domingo, 7 de septiembre de 2025
Los mayores expertos en incendios exigen a los políticos que escuchen sus propuestas: «Lo que viene es mucho peor»
Los mayores expertos en incendios
exigen a los políticos que escuchen sus
propuestas: «Lo que viene es mucho
peor»
Rebelión.org.
06/09/2025
Fuentes: El Diario
Un grupo de más de más de 50
especialistas pide públicamente a todos los partidos que se pongan de acuerdo y
apliquen una serie de medidas básicas que nos preparen para un nuevo escenario.
España afronta la peor crisis
de su historia en materia de incendios forestales y los políticos no están
escuchando a los expertos. Es la denuncia de un grupo de más de 50
especialistas en la lucha contra el fuego de nuestro país, que se han reunido
en Madrid para recordar sus propuestas y denunciar la falta de compromiso de
los políticos.
“Apelamos a todos los partidos
representados en el Congreso de los Diputados a que asuman la gestión integral
de los incendios forestales como una cuestión de Estado”, demandan. Este grupo,
compuesto por investigadores, técnicos e ingenieros de las más diversas áreas,
ya se reunió en 2023 bajo el auspicio de la Fundación Pau Costa y elaboraron
un documento de recomendaciones —con
más de 1.000 firmantes individuales— que ha sido ampliamente ignorado por las
administraciones.
Ahora, tras la quema de más de 400.000 hectáreas este
verano, piden que haya un punto de inflexión y se tomen las medidas
estructurales necesarias. “Tenemos que hacer cambios, porque lo que viene va a
ser mucho peor”, ha asegurado Joaquín Ramírez,
experto en fuegos y responsable de Technosylva, empresa tecnológica que
colabora en la extinción de los megaincendios en California o Canadá. “Lo que
queremos evitar es que lleguemos a un año de 800.000 hectáreas quemadas: el
siguiente episodio está detrás de la puerta”, ha añadido Virginia Carracedo,
investigadora de la Universidad de Cantabria.
Proteger vidas, cambiar el chip
¿Qué propuestas hacen a los
políticos para evitar que se repita la situación dramática el año que viene? La
base de sus peticiones es la necesidad de admitir que estamos ante un nuevo
escenario climático y desarrollar estrategias transversales, porque las que
tenemos han sido desbordadas y los escenarios de crisis se suceden y se
solapan.
Gráfico:
El mapa de los grandes incendios en España este año.
El documento se centra en
varios ejes de actuación, desde promover bosques más resilientes, que limiten
la intensidad del fuego, a fortalecer el sector primario como garante de
paisajes menos vulnerables. Una propuesta concreta era destinar 1.000 millones
de euros al año para la gestión del 1% de paisaje forestal a nivel nacional, es
decir, 260.000 de hectáreas anualmente (menos de lo que el fuego ha gestionado este
año por su cuenta). Pero sus autores quieren priorizar sobre todo dos
acciones: ofrecer seguridad a la gente que vive en los pueblos y trabajar en
puntos estratégicos que les den oportunidades de extinción.
“Sabemos que si tenemos menos
de diez toneladas de materia seca por hectárea, tendremos incendios que
podremos apagar”, asegura el especialista en incendios Juan
Caamaño. “Para eso hace falta gestionar parte del territorio para
dejarlo por debajo de esos volúmenes de combustible”. “No puede haber un solo
núcleo rural en España que no esté predefendido”, añade Luis Berbiela, vocal del Patronato de la
Fundación Pau Costa. “No puede ser que la gente del pueblo se tenga que poner a
desbrozar el entorno de sus casas porque llega el fuego”.
De la misma forma, defiende
Berbiela, cada persona que compra un chalé en el campo tiene que pagar su
autoprotección, porque cuando los bomberos tienen que defender esas casas, esos
recursos se detraen del motor de incendio. “No hay un solo hotel que no tenga
una escalera de incendios, ¿cómo es posible que no tengamos defendida cada
vivienda en el interfaz urbano-forestal?”, plantea.
Falta de coordinación
Otra de las quejas de los
expertos es la falta de coordinación y centralización de la lucha contra los
incendios. A pesar de que España es uno de los países que más recursos de
extinción tiene por superficie, no se trata de un problema de apagar fuegos,
sino de evitar que se produzcan los que se convierten en incontrolables.
“Hasta ahora se ha abordado
desde las comunidades autónomas, pero necesitamos una perspectiva nacional,
incluso europea”, ha recalcado Caamaño, que defiende la creación de una entidad
como las “inter-agencias” que existen en Canadá y EEUU, que genere marcos
de trabajo comunes y estandarizados, para mejorar la coordinación de las
comunidades.
Para el especialista, también
haría falta invertir para conocer mejor estos nuevos fuegos de intensidad nunca
vista. “Nos ha faltado la capacidad de entender cómo se han propagado estos
fuegos”, admite Caamaño. “Debemos avanzar en el conocimiento de estos incendios
y de los combustibles vivos, porque este año pensábamos que con el agua que
había caído serían capaces de soportar las temperaturas y no ha sido así, lo
que implica que necesitamos más conocimiento”.
Por otro lado, señalan los
expertos, también falta una centralización de los datos. No conocemos bien la
cantidad de territorio que ocupa la interfaz urbano-forestal, por ejemplo, ni
hay un documento unificado de riesgo. “En España no existe un análisis nacional
de riesgo de incendio forestal”, informa Ramírez. “Hay trabajos parciales por
las distintas comunidades autónomas, pero nada a escala nacional que permita
planificar y coordinar esfuerzos, a pesar de estar contemplado en la revisión
de la Ley de Montes de 2023”.
“Quien toma las decisiones debe
entender que no es un problema de bomberos, sino de medidas que hay que tomar a
escalas muy grandes y transversales”, ha señalado Juan Picos, experto
en fuegos de la Universidad de Vigo. “En términos sanitarios, no necesitamos
tener más cirujanos, porque esta crisis no se arregla en la mesa de
operaciones: necesitamos que la gente no entre muriéndose al quirófano. Una vez
que se desatan estos incendios, los que están ahí no pueden hacer
milagros”.
Nos quedamos sin tiempo
La reunión de estos
especialistas se produce una semana después de que se hayan declarado
extinguidos la mayoría de los incendios y cuando las desgracias personales y
materiales empiezan a estar fuera del foco de atención colectivo. Ahora es
cuando corremos el riesgo, advierten, de bajar la guardia hasta que el problema
vuelva a resurgir con más virulencia.
De continuar por la senda
actual, España se enfrentará a emergencias de mayor magnitud y a un coste
económico y social inasumible, advierten los especialistas. Las soluciones
técnicas están desde hace años encima de la mesa, pero falta lo más importante:
la voluntad política de actuar.
“La comunidad de incendios
forestales ha cumplido con su parte, hemos puesto nuestro conocimiento y
experiencia al servicio de las administraciones”, resume Berbiela.
“Queremos enviar un mensaje claro a los representantes públicos y la
sociedad: no podemos permitirnos más tiempo perdido, necesitamos que estos
conocimientos se conviertan ya en leyes, presupuestos y programas de acción”.
A pesar del clima de
polarización política, los especialistas insisten en que este no es un reto
ideológico, sino de país. Porque “al fuego le da igual a quien votes”,
recalcan. Al mismo tiempo, consideran que esta materia es propicia para un
consenso generalizado, porque a todo el mundo le gusta conservar los bosques y
que no se queme su pueblo. “Por lo tanto, observen lo que estamos haciendo, y
aprendan de nuestros fallos y nuestros aciertos”, apela Juan Picos a los
políticos. “Y cuídense, porque vienen tiempos para hacer las cosas bien”.
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Fidel y la economía
Según
el informe de Oxfam Takers not Makers, el número de personas que viven en la
pobreza apenas ha cambiado desde 1990. La economía que Castro propugnaba era
una economía de liberación nacional. Valoraba la soberanía de las naciones y la
dignidad de sus pueblos.
Fidel y la economía
El Viejo Topo
7 septiembre, 2025
LA ECONOMÍA DE
LIBERACIÓN NACIONAL DE FIDEL
El 13 de agosto
de 2025 se cumplió el 99 aniversario del nacimiento del revolucionario cubano
Fidel Castro. También marca el inicio de un año de celebraciones por su
centenario. Castro es conocido por muchas cosas: revolucionario empedernido,
orador carismático, diplomático hábil y brújula moral del proyecto del Tercer
Mundo.
Pero Castro
también fue un teórico marxista inmerso en la lucha práctica de la revolución y
la construcción socialista. Asumió el liderazgo de una economía agrícola que
era el producto de 400 años de colonización, al tiempo que se enfrentaba a
restricciones externas sin precedentes en forma de un embargo económico de más
de seis décadas por parte de los Estados Unidos. Esto significaba que Castro
probablemente tenía que pensar en la economía y en el desarrollo más que la
mayoría de los líderes. Era una cuestión fundamental para la supervivencia de
Cuba.
En la coyuntura
actual, en la que el aumento del proteccionismo, el militarismo y el
unilateralismo del Norte Global amenazan las perspectivas de paz y desarrollo
de la mayoría mundial, vale la pena revisar algunos elementos del pensamiento
económico de Castro.
LA
INDUSTRIALIZACIÓN NO PUEDE ESPERAR ETERNAMENTE
En octubre de
1953, tras el heroico asalto al cuartel Moncada, Castro fue detenido y juzgado,
donde pronunció su emblemático discurso La historia me absolverá.
Este discurso
ofrece algunas de las primeras ideas sobre la frustración de Castro por el
subdesarrollo de Cuba, su análisis de las causas fundamentales y su deseo de
desencadenar una transformación social:
Salvo algunas
industrias alimenticias, madereras y textiles, Cuba sigue siendo principalmente
un productor de materias primas. Exportamos azúcar para importar dulces,
exportamos pieles para importar zapatos, exportamos hierro para importar
arados…
Todos están de
acuerdo en la urgente necesidad de industrializar la nación, en que necesitamos
industrias siderúrgicas, papeleras y químicas, en que debemos mejorar nuestra
producción ganadera y cerealista, la tecnología y la transformación de nuestra
industria alimentaria para defendernos de la ruinosa competencia de Europa en
productos lácteos, leche condensada, licores y aceites comestibles, y de los
Estados Unidos en conservas; en que necesitamos buques de carga; en que el
turismo debe ser una enorme fuente de ingresos. Pero los capitalistas insisten
en que los trabajadores permanezcan bajo el yugo. El Estado se queda de brazos
cruzados y la industrialización puede esperar eternamente.
De este pasaje
se pueden extraer algunos puntos clave. En primer lugar, la conciencia de
Castro sobre la división internacional del trabajo que había relegado a Cuba a
ser un productor de materias primas. En segundo lugar, su comprensión de la
necesidad tanto de una industrialización pesada como de una modernización
agrícola para desarrollar el país. En tercer lugar, que la clase capitalista
local, contrariamente al análisis clásico, prefería frenar el desarrollo de las
fuerzas productivas para impedir un mayor desarrollo de la clase obrera. En
cuarto lugar, que las estructuras estatales existentes y los intereses de clase
nacionales que las gobernaban eran un obstáculo para el desarrollo del país.
Este breve
pasaje demuestra que Castro, entonces de veintisiete años, ya tenía una
comprensión muy aguda de los problemas del subdesarrollo. Quizás había leído el
texto clásico de Raúl Prebisch sobre el subdesarrollo, El desarrollo económico
de la América Latina y algunos de sus principales problemas, publicado tres
años antes, en 1950. O quizás llegó a este análisis a través de sus propias
experiencias en la revolución y en las discusiones con sus compañeros.
DE LA
LIBERACIÓN DE CUBA A LA EMANCIPACIÓN DEL SUR GLOBAL
Puede que
Castro comenzara su carrera revolucionaria como portavoz de la liberación de
Cuba, pero a medida que crecía su prestigio internacional, pronto se convirtió
en un icono de la emancipación de todo el Sur Global. En 1983, en la VII Cumbre
de la Conferencia de Países No Alineados en Nueva Delhi, Castro presentó el
informe titulado La crisis económica y social mundial: su impacto
en los países subdesarrollados, sus sombrías perspectivas y la necesidad de
luchar si queremos sobrevivir. Aunque impreso bajo el nombre de Castro, la
introducción del informe reconoce que se trataba de un esfuerzo colectivo: un
producto de la cooperación entre economistas del Centro de Investigaciones
Económicas Mundiales de Cuba y el Centro de Investigaciones Económicas
Internacionales de la Facultad de Economía de la Universidad de La Habana.
El informe
argumentaba que las crisis de 1979-1982 se originaron en una crisis de
sobreproducción en los países industrializados. La respuesta monetarista a esta
crisis (es decir, el aumento de las tasas de interés) contribuyó a
externalizarla y transmitirla a los países no industrializados, provocando la
depreciación de las monedas, el aumento de los déficits comerciales, una
elevada inflación, pobreza y un aumento general de la brecha entre los países
industrializados y los no industrializados. El análisis de Castro no era una explicación
lineal de la crisis, sino un análisis coyuntural que tenía en cuenta una serie
de factores, entre ellos la carrera armamentística y las crisis alimentaria y
energética.
El informe
termina con una agenda de acción exhaustiva, en la que se destaca la necesidad
de unidad dentro del Sur Global, al tiempo que se defiende que la solución a
las propias crisis del Norte Global sería poner fin a la explotación del Sur:
El atraso
económico, la falta de medios financieros, la grave contracción del comercio exterior,
el hambre, el desempleo y la ausencia de las condiciones de vida más básicas en
el Tercer Mundo no pueden, a largo plazo, ser beneficiosos para ninguno de los
países capitalistas desarrollados. Por el contrario, el resultado positivo de
nuestra situación tendría una influencia favorable en el auge del comercio
mundial y aliviaría el desempleo, la infrautilización de las capacidades
instaladas y el estancamiento de sus economías. Es una verdad obvia que, si
nuestras economías se expandieran, esto ayudaría a reducir la tensa situación
de crisis que se ha generado en esos países. La continuación de la explotación
que está arruinando al Tercer Mundo terminaría inexorablemente en la ruina para
todos.
Esas tres
últimas palabras, “ruina para todos”, se hacen eco de la advertencia de Karl
Marx y Friedrich Engels en el Manifiesto Comunista de que las
luchas de clases pueden culminar “o bien en una reconstitución revolucionaria
de la sociedad en su conjunto, o bien en la ruina común de las clases en
conflicto”. Castro toma este pronóstico y lo adapta a la era del imperialismo.
Él estaba a favor de la reconstitución revolucionaria de la sociedad.
Casi dos
décadas después, Castro se presentó como una figura solitaria en la Cumbre del
Milenio de la ONU en Ginebra. Este fue el último discurso de Castro en la ONU y
lo pronunció en el momento álgido de la globalización neoliberal y el Consenso
de Washington. Fue mucho más breve que su famoso discurso de 1960 en la ONU,
pero no menos significativo. Comenzó con una pulla a los países del Norte
Global, que “monopolizan el poder económico, político y tecnológico” y “ofrecen
más de las mismas recetas que solo han servido para hacernos más pobres, más
explotados y más dependientes”. Concluyó diciendo que “no hay nada en el orden
económico y político existente que pueda servir a los intereses de la
humanidad”.
HACIA UNA
ECONOMÍA DE LA LIBERACIÓN NACIONAL
La economía
nunca ha sido un campo de investigación neutral en cuanto a valores. Su
configuración como campo académico diferenciado es resultado del nacimiento del
capitalismo. La economía tal y como la conocemos ha tenido que proporcionar
históricamente una cobertura ideológica a al menos tres luchas de clases
distintas: en primer lugar, la lucha entre los intereses feudales
terratenientes y los capitalistas industriales emergentes; en segundo lugar, la
lucha entre los capitalistas y los trabajadores; y en tercer lugar, la lucha
entre las naciones industrializadas y las naciones colonizadas e
imperializadas. Estas luchas han definido la moralidad (o la falta de ella) del
campo de la economía.
La economía de
Castro era una economía de liberación nacional. Valoraba la soberanía de las
naciones y la dignidad de sus pueblos. Como todos los modelos económicos, se
puede decir que contiene algunas suposiciones: existe una restricción externa,
la división internacional del trabajo impuesta por las corporaciones
multinacionales y las instituciones financieras internacionales existentes.
Además, cualquier intento de superar esta restricción conduce a la violencia:
golpes de Estado, asesinatos, sanciones y embargos. Y, por último, la mayoría
de la población del Sur Global, y de hecho de todo el mundo, tiene un interés
común en unirse para poner fin a este sistema de explotación y a la
polarización y las crisis que genera.
En su último
discurso, pronunciado en 2017 en el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba,
Castro afirmó que “las ideas de los comunistas cubanos permanecerán como prueba
de que en este planeta, si trabajamos con fervor y dignidad, se pueden producir
los bienes materiales y culturales que necesitan los seres humanos”.
Es interesante
la expresión “las ideas pueden producir los bienes que necesitan los seres
humanos”.
Según el
informe de Oxfam Takers not Makers, el número de personas que viven
en la pobreza apenas ha cambiado desde 1990. En los últimos diez años, la
riqueza del 1% más rico de la población mundial ha aumentado en más de 33,9
billones de dólares, lo suficiente para acabar con la pobreza veintidós veces.
Quizás sea hora
de nuevas ideas.
Fuente: Globetrotter