Si Irán ha sido
atacado es, precisamente, por no ser aquello de lo que se le acusa. Por no
disponer, al menos todavía, de suficiente capacidad de respuesta. Por no poseer
la bomba. Todo un aviso para navegantes.
Lecciones de EEUU
El Viejo Topo
27 junio, 2025
Estados Unidos
ha dado al mundo una lección definitiva, grabada en la roca de la historia,
irrevocable.
En el valiente
nuevo mundo que ellos mismos han hecho nacer, sólo existirán dos tipos de
súbditos: los siervos y los poseedores de artefactos nucleares.
Si una nación
quiere ser un Estado soberano e independiente, no sólo tendrá que tener un
ejército, que en sí mismo puede ser en gran medida decorativo: tendrá que
presentarse como una amenaza nuclear creíble.
A partir de
ahora, adiós a los tratados de no proliferación nuclear, se aplicará el «todos
contra todos», y las décadas venideras serán décadas de una renovada carrera
armamentística terminal (sobre todo clandestina, porque si te sometes al
escrutinio internacional, basta un Raphael Grossi cualquiera para que te
bombardeen).
El fallo
evidente de Irán no es que fuera una amenaza excesiva, sino que no era lo
bastante amenazadora.
Su culpa no fue
ser inmoral, sino exceder –según los estándares internacionales actuales– los
escrúpulos morales.
Por cierto,
esto también es cierto a nivel nacional. Si Irán hubiera sido el espantoso y
llamativo estado policial que se presenta, no habría tenido docenas de
científicos y líderes militares durmiendo en casa, con sus familias, con
direcciones públicamente disponibles. En los países del antiguo bloque
comunista no se habría podido producir una infiltración de inteligencia de este
nivel, precisamente porque eran Estados policiales. La paranoia de la que a
menudo se burlan las películas de Hollywood sobre el antiguo Pacto de Varsovia
era en realidad realismo, en una guerra que se sabía se jugaba con adversarios
totalmente despreocupados.
Es muy
desagradable decirlo, pero el problema de Irán fue que confió demasiado, que
confió en las negociaciones, que confió en el honor de sus adversarios, o al
menos en su sentido de la conservación, en su apego a la vida.
Una vez más,
Estados Unidos ha demostrado ser el deseducador planetario por excelencia. (Y,
permítaseme la nota amarga: la americanización de la cultura europea, incluso
académica, es desde hace tiempo una brillante prueba de esta barbarización).
Fuente: Ariannaeditrice
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