Estamos sumergidos en el
inicio de un cambio de época, en el que probablemente la teoría de Tucídides ya
no tiene posibilidad de aplicarse: la posibilidad de que el “remedio” sea peor
que la enfermedad es evidente. Occidente, al borde del abismo.
Occidente, el gran miedo
Fabrizio Casari
El Viejo Topo
18 septiembre, 2025
OCCIDENTE, EL
GRAN MIEDO
Las imágenes
del desfile militar chino lograron el efecto deseado por Xi: demostrar la
consistencia y eficacia del desarrollo militar del país y, al mismo tiempo,
presentar a China como un referente para el nuevo mundo y un punto de mediación
potencial con el orden global saliente. Nada de declaraciones belicosas, sino
más bien ofertas de diálogo y búsqueda de soluciones. Pero tampoco se desvió
del camino que conduce al pleno reconocimiento del liderazgo internacional de
China y de todos los países emergentes.
Visto desde
Washington y Bruselas, el desfile causó alarma. El mayor temor colectivo de
Occidente era la materialización de los avances militares de Pekín y la
consolidación política de su eje estratégico con Moscú. Tal despliegue de
fuerza y la reiterada alianza estratégica con Rusia
dejaron claro que, para Occidente, la teoría de Tucídides de atacar al adversario antes
de que se vuelva demasiado fuerte para atacar ya no es viable.
Ver el poder
militar de China desplegado, con dispositivos capaces de eliminar la brecha
estratégica con EE.UU., y saber cómo se pueden integrar con la extraordinaria
fuerza del aparato militar de Rusia, ha dejado claro que Occidente, que se
suponía debía rodear, en realidad está rodeado.
La presencia de
cuatro de las siete principales potencias nucleares del mundo, tres de las
cuatro principales economías del mundo y las tres mayores poblaciones que
existen, todas desobedeciendo las reglas colectivas occidentales, proyectaba
una imagen de extraordinaria fuerza.
Poco importa
que la construcción de estas alianzas estuviera impulsada principalmente por
las políticas agresivas y provocadoras de Occidente. Como es bien sabido, la
causa contra un enemigo común suele obtener más apoyo que la de la amistad
mutua.
El intento de
Estados Unidos y la UE de desvincular a Pekín de Moscú en el escenario
ucraniano no ha prosperado, mientras que el impacto del nuevo gasoducto
siberiano, que permitirá el transporte de gas desde Rusia a China, se hace
sentir. Con él, se desvanecen las últimas ilusiones de considerar a Moscú y
Pekín distantes debido a la atracción que ejercen los mercados occidentales
sobre los productos chinos. En cambio, se está concretando el riesgo de que los
flujos energéticos hacia el Este creen dificultades de suministro para Europa.
La superioridad
económica, tecnológica y militar anglosajona está en crisis desde hace tiempo,
y el imperio decadente se ve obligado a reconsiderar bruscamente su dirección
estratégica, porque ha terminado el período de veinte años de desestabilización
global apoyado en la idea neoconservadora de exportar el monroísmo a escala
global.
Además, la
pérdida de influencia de Occidente se evidencia en el creciente endeudamiento
de la economía estadounidense (37 billones de dólares, una deuda prácticamente
impagable), que ha creado 40 millones de pobres solo en Estados Unidos y se ve
obligada a obtener liquidez mediante la venta de bonos del Estado a tipos de
interés extremadamente altos, posiblemente sin liquidar. Por ello, observamos
un flujo de capital internacional cada vez mayor de Occidente a Oriente.
POSTALES DEL
SUR GLOBAL
La cumbre de la
OCS y el desfile de Pekín pusieron de relieve la consolidación del bloque de
países que lucha por un mundo multipolar y que aspira a superar esta fase de la
historia humana caracterizada por la dominación del imperio anglosajón. Existe
la conciencia de que la tendencia hacia un derrocamiento sistémico es ahora inevitable
y de que es necesario sancionar el fin de las políticas arrogantes y
sancionadoras, el uso de parámetros financieros que ya no se corresponden con
la realidad y el fin del dólar como única moneda de referencia internacional,
lo que obliga a la comunidad internacional a financiar la economía
estadounidense mientras este país saquea los recursos globales.
En esencia, lo
que se pone en cuestión no es sólo el imperio occidental liderado por los
anglosajones, que ha prosperado gracias al intercambio desigual y al saqueo
continuo y agotador de los recursos del Sur, sino también el carácter
excepcional de Estados Unidos y su poder de decisión y chantaje, tanto
unilateralmente como en el seno de los organismos financieros, jurídicos y
reguladores internacionales.
HISTERIA
IMPERIAL
Los planes de
Estados Unidos para contrarrestar la evolución económica y política del Sur
Global preveían limitar la economía china a un desarrollo limitado en Asia,
pero sin alcance global, lo que en esencia representaba un mercado gigantesco
para los productos estadounidenses. Fortalecer e incitar a Taiwán, además de
permitir el saqueo de la industria de semiconductores necesaria para fabricar
todos los productos tecnológicos estadounidenses, obligó a China a aceptar
incluso una limitación de su soberanía, confirmando así sus limitadas
ambiciones.
Además, la
expansión oriental de la OTAN pretendía provocar una derrota militar
estratégica para Rusia, su fragmentación y posterior desintegración en diversas
minirregiones irrelevantes. Así se pretendía derrotar a Vladimir Putin, quien,
desde su llegada al Kremlin, se había propuesto reconstruir la dignidad perdida
bajo el gobierno de Yeltsin, comenzando por la explotación de sus inmensos
recursos del subsuelo, su prestigio e influencia internacional, y la
reconstrucción de su fuerza nuclear, incluyendo la actualización de su doctrina
militar estratégica.
Las estrategias
de la OTAN han demostrado ser graves errores de juicio y ahora se enfrentan a
la derrota en Ucrania y al auge de organizaciones regionales y globales
lideradas por Rusia y China. Este bloque representa tres quintas partes de la
humanidad y aproximadamente la mitad del PIB mundial, y posee lo que el planeta
demanda y de lo que Occidente carece: recursos de tierra, mar, suelo y
subsuelo, alimentos, agua potable y energía, sistematizados con tecnología de
vanguardia de gran valor estratégico.
Solo sobrevive
la capacidad de corromper a las clases dominantes de algunos pequeños países de
Europa del Este con el objetivo de encontrar nueva carne de cañón para desafiar
a Rusia. Se espera que Moscú se involucre en conflictos permanentes en sus
fronteras o dentro de su esfera de influencia como un último y desesperado
intento por socavar su crecimiento económico, su imagen externa y su consenso
interno. En cambio, la presidencia de los BRICS, así como la de varias
asociaciones de desarrollo económico, ha resaltado el importante papel de Rusia
en escenarios geoestratégicos, donde Moscú goza de gran prestigio.
Los BRICS, al
igual que la OCS, parecen poseer la capacidad de atraer a un número cada vez
mayor de miembros, destinados a formar un bloque multipolar del Sur y el Este
globales, en marcado contraste con el Norte unipolar y liberal. Por el
contrario, la desintegración de la Unión Europea, que se suicidó para asegurar
la supervivencia del poder estadounidense, resulta poco atractiva para los
países que no son parte fundadora del Occidente colectivo.
EL CAMINO Y LOS
CAMINANTES
Nos enfrentamos
a una transformación global que afecta la producción de bienes y servicios, la
capitalización y las políticas de gestión, como parte de una transformación
general de carácter global. La creciente brecha entre el imperio decadente y
los países emergentes se debe a que el capitalismo, tanto central como
periférico, ya no es capaz de producir nada esencial para la especie humana y
la organización de sus diversos modelos sociales, ni de influir en todo el
mercado.
Estamos
viviendo un cambio trascendental basado en una nueva revolución tecnológica: la
transición de la tecnología analógica a la digital, acentuada por
la aparición de los sistemas de computación cuántica y la inteligencia
artificial. Estos están transformando fundamentalmente la relación entre el
hombre y el trabajo, entre la producción y el consumo, reescribiendo las reglas
del proceso de acumulación primitivo y las de la posible organización social.
Asistimos a un
reinicio general del sistema global, que exige abordar la creación de empleo y
la riqueza desde una perspectiva distinta y distante de la utilizada hasta
ahora. La innovación tecnológica no es un mero fenómeno científico-técnico,
sino un proceso social dinámico destinado a transformar la relación entre la
humanidad y la naturaleza. Cuánto, qué y cómo producir es la nueva pregunta
ontológica.
El único camino
hacia la supervivencia humana es buscar el equilibrio respetando los intereses
mutuos. Una negociación global que tenga en cuenta las necesidades de seguridad
mutua, el derecho al acceso a los mercados utilizando la moneda de su elección
y la revalorización de las monedas existentes no puede considerarse motivo de
guerra. La dimensión multipolar de la economía es el salvavidas de un sistema
que se ahoga en sus recetas económicas y sociales, e incluso en su ética y
valores. No debemos temer al cambio, sino pensar en cómo gobernarlo: esta es la
diferencia entre una política estrecha de miras y una con visión de futuro.
Si 52 países
del Norte, con una población combinada de 900 millones, aún creen poder dominar
a los 142 restantes, con una población combinada de 6.500 millones y un 72 % de
los recursos disponibles, nos encaminamos al abismo. Se necesita sabiduría para
gobernar los barcos en medio de la tormenta. Bombardear a los que van por
delante es la peor idea. Por lo tanto, la más probable.
Fuente: Altrenotizie
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