tres años lleva adelante el Gobierno venezolano, busca
identificar, organizar, formar, promover y proteger los potenciales talentos
científicos y tecnológicos del futuro. Se trata de orientar vocaciones
tempranas y reforzar la enseñanza de las ciencias en niños, niñas y
adolescentes. Para ello se diseñaron diversas áreas y modalidades de
intervenciones que involucran a científicos y científicas del país como 1) Las
rutas científicas (que busca acercar a los y las jóvenes a los espacios
de investigación y ponerlos en contacto con el trabajo real de científicos y
científicas*, 2) Las caravanas de la química (que dota a laboratorios de
educación media con insumos y equipos para la realización de experimentos
motivadores), 3) Las rutas científicas productivas (que pone a los estudiantes
en contacto con los espacios en donde la ciencia y tecnología se vinculan directamente
con actividades productivas), 4) Robótica educativa (creación de núcleos de
robótica dotados de laboratorios de electrónica e informática y en donde se
ofrece formación en matemáticas, lenguaje de programación, etc.) y 5)
Aulas y salas de ciencia (que dota de espacios en los centros educativos para
la divulgación de los avances científicos ya sea a través de exposiciones,
charlas, seminarios, etc.).
Hasta el
momento 446.683 niños (52%) y niñas (48%) han sido atendidos. Se han abierto
244 núcleos de robótica y unos 343.455 estudiantes se han registrado en las
aulas y salas de ciencia. Se han realizado olimpiadas de astronomía,
matemáticas y química en varios estados del país y este mismo año iniciará sus
actividades la recién creada Universidad Nacional de las Ciencias cuya primera
cohorte está conformada por 500 jóvenes de los cuales la mitad pasaron por el
programa de semilleros.
La idea es
revertir el imaginario heredado de la colonización que considera válido solo lo
proveniente del norte global y promover en los jóvenes su autoestima y su
confianza. Son jóvenes como los que referimos al comienzo de esta nota, que se
animan a diseñar un robot y que lo muestran con orgullo en una feria donde
además comparten con otros jóvenes y tiene la oportunidad de recibir
sugerencias, consejos e ideas de profesionales de la ciencia y la tecnología
que apartan parte de su tiempo para formar, motivar y construir.
Pero el
programa va más allá. En su esencia forma parte de un cuestionamiento a la
ciencia que conocemos hoy en día, conocida como “ciencia moderna”. Una
actividad generadora de conocimiento nacida de la
modernidad con métodos, valores y visiones propias de una
civilización específica que se impuso en el mundo a partir del siglo XVI. En la
visión moderna, centrada en valores y visiones propias de Europa, existen dos
planos de conocimiento. Aquello que diferencia lo verdadero de lo falso y
aquello que diferencia lo que está bien de lo que está mal. Lo primero se asume
como conocimiento objetivo y constituye la ciencia. Lo segundo entra en el
mundo de los subjetivo y es la ética.
La ciencia
moderna, entonces, se construyó apartada de la ética. Se auto-declaró objetiva
y neutral. Se auto-proclamó además como el único conocimiento válido. No hay
duda de los grandes avances que esa ciencia ha producido en la humanidad. Sería
ridículo negarlo. Pero es una realidad que en la misma medida que somos
testigos de desarrollos sin precedentes en ciencia y tecnología, también somos
testigos de los grandes problemas que enfrenta la humanidad como las altas
tasas de pobreza, hambre, problemas de salud, crisis ambiental entre otras. ¿Quizás
esos grandes avances científicos no han podido resolver esos dilemas? ¿O será
más bien que dichos avances solo sirven a un sector y a intereses específicos
de parte de la sociedad?
Una ciencia sin
ética solo podrá reproducir las desigualdades existentes realizando todo
aquello técnicamente posible sin importar sus consecuencias (una bomba nuclear,
por ejemplo). Cambiar esa visión de ciencia es una tarea titánica. Una ciencia
otra, debería aportar soluciones a todos y todas estando en manos de todos y todas.
El conocimiento debe ser un derecho humano y democratizar ese conocimiento es
un paso importante en la construcción de otra ciencia. El Programa de
Semilleros Científicos forma parte de una política dirigida a democratizar el
conocimiento y a fomentar la búsqueda de soluciones de manera soberana e
independiente, con astucia y determinación. Anmy, la más joven de las
diseñadoras del robot explorador de tuberías, nos muestra su creación, mientras
resume estos objetivos en una sola línea, “Donde otros ven riesgos, nosotras
ideamos soluciones”.
Fuente: Globetrotter
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