miércoles, 24 de septiembre de 2025

No olvidaremos

 

Lo recordaremos. Debemos recordarlo. Nosotros y las generaciones futuras. Al igual que recordamos el Holocausto, recordaremos el Genocidio. Sabemos quién lo comete y porqué. Sabemos quién lo protagoniza y quién es su cómplice. No lo olvidaremos.

TOPOEXPRESS

No olvidaremos

 

Andrea Zhok

El Viejo Topo

24 septiembre, 2025 



LA RESISTENCIA REAL, PRINCIPAL, ESENCIAL, ES EL RECUERDO DE LO QUE ESTÁ SUCEDIENDO.

A estas alturas, Israel avanza a paso acelerado para arrasar completamente Gaza; la pantomima de «teníamos información de que había terroristas allí» ya ni siquiera se alude; el ministro Smotrich habla con calma de futuras y lucrativas inversiones inmobiliarias a lo largo del paseo marítimo; el colosal gasto israelí en reacondicionamiento y censura preventiva de periódicos y redes sociales occidentales ha logrado retrasar, pero en última instancia no impedir, que la ONU defina las acciones de Israel como genocidas.

Todavía hay muchos propagandistas europeos a sueldo y muchos remanentes con discapacidad mental que siguen repitiendo, como periquitos descerebrados, «¡La única democracia en Oriente Medio, el ejército más moral del mundo, y el 7 de octubre, antisemita!». Sin embargo, el peso de la opinión pública mundial, e incluso de la occidental, ha cambiado definitivamente.

Israel es la encarnación perfecta —creo que podría decirse la más completa de la historia— de la idea de que solo existe la moral de la fuerza, que solo la fuerza genera y justifica el derecho, que se puede decir y hacer cualquier cosa, siempre y cuando se sea más intimidante, más letal, más violento y más inescrupuloso que los demás.

El término «Estado canalla» o «Estado al margen de la ley» aparece por primera vez en documentos estadounidenses en 1994, cuando el asesor de seguridad nacional de Clinton, Anthony Lake, nombró a cinco naciones como «Estados canallas»: Corea del Norte, Cuba, Irán, Libia e Irak. La definición de «Estado canalla» es: un Estado que, debido a sus violaciones de las normas internacionales, representa una amenaza persistente para la paz mundial.

Ahora bien, es un hecho que de los cinco países originalmente designados como «Estados canallas», solo uno, el Irak de Saddam Hussein, ha librado una guerra contra un vecino violando el derecho internacional (Irán en 1980 y Kuwait en 1990). Ninguna de las otras cuatro supuestas «amenazas a la paz mundial» ha atacado a otros Estados.

Sin embargo, tanto Israel como Estados Unidos han librado una plétora de guerras fuera de sus fronteras, en total violación del derecho internacional, sin la aprobación de la ONU.

Solo en el caso de EE. UU., desde la Segunda Guerra Mundial, recordamos: la Guerra de Corea (1950-1953), la Guerra de Vietnam (1955-1975), la invasión de Granada (1983), la invasión de Panamá (1989-1990), la invasión de Afganistán (2001-2021), la segunda Guerra del Golfo con Irak (2003-2011), el bombardeo de Siria (2014) y la guerra en Libia (2011).
En cuanto a Israel, después de 1948-49, salvo la Guerra de Yom Kippur, en todos los demás casos siempre ha operado con agresión preventiva, desde la Guerra de los Seis Días hasta la Operación Paz para Galilea, pasando por la reciente agresión contra Irán, etc.

Por cierto, en los últimos días, el ejército estadounidense se ha jactado del tercer desmantelamiento de una «embarcación sospechosa» proveniente de Venezuela. En esencia, a pesar de que todos los informes internacionales afirman que Venezuela es un país completamente marginal en el narcotráfico internacional, Estados Unidos ha decidido desplegar su flota, infantería de marina y fuerza aérea frente a las costas venezolanas con el pretexto de reprimir el narcotráfico (como si alguna vez en la historia los portaaviones hubieran podido interrumpir un negocio, por definición, descentralizado y generalizado como el narcotráfico). Todo el mundo sabe que esta es una excusa cómica, y que el verdadero propósito es intentar avergonzar al actual gobierno venezolano provocando su derrocamiento. Así como todo el mundo sabe que ejecutar «embarcaciones sospechosas» en aguas internacionales —embarcaciones que bien podrían transportar civiles inocentes— es simplemente un crimen de guerra, una grave violación del derecho internacional.

Los ejemplos podrían multiplicarse sin cesar.

La idea básica es simple. Hoy en día existen dos Estados que, según la definición actual, son «Estados canallas», dos Estados que actúan en connivencia en el escenario internacional, dos Estados que representan una amenaza constante para la paz y la seguridad mundiales, dos Estados que mantienen a regiones enteras del mundo bajo cautiverio económico y militar, y que ya ni siquiera intentan mantener la apariencia de algo más que el ejercicio de una violencia y un chantaje sin escrúpulos y desenfrenados. Estos dos Estados —Estados Unidos e Israel— no pueden ser desafiados militarmente por nadie; poseen una potencia militar y financiera colosal, y solo unos pocos Estados en todo el mundo están en condiciones de escapar de su intimidación.

En este contexto, la Unión Europea aparece en escena como el proverbial sirviente viscoso del autócrata en las películas, esos sirvientes que, a pesar de sus modales zalameros y postraciones, acaban aburriendo incluso al autócrata y son arrojados a los cocodrilos.

Ahora, en tiempos como estos, solo hay una forma de resistencia posible, una forma de resistencia tan difícil como las heroicas de tiempos pasados, pero diferente. Aquellos que practican el mal, la violencia y el chantaje en las formas actuales, aquellos que diariamente destrozan a civiles, niños y ancianos, y luego se ríen disimuladamente, y luego mienten con cara de póquer, roban y gritan «¡Ladrón!», prenden fuego y gritan «¡Fuego!», exterminan y se proclaman víctimas, aquellos que hacen esto, realmente no creen que puedan cambiar el juicio del mundo.

Con lo que cuenta para escapar del juicio histórico —un cargo que, cuando llega, se paga con intereses— no se puede convencer realmente a los demás de que tiene razón. Porque con lo que cuenta es con la prescripción que trae consigo el olvido. Esta es su carta más fuerte, la carta a la que lo apuesta todo. En el mundo moderno, el olvido es el arma definitiva que el mal puede esgrimir. Cualquier obscenidad —así lo creen— se borrará de las mentes con unas cuantas operaciones psicológicas, unas cuantas operaciones de distracción masiva, algunos escándalos criminales menores, un par de series de Netflix, etc.

Y es por eso que hoy la verdadera, primaria y esencial resistencia es la memoria; una memoria que, para seguir siendo vital, debe ser reelaborada y debe permanecer estrechamente vinculada a la exigencia de una justicia inquebrantable.
Quienes no pueden derrotar al mal hoy, no deben olvidarlo mañana.

Fuente: Andrea Zhok

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La nueva realidad de Nepal

 

La nueva realidad de Nepal

 

Fryzi IsmailFraser Sugden

Rebelion

24/09/2025



Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo

El levantamiento liderado por jóvenes en Nepal ha derrocado a la vieja guardia, pero su permanencia depende de si la indignación por la corrupción y la desigualdad puede traducirse en un cambio político duradero.

Las protestas que tuvieron lugar en Nepal hace dos semanas carecen de precedente. En apenas 24 horas un movimiento dispar mayoritariamente de jóvenes en las grandes ciudades echó abajo todo el sistema político que había dominado la política nepalí desde la revolución de 2006. El movimiento de la Generación Z se enfrentó a una brutal represión policial y el número de muertos por las protestas asciende a más de 70 personas.

Tras la dimisión del primer ministro KP Oli el segundo día de las protestas se produjeron disturbios generalizados e incendios provocados por infiltrados. Algunos edificios gubernamentales fueron atacados en todo el país, en particular el Tribunal Supremo y el complejo Singha Durbar, que alberga el Parlamento y la mayoría de los principales ministerios. También fueron incendiadas viviendas de líderes políticos y algunos negocios.

Este tipo de inestabilidad política no es nueva en Nepal. El Partido Comunista de Nepal (maoísta) lideró una guerra civil que duró una década, que consiguió el apoyo popular de la clase trabajadora urbana y del campesinado, quienes emergían de dos siglos de feudalismo, regímenes comerciales desiguales y el consiguiente estancamiento económico. La guerra terminó en 2006 con el derrocamiento de la monarquía de 240 años de antigüedad. Los maoístas entraron entonces en la política tradicional con la promesa de una nueva constitución pero, debido a una serie de errores políticos y la desilusión popular por las promesas incumplidas, la vieja guardia de Nepal –los partidos políticos tradicionales que habían dominado la política antes de la guerra civil– recuperó rápidamente su base de apoyo, reforzada por las sólidas relaciones clientelares que habían desarrollado entre las bases a lo largo de décadas.

El centrista Congreso Nepalí y el partido Marxista-Leninista Unificado (UML), supuestamente «comunista», que ya había perdido gran parte de sus credenciales izquierdistas, triunfaron en las elecciones de 2013 y lideraron la redacción de la nueva constitución, que diluía muchos de los elementos más progresistas del documento provisional. Los maoístas quedaron reducidos a un tercer partido.

En 2015, durante las semanas previas a la promulgación de la nueva constitución, se desató una nueva ola de agitación popular. El descontento cundió entre los grupos indígenas de Nepal, que representan más de un tercio de la población y, sobre todo, entre la comunidad madhesi, el grupo dominante en las planicies del sur de Nepal. Buscaban mayor autonomía regional y representación en la constitución. Este movimiento también se vio contrarrestado por una brutal represión policial, cuya inquietante repercusión coincidió con los sucesos de la segunda semana de septiembre en Katmandú.

Quien llegó al poder durante este período de agitación fue nada menos que KP Oli, del UML. Aprovechó la inestabilidad en las planicies y la posterior intervención india presentándose como un hombre fuerte y nacionalista, decidido a impulsar la nueva constitución a cualquier precio, en gran medida a expensas de las minorías nepalesas. Mientras las tierras bajas ardían, algunos sectores de Katmandú celebraban la nueva constitución.

Los acontecimientos de 2015 no solo supusieron la disolución efectiva de los movimientos indígenas y madhesi en Nepal, sino también el fin de cualquier alternativa genuina de izquierda. Los remanentes del partido maoísta, tras sufrir varias escisiones, se unieron a una serie de gobiernos de coalición con el Congreso Nepalí o el UML, y se integraron plenamente en el establishment. Estos tres partidos dominaron la escena política durante el siguiente decenio.

Todo esto cambió a principios de septiembre. Aunque algunos medios de comunicación afirmaron que los jóvenes salieron a las calles para protestar contra la propuesta de prohibir redes sociales como X, Facebook y WhatsApp, este fue solo uno de los muchos detonantes. Lo que las protestas expresaron de forma más palpable fue la ira y el disgusto por la corrupción, la impunidad y la riqueza acumulada por la élite política.

Si bien Nepal posee muchas características únicas, particularmente su relativo aislamiento histórico de la economía mundial, la agitación política de esos días es parte de un fenómeno global mucho más amplio que se produce en las economías de renta baja y media de toda Asia, Latinoamérica, África y Europa Oriental. Nepal, como muchas partes de la región, ha experimentado rápidos cambios políticos y económicos. Tres décadas de neoliberalismo han perjudicado a las clases pobres y trabajadoras, y la creciente integración en los mercados internacionales ha traído consigo un aumento de las desigualdades, el incremento del coste de la vida, la monetización rural y, con ello, una creciente demanda de efectivo.

Esto ha afectado especialmente a los más pobres, como en la mayoría de los países que dependen de las importaciones. En algunas zonas del país este cambio ha sido rápido, comenzando cuando las carreteras se adentraron en las montañas tras el fin de la guerra en 2006. En las zonas rurales del sur y sudeste asiático, la agricultura se está volviendo cada vez más inviable para mantener a una familia, y las generaciones más jóvenes, integradas en los flujos culturales globalizados y conscientes de las dificultades de las generaciones mayores, muestran cada vez menos interés por la vida rural.

Cuando gran parte de Europa Occidental experimentó esta transición hacia el abandono de una agricultura de subsistencia, un proceso marcado por la violencia estatal y terrateniente y el despojo acontecido a finales de los siglos XVIII y XIX, el campesinado se integró rápidamente en una clase obrera urbana en expansión y, con el tiempo, un segmento más pequeño se incorporó a oficios cualificados o profesionales. Esta misma transición se está produciendo en cierta medida en China, aunque de forma más prolongada. Sin embargo, en las economías de renta baja y media de Asia, como Nepal, Bangladesh, Sri Lanka, Filipinas e Indonesia, el contexto macroeconómico es significativamente diferente.

Muchas de estas economías se han visto distorsionadas por el imperialismo y los regímenes comerciales desiguales. No existe un sector industrial con capacidad para absorber la inmensa mano de obra que ve limitadas perspectivas en el campo, y la escasa industria existente ha sido vendida y privatizada. Sin embargo, con una economía global cada vez más multipolar, existen crecientes oportunidades laborales no en el país, sino en el extranjero.

Dentro de este contexto se ha alcanzado un equilibrio político-económico singular, en particular durante las dos últimas décadas. A diferencia de Europa, la agricultura capitalista no ha despegado y el campesinado se mantiene prácticamente intacto, a pesar de las limitadas perspectivas. Muchas de las familias que se dedican a la agricultura compaginan esta con la emigración al exterior, siendo por lo general los hombres jóvenes (y algunas mujeres) quienes salen a trabajar en economías de renta más elevada. Ya sea que el circuito migratorio se dirija de Nepal, Bangladesh o Filipinas hacia los países del Golfo, de Camboya a Tailandia o de Kirguistán a Rusia, los procesos económicos subyacentes son similares. Representan una doble estrategia de subsistencia: las remesas proporcionan el dinero que necesitan los hogares, mientras que la agricultura proporciona alimentos a quienes se quedan y ofrece cierta seguridad si la situación se complica.

En toda la región el abandono parcial de la agricultura ha venido acompañado de una drástica expansión de la educación superior y una juventud cada vez más cualificada. En las zonas rurales, las generaciones mayores, desesperadas por que sus hijos escapen del ciclo interminable de la agricultura de subsistencia y el duro trabajo en el extranjero, han invertido considerablemente en la educación de los jóvenes. En Nepal las familias invierten las remesas procedentes del exterior en educación, no solo en escuelas privadas con tarifas más altas, especialmente extendidas en el sur de Asia, sino, sobre todo, en educación superior. Con la educación surge la perspectiva de trabajar en el floreciente sector servicios –el único que experimentó gran crecimiento en el Nepal posterior a la década de 1990– o la posibilidad de emigrar a destinos más lucrativos como Europa, Australia, Corea del Sur o Japón.

Dado que las instalaciones educativas de calidad son limitadas en las zonas rurales, en las últimas dos décadas ha tenido lugar una nueva ola migratoria del campo a la ciudad, impulsada en gran medida por la economía educativa. Se ha producido una enorme migración a los centros urbanos de Nepal, no solo a Katmandú, sino también a ciudades de segundo nivel como Pokhara, Biratnagar, Itahari e incluso a sedes de distrito más pequeñas pero en rápido crecimiento.

Gran parte de esta migración proviene del campesinado medio y medio-alto: aquellos que poseen tierras y bienes y la posibilidad de obtener préstamos con garantía o de comprar una pequeña parcela para construir una casa en el pueblo. En muchos casos estos migrantes conservan algunos vínculos con su hogar de origen (por ejemplo, sus abuelos administran los campos) y a menudo tienen familiares en el extranjero, cuyas remesas financian las matrículas universitarias o escolares. Se unen a jóvenes urbanos más establecidos, cuyos padres abandonaron la agricultura hace una o dos generaciones, y juntos comparten aspiraciones de clase media.

Sin embargo, el crecimiento del sector de la educación superior y el aumento de los niveles educativos han superado con creces la expansión de empleos profesionales bien remunerados. La capacidad de una economía neoliberal, orientada a los servicios y basada en la importación como la de Nepal, para absorber a su creciente juventud educada es muy limitada. Mientras tanto, el acceso a los empleos más codiciados en el sector servicios suele estar fuera del alcance de quienes carecen de conexiones políticas, redes de casta o la capacidad de costear una educación privada más exclusiva.

Mucha de la nueva juventud urbana está entrando a formar parte de un vasto ejército de «desempleados con estudios», cuya presencia constituye uno de los mayores problemas políticos del siglo XXI, no solo en Nepal, sino en todo el mundo. Este creciente grupo demográfico constituye una poderosa fuerza política. El acceso instantáneo a internet y a las redes sociales no solo ha creado una comunidad digital para los jóvenes, tanto ricos como pobres, sino que también ha incrementado su conciencia política.

La cultura de los influencers, un fenómeno de la era de los smartphones posterior a la década de 2010, ha puesto de manifiesto las graves desigualdades existentes, sobre todo en la élite capitalista emergente de muchos países de renta baja. Esta élite ha acumulado riqueza mediante la inversión capitalista, la búsqueda de rentas y la corrupción. Por esta razón cada vez es mayor el rechazo y resentimiento hacia los “hijos de papá” (nepo babies). En Asia, especialmente en Filipinas, este término también se ha aplicado para referirse a los hijos de familias políticas o empresariales con buenos contactos, que exhiben su fortuna ilícita en redes sociales.

La crítica a los propios “hijos de papá” de Nepal ha sido un elemento crucial del movimiento de la Generación Z, ya que los jóvenes urbanos se han encontrado en los mismos espacios digitales que los influencers con conexiones políticas, que hacen alarde de estilos de vida que contrastan marcadamente con las experiencias cotidianas de la mayoría de los jóvenes. Este contexto ha facilitado que la ira latente fuera creciendo entre amplios sectores de la juventud urbana a nivel mundial. La ira contra la corrupción, la falta de oportunidades y la inutilidad de de las inversiones en educación fueron factores clave que dieron impulso a levantamientos juveniles en toda la región, incluyendo Sri Lanka, Bangladesh y, más recientemente, Nepal. En este país, uno de los más periféricos de la región en términos económicos, existe una indignación particular contra la magnitud de la corrupción y las promesas incumplidas del acuerdo político de posguerra.

Nepal se enfrenta a importantes cuestiones políticas. El ejemplo de otras regiones que experimentaron movimientos juveniles de masas muestra que las clases dominantes suelen restablecer la autoridad con rapidez. Nepal ya ha vivido esta situación en 2006 y 2015. Existe asimismo una cuestión más general: quién decide el futuro político del país. Muchos de los movimientos juveniles han sido urbanos, en lugar de rurales, lo que plantea problemas políticos si tomamos en cuenta la demografía de muchos países de renta baja y media. Si bien Nepal se está urbanizando rápidamente, aproximadamente tres cuartas partes de su población aún vive en zonas rurales, dos tercios de las cuales están integradas en el ciclo vital agricultura-remesas.

La guerra civil se desencadenó en una economía rural configurada por una realidad política distinta a la actual. Las remesas liberaron la presión que impulsó a muchos jóvenes a unirse al movimiento maoísta. Sin embargo, dos décadas después del fin de la guerra, las causas estructurales más profundas que provocan inseguridad alimentaria y vital, tanto en zonas rurales como urbanas, siguen sin abordarse. Estas incluyen las desigualdades extremas en la distribución de tierras y bienes, a menudo estructuradas por castas y etnias, la destrucción de industrias artesanales que antaño eran pujantes, una espiral de endeudamiento y la escasez de oportunidades de empleo. La migración también ha fragmentado la organización social rural, socavando la potencial movilización campesina.

Mientras tanto los partidos políticos tradicionales han reafirmado su autoridad en las zonas rurales, mediando en la distribución de los limitados recursos estatales e infiltrándose en instituciones estatales y no estatales. Ahora es muy posible que las elecciones den como resultado la reelección de líderes o partidos del pasado desacreditados. En Nepal y en toda la región es imperativo que las nuevas fuerzas políticas progresistas no rehuyan la lucha por el poder, sino que, sobre todo, se mantengan conectadas con los movimientos que expresan las preocupaciones de las clases pobres y trabajadoras.

Feyzi Ismail imparte clases en Goldsmiths, Universidad de Londres. Sus temas de investigación incluyen las políticas de protesta, el trabajo, la crisis climática y el antiimperialismo. Participa activamente en movimientos británicos sindicales y contra la guerra.

Fraser Sugden es profesor asociado de Geografía en la Universidad de Birmingham. Enseña economía política agraria y trabaja en el campo de la migración, la reforma agraria, la investigación-acción y las teorías marxistas del campesinado global y el imperialismo.

Fuente: https://africasacountry.com/2025/09/nepals-new-reality

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Netanyahu y el nazismo

 

Netanyahu y el nazismo

 

Diario octubre / septiembre 24, 2025

 

Plantear que un judío pueda ser nazi puede parecer chocante. Pero los hubo y Adolf Hitler les concedió el título de “arios honorarios”. El jefe de los sionistas revisionistas, Zeev Jabotinsky, no llegó a recibir ese “honor” pero compartió con los nazis su concepción racial del nacionalismo. Jabotinsky propuso fundar junto al III Reich un “imperio judío” y recibió ayuda del partido nazi para concretar esa idea. Uno de los discípulos de Jabotinsky incluso negoció con el tristemente célebre Adolf Eichmann el exterminio de 450 000 judíos húngaros a cambio de la emigración de un millar de sionistas revisionistas.

El mes pasado, poco antes de que la ONU lo acusara de genocidio, Benyamin Netanyahu declaró públicamente que no se considera un “sionista” a secas sino un sionista revisionista.

Benyamin Netanyahu siempre ha presentado a Zeev Jabotinsky como un héroe judío, pero durante mucho tiempo se abstuvo de proclamarse seguidor de sus ideas.

Thierry Meyssan (Red Voltaire).— El “Comité Especial encargado de Investigar las Prácticas Israelíes que Afectan los Derechos Humanos del Pueblo Palestino y Otros Habitantes Árabes de los Territorios Ocupados” entregó a la Asamblea General de la ONU su informe (A/79/363), el 20 de septiembre [1].

Haciendo gala de la mayor prudencia, ese Comité nombra lo que pudo comprobar. En las Conclusiones puede leerse:
«Los acontecimientos expuestos en el presente informe llevan el Comité Especial a concluir que las políticas y prácticas de Israel aplicadas durante el periodo sobre el que se informa se ajustan a las características del genocidio.»

Ahora es evidente para todos: el Estado de Israel, bajo el gobierno de Benyamin Netanyahu, está cometiendo un genocidio. Una tercera parte de la población israelí participa en las manifestaciones contra el gobierno de Netanyahu y 2 terceras partes de los israelíes se oponen a sus actuales acciones militares. ¿Cómo ha llegado a esta situación el Estado que se autoproclama «única democracia del Medio Oriente»?

Para entender esa situación debemos, primero que todo, establecer la diferencia entre las diferentes comunidades judías de la diáspora y la población judía de Israel. Las reacciones de esos dos sectores son muy diferentes, a pesar de que el conjunto de las comunidades judías sigue viendo en Israel su posible «refugio» en caso de amenaza antisemita.

Habiendo precisado lo anterior, es fundamental reconocer también que el gobierno de coalición de Benyamin Netanyahu, en el poder desde diciembre de 2022, no tiene absolutamente nada que ver con los gobiernos israelíes anteriores. Los únicos que siguen sin entender esto son los judíos de la diáspora que viven en Europa. Los de la diáspora residente en Estados Unidos, por ejemplo, ya se han separado masivamente de los crímenes de Benyamin Netanyahu.

Tres meses después de su llegada al poder, a principios de marzo de 2023, yo explicaba en este mismo sitio web que la coalición gubernamental de Netanyahu se había fijado como hoja de ruta la realización de un golpe de Estado paulatino, cuyas principales etapas futuras yo mismo describía. También señalaba yo al grupo que se movía detrás de ese proyecto: los sionistas revisionistas –seguidores de las doctrinas de Vladimir “Zeev” Jabotinsky (1890-1940) y sus aliados, los straussianos estadounidenses. También explicaba que aunque los supremacistas judíos Itamar Ben-Gvir, ministro de Seguridad Nacional, y Bezalel Smotrich, se presentan más bien como seguidores del rabino Meir Kahane, en realidad son también sionistas revisionistas ya que el mismo Kahane era un agente de los sionistas revisionistas en Estados Unidos.

Ahora bien, a pesar de sus intensas querellas internas, todas las comunidades judías viven convencidas de que nunca hubo judíos aliados del nazismo. La realidad es diferente, los judíos son como los demás humanos y entre ellos hubo algunos que se aliaron a los nazis. El ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, abordó ese tema en una entrevista concedida a la televisión italiana, en mayo de 2022. Pero cometió la imprudencia de referirse al ucraniano Volodimir Zelenski y no al israelí Benyamin Netanyahu. El hecho es que tanto Zelenski como Netanyahu representan hoy la misma ideología y lo que se señalaba al primero también podría señalársele a Netanyahu.

En todo caso, las relaciones entre los sionistas revisionistas y los fascistas nunca se han estudiado como tales. Pero sí se sabe que David Ben Gurion calificó en su momento a Jabotinsky como «seguramente fascista y quizás nazi».

El fascismo es un culto a la violencia. El nazismo, por su parte, es una ideología según la cual existe una jerarquía racial. El fascismo comete masacres, el nazismo impone el genocidio.

·         Sigue siendo muy difícil abordar las relaciones de Jabotinsky con el Duce Benito Mussolini, aunque fue con el apoyo de Mussolini que Jabotinsky fundó el Betar en un suburbio de Roma.

·         Las relaciones de los nazis con los judíos no fueron de total hostilidad. El propio Reinhard Heydrich se expresó en ese sentido en Das Schwarze Korps, en mayo de 1935, diferenciando a los enemigos –los judíos “asimilacionistas”– de los amigos –los judíos favorables a la emigración hacia Palestina. Heydrich reiteró esa diferencia en varias ocasiones, incluso cuando ya organizaba la “Solución Final”. Para Reinhard Heydrich no se trataba de exterminar a todos los judíos sino sólo a los que no aceptaban las tesis raciales de los nazis y no soñaban con instaurar un “imperio judío”.

·         De 1933 a 1939, los nazis autorizaron los judíos alemanes a emigrar a Palestina –entonces bajo el mandato británico– a condición de que vendieran los bienes que poseían en Alemania, recuperando su valor en forma de exportaciones alemanas en Palestina. Los sionistas revisionistas fueron los principales promotores de aquel acuerdo, denominado “Acuerdo de Haavara” o “acuerdo de transferencia” y criticado por la mayoría de la diáspora [2].

En 1934, Leopold von Mildenstein, oficial de las SS, viajó a Palestina, donde fue recibido por Ben Gurion, quien le entregó una medalla. En esa medalla puede leerse, en alemán: “Un nazi viaja a Palestina y no aparece en Der Angriff”. Posteriormente, Von Mildenstein reclutó a Eichmann para garantizar la organización de los convoyes de la muerte de la “Solución Final”.

·         En abril de 1935, las autoridades nazis autorizaron los judíos miembros del Betar a portar uniformes negros, considerando que el Betar era el mejor apoyo de los acuerdos antes mencionados [3].

·         En una entrevista publicada en Der Angriff (“El Ataque”), el diario de Joseph Goebbels, en septiembre de 1935, el banquero sionista revisionista Georg Kareski defendía las leyes raciales de Nuremberg. Kareski explicaba que aquellas leyes racistas de los nazis iban en el mismo sentido que las leyes que proponían los sionistas revisionistas: «Las leyes de Nuremberg del 15 de septiembre de 1935, además de sus disposiciones constitucionales, me parecen orientadas enteramente en el sentido del respeto mutuo de la especificidad de cada pueblo. La interrupción del proceso de disolución de numerosas comunidades judías, favorecido por los matrimonios mixtos, es, desde un punto de vista judío, totalmente bienvenida. Para el establecimiento de una existencia nacional judía en Palestina, esos factores, religión y familia, revisten una importancia decisiva.»

·         En 1936, en una entrevista concedida al diario comunista New Masses, Jabotinsky declara: «El revisionismo es ingenuo, brutal y primitivo. Es salvaje. Usted sale a la calle y le pregunta a cualquiera –a un chino– lo que responderá, en un 100%. Nosotros. Queremos un imperio judío. Igual que hay imperios, italiano y francés en el Mediterráneo, nosotros queremos un imperio judío. (…) Palestina debe ser la patria de 10 o 12 millones de judíos.» [4]

Los sionistas soñaban con un «hogar judío», los sionistas revisionistas quieren un «imperio judío».

En 1937, los sionistas revisionistas apoyaron también el proyecto franco-polaco denominado “Plan de Madagascar”. También en ese caso se trataba de oponerse al asimilacionismo y de estimular el traslado de judíos a Madagascar para instaurar allí un imperio judío.

·         No fue sino en 1938 que se disolvió el partido sionista revisionista alemán Staatszionisten.

·         Jabotinsky murió en el exilio, en Nueva York, al principio de la Segunda Guerra Mundial –por cierto, Ben Gurion impidió que se le diese sepultura en Israel. Pero los sionistas revisionistas siguieron trabajando con los nazis.

·         Durante toda la Segunda Guerra Mundial, el sionista revisionista húngaro Rezso Kasztner negoció en secreto con los nazis. Hasta llegó a reunirse con Adolf Eichmann, probablemente en 1944, e informó de esa reunión a personalidades como David Ben Gurion. Kasztner afirmó haber obtenido autorizaciones para que pudieran huir los judíos que fuesen capaces de comprar su salvación. Y, en efecto, recolectó 8,6 millones de francos suizos, pero de todas maneras envió a la muerte los judíos que habían pagado. Al final de la guerra, Kasztner se convirtió en portavoz del ministro de Comercio e Industria de Israel. Pero en 1953 fue acusado de haber engañado a los judíos húngaros y de haberles robado. Se convirtió así en un personaje odiado en Israel y fue asesinado durante su juicio. El historiador Nadav Kaplan escribió en su libro, de reciente publicación [5], que la eliminación física de Kasztner fue una operación de los servicios secretos israelíes, ordenada por David Ben Gourion. Ahora se plantea la interrogante de saber quién se beneficiaba con los manejos de Rezso Kasztner. ¿Sólo los nazis? ¿O también benefició a los sionistas revisionistas?
En otras palabras: ¿será que los nazis y los sionistas revisionistas trabajaron juntos en contra de los judíos húngaros?
En 1960, al ser entrevistado por la revista estadounidense Life, Eichmann afirmó que Kasztner «había aceptado hacer todo lo posible para que los judíos no opusieran resistencia a su deportación e incluso para que se portaran bien en los campos de concentración, si yo miraba para otro lado y permitía que algunos cientos o algunos miles de judíos emigraran a Palestina. Era un buen negocio.» Dicho claramente, parece que Kasztner sacrificó 450 000 judíos húngaros para salvar 1 684 judíos revisionistas.

·         Todo eso salió nuevamente a la luz cuando el juez israelí Benjamin Halevy, el mismo juez que se había ocupado del juicio de Rezso Kasztner, presidió el juicio del SS Adolf Eichmann [secuestrado en Argentina por el Mosad en 1960 y juzgado en Jerusalén en 1961. Nota de la Redacción.]. Y el SS Eichmann confirmó ser miembro de una asociación sionista revisionista, algo que era imposible de verificar, pero que Anna Arendt, presente en el juicio, estimó perfectamente posible.
A partir de aquel momento [en 1960], los soviéticos denunciaron la complicidad entre los sionistas revisionistas y los nazis. Pero las potencias occidentales prefirieron calificar a los dirigentes soviéticos de “antisemitas”.

Hasta ahora, Benyamin Netanyahu no había reconocido ser un seguidor de las ideas de Zeev Jabotinsky, pero siempre presentó como su mentor a Yitzhak Shamir… el sucesor de Jabotinsky.

Después de la Segunda Guerra Mundial, los sionistas revisionistas se refugiaron en el Mosad, que entonces estaba bajo la dirección de Yitzhak Shamir. Durante la guerra fría y, bajo la protección de la CIA estadounidense, perpetraron crímenes en Latinoamérica, en África y en Asia. Fue entonces cuando reclutaron al ex jefe de las fuerzas especiales de las SS, Otto Skorzeny.

Ahora, mientras somos testigos de las matanzas de civiles palestinos, masacres que el gobierno de Israel justifica alegando que tiene que acabar con el Hamas, es natural preguntarse: ¿está Netanyahu comportándose como un nazi?

Benyamin Netanyahou es hijo de Benzion Netanyahu, el secretario particular del fascista y “quizás nazi”, según palabras de David Ben Gurion, Vladimir “Zeev” Jabotinsky. Foto: Gobierno de Israel.

·         Para más claridad, el propio Benyamin Netanyahu, quien siempre había evitado hablar del “Gran Israel”, mencionó ese concepto hace un mes, el 23 de agosto de 2025, en una entrevista en hebreo concedida al canal de televisión israelí i24News. Cuando el entrevistador, Sharon Gal, ex diputado de Israel Beytenou, le entregó un amuleto, que no se vio en pantalla y que representaba «un mapa de la Tierra Prometida», el “Gran Israel”, preguntándole si se sentía cercano a esa idea, Netanyahu respondió que se sentía investido de una «misión histórica y espiritual» y «muy» apegado a la visión del «Gran Israel» [6].

El 23 de agosto de 2025, Benyamin Netanyahu declara en i24News que su “misión histórica y espiritual” es hacer realidad el “Gran Israel, del Nilo al Éufrates. Netanyahu se convirtió así en el único jefe de gobierno del mundo que anuncia su intención de anexar los territorios de sus vecinos.

El informe del Comité Especial de la ONU no es una simple opinión de experto en la que pueden apoyarse los jueces de la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Más bien nos plantea una pregunta: ¿Hemos sacado las conclusiones que se imponen sobre el paulatino cambio de régimen en Israel?

Las próximas víctimas de Netanyahu serán los israelíes que se nieguen a enfrentar la verdad. Como cuando los nazis mataron a los demócratas alemanes, los sionistas revisionistas también serán implacables con los verdaderos demócratas.

Fuente: voltairenet.org

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Abatido en Ucrania un mercenario de Albacete [España]

 

Abatido en Ucrania un mercenario de Albacete

 

Diario octubre/ septiembre 24, 2025

 

Juan Luis Amador Matías formaba parte de la división mercenaria conocida como «Batallón de Drones» era de Villapalacios (Albacete), y desde el mismo pueblo, a través del propio alcalde. confirman que se encontraba en Ucrania por dinero, y que hace unos días había estado de vacaciones en el pueblo antes de volver al «trabajo».

Fuente: insurgente.org

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