La teoría del engaño
Rebelion
27/06/2025
Rebelion
Fuentes: El
tábano economista
Los neoconservadores de EE.UU. e Israel necesitan un enemigo nuclear (El
Tábano Economista)
La intervención
militar ordenada por el presidente Donald Trump contra las instalaciones
nucleares iraníes pareció llevar a Estados Unidos al borde de un conflicto
mayor, algo que cuatro de sus predecesores habían logrado evitar. Pero en medio
de la tensión, quedó algo claro: el poder de Estados Unidos se sustenta
más en su influencia cultural (Hollywood) que en su arsenal bélico o en el
dominio del dólar.
Trump logró
desconcertar a su homólogo israelí y, al menos temporalmente, paralizó a grupos
de presión como el Comité Estadounidense de Asuntos Públicos de Israel (AIPAC)
y Cristianos Unidos por Israel (CUFI), organizaciones con una
influencia enorme tanto en su gabinete como en el Congreso. Estas facciones han
sido históricamente las mayores defensoras de una acción militar contra Irán y
del apoyo incondicional a Israel.
Aunque se
desconoce cuánto durará este juego estratégico, la maniobra ha sido brillante.
Israel mantiene lo que se conoce como «ambigüedad nuclear»: nunca
confirma ni niega oficialmente su posesión de armas atómicas. Sin embargo,
según un informe de 2021 de Estado de las
fuerzas nucleares mundiales de la Federación de
Científicos Americanos (FAS), el país cuenta con
aproximadamente 90 ojivas nucleares, capaces de ser lanzadas desde
aviones, misiles balísticos terrestres y misiles de crucero navales.
Este arsenal
forma parte de la «Opción Sansón», una doctrina que plantea una
represalia nuclear masiva contra adversarios no nucleares si Israel enfrenta
una amenaza existencial. Además, al no haber firmado el Tratado de No
Proliferación Nuclear (TNP), el Estado judío evade cualquier inspección
internacional de sus instalaciones nucleares.
Los recientes
ataques iraníes expusieron graves fallos en el sistema de defensa aérea
israelí, incluyendo su famosa Cúpula de Hierro. Irán ha
utilizado tácticas de saturación, lanzando oleadas de misiles y
drones para abrumar las defensas, ya que cada batería antimisiles tiene un
número limitado de interceptores.
Además, ha
incorporado misiles balísticos e hipersónicos más avanzados, combinados
con guerra electrónica para interferir en los radares
israelíes. Entre los blancos alcanzados se encuentran el Aeropuerto Ben
Gurión (Tel Aviv), la Corporación Eléctrica de Israel y
áreas cercanas a la refinería de Haifa y las instalaciones
de Rafael Advanced Defense Systems.
Pero el daño
más significativo ha sido económico:
– Costo de un misil iraní: U$S 300.000
– Costo de un interceptor israelí (Arrow 3 o David’s Sling): U$S 3 millones
– Interceptores necesarios por misil: 3 (estimación
conservadora)
– Gasto diario de Irán (3 misiles): U$S900.000
– Gasto diario de Israel (9 interceptores): U$S 27 millones
– Gasto mensual proyectado de Israel: U$S 810
millones
Esta asimetría
financiera y de destrucción de infraestructura es insostenible para Israel a largo
plazo.
La operación
militar estadounidense buscaba destruir instalaciones nucleares clave
como Fordo, Natanz e Isfahán, frenando el enriquecimiento de
uranio. Trump declaró que los bombardeos fueron «precisos», pero un informe
filtrado de la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) reveló que los
daños fueron mínimos: Irán aún controla la mayor parte de su material nuclear
y, de quererlo, podría desarrollar un arma atómica con relativa rapidez.
Aunque EE.UU. e
Israel insisten en que su objetivo era neutralizar el programa nuclear
iraní —no iniciar una guerra—, la intervención logró algo más: frenar
temporalmente a los halcones proisraelíes en el gobierno de Trump, como los
senadores Lindsey Graham y Ted Cruz, y el entonces
presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson.
Este grupo,
alineado con la ideología neoconservadora, ha impulsado
históricamente intervenciones militares para «proteger los intereses de
EE.UU.», frecuentemente vinculados a los de Israel. Fueron clave en la guerra
de Irak y ahora presionan por un cambio de régimen en Irán.
Pese a la
espectacular operación de relaciones públicas de Trump, las imágenes
satelitales mostraron que Irán había trasladado previamente su uranio
enriquecido y centrifugadoras de las instalaciones bombardeadas. El ataque
fue, en gran medida, un bluff estratégico.
Y aunque la
intervención logró contener temporalmente a Netanyahu y a los halcones
estadounidenses, los neoconservadores ya han regresado al juego. Su
objetivo sigue siendo claro: el derrocamiento del régimen iraní.
Mientras tanto,
Netanyahu —acusado de corrupción, crímenes de guerra y lesa humanidad—
sigue aferrado al poder. Para él, el conflicto es una cuestión de
supervivencia: si la guerra termina, podría acabar en prisión.
La intervención
de Trump no fue más que un engaño calculado, una puesta en escena
para ganar tiempo. Y ahora, con las tensiones internas en la política exterior
estadounidense, el presidente está al borde del colapso político.
Fuente: https://eltabanoeconomista.wordpress.com/2025/06/26/la-teoria-del-engano/
No hay comentarios:
Publicar un comentario