martes, 9 de septiembre de 2025
A Milei se le fundió la motosierra y el peronismo obtiene un contundente triunfo en Buenos Aires
A Milei se le fundió la
motosierra y el peronismo obtiene un contundente triunfo en Buenos Aires
Rebelión / Argentina
09/09/2025
Fuentes: Rebelión
El resultado
electoral en la provincia de Buenos Aires, donde el partido de Javier Milei, La
Libertad Avanza, ha sufrido una derrota contundente con un 30,5% de los votos
frente al 49,5% del peronismo, es considerado por los analistas políticos un
terremoto político que revela varias dinámicas profundas en la compleja
política argentina.
Milei logró un
éxito transitorio al reducir parcialmente la inflación. Sin embargo, esta
estabilización macroeconómica neoliberal se logró a través de un ajuste fiscal
extremadamente severo caracterizado por recortes brutales en el gasto público,
despidos masivos de empleados estatales y una contracción monetaria agresiva en
beneficio del capital argentino.
Los porteños,
en especial los sectores más vulnerables, sintieron el costo social de estas
políticas leoninas de la extrema derecha, pensiones que quedaron por debajo de
la línea de pobreza, recortes en salud y educación, y la eliminación de
subsidios. El electorado bonarense, históricamente peronista y que había dado
una oportunidad a Milei, envió un mensaje claro, la estabilidad de precios no
es suficiente si se logra a costa del bienestar social y el empleo. El
Congreso, de hecho, ya había respondido a este malestar social aprobando leyes
para aumentar pensiones y beneficios por discapacidad, que Milei vetó
argumentando que no había dinero.
La imagen de
Milei se construyó sobre la base de ser un forastero que venía presuntamente a
limpiar la «casta» política corrupta. El escándalo de presunto cohecho que
involucra a su hermana y jefa de gabinete, Karina Milei, socavó brutalmente esa
narrativa. Las grabaciones que la implican en una red de sobornos por contratos
farmacéuticos en la agencia de discapacidad (ANDIS) crearon una contradicción
insostenible para un gobierno que pretendía mostrarse moralmente superior. Este
escándalo, que estalló en el momento más crucial de la campaña, no solo
energizó a la oposición peronista-kirchnerista, sino que desilusionó y
desmovilizó a una parte de la base desencantada de Milei, que se sentía
traicionada. Demostró que la retórica anticorrupción es frágil y que cualquier
indicio de hipocresía puede ser electoralmente letal.
Describir al
peronismo es un error recurrente en la política argentina. Derrotados en las
presidenciales de 2023 y con su líder máxima, Cristina Fernández de Kirchner,
inhabilitada y con prisión domiciliaria, el movimiento demostró una vez más su
capacidad de resiliencia. La elección sirvió para que el peronismo, a pesar de
sus divergencias internas, se uniera en torno a una oposición frontal contra el
ajuste.
Figuras como el
gobernador Axel Kicillof emergen fortalecidas y se perfilan como el posible
candidato presidencial a futuro. Su mensaje, centrado en la defensa de los
trabajadores, los jubilados y los servicios públicos, resonó profundamente en
un electorado que está sufriendo las consecuencias de las políticas de shock
ultra neoliberales, producto de las ordenes del FMI y el BM.
Milei llegó a
la presidencia con un partido de ultraderecha y una representación mínima en el
Congreso. Esta derrota en la provincia clave confirma que no ha logrado
construir una base legislativa que le permita gobernar con eficacia. Su estilo
confrontacional y su negativa a construir puentes con la oposición («no voy a
transar con la casta») lo han dejado políticamente aislado y con un futuro
político magro. El Congreso, dominado por la oposición, no solo le ha bloqueo
reformas clave, sino que ha logrado aprobar leyes populares que obligan al
presidente a vetarlas, generándole un costo político enorme. Un presidente sin
mayoría legislativa y que pierde su principal bastión electoral en las urnas se
convierte en un mandatario extremadamente débil para implementar su agenda.
La derrota
electoral de la ultraderecha trumpista de Milei, genera una enorme
incertidumbre sobre la continuidad del plan económico ultra neoliberal. Milei
prometió «acelerar el curso”, pero la realidad es que probablemente se vea
forzado a negociar. Los mercados reaccionan negativamente a la inestabilidad
política, y se espera una presión sobre el peso argentino y las tasas de
interés. El gobierno ya venía interviniendo de manera agresiva para sostener la
divisa, con tasas de interés del 80%. El riesgo es que la falta de consenso
político y el posible freno a las reformas neoliberales alejen la inversión
privada que Milei considera esencial para el crecimiento, perpetuando el
estancamiento económico.
La paliza
electoral en Buenos Aires es mucho más que un voto castigo; es un rechazo
social a la metodología del ajuste indiscriminado del ultra neoliberalismo.
Revela que el proyecto de Milei está agotado y chocó con un muro infranqueable,
la imposibilidad de aplicar una terapia de shock prolongada en una democracia
con fuertes tradiciones de justicia social y protección laboral, sin generar
una reacción que la detenga.
¿El gobierno se
encuentra ahora en una encrucijada existencial?¿Insistir con su ya fracasado
plan original, arriesgándose a una mayor conflictividad social y una derrota
aún mayor en octubre, o moderar su agenda para buscar acuerdos que le permitan
una gobernabilidad mínima, traicionando así el núcleo de su discurso
anti-politica tradicional?
Ya sin mayoría
legislativa, con escasa receptividad social y fuerte presión económica, el
gobierno de Milei se enfrenta ahora a una situación casi ingobernable: sin
aliados claros en el Congreso y con las elecciones de medio término a la vuelta
de la esquina.
El peronismo,
aunque victorioso, también enfrenta el desafío de capitalizar este triunfo no
solo como un «No a Milei», sino como un «Sí» a una alternativa creíble,
renovada y unificada para gobernar la Argentina en el futuro. La elección de
octubre se perfila ahora como un plebiscito aún más
definitorio sobre el destino del país.
De allí que
este es un punto de inflexión, que subraya la tensión entre la necesidad de
reformas estructurales en una economía crónicamente inestable, con un modelo
neoliberal agotado y la demanda social que busca soluciones inmediatas. La
verdadera prueba vendrá en octubre, pero ya apunta a un Milei más vulnerable y
en decadencia, con una oposición fortalecida que podría bloquear su proyecto si
no hay concesiones.
Finalmente cabe
destacar que la reciente derrota representa mucho más que un tropiezo
electoral, es un cisne negro que podría marcar el fin del
liderazgo de Milei tal como lo hemos venido conociendo. Surge un nuevo
escenario, la extrema derecha libertaria se debilita, el peronismo se recompone
y reclama poder, y la fragmentación política exige negociar. Buenos Aires, que
concentra casi la mitad del electorado, acaba de enviar un mensaje claro, hay
límites al modelo liberal y al autoritarismo económico ultra neoliberal y se
demandan políticas con rostro social y humano. Lo que refleja que a
Milei se le fundió la motosierra y con pocas perspectivas de ganar en
octubre próximo.
Eduardo Andrade Bone. Analista político y comunicador social.
El tabú de la edad
El
tabú de la edad
kaosenlared
9 de septiembre de 2025
Por motivos que sí vienen
al caso pero que por sí solos merecen cientos de libros y otras tantas
revoluciones democráticas de las que siempre quedarán pendientes por que lo que
interesa es el poder, dejaré para más adelante las intenciones que me mueven y comenzaré
por el principio.
Son las 15 horas del 6 de
septiembre de 2025 y escribo en Internet “El tabú de la edad”. De inmediato,
una IA emergente y con ánimo de ayudar gratis hoy para poder cobrar mañana,
pero que tampoco conoce mis intenciones, me responde con esto:
“El ‘tabú de la
edad’ se manifiesta en la represión de la sexualidad en personas mayores,
la marginación de la vejez en la sociedad por estereotipos de belleza joven, y
el juicio social sobre parejas con diferencias de edad significativas. Estos
tabúes se originan en patrones culturales y sociales como la idealización de la
juventud, y se mantienen por prejuicios que ignoran las capacidades y
necesidades de las personas mayores, afectando su bienestar y autoestima”.
Regreso al pasado aún presente
y también tecnológico haciendo “clic” en “Herramientas” de la misma primera
pantalla y el buscador me responde con 8.760.000 resultados, refiriéndose todos
y cada uno de los diez primeros a temas de la edad relacionados con el
sexo y con títulos tan explícitos como “El tabú de la sexualidad en las
personas mayores” de la Fundación PRODE, “El Viaje de los
Tabúes del Sexo al Envejecimiento en la Sociedad Moderna” en Psicología
y mente“, “Las personas mayores y la sexualidad: un tema tabú”
de Cuideo, tan publicitarios los de esta marca, sobre todo por la
radio, o “Entendiendo la sexualidad en la tercera edad: Rompiendo el tabú”,
de Abuelosplus.
Abro paréntesis para tomar
un fresco, que todavía es de verano incendiado, más un café con hielo en el bar
más cercano y de repente, en la página 22 del periódico de papel más leído de
la isla donde vivo coincido con la médica María José Hernández proclamando
que “Debemos aceptar las arrugas, no hay que disimular la edad que tenemos”
y sospecho que más pronto que tarde será objeto de alguna campaña para que la
gente olvide tanta osadía, promovida por los negocios que viven de desarrugar
con disfraces naturales toda clase de pieles.
De repente, pienso que ya
es hora de asomar la patita de las maldades que me animan y recuerdo que mi
manía principal, como contribuyente que soy, consiste en vigilar lo que ocurre
en la política retribuida, esa que pagamos entre todos y que en tantas
ocasiones sus protagonistas son parte interesada de lo que legislan para que
sepamos a qué atenernos, aunque también es cierto que resulta muy difícil
organizar un país con tantos millones de personas, cada una con sus intereses
particulares, solo algunos compartidos y siempre cambiantes, y rodeado de otros
países también muy difíciles, y no digamos ahora, con los excesos que se están
gastando algunos líderes.
Por tanto, he decidido que
me interesa saber si el tabú de la edad también afecta a la clase política,
especialmente a la que elegimos en las urnas y cuyos componentes son, por
tanto, quienes teóricamente deben comportarse de manera más transparente con el
electorado, pues esa voluntad, la nuestra, a la que se denomina “popular”, es
vital para que ellos puedan continuar en los cargos que ocupan, algo que
evidentemente desean, pues, de lo contrario, no repetirían, o aprobarían leyes
para limitar el número de mandatos y dar paso a otros, pero bueno, donde vamos
a parar, ¿en qué mundo me creo que estoy viviendo?
Acto seguido elijo las
“víctimas” de la investigación que debo llevar a cabo para seguir escribiendo y
elijo a los miembros del Congreso y de los 17 parlamentos autonómicos para
comprobar, uno por uno, si la información que proporcionan de los ocupantes de
sus escaños está afectada también por el título de este artículo, pues no sería
aceptable que las instituciones padecieran los mismos traumas que sus miembros.
¿O acaso sigo viviendo en un mundo distinto?
Además, y no es un asunto
menor, el dato de la edad es una condición legal inapelable, tanto para poder
elegir como para ser elegido, que es lo que hoy me motiva. Para rebajar la
crueldad, seguiré sin citar ni medio nombre.
Otro detalle también
importante nos confirma la evidencia de que solo conociendo las fechas de
nacimiento es posible saber si ciertos colectivos están especialmente discriminados
en las instituciones, algo que, de ocurrir, las alejaría del parecido a la
sociedad que representan. Aunque parezca mentira, disculpe que casi redunde, el
parecido entre representantes y representados es muy conveniente para gobernar
mejor. Ya sabemos que esto supone algunas molestias añadidas, pero, ya que
cobran, lo pueden soportar, ¿o no?
En menos palabras:
¿informan los parlamentos de las fechas de nacimiento de sus miembros?
Comencemos.
El Congreso: La
respuesta es SÍ, y bien en la ficha personal de cada diputado, aunque entre los
miles que lo han sido desde 1977 hay uno de UCD y de la legislatura
constituyente que no incluye la fecha en que nació. Para los informáticos del
Congreso y por si quieren arreglarlo, escriban su nombre en Google y asunto
resuelto. Y no se olviden de citar la fuente de la información, salvo que
recurran a la que llevan casi medio siglo sin emplear.
La Asamblea de
Madrid: SÍ también, y ofreciendo además la posibilidad de aplicar hasta
ocho filtros distintos, algo que debería cundir y que si, por ejemplo, para el
tema de la edad presentara cuadros de datos o pirámides de población de año en
año serviría para hacer mucho más fácil la estadística y buscar
discriminaciones de hecho vinculadas al edadismo, pero el de todos, no solo el
que se refriere a las personas mayores.
Aprovecho la oportunidad
madrileña y decido elegir la “Legislatura XIII” (la actual) y que sus
componentes tengan “Menos de 25 años” de edad.
En un instante aparece una
nueva pantalla pretendiendo que trague con que de sus 135 miembros hay 67 que
son tan jóvenes. Lo intento más veces y reincide siempre pero como, eso sí,
fotos hay de la inmensa mayoría, decido abrir las primeras cuatro fichas por si
las apariencias fueran capaces de engañar tanto y tan al revés de lo habitual y
no, pues me dice que nacieron, respectivamente, en 1971, 1971, 1974 y 1961, lo
que significa que todos tienen, como mínimo, el doble de la edad máxima del
filtro aplicado.
Evidentemente me
desmoralizo y decido seguir investigando, pero otro día, sobre el tabú de la
edad entre las clases políticas autorizadas por las urnas en el “Reino de
España”. Por cierto, no le perdonaré sus vidas al resto de países del mundo,
que cualquiera sabe como lo hacen para convertir sus tabúes en beneficios de
algunos, y ya ni me reconozco de lo mal pensado que me estoy volviendo.
En cualquier caso, enviaré esto a los responsables de ambos parlamentos investigados por si sirve para mejorar y, errores informáticos o humanos aparte, calificaré con un aprobado las informaciones que ofrecen el Congreso y la Asamblea madrileña, pues también hace mucho tiempo que las tecnologías permiten resultados mucho más útiles para quienes deciden investigar sobre tabúes y otros defectos humanos de los que debilitan las democracias, el sistema que ha demostrado mayor eficacia en, por ejemplo, lo de alargar las esperanzas de vida, eso que tanto coincide con el instinto de supervivencia que llevamos puesto desde el día en que nacemos.
Imagen de portada:
Retrato de Heráclito de Éfeso – Wellcome Images
(CC BY)
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lunes, 8 de septiembre de 2025
Contra Marx y contra Venezuela
Contra
Marx y contra Venezuela
kaosenlared
8 de septiembre de 2025
«Las enseñanzas de Karl
Marx son “fundamentalmente incompatibles con el orden democrático liberal”»1
«Nos aseguraremos de que
solo los mejores y más brillantes den clases en Oklahoma, no los
“adoctrinadores marxistas” […] Están tratando de manipular la mente de nuestros
niños para convertirlos en luchadores por la justicia social, en lugar de dar a
los niños el talento para conseguir un buen trabajo y vivir una buena
vida» 2
¿Qué relación puede existir
entre estas dos citas y la amenaza de invasión de Venezuela por EEUU? ¿Cómo se
refuerzan el genocidio palestino, el terrorismo sionista contra Yemen, la
corrupción neofascista de Milei, la guerra de la OTAN contra Rusia, los ataques
a Irán, las amenazas a China y a medio mundo, así como las duras medidas contra
las clases y naciones explotadas para descargar sobre ellas los desastres de la
crisis sistémica actual, la más destructiva en la historia capitalista?
La primera hace referencia
a una resolución del Tribunal Administrativo de Hamburgo fechada en julio de
2025 en la que se abre la puerta a una posible prohibición ulterior de Marx en
Alemania. La segunda da cuenta de una prueba de 25 preguntas que realizará el
Departamento de Cultura del Estado de Oklahoma a los nuevos profesores para
descubrir lo que en el franquismo llamaban «comunistas infiltrados»
prohibiéndoles la docencia en ese Estado.
En Alemania, todo comenzó
cuando el colectivo Masch (Escuela Marxista de Política y Cultura) que desde
1981 organiza debates y lecturas de El Capital, demandó al Estado
por ser incluido en una lista de «extremistas de izquierda». El Tribunal acepta
que Masch no es un colectivo de izquierda extremista porque no tiene «actitud
militante activa», es decir y según el Tribunal, no lleva a la práctica lo que
debate y estudia en los libros. Digamos que el Tribunal tolera la existencia de
Masch mientras que no sea ‘totalmente marxista’, según lo entiende una parte de
la burguesía liberal y el reformismo, es decir, mientras se mueva en los
estrechos límites muy vigilados del denominado «marxismo legal», «marxismo
académico», etc. La burguesía de Oklahoma no quiere profesores marxistas en las
escuelas y universidades porque sus ideas son antagónicas a las del
imperialismo yanqui, siguiendo la estela abierta por la guerra
político-cultural de Trump3.
Los y las
marxistas alemanas y norteamericanas saben que, en su lectura de Hegel, Marx
sostuvo que el arma de la crítica ha de dejar paso a la crítica de las armas, y
que en su Tesis XI sobre Feuerbach dijo que los filósofos no han hecho más
que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de
transformarlo. Estas y otras muchas afirmaciones idénticas vertebran el
marxismo desde sus orígenes. Pero también lo saben, lo sospechan o intuyen el
Tribunal alemán, el Consejo educativo yanqui, los asesores de Trump, la
intelectualidad imperialista y el Vaticano porque no tienen más remedio que
conocer lo esencial del marxismo para intentar destruirlo.
Cuando esas y otros
marxistas avanzan de sus estudios y enseñanzas formales al nivel de la
dialéctica de la praxis convocando actos no muy radicales en calles, fábricas,
mercados, aulas, etc., en denuncia del imperialismo, entonces surgen las
advertencias y se endurecen las represiones en la medida en que aumenta esa
radicalidad. ¿Por qué? Del fallo del Tribunal de Hamburgo se desprende que
«leer a Marx no es delito, pero es sospechoso por definición» por lo que la ley
ha de estar atenta a descubrir cuándo y cómo ese u otros colectivos saltan del
simple estudio pasivo y formal del marxismo a la práctica de su esencia, la
dialéctica de la lucha revolucionaria por el comunismo. Y es aquí en donde el
Tribunal descubre su reaccionarismo y su pánico de clase ya que «considera
que el marxismo mismo está fuera de la legalidad constitucional, porque
postula la dictadura del proletariado».
El Consejo de Educación de
Oklahoma no ha esperado nada, ni un segundo, sino que ha comenzado la criba
antes del inicio del curso mediante la típica entrevista «psicotécnica» de
empresas para elegir a trabajadores sumisos y muy explotables, rechazando de entrada
a quienes son sospechosos de educar al pueblo en ideas críticas y en la lucha
por la libertad. Las ideas reaccionarias del Consejo siguen la línea de
involución marcada por Trump en sus famosos discursos televisados del 3 y 4 de
julio de 2020, en el Día de la Independencia, en los que el antimarxismo
furibundo estructuraba las loas a los valores judeo-cristianos y
ultracapitalistas de la familia pequeño burguesa, del patriarcado y del racismo
contra migrantes, negacionistas, etc., todo ello en medio de una demostración
de fuerza militar.
Los dos Estados más
poderosos de Occidente arremeten contra el marxismo sobre todo en dos de sus
pilares básicos: Alemania contra la dictadura del proletariado, que es una
parte de su teoría al comunismo, y EEUU contra su teoría de la educación que es
una parte de su teoría del conocimiento. En la fase actual de la crisis
genético-estructural del capitalismo ambas son dos fuerzas liberadoras
decisivas y por eso vuelven a ser atacadas como en crisis similares anteriores.
Para el imperialismo los embriones de la dictadura del proletariado se
desarrollan en silencio debajo de cada lucha obrera y popular que merme sus
propiedades, que debilite su poder. Hay que acabar con esos embriones antes de
que se extiendan, coordinen y unifiquen en una única fuerza orientada a la
destrucción del Estado burgués y a la creación del Estado obrero, y ese proceso
no es otra cosa que la dictadura del proletariado que desarmaba a la burguesía
y es a la vez, en la misma unidad dialéctica, la democracia socialista que
refuerza al pueblo trabajador. Sin la categoría dialéctica de
democracia/dictadura no entenderemos nada de nada.
La democracia socialista y
la planificación estatal, además de otros poderes, garantizan los
impresionantes logros de China Popular, Vietnam, Laos, Corea del Norte… y la
resistencia de Cuba a pesar de tantas agresiones, así como los primeros e
impactantes logros que ya empiezan a conquistar los pueblos del Sahel, sin
olvidarnos de Irán. Tales ejemplos reales son un acicate para clases y pueblos
explotados en los países capitalistas y en el llamado Sur Global. ¿Cómo define
el imperialismo esta democracia que planifica estatalmente desde criterios
socialistas el avance innegable de la calidad de vida de estos pueblos, o al menos
que esa calidad se mantenga aunque es cada vez más golpeada durante decenios
por los terrorismos occidentales? Muy sencillo: dictaduras proletarias ya
establecidas que niegan de raíz los «valores eternos de la propiedad privada»,
o «regímenes autoritarios» que van camino de «dictaduras» si no se les lleva la
«libertad» desde la «democracia norteamericana».
Incluso esa mezcla
sorprendente de capitalismo privado, capitalismo de Estado y dosis de
planificación soviética, uno de los secretos de la recuperación rusa, genera
pavor en las burguesías neoliberales, en los globalistas y también en los
capitalistas libertarios porque, a pesar de las diferencias entre ellos, saben
que algunos Estados que ellos han debilitado y hundido en la miseria, ven en
modelo ruso con cierta envidia para empezar a recuperarse para luego, tal vez,
avanzar al socialismo. Saben que otros Estados y clases explotadas dentro del
imperialismo no son impermeables a los diferentes logros del conjunto de
fuerzas que se coordinan en ese complejo movimiento internacional que causa
irritación e ira descontrolada en Trump, Kaja Kallas y otros peones del dólar.
La sorprendente mezcla rusa
y la rica complejidad en la que no faltan contradicciones del proceso mundial
abierto, reactiva el permanente debate sobre las leyes tendenciales de
transición entre capitalismo y comunismo, debate imprescindible ahora mismo y
que revitaliza el término de «dictadura del proletariado» como el único sistema
verdaderamente democrático que garantiza y refuerza el avance socialista. Tanto
la categoría de democracia/dictadura como las leyes tendenciales de la
transición, son vitales para entender qué posibilidades tiene la humanidad
explotada para derrotar al imperialismo en las condiciones actuales. La IIIGM
en desarrollo se alimenta de los antagonismos creados por la profunda crisis
capitalista, por el declive imperialista y el ascenso imparable de otros
pueblos, por la tendencia al ascenso de la lucha de clases en el imperialismo y
su contrario mortal que es el fascismo, por la crisis socioecológica y los
efectos desastrosos del calentamiento global imparable por ahora. Estas son las
causas que determinan que la IIIGM en desarrollo tienda a expandirse al planeta
entero.
Venezuela es hoy uno de los
puntos calientes en los que el imperialismo quiere acelerar el estallido de la
IIIGM porque el pueblo bolivariano tiene al menos tres cosas que Washington
está desesperado en destruir y quitarle: una, la identidad nacional
revolucionaria que es uno de los faros que iluminan nuestro presente y futuro;
otra, los recursos cuasi infinitos que en manos socialistas impulsan la
libertad humana pero en manos imperialistas refuerzan la miseria y la
explotación, y última, la doctrina de guerra justa defensiva y la capacidad
militar que son una garantía para Venezuela y para los países circundantes. La
extrema derecha y el fascismo definen a la democracia armada bolivariana como
«dictadura del proletariado» porque efectivamente para ellos lo es, la padecen
como tal en sus cuentas corrientes sitas en el extranjero: el pueblo en armas
bolivariano les impide quedarse con las riquezas del país, les impide llevar a
cabo asesinatos en masa y destruir todas las conquistas sociales logradas desde
finales del siglo XX. Más aún, ahora mismo, esa «dictadura armada» garantiza la
victoria de la democracia bolivariana en caso de ataque norteamericano.
Al igual que el
imperialismo necesita canibalizar Venezuela, también lo necesita
vampirizar al resto de naciones que se le resisten de un modo u otro. El capital
occidental sabe que sus fuerzas productivas no son capaces por ellas mismas de
recuperar el poder que tuvieron incluso sobreexplotando salvajemente a «sus»
clases trabajadoras. Sabe que día a día se agranda la distancia ventajosa en
productividad que le van sacando los Estados que se van coordinando fuera y/o
en contra del agujero negro occidental. Y es por ello que sabe que sólo puede
recuperarse con una aplastante victoria militar en la IIIGM en desarrollo.
Es aquí donde interviene la
represión del marxismo realizada por el Consejo de Educación del Estado de
Oklahoma así como la guerra político-cultural desatada por Trump para cambiar
de arriba abajo la historia de EEUU y del mundo: se trata fabricar mano de obra
y carne de cañón que se deje explotar y que asesine y muera en defensa del Walt
Street. Cada vez hay menos jóvenes alienados que se alisten en los ejércitos
imperialistas. Sin ir muy lejos, todas las guerras desde 1945 muestran su caída
del espíritu de combate a pesar de la alta tecnología disponible. La
preocupación se extiende en empresarios, generales, políticos y obispos: Urge
imponer otra industria de la alienación que fabrique en serie autómatas que
trabajen, voten y asesinen. Por eso Trump decidió cerrar el Departamento de
Educación porque «no nos está sirviendo de nada»4.
En este frente de la guerra
social que siempre está dentro de las guerras convencionales, el enemigo a
batir es la teoría marxista del conocimiento, que es la que engloba la
pedagogía socialista, revolucionaria por esencia. La dialéctica entre aprender
y enseñar es un componente insustituible de la teoría marxista del conocimiento
y por tanto de la acción comunista. No es casualidad que se multiplique el
cierre o privatización de escuelas, colegios, universidades, centros de
investigación científica, medios de prensa crítica, etc., para que ocupe su
lugar la muy rentable industria del fanatismo reaccionario y negacionista, así
como la tecnociencia militarizada servil al imperialismo.
Hasta aquí nos hemos
limitado a la represión de ambas áreas del marxismo en Alemania y EEUU, pero es
obvio que la totalidad de su práctica es objeto de crecientes presiones en su
contra al restringirse derechos y libertades, al reducirse el tiempo libre para
el estudio y práctica colectiva del marxismo, al ilegalizarse o perseguirse
organizaciones revolucionarias, al desaparecer de los colegios y universidades
privadas, al imponerse las grandes cadenas editoriales que no publican apenas
libros marxistas y sí muchísima bazofia reaccionaria, al ampliarse a todos los
rincones de la vida cotidiana la guerra psicopolítica e ideológica contra la
libertad. Sin embargo, es innegable la tendencia clara al enriquecimiento del
marxismo como efecto de la agudización extrema de los antagonismos del capital.
IÑAKI GIL DE SAN VICENTE
EUSKAL HERRIA 4 de
septiembre de 2025
1[1]
Gustavo Burgos: Alemania declara a Marx “inconstitucional”: la
democracia burguesa y sus límites.
2[1]
Juan Gabriel García: Oklahoma hará exámenes a los nuevos profesores
para evitar contratas a “adoctrinadores marxistas.”. 1 de septiembre
de 2025. https://www.eldiario.es/internacional/oklahoma-hara-examenes-nuevos-profesores-evitar-contratar-adoctrinadores-marxistas_1_12568742.html
3[1]
Antonìa Crespí Ferrer: ‘Matar a un ruiseñor’ y otros libros que Trump
no quiere que leas: la oscuridad irrumpe en las bibliotecas de EEUU. 23
de agosto de 2025 https://www.publico.es/sociedad/matar-ruisenor-otros-libros-trump-quiere-leas-oscuridad-irrumpe-bibliotecas-eeuu.html
4[1]
Miguel Jiménez: Trump culpa al Departamento de Educación de los malos
resultados electorales: “Vamos a cerrarlo. No nos está sirviendo de
nada”. 21 de marzo de 2025. https://elpais.com/internacional/2025-03-21/trump-culpa-al-departamento-de-educacion-de-los-malos-resultad
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Europa debe cambiar
No queda otra. Europa debe cambiar su política exterior,
salvo que decida sumergirse en la insignificancia. Aquí Sachs nos sumerge en la
historia y nos da las claves para la supervivencia del viejo continente.
Europa debe cambiar
El Viejo Topo
8 septiembre, 2025
EUROPA DEBE
CAMBIAR SU POLÍTICA EXTERIOR
La sumisión de
Europa a Estados Unidos se debe casi exclusivamente a su temor abrumador a
Rusia, un temor amplificado por los estados rusófobos de Europa del Este y una
narrativa falsa en torno a la guerra en Ucrania. Basándose en la creencia de
que su mayor amenaza para la seguridad es Rusia, la UE subordina todas sus
demás cuestiones de política exterior —económicas, comerciales,
medioambientales, tecnológicas y diplomáticas— a Estados Unidos. Irónicamente,
se aferra a Washington incluso cuando Estados Unidos se ha vuelto más débil,
inestable, errático, irracional y peligroso en su propia política exterior hacia
la UE, hasta el punto de amenazar abiertamente la soberanía europea en
Groenlandia.
Para definir
una nueva política exterior, Europa deberá superar la falsa premisa de su
extrema vulnerabilidad ante Rusia. La narrativa de Bruselas, la OTAN y el Reino
Unido sostiene que Rusia es intrínsecamente expansionista y que invadiría
Europa si se le diera la oportunidad. La ocupación soviética de Europa del Este
entre 1945 y 1991 demostraría esta amenaza hoy. Esta falsa narrativa
malinterpreta gravemente el comportamiento ruso, tanto pasado como presente.
La primera
parte de este ensayo pretende corregir la falsa premisa de que Rusia representa
una seria amenaza para Europa. La segunda parte se centra en una nueva política
exterior europea, una vez que Europa haya superado su rusofobia irracional.
La falsa
premisa del imperialismo ruso hacia Occidente
La política
exterior europea se basa en la supuesta amenaza que Rusia representa para la
seguridad europea. Sin embargo, esta premisa es falsa. Rusia ha sido invadida
repetidamente por las principales potencias occidentales (en particular, Gran
Bretaña, Francia, Alemania y Estados Unidos durante los últimos dos siglos) y
desde hace tiempo ha buscado la seguridad mediante una zona de seguridad entre
ella y las potencias occidentales. Esta zona de seguridad, tan disputada,
incluye lo que hoy es Polonia, Ucrania, Finlandia y los países bálticos.
Esta región
entre las potencias occidentales y Rusia explica los principales dilemas de
seguridad que enfrentan Europa Occidental y Rusia.
Las principales
guerras occidentales lanzadas contra Rusia desde 1800 incluyen:
- La invasión francesa de Rusia en 1812 (Guerras Napoleónicas)
- La invasión británica y francesa de Rusia entre 1853 y 1856 (Guerra de
Crimea)
- Declaración de guerra de Alemania a Rusia el 1 de agosto de 1914
(Primera Guerra Mundial)
- Intervención aliada en la guerra civil rusa, 1918-1922 (Guerra Civil
Rusa)
- La invasión alemana de Rusia en 1941 (Segunda Guerra Mundial)
Cada una de
estas guerras representó una amenaza existencial para la supervivencia de
Rusia. Desde la perspectiva rusa, el fracaso de Alemania en desmantelar
militarmente sus fuerzas tras la Segunda Guerra Mundial, la creación de la
OTAN, la incorporación de Alemania Occidental a la OTAN en 1955, la expansión
de la OTAN hacia el este después de 1991 y la continua expansión de las bases
militares y los sistemas de misiles estadounidenses por toda Europa del Este
cerca de las fronteras rusas constituyeron las amenazas más graves a la
seguridad nacional rusa desde la Segunda Guerra Mundial.
Rusia también
invadió hacia el oeste en varias ocasiones:
- El ataque ruso a Prusia Oriental en 1914
- El Pacto Mólotov-Ribbentrop de 1939, que dividió Polonia entre
Alemania y la Unión Soviética y anexó los estados bálticos en 1940
- La invasión de Finlandia en noviembre de 1939 (Guerra de Invierno)
- La ocupación soviética de Europa del Este de 1945 a 1989
- La invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022
Europa
considera estas acciones rusas como una prueba objetiva de su expansionismo
hacia Occidente; sin embargo, esta visión es ingenua, ahistórica y
propagandística. En los cinco casos, Rusia actuó para proteger su seguridad
nacional —según su punto de vista—, no participando en expansionismo hacia
Occidente por su propio bien.
Esta verdad
fundamental es clave para resolver el conflicto entre Europa y Rusia hoy. Rusia
no busca expandirse hacia Occidente; busca su seguridad nacional fundamental.
Sin embargo, Occidente ha ignorado durante mucho tiempo, y mucho menos
respetado, los intereses fundamentales de seguridad nacional de Rusia.
Consideremos
estos cinco casos de supuesto expansionismo ruso hacia Occidente.
El primer caso,
el ataque ruso a Prusia Oriental en 1914, puede descartarse de inmediato. El
Reich alemán actuó primero, declarando la guerra a Rusia el 1 de agosto de
1914. La invasión rusa de Prusia Oriental fue una respuesta directa a la
declaración de guerra de Alemania.
El segundo
caso, el acuerdo de la Rusia Soviética con el Tercer Reich de Hitler para la
partición de Polonia en 1939 y la anexión de los Estados Bálticos en 1940, se
considera en Occidente la prueba más evidente de la perfidia rusa. De nuevo, se
trata de una interpretación simplista y errónea de la historia. Como han
documentado cuidadosamente historiadores como E.H. Carr, Stephen Kotkin y
Michael Jabara Carley, Stalin contactó con Gran Bretaña y Francia en 1939 para
formar una alianza defensiva contra Hitler, quien había declarado su intención
de declarar la guerra a Rusia en el Este (por el espacio vital, la mano de obra
esclava eslava y la derrota del bolchevismo).
El intento de
Stalin de forjar una alianza con las potencias occidentales fue completamente
rechazado. Polonia se negó a permitir la entrada de tropas soviéticas a su
territorio en caso de guerra con Alemania. El odio de la élite occidental al
comunismo soviético era al menos tan grande como su miedo a Hitler. De hecho,
una frase común entre las élites derechistas británicas a finales de la década
de 1930 era « Mejor Hitler que el comunismo ».
Tras no lograr
una alianza defensiva, Stalin se propuso crear una zona de contención ante la
inminente invasión alemana de Rusia. La partición de Polonia y la anexión de
los países bálticos fueron medidas tácticas para ganar tiempo ante la inminente
Batalla de Armagedón contra los ejércitos de Hitler, que se produjo el 22 de
junio de 1941 con la invasión alemana de la Unión Soviética en la Operación
Barbarroja. La partición anticipada de Polonia y la anexión de los países
bálticos bien pudieron haber retrasado la invasión y salvado a la Unión
Soviética de una rápida derrota a manos de Hitler.
El tercer caso,
la Guerra de Invierno de Rusia con Finlandia, se considera de forma similar en
Europa Occidental (y especialmente en Finlandia) como prueba del carácter
expansionista de Rusia. Sin embargo, una vez más, la motivación subyacente de
Rusia era defensiva, no ofensiva. Rusia temía que la invasión alemana se
produjera en parte a través de Finlandia y que Leningrado fuera rápidamente
capturada por Hitler.
La Unión
Soviética propuso entonces que Finlandia intercambiara territorio con ella (en
concreto, el istmo de Carelia y algunas islas del golfo de Finlandia por
territorio ruso) para facilitar la defensa rusa de Leningrado. Finlandia
rechazó esta propuesta, y la Unión Soviética invadió Finlandia el 30 de
noviembre de 1939. Posteriormente, Finlandia se unió a los ejércitos de Hitler
en la guerra contra la Unión Soviética durante la «Guerra de Continuación»
entre 1941 y 1944.
El cuarto caso,
la ocupación soviética de Europa del Este (y la continua anexión de los países
bálticos) durante la Guerra Fría, se considera en Europa una prueba aún más
contundente de la amenaza fundamental que Rusia representa para la seguridad
europea. La ocupación soviética fue, sin duda, brutal, pero también tuvo una
lógica defensiva que se pasa por alto por completo en la narrativa de Europa
Occidental y Estados Unidos.
La Unión
Soviética sufrió las consecuencias más graves de la derrota de Hitler,
perdiendo hasta 27 millones de ciudadanos en la guerra. Rusia tenía una
exigencia primordial al final de la guerra: que sus intereses de seguridad
estuvieran garantizados por un tratado que la protegiera de futuras amenazas de
Alemania y Occidente en general. Occidente, ahora liderado por Estados Unidos,
rechazó esta exigencia fundamental de seguridad.
La Guerra Fría
fue el resultado de la negativa de Occidente a respetar las preocupaciones
vitales de seguridad de Rusia. Por supuesto, la historia de la Guerra Fría, tal
como la cuenta Occidente, es precisamente la contraria: ¡la Guerra Fría fue el
resultado exclusivo de los belicosos intentos de Rusia por conquistar el mundo!
Esta es la
verdadera historia, bien conocida por los historiadores, pero casi completamente
desconocida para el público de Estados Unidos y Europa. Al final de la guerra,
la Unión Soviética buscó un tratado de paz que estableciera una Alemania
unificada, neutral y desmilitarizada. En la Conferencia de Potsdam de julio de
1945, a la que asistieron los líderes de la Unión Soviética, el Reino Unido y
Estados Unidos, las tres potencias aliadas acordaron « el desarme y la
desmilitarización completos de Alemania y la eliminación o el control de toda
la industria alemana que pudiera utilizarse para la producción militar ».
Alemania se
habría unificado, pacificado y desmilitarizado. Todo esto habría estado
garantizado por un tratado que pusiera fin a la guerra. En realidad, Estados
Unidos y el Reino Unido trabajaron diligentemente para socavar este principio
fundamental.
Ya en mayo de
1945, Winston Churchill ordenó a su Jefe de Estado Mayor que formulara un plan
de guerra para un ataque sorpresa contra la Unión Soviética a mediados de 1945,
denominado Operación Impensable. Aunque los estrategas militares británicos
consideraban impracticable una guerra de este tipo, la idea de que
estadounidenses y británicos debían prepararse para una guerra inminente con la
Unión Soviética se arraigó rápidamente.
Los estrategas
militares creían que principios de la década de 1950 era el momento propicio
para una guerra de este tipo. Al parecer, el objetivo de Churchill era evitar
que Polonia y otros países de Europa del Este cayeran bajo la influencia
soviética. Incluso en Estados Unidos, los principales estrategas militares
llegaron a considerar a la Unión Soviética como el próximo enemigo de Estados
Unidos pocas semanas después de la rendición de Alemania en mayo de 1945.
Estados Unidos
y el Reino Unido reclutaron rápidamente a científicos nazis y a altos agentes
de inteligencia (como Reinhard Gehlen, un líder nazi que recibiría apoyo de
Washington para establecer la agencia de inteligencia alemana de posguerra)
para empezar a planificar la inminente guerra con la Unión Soviética.
La Guerra Fría
estalló principalmente porque Estados Unidos y Gran Bretaña rechazaron la
reunificación y desmilitarización de Alemania acordada en Potsdam. En cambio,
las potencias occidentales abandonaron la reunificación alemana y formaron la
República Federal de Alemania (RFA o Alemania Occidental) a partir de las tres
zonas de ocupación ocupadas por Estados Unidos, el Reino Unido y Francia. La
RFA se reindustrializaría y remilitarizaría bajo la égida estadounidense. Para
1955, Alemania Occidental fue admitida en la OTAN.
Aunque los historiadores
debaten acaloradamente sobre quién respetó y quién no el Acuerdo de Potsdam
(por ejemplo, Occidente señala la negativa soviética a permitir un gobierno
verdaderamente representativo en Polonia, como se acordó en Potsdam), no hay
duda de que la remilitarización de la República Federal de Alemania por parte
de Occidente fue la causa principal de la Guerra Fría.
En 1952, Stalin
propuso la reunificación de Alemania basada en la neutralidad y la
desmilitarización. Esta propuesta fue rechazada por Estados Unidos. En 1955, la
Unión Soviética y Austria acordaron que la Unión Soviética retiraría sus
fuerzas de ocupación de Austria a cambio de la promesa de esta última de una
neutralidad permanente.
El Tratado del
Estado Austríaco fue firmado el 15 de mayo de 1955 por la Unión Soviética,
Estados Unidos, Francia y el Reino Unido, junto con Austria, poniendo así fin a
la ocupación. El objetivo de la Unión Soviética no solo era resolver las
tensiones sobre Austria, sino también demostrar a Estados Unidos un modelo
exitoso de retirada soviética de Europa, combinado con neutralidad.
Una vez más,
Estados Unidos rechazó el llamado soviético para poner fin a la Guerra Fría,
argumentando la neutralidad y la desmilitarización de Alemania. Incluso en
1957, el decano estadounidense de los asuntos soviéticos, George Kennan, apeló
pública y fervientemente, en su tercera Conferencia Reith para la BBC, a que
Estados Unidos acordara con la Unión Soviética una retirada mutua de tropas de
Europa.
La Unión
Soviética, enfatizó Kennan, no pretendía ni estaba interesada en una invasión
militar de Europa Occidental. Los partidarios de la guerra fría
estadounidenses, liderados por John Foster Dulles, no lo toleraron. No se firmó
ningún tratado de paz con Alemania para poner fin a la Segunda Guerra Mundial
hasta la reunificación alemana en 1990.
Cabe destacar
que la Unión Soviética respetó la neutralidad de Austria después de 1955, así
como la de otros países neutrales de Europa (como Suecia, Finlandia, Suiza,
Irlanda, España y Portugal). El presidente finlandés, Alexander Stubb, declaró
recientemente que Ucrania debería rechazar la neutralidad, basándose en la
experiencia negativa de Finlandia (la neutralidad finlandesa finalizó en 2024,
cuando el país se unió a la OTAN).
Es una idea extraña.
Finlandia, bajo neutralidad, mantuvo la paz, alcanzó una notable prosperidad
económica y se situó en lo más alto del ranking mundial de felicidad (según el
Informe Mundial de la Felicidad).
El presidente
John F. Kennedy demostró una posible vía para poner fin a la Guerra Fría basada
en el respeto mutuo por los intereses de seguridad de todas las partes. Kennedy
bloqueó el intento del canciller alemán Konrad Adenauer de adquirir armas
nucleares de Francia, disipando así las preocupaciones soviéticas sobre una
Alemania con armas nucleares. Sobre esta base, JFK negoció con éxito el Tratado
de Prohibición Parcial de los Ensayos Nucleares con su homólogo soviético,
Nikita Khrushchev.
Es muy probable
que Kennedy fuera asesinado varios meses después por un grupo de agentes de la
CIA como resultado de su iniciativa de paz. Documentos publicados en 2025
confirman la antigua sospecha de que Lee Harvey Oswald fue manipulado
directamente por James Angleton, un alto funcionario de la CIA. El posterior
avance de Estados Unidos hacia la paz con la Unión Soviética fue liderado por
Richard Nixon. Él también se vio involucrado en los sucesos de Watergate, que
también mostraron indicios de una operación de la CIA que nunca se han
esclarecido.
Mijaíl
Gorbachov finalmente puso fin a la Guerra Fría disolviendo unilateralmente el
Pacto de Varsovia y promoviendo activamente la democratización de Europa del
Este. Participé en algunos de esos eventos y presencié algunos de los esfuerzos
de Gorbachov por la paz. En el verano de 1989, por ejemplo, Gorbachov instó a
los líderes comunistas de Polonia a formar un gobierno de coalición con las
fuerzas de la oposición lideradas por el movimiento Solidaridad.
El fin del
Pacto de Varsovia y la democratización de Europa del Este, liderados por
Gorbachov, rápidamente llevaron al canciller alemán Helmut Kohl a pedir la
reunificación alemana. Esto condujo a los tratados de reunificación de 1990
entre la RFA y la RDA, y al llamado Tratado Dos más Cuatro entre las dos
Alemanias y las cuatro potencias aliadas: Estados Unidos, el Reino Unido,
Francia y la Unión Soviética.
En febrero de
1990, Estados Unidos y Alemania prometieron claramente a Gorbachov que la
OTAN no se movería ni un ápice hacia el este en el contexto de
la reunificación alemana, un hecho ahora ampliamente negado por las potencias
occidentales, pero fácilmente verificable. Esta promesa clave de no proceder
con la ampliación de la OTAN se hizo en varias ocasiones, pero no se incluyó en
el texto del Acuerdo 2+4, ya que este se refería a la reunificación alemana, no
a la expansión de la OTAN hacia el este.
El quinto caso,
la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, se considera una vez más en
Occidente como prueba del incorregible imperialismo ruso hacia Occidente. La
frase predilecta de los medios de comunicación, expertos y propagandistas
occidentales es que la invasión rusa fue » sin provocación »
y, por lo tanto, prueba del incansable afán de Putin no solo por restablecer el
Imperio ruso, sino también por avanzar hacia Occidente, lo que significa que
Europa debería prepararse para la guerra con Rusia.
Es una mentira
colosal, pero los grandes medios de comunicación la repiten con tanta
frecuencia que en Europa la creen ampliamente.
El hecho es que
la invasión rusa de febrero de 2022 fue tan profundamente provocada por
Occidente que se sospecha que, en realidad, fue un plan estadounidense para
involucrar a Rusia en la guerra con el fin de derrotarla o debilitarla. Esta
afirmación es creíble, como lo confirman una larga serie de declaraciones de
numerosos funcionarios estadounidenses. Tras la invasión, el secretario de
Defensa estadounidense, Lloyd Austin, declaró que el objetivo de Washington era
« ver a Rusia debilitada hasta el punto de que no pueda hacer lo que
hizo al invadir Ucrania. Ucrania puede ganar si cuenta con el equipo y el apoyo
adecuados ».
La principal
provocación estadounidense a Rusia fue expandir la OTAN hacia el este,
contrariamente a las promesas de 1990, con un objetivo principal: rodear a
Rusia con estados de la OTAN en la región del Mar Negro, dejando así a Rusia
incapaz de proyectar su poder naval basado en Crimea hacia el Mediterráneo
oriental y Oriente Medio.
En esencia, el
objetivo estadounidense era el mismo que el de Palmerston y Napoleón III en la
Guerra de Crimea: expulsar a la flota rusa del Mar Negro. Entre los miembros de
la OTAN se incluirían Ucrania, Rumania, Bulgaria, Turquía y Georgia, formando
así una red para estrangular el poder naval ruso en el Mar Negro.
Brzezinski
describió esta estrategia en su libro de 1997, El Gran Tablero de
Ajedrez , donde argumentó que Rusia seguramente se doblegaría ante la
voluntad occidental, pues no tenía otra opción. Brzezinski rechazó
específicamente la idea de que Rusia se aliara con China contra Europa.
Todo el período
posterior a la caída de la Unión Soviética en 1991 fue de arrogancia occidental
(como tituló el historiador Jonathan Haslam en su magnífico relato), en el que
Estados Unidos y Europa creyeron poder impulsar la OTAN y los sistemas de armas
estadounidenses (como los misiles Aegis) hacia el este sin tener en cuenta las
preocupaciones de seguridad nacional de Rusia. La lista de provocaciones
occidentales es demasiado larga para detallarla aquí, pero un resumen incluye
lo siguiente.
En primer lugar , contrariamente a las promesas hechas en 1990, Estados Unidos inició
la expansión de la OTAN hacia el este con anuncios del entonces presidente Bill
Clinton en 1994. En ese momento, el Secretario de Defensa de Clinton, William
Perry, consideró dimitir debido a la imprudencia de las acciones
estadounidenses, que eran contrarias a promesas anteriores.
La primera ola
de ampliación de la OTAN tuvo lugar en 1999, incluyendo a Polonia, Hungría y la
República Checa. Ese mismo año, las fuerzas de la OTAN bombardearon a Serbia,
aliada de Rusia, durante 78 días para desmantelarla, y la OTAN estableció
rápidamente una nueva y gran base militar en la provincia separatista de
Kosovo.
En 2004, la
segunda ola de expansión de la OTAN hacia el este incluyó a siete países, entre
ellos los vecinos directos de Rusia en los Balcanes, y dos países del Mar
Negro: Bulgaria y Rumanía. En 2008, la mayor parte de la UE reconoció a Kosovo
como estado independiente, a pesar de las protestas europeas de que «las
fronteras europeas son sagradas».
En segundo
lugar , Estados Unidos abandonó el marco de control de
armas nucleares al retirarse unilateralmente del Tratado ABM en 2002. En 2019,
Washington también abandonó el Tratado INF. A pesar de las enérgicas objeciones
rusas, Estados Unidos comenzó a desplegar sistemas de misiles antibalísticos en
Polonia y Rumanía, y en enero de 2022 se reservó el derecho a desplegar dichos
sistemas en Ucrania.
En tercer lugar , Estados Unidos se infiltró profundamente en la política interna
ucraniana, invirtiendo miles de millones de dólares en influir en la opinión
pública, crear medios de comunicación y dirigir la política interna ucraniana.
Las elecciones de 2004-2005 en Ucrania se consideran ampliamente una
«revolución de color» estadounidense, en la que Estados Unidos utilizó su
influencia y financiación, tanto encubierta como abierta, para influir en las
elecciones a favor de los candidatos respaldados por Estados Unidos.
Entre 2013 y
2014, Estados Unidos desempeñó un papel directo en la financiación de las
protestas de Maidán y en el apoyo al violento golpe de Estado que derrocó al
presidente pro-neutralidad, Víktor Yanukóvich, allanando así el camino para un
régimen ucraniano favorable a la adhesión a la OTAN. Casualmente, me invitaron
a visitar Maidán poco después del violento golpe que derrocó a Yanukóvich el 22
de febrero de 2014. Una ONG estadounidense muy involucrada en los sucesos de
Maidán me explicó el papel de la financiación estadounidense en las protestas.
En cuarto lugar , a partir de 2008, a pesar de las objeciones de varios líderes
europeos, Estados Unidos presionó a la OTAN para que participara en la
ampliación e incluyera a Ucrania y Georgia. El entonces embajador
estadounidense en Moscú, William J. Burns, envió a Washington un telegrama,
ahora infame, titulado » Nyet Means Nyet: Russia’s NATO Enlargement
Redlines » (Niet significa Nyet: Las líneas rojas de la ampliación de
la OTAN de Rusia), en el que explicaba que toda la clase política rusa se
oponía firmemente a la ampliación de la OTAN a Ucrania y temía que tal esfuerzo
provocara disturbios civiles en Ucrania.
En quinto lugar , tras el golpe de Estado de Maidán, las regiones étnicamente rusas
del este de Ucrania (Donbás) se separaron del nuevo gobierno ucraniano
occidental instaurado tras el golpe. Rusia y Alemania acordaron rápidamente los
Acuerdos de Minsk, según los cuales las dos regiones secesionistas (Donetsk y
Lugansk) seguirían formando parte de Ucrania, pero con autonomía local,
inspirada en la autonomía local de la región étnicamente alemana del Tirol del
Sur, en Italia.
Minsk II, que
contaba con el apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU, podría haber puesto
fin al conflicto, pero el gobierno de Kiev, con el apoyo de Washington, decidió
no implementar la autonomía. El fracaso en la implementación de Minsk II
envenenó la diplomacia entre Rusia y Occidente.
En sexto lugar , Estados Unidos aumentó de forma sostenida el ejército ucraniano
(activo más reservas) a aproximadamente un millón de soldados en 2020. Ucrania
y sus batallones paramilitares de derecha (como el Batallón Azov y el Sector
Derecho) lideraron repetidos ataques contra las dos regiones separatistas, con
miles de muertes de civiles en el Donbass debido a los bombardeos ucranianos.
En séptimo
lugar , a finales de 2021, Rusia presentó un borrador
de Acuerdo de Seguridad entre Rusia y Estados Unidos, que exigía principalmente
el fin de la ampliación de la OTAN. Estados Unidos rechazó la exigencia rusa de
poner fin a la expansión de la OTAN hacia el este, reafirmando la política de
«puertas abiertas» de la OTAN, según la cual terceros países, como Rusia, no
tendrían voz ni voto en la ampliación de la OTAN.
Estados Unidos
y los países europeos han reafirmado repetidamente la posible adhesión de
Ucrania a la OTAN. En enero de 2022, el secretario de Estado estadounidense
comunicó al ministro de Asuntos Exteriores ruso que Estados Unidos conservaba
el derecho a desplegar misiles de alcance intermedio en Ucrania, a pesar de las
objeciones rusas.
En octavo lugar , tras la invasión rusa del 24 de febrero de 2022, Ucrania accedió
rápidamente a iniciar negociaciones de paz basadas en el retorno a la
neutralidad. Estas negociaciones se llevaron a cabo en Estambul con la
mediación de Turquía. A finales de marzo de 2022, Rusia y Ucrania publicaron un
memorando conjunto informando sobre los avances en un acuerdo de paz. El 15 de
abril, se presentó un borrador de acuerdo que se acercaba a una solución
integral.
En ese momento,
Estados Unidos intervino y les dijo a los ucranianos que no apoyarían el
acuerdo de paz, sino que apoyarían a Ucrania para que continuara la lucha.
Los altos
costos de una política exterior fallida
Rusia no ha
presentado ninguna reclamación territorial contra países de Europa Occidental,
ni ha amenazado a Europa Occidental más allá del derecho a tomar represalias
contra ataques con misiles respaldados por Occidente dentro de Rusia. Hasta el
golpe de Estado de Maidán de 2014, Rusia no tenía reclamaciones territoriales
sobre Ucrania.
Después del
golpe de 2014, y hasta finales de 2022, la única reivindicación territorial de
Rusia fue Crimea, para evitar que la base naval rusa en Sebastopol cayera en
manos occidentales.
Solo tras el
fracaso del proceso de paz de Estambul —soplado por Estados Unidos— Rusia
reclamó la anexión de las cuatro provincias ucranianas (Donetsk, Lugansk,
Jersón y Zaporiyia). Los objetivos de guerra declarados por Rusia siguen siendo
limitados, incluyendo la neutralidad de Ucrania, la desmilitarización parcial,
la no pertenencia permanente a la OTAN y la transferencia de Crimea y las
cuatro provincias a Rusia, que constituían aproximadamente el 19 % del
territorio de Ucrania en 1991.
Estas no son
«pruebas del imperialismo ruso hacia Occidente». Tampoco son respuestas
espontáneas. Los objetivos bélicos de Rusia se producen tras más de 30 años de
objeciones rusas a la expansión de la OTAN hacia el este, el armamento a
Ucrania, el abandono estadounidense de las armas nucleares y la profunda
injerencia occidental en la política interna ucraniana, incluyendo el apoyo a
un violento golpe de Estado en 2014 que puso a la OTAN y a Rusia en una
situación de enfrentamiento directo.
Europa ha decidido
interpretar los acontecimientos de los últimos 30 años como evidencia del
expansionismo incesante e incorregible de Rusia hacia Occidente, del mismo modo
que Occidente insistió en que la Unión Soviética era la única responsable de la
Guerra Fría, cuando en realidad la Unión Soviética señaló repetidamente el
camino hacia la paz a través de la neutralidad, la unificación y el desarme de
Alemania.
Al igual que
durante la Guerra Fría, Occidente optó por provocar a Rusia en lugar de
reconocer sus comprensibles preocupaciones de seguridad. Toda acción rusa se
interpretó, en el mejor de los casos, como una señal de su «perfidia», sin
siquiera reconocer la postura rusa en el debate. Este es un claro ejemplo del
clásico dilema de seguridad, donde los adversarios solo dialogan entre sí,
asumiendo lo peor y actuando agresivamente basándose en sus suposiciones
erróneas.
La decisión de
Europa de interpretar la Guerra Fría y la posguerra desde esta perspectiva tan
partidista le ha costado enormemente, y los costos siguen aumentando. Sobre
todo, Europa ha llegado a verse completamente dependiente de Estados Unidos
para su seguridad. Si Rusia es realmente incorregiblemente «expansionista»,
entonces Estados Unidos es sin duda el «salvador» necesario de Europa.
Si, por el
contrario, el comportamiento de Rusia realmente reflejara sus preocupaciones de
seguridad, entonces la Guerra Fría muy probablemente podría haber terminado
décadas antes siguiendo el modelo de la neutralidad austríaca, y la era
posterior a la Guerra Fría podría haber sido un período de paz y de creciente
confianza entre Rusia y Europa.
En realidad,
Europa y Rusia son economías complementarias: Rusia es rica en materias primas
(agricultura, minerales, hidrocarburos) e ingeniería, y Europa alberga
industrias clave de alta tecnología y alto consumo energético. Estados Unidos
se ha opuesto durante mucho tiempo a los crecientes lazos comerciales entre Europa
y Rusia, resultado de esta complementariedad natural, considerando la industria
energética rusa como un competidor del sector energético estadounidense y, en
general, considerando los estrechos lazos comerciales y de inversión
germano-rusos como una amenaza para el dominio político y económico
estadounidense en Europa Occidental.
Por estas
razones, Estados Unidos se opuso a los gasoductos Nord Stream 1 y 2 mucho antes
del conflicto en Ucrania. Por ello, Biden prometió explícitamente cancelar Nord
Stream 2 —como lo hizo— en caso de una invasión rusa de Ucrania. La oposición
estadounidense a Nord Stream y al cierre de los lazos económicos germano-rusos
se basaba en principios generales: la UE y Rusia debían mantenerse a raya, por
temor a que Estados Unidos perdiera su influencia en Europa.
La guerra en
Ucrania y el distanciamiento de Europa con Rusia han causado daños
significativos a la economía europea. Las exportaciones europeas a Rusia se han
desplomado de unos 90 000 millones de euros en 2021 a tan solo 30 000
millones de euros en 2024. Los costes energéticos se han disparado, ya que
Europa ha sustituido el gas natural ruso barato por gasoductos por el gas
natural licuado estadounidense, mucho más caro.
La producción
industrial alemana ha caído alrededor de un 10 % desde 2020, y tanto el sector
químico como el automovilístico atraviesan dificultades. El FMI prevé un
crecimiento económico de la UE de tan solo el 1 % en 2025 y de alrededor del
1,5 % para el resto de la década.
El canciller
alemán, Friedrich Merz, ha pedido la prohibición permanente del
restablecimiento de los flujos de gas de Nord Stream, pero esto es
prácticamente un pacto suicida para Alemania. Se basa en la creencia de Merz de
que Rusia busca una guerra con Alemania, pero lo cierto es que Alemania está
provocando la guerra con Rusia mediante la belicismo y un masivo desarrollo
militar.
Según Merz,
« es necesaria una visión realista de las aspiraciones imperialistas de
Rusia ». Afirma que « algunos sectores de nuestra sociedad
tienen un miedo profundo a la guerra. No lo comparto, pero lo comprendo ».
Aún más alarmante, Merz declaró que « se han agotado los medios
diplomáticos », a pesar de que ni siquiera ha intentado hablar con el
presidente ruso, Vladímir Putin, desde que asumió el poder. Además, parece
ignorar voluntariamente la diplomacia «casi exitosa» de 2022 en el proceso de
Estambul, es decir, antes de que Estados Unidos pusiera fin a la diplomacia.
El enfoque
occidental hacia China refleja el que tiene hacia Rusia.
Occidente suele
atribuir a China intenciones nefastas, que, en muchos casos, son proyecciones
de sus propias intenciones hostiles hacia la República Popular. El rápido
ascenso de China a la prominencia económica entre 1980 y 2010 llevó a los
líderes y estrategas estadounidenses a considerar su mayor crecimiento como
contrario a los intereses de Estados Unidos.
En 2015, los
estrategas estadounidenses Robert Blackwill y Ashley Tellis dejaron claro que
la estrategia global de Estados Unidos coincide con la hegemonía estadounidense,
y que China representa una amenaza para esa hegemonía debido a su tamaño y
éxito.
Blackwill y
Tellis propusieron una serie de medidas por parte de Estados Unidos y sus
aliados para obstaculizar el futuro éxito económico de China: excluirla de
nuevos bloques comerciales en Asia-Pacífico, limitar la exportación de
tecnologías occidentales avanzadas a China, imponer aranceles y restricciones a
las exportaciones chinas y otras medidas anti-China.
Es importante
señalar que estas medidas fueron recomendadas no debido
a ninguna irregularidad específica por parte de China, sino simplemente porque,
en opinión de los autores, el crecimiento económico chino era contrario a la
supremacía estadounidense.
Parte de la
política exterior de Occidente hacia Rusia y China también implica una guerra
mediática destinada a desacreditar a estos supuestos enemigos de Occidente. En
el caso de China, Occidente la ha acusado de genocidio contra la población
uigur en la provincia de Xinjiang. Esta acusación absurda y exagerada se formuló
sin ningún intento serio de presentar pruebas, mientras que Occidente, en
general, ignora el verdadero genocidio que está cometiendo su
aliado, Israel, contra decenas de miles de palestinos en Gaza.
Además, la
propaganda occidental incluye numerosas afirmaciones infundadas sobre la
economía china. La Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, de gran valor
para los países en desarrollo porque proporciona financiación para
infraestructura moderna, es ridiculizada como una «trampa de deuda». La extraordinaria
capacidad de China para producir tecnologías verdes, como paneles solares, que
el mundo necesita con urgencia, es tildada por Occidente de » sobrecapacidad »
que debe reducirse o eliminarse.
En el ámbito
militar, el dilema de seguridad que enfrenta China se interpreta de forma
alarmista, al igual que ocurre con Rusia. Estados Unidos ha declarado desde
hace tiempo su capacidad para interrumpir las vitales rutas marítimas de China,
pero luego acusa a Pekín de militarismo cuando toma contramedidas reforzando su
armada.
En lugar de
interpretar el aumento del gasto militar de China como un dilema de seguridad
clásico que debe resolverse mediante la diplomacia, la Armada estadounidense
afirma que debería prepararse para una guerra con China para 2027. La OTAN
insta cada vez más a una participación activa en Asia Oriental, con China en la
mira. Los aliados europeos de Estados Unidos generalmente se ajustan a la
postura agresiva de Estados Unidos hacia China, tanto comercial como
militarmente.
Una nueva política
exterior para Europa
Europa se ha
arrinconado, subordinada a Estados Unidos, evitando la diplomacia directa con
Rusia, perdiendo competitividad económica debido a las sanciones y la guerra,
incurriendo en aumentos masivos e insostenibles del gasto militar y cortando
vínculos comerciales y de inversión de largo plazo con Rusia y China.
El resultado es
una deuda creciente, un estancamiento económico y un riesgo creciente de una
guerra importante, que aparentemente no asusta a Merz pero debería aterrorizar
al resto de nosotros.
Quizás la
guerra más probable no sea contra Rusia, sino contra Estados Unidos, que bajo
el gobierno de Trump amenazó con apoderarse de Groenlandia a
menos que Dinamarca la vendiera o la cediera a la soberanía estadounidense. Es
muy posible que Europa se quede sin verdaderos amigos: ni con Rusia, ni con
China, ni con Estados Unidos, ni con los países árabes (resentidos por la
indiferencia de Europa ante el genocidio de Israel), ni con África (aún herida
por el colonialismo y el poscolonialismo europeos), ni en ningún otro lugar.
Existe, por
supuesto, otra vía, prometedora, si los políticos europeos reevaluan los verdaderos
intereses y riesgos para la seguridad europea y vuelven a situar la
diplomacia en el centro de la política exterior europea. Propongo diez pasos
concretos para elaborar una política exterior que refleje las verdaderas
necesidades de Europa.
Diez pasos
hacia una nueva política exterior europea
- Establecer comunicación diplomática directa con Moscú.La evidente incapacidad de Europa para interactuar directamente con
Rusia es devastadora. Quizás Europa se crea su propia propaganda, dado que
no aborda directamente cuestiones clave con su homólogo ruso.
- Prepárense para una paz negociada con Rusia en relación con Ucrania y
la seguridad colectiva de Europa.La clave
es un compromiso firme e irrevocable de no expandir la OTAN a Ucrania,
Georgia ni a ningún otro lugar del este. Además, Europa debería aceptar
algunos cambios territoriales pragmáticos que favorezcan a Rusia.
- Rechazar la militarización de las relaciones con China, por ejemplo, oponiéndose a la participación de la OTAN en Asia
Oriental. China no representa en absoluto una amenaza para
la seguridad de Europa, y Europa debería dejar de apoyar ciegamente las
pretensiones hegemónicas estadounidenses en Asia, que son suficientemente
peligrosas e ilusorias incluso sin el apoyo europeo. En cambio, deberían
fortalecerse los lazos de cooperación con China en materia de comercio,
inversión y clima.
- Opte por un enfoque diplomático institucional sensato.El enfoque actual es ineficaz. El Alto
Representante de la UE para la Política Exterior es principalmente un
portavoz de la rusofobia, mientras que la diplomacia de alto nivel, cuando
existe, está guiada, de forma confusa, por líderes nacionales (el Alto
Representante, el presidente de la Comisión Europea, el presidente del
Consejo Europeo), o una combinación variable de estos. En resumen: nadie
habla con claridad en nombre de Europa, porque no existe una
verdadera política exterior europea .
- Separar la política exterior europea de la OTAN. En realidad, Europa no necesita la OTAN, ya que Rusia no
tiene intención de invadirla UE. Europa debería, en efecto,
desarrollar su propia capacidad militar, independiente de Estados Unidos,
pero a un coste muy inferior al 5% del PIB, un objetivo numérico absurdo
basado en una evaluación completamente exagerada de la amenaza rusa. Además,
la defensa europea no debería coincidir con la política exterior
europea.
- Colaborar con Rusia, India y China en la modernización ecológica,
digital y del transporte del espacio euroasiático.El desarrollo sostenible de Eurasia beneficia a los cuatro principales
actores euroasiáticos y solo puede lograrse mediante la cooperación
pacífica.
- Combinando la Puerta de Enlace Global Europea con la Iniciativa de la
Franja y la Ruta de China.Actualmente,
la Puerta de Enlace Global se presenta como un competidor de la BRI. En
realidad, ambas iniciativas deberían cooperar en la cofinanciación de
infraestructura verde, digital y de transporte para Eurasia.
- Aumentar la financiación del Pacto Verde Europeo (PVE).Esto aceleraría la transición hacia un futuro de bajas emisiones. Los
beneficios serían dobles: mayor seguridad climática regional y global, y
mayor competitividad europea en tecnologías verdes y digitales, creando un
nuevo modelo de crecimiento.
- Colaborar con la Unión Africanapara una
expansión masiva de la educación y la formación profesional. Con una
población que se prevé que crezca de 1.400 millones a aproximadamente
2.500 millones para mediados de siglo (en comparación con los 450 millones
de la UE), el futuro de África influirá profundamente en Europa. La esperanza
de prosperidad africana reside en la rápida difusión de la educación y las
competencias avanzadas.
- La UE y los BRICSdeben comunicar claramente a
Estados Unidos que el futuro orden mundial no se basará en la hegemonía,
sino en el Estado de derecho consagrado en la Carta de las Naciones
Unidas. Esta es la única manera de garantizar la verdadera seguridad de
Europa y del mundo. La dependencia de Estados Unidos y la OTAN es una
cruel ilusión, especialmente dada la inestabilidad del propio país. Por el
contrario, una reafirmación de la Carta de las Naciones Unidas puede poner
fin a las guerras (por ejemplo, poniendo fin a la impunidad de Israel e
implementando los fallos de la Corte Internacional de Justicia sobre la
solución de dos Estados) y prevenir futuros conflictos.
Fuente: Contropiano