Jornaleras organizadas: entre el abuso sexual y la esclavitud laboral
Diario octubre / septiembre 25, 2025
Inés (Unidad y Lucha).— No es nueva ni desconocida la situación que viven en nuestros campos las jornaleras. Entre contratos que no se cumplen o que no llegan a existir, hacinamientos en los que deben dormir, que no cumplen con las mínimas condiciones de salubridad, pagos por debajo del salario establecido, malos tratos por parte de los patrones y abusos sexuales, que están a la orden del día.
Esa es la
realidad de las mujeres que trabajan en los campos o en las envasadoras,
mujeres en su mayoría racializadas, donde su vulnerabilidad social aumenta su
miedo a levantar la voz por miedo a perder su sustento.
Las situaciones
que se viven en el campo rozan el secuestro y la esclavitud. En páramos lejanos
a las poblaciones, en medio de cultivos y casetas de hacinamiento, llevan a
cabo sus ataques los patronos. Y aquella mujer que osa levantar la voz ante los
insultos y vejaciones es, a menudo, despedida, sin cobrar lo ya trabajado, sin
poder replicar y, muchas veces, sin poder expresarse, pues muchas de ellas
desconocen el idioma en que su patrón les grita. Una vez despedidas se
encuentran solas y sin haber cobrado su jornal a cientos de kilómetros de la
población más cercana.
Las que agachan
la cabeza y se quedan no viven una situación mejor. Jornadas de sol a sol en
las que el cobro de la hora extra es un sueño inimaginable, sin medidas de
seguridad laboral que las protejan, mientras les llueve el líquido de
fumigación en sus cabezas. O en el peor de los escenarios, pero no menos
habitual, en los múltiples casos de violaciones se aprovecha esta situación de
aislamiento y de vulnerabilidad de este entorno laboral para llevar a cabo esos
abusos.
La máxima
expresión de la precariedad la hemos podido ver el pasado mes con la muerte de
Nadia, vecina de Jumilla, que mientras trabajaba en una finca agrícola de
Albacete fue atropellada por una carretilla. No se trata de un accidente
laboral. No es un accidente cuando las empresas no velan por cumplir con las
medidas de seguridad, cuando el empresario no ve vidas humanas, sino mano de
obra barata que para él no tiene ningún valor.
Se trata de un
entorno laboral hostil y cambiante, sin compañeras fijas de trabajo,
trabajadoras que van cambiando cada mes o incluso cada semana de compañeras, de
encargados, de patrones… La unión y lucha de estas mujeres se hace difícil,
pues, entre los tiempos y gritos del patrón y el poco tiempo que compartes con
esas compañeras, es difícil que se den las condiciones para poder organizarse.
En esto han
sido ejemplo las Trabajadoras en Lucha de Huelva, que, apoyándose en las redes
sociales, pero sin dejar de lado la calle, han tomado la gran iniciativa de
organizarse para poner fin a los abusos que sufren.
Desde 2018
trabajan en la mediación sindical y apoyo jurídico, informando a las
trabajadoras de sus derechos laborales y denunciando ante Inspección de Trabajo
y los tribunales los abusos laborales, creando, además, una plataforma que
facilite el acceso a la sanidad a las trabajadoras de este colectivo. Pero,
sobre todo, creando un poso organizativo que levanta la voz y destapa las
condiciones indignas de este gremio.
Uno de los
colectivos más vulnerables y maltratados no puede seguir en esta situación. La
organización es primordial y necesaria para luchar contra un sistema
capitalista que necesita del mantenimiento de estas condiciones para seguir
funcionando. El no cumplimiento de los contratos, la mano de obra con situación
irregular o en situación de vulnerabilidad abarata costes y aumenta el
beneficio.
El campo y las
mujeres que lo trabajan no pueden seguir en silencio ante un sistema que las
viola, las maltrata y las arrastra a la pobreza.
Fuente: unidadylucha.es
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