jueves, 18 de septiembre de 2025

Occidente, el gran miedo

 

Estamos sumergidos en el inicio de un cambio de época, en el que probablemente la teoría de Tucídides ya no tiene posibilidad de aplicarse: la posibilidad de que el “remedio” sea peor que la enfermedad es evidente. Occidente, al borde del abismo.


Occidente, el gran miedo

 

Fabrizio Casari

El Viejo Topo

18 septiembre, 2025



OCCIDENTE, EL GRAN MIEDO

Las imágenes del desfile militar chino lograron el efecto deseado por Xi: demostrar la consistencia y eficacia del desarrollo militar del país y, al mismo tiempo, presentar a China como un referente para el nuevo mundo y un punto de mediación potencial con el orden global saliente. Nada de declaraciones belicosas, sino más bien ofertas de diálogo y búsqueda de soluciones. Pero tampoco se desvió del camino que conduce al pleno reconocimiento del liderazgo internacional de China y de todos los países emergentes.

Visto desde Washington y Bruselas, el desfile causó alarma. El mayor temor colectivo de Occidente era la materialización de los avances militares de Pekín y la consolidación política de su eje estratégico con Moscú. Tal despliegue de fuerza y ​​la reiterada alianza estratégica con Rusia dejaron claro que, para Occidente, la teoría de Tucídides de atacar al adversario antes de que se vuelva demasiado fuerte para atacar ya no es viable.

Ver el poder militar de China desplegado, con dispositivos capaces de eliminar la brecha estratégica con EE.UU., y saber cómo se pueden integrar con la extraordinaria fuerza del aparato militar de Rusia, ha dejado claro que Occidente, que se suponía debía rodear, en realidad está rodeado.

La presencia de cuatro de las siete principales potencias nucleares del mundo, tres de las cuatro principales economías del mundo y las tres mayores poblaciones que existen, todas desobedeciendo las reglas colectivas occidentales, proyectaba una imagen de extraordinaria fuerza.

Poco importa que la construcción de estas alianzas estuviera impulsada principalmente por las políticas agresivas y provocadoras de Occidente. Como es bien sabido, la causa contra un enemigo común suele obtener más apoyo que la de la amistad mutua.

El intento de Estados Unidos y la UE de desvincular a Pekín de Moscú en el escenario ucraniano no ha prosperado, mientras que el impacto del nuevo gasoducto siberiano, que permitirá el transporte de gas desde Rusia a China, se hace sentir. Con él, se desvanecen las últimas ilusiones de considerar a Moscú y Pekín distantes debido a la atracción que ejercen los mercados occidentales sobre los productos chinos. En cambio, se está concretando el riesgo de que los flujos energéticos hacia el Este creen dificultades de suministro para Europa.

La superioridad económica, tecnológica y militar anglosajona está en crisis desde hace tiempo, y el imperio decadente se ve obligado a reconsiderar bruscamente su dirección estratégica, porque ha terminado el período de veinte años de desestabilización global apoyado en la idea neoconservadora de exportar el monroísmo a escala global.

Además, la pérdida de influencia de Occidente se evidencia en el creciente endeudamiento de la economía estadounidense (37 billones de dólares, una deuda prácticamente impagable), que ha creado 40 millones de pobres solo en Estados Unidos y se ve obligada a obtener liquidez mediante la venta de bonos del Estado a tipos de interés extremadamente altos, posiblemente sin liquidar. Por ello, observamos un flujo de capital internacional cada vez mayor de Occidente a Oriente.

POSTALES DEL SUR GLOBAL

La cumbre de la OCS y el desfile de Pekín pusieron de relieve la consolidación del bloque de países que lucha por un mundo multipolar y que aspira a superar esta fase de la historia humana caracterizada por la dominación del imperio anglosajón. Existe la conciencia de que la tendencia hacia un derrocamiento sistémico es ahora inevitable y de que es necesario sancionar el fin de las políticas arrogantes y sancionadoras, el uso de parámetros financieros que ya no se corresponden con la realidad y el fin del dólar como única moneda de referencia internacional, lo que obliga a la comunidad internacional a financiar la economía estadounidense mientras este país saquea los recursos globales.

En esencia, lo que se pone en cuestión no es sólo el imperio occidental liderado por los anglosajones, que ha prosperado gracias al intercambio desigual y al saqueo continuo y agotador de los recursos del Sur, sino también el carácter excepcional de Estados Unidos y su poder de decisión y chantaje, tanto unilateralmente como en el seno de los organismos financieros, jurídicos y reguladores internacionales.

HISTERIA IMPERIAL

Los planes de Estados Unidos para contrarrestar la evolución económica y política del Sur Global preveían limitar la economía china a un desarrollo limitado en Asia, pero sin alcance global, lo que en esencia representaba un mercado gigantesco para los productos estadounidenses. Fortalecer e incitar a Taiwán, además de permitir el saqueo de la industria de semiconductores necesaria para fabricar todos los productos tecnológicos estadounidenses, obligó a China a aceptar incluso una limitación de su soberanía, confirmando así sus limitadas ambiciones.

Además, la expansión oriental de la OTAN pretendía provocar una derrota militar estratégica para Rusia, su fragmentación y posterior desintegración en diversas minirregiones irrelevantes. Así se pretendía derrotar a Vladimir Putin, quien, desde su llegada al Kremlin, se había propuesto reconstruir la dignidad perdida bajo el gobierno de Yeltsin, comenzando por la explotación de sus inmensos recursos del subsuelo, su prestigio e influencia internacional, y la reconstrucción de su fuerza nuclear, incluyendo la actualización de su doctrina militar estratégica.

Las estrategias de la OTAN han demostrado ser graves errores de juicio y ahora se enfrentan a la derrota en Ucrania y al auge de organizaciones regionales y globales lideradas por Rusia y China. Este bloque representa tres quintas partes de la humanidad y aproximadamente la mitad del PIB mundial, y posee lo que el planeta demanda y de lo que Occidente carece: recursos de tierra, mar, suelo y subsuelo, alimentos, agua potable y energía, sistematizados con tecnología de vanguardia de gran valor estratégico.

Solo sobrevive la capacidad de corromper a las clases dominantes de algunos pequeños países de Europa del Este con el objetivo de encontrar nueva carne de cañón para desafiar a Rusia. Se espera que Moscú se involucre en conflictos permanentes en sus fronteras o dentro de su esfera de influencia como un último y desesperado intento por socavar su crecimiento económico, su imagen externa y su consenso interno. En cambio, la presidencia de los BRICS, así como la de varias asociaciones de desarrollo económico, ha resaltado el importante papel de Rusia en escenarios geoestratégicos, donde Moscú goza de gran prestigio.

Los BRICS, al igual que la OCS, parecen poseer la capacidad de atraer a un número cada vez mayor de miembros, destinados a formar un bloque multipolar del Sur y el Este globales, en marcado contraste con el Norte unipolar y liberal. Por el contrario, la desintegración de la Unión Europea, que se suicidó para asegurar la supervivencia del poder estadounidense, resulta poco atractiva para los países que no son parte fundadora del Occidente colectivo.

EL CAMINO Y LOS CAMINANTES

Nos enfrentamos a una transformación global que afecta la producción de bienes y servicios, la capitalización y las políticas de gestión, como parte de una transformación general de carácter global. La creciente brecha entre el imperio decadente y los países emergentes se debe a que el capitalismo, tanto central como periférico, ya no es capaz de producir nada esencial para la especie humana y la organización de sus diversos modelos sociales, ni de influir en todo el mercado.

Estamos viviendo un cambio trascendental basado en una nueva revolución tecnológica: la transición de la tecnología analógica a la digital, acentuada por la aparición de los sistemas de computación cuántica y la inteligencia artificial. Estos están transformando fundamentalmente la relación entre el hombre y el trabajo, entre la producción y el consumo, reescribiendo las reglas del proceso de acumulación primitivo y las de la posible organización social.

Asistimos a un reinicio general del sistema global, que exige abordar la creación de empleo y la riqueza desde una perspectiva distinta y distante de la utilizada hasta ahora. La innovación tecnológica no es un mero fenómeno científico-técnico, sino un proceso social dinámico destinado a transformar la relación entre la humanidad y la naturaleza. Cuánto, qué y cómo producir es la nueva pregunta ontológica.

El único camino hacia la supervivencia humana es buscar el equilibrio respetando los intereses mutuos. Una negociación global que tenga en cuenta las necesidades de seguridad mutua, el derecho al acceso a los mercados utilizando la moneda de su elección y la revalorización de las monedas existentes no puede considerarse motivo de guerra. La dimensión multipolar de la economía es el salvavidas de un sistema que se ahoga en sus recetas económicas y sociales, e incluso en su ética y valores. No debemos temer al cambio, sino pensar en cómo gobernarlo: esta es la diferencia entre una política estrecha de miras y una con visión de futuro.

Si 52 países del Norte, con una población combinada de 900 millones, aún creen poder dominar a los 142 restantes, con una población combinada de 6.500 millones y un 72 % de los recursos disponibles, nos encaminamos al abismo. Se necesita sabiduría para gobernar los barcos en medio de la tormenta. Bombardear a los que van por delante es la peor idea. Por lo tanto, la más probable.

FuenteAltrenotizie

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