La sanción
impuesta por Trump a Francesca Albanese, relatora especial de la ONU, presagia
el fin del derecho internacional, un mundo sin reglas en el que se pueden
cometer crímenes de guerra y genocidio sin rendir cuentas ni sufrir
restricciones.
La persecución de Francesca Albanese
El Viejo Topo
19 julio, 2025
Cuando se
escriba la historia del genocidio en Gaza, una de las defensoras más valientes
y francas de la justicia y el respeto del derecho internacional habrá sido
Francesca Albanese, la relatora especial de las Naciones Unidas, sancionada hoy
por la administración Trump. Su oficina tiene la tarea de supervisar e informar
sobre las violaciones de los derechos humanos que Israel comete contra los
palestinos.
Albanese, que
recibe regularmente amenazas de muerte y soporta campañas de calumnias bien
orquestadas dirigidas por Israel y sus aliados, busca valientemente que se
rindan cuentas a quienes apoyan y sostienen el genocidio. Critica duramente lo
que ella llama «la corrupción moral y política del mundo» que permite que el
genocidio continúe. Su oficina ha publicado informes detallados que documentan
los crímenes de guerra en Gaza y Cisjordania, uno de los cuales, titulado «Genocide as
colonial erasure» (El genocidio como borrado colonial), he reimpreso
como apéndice en mi último libro, «A Genocide
Foretold» (Un genocidio anunciado).
Ha informado a
organizaciones privadas de que son «penalmente responsables» por ayudar a Israel
a llevar a cabo el genocidio en Gaza. Anunció que, de ser cierto, como se ha
informado, el ex primer ministro británico David Cameron amenazó con retirar
los fondos y retirarse de la Corte Penal Internacional (CPI) después de que
esta emitiera órdenes de arresto contra el primer ministro israelí, Benjamin
Netanyahu, y el exministro de Defensa, Yoav Gallant, por lo que Cameron y el
otro ex primer ministro británico, Rishi Sunak, podrían ser acusados de un
delito penal en virtud del Estatuto de Roma. El Estatuto de Roma tipifica como
delito a quienes tratan de impedir que se juzguen los crímenes de guerra.
Ha pedido a los
altos funcionarios de la Unión Europea (UE) que se enfrenten a cargos de
complicidad en crímenes de guerra por su apoyo al genocidio, afirmando que sus
acciones no pueden quedar impunes. Fue una defensora de
la flotilla Madleen, que intentó romper el bloqueo de Gaza y entregar ayuda
humanitaria, y escribió que el barco interceptado por Israel no solo
transportaba suministros, sino también un mensaje de humanidad.
Su último informe enumera
48 empresas e instituciones, entre las que se encuentran Palantir Technologies
Inc., Lockheed Martin, Alphabet Inc. (Google), Amazon, International Business
Machine Corporation (IBM), Caterpillar Inc., Microsoft Corporation y el Instituto
Tecnológico de Massachusetts (MIT), junto con bancos y empresas financieras
como BlackRock, aseguradoras, empresas inmobiliarias y organizaciones
benéficas, que, en violación del derecho internacional, están ganando miles de
millones con la ocupación y el genocidio de los palestinos.
El secretario
de Estado Marco Rubio condenó su
apoyo a la CPI, cuatro de cuyos jueces han sido sancionados por Estados Unidos
por emitir órdenes de detención contra Netanyahu y Gallant el año pasado.
Criticó a Albanese por sus esfuerzos para enjuiciar a ciudadanos
estadounidenses o israelíes que apoyan el genocidio, diciendo que no es apta
para desempeñar el cargo de relatora especial. Rubio también acusó a Albanese
de «vomitar antisemitismo descarado, expresar su apoyo al terrorismo y mostrar
un desprecio abierto hacia Estados Unidos, Israel y Occidente». Es muy probable
que las sanciones impidan a Albanese viajar a Estados Unidos y congelen
cualquier activo que pueda tener en el país.
El ataque
contra Albanese presagia un mundo sin reglas, en el que Estados rebeldes, como
Estados Unidos e Israel, pueden cometer crímenes de guerra y genocidio sin
rendir cuentas ni sufrir restricciones. Pone al descubierto los subterfugios
que utilizamos para engañarnos a nosotros mismos y tratar de engañar a los
demás. Revela nuestra hipocresía, crueldad y racismo. A partir de ahora, nadie
se tomará en serio nuestros compromisos declarados con la democracia, la
libertad de expresión, el Estado de derecho o los derechos humanos. ¿Y quién
puede culparlos? Hablamos exclusivamente el lenguaje de la fuerza, el lenguaje
de los brutos, el lenguaje de la matanza masiva, el lenguaje del genocidio.
«Los actos de
asesinato, los asesinatos en masa, la tortura física y psicológica, la
devastación, la creación de condiciones de vida que no permiten vivir a la
población de Gaza, desde la destrucción de hospitales, el desplazamiento
forzoso masivo y la falta de hogar, mientras la gente es bombardeada a diario y
muere de hambre… ¿Cómo podemos interpretar estos actos de forma aislada?»,
preguntó Albanese en una entrevista que le
hice cuando hablamos de su informe, «El genocidio como borrado colonial».
Los drones
militarizados, los helicópteros artillados, los muros y barreras, los puestos
de control, las bobinas de alambre de púas, las torres de vigilancia, los
centros de detención, las deportaciones, la brutalidad y la tortura, la
denegación de visados de entrada, la existencia apartheid que conlleva la falta
de documentos, la pérdida de los derechos individuales y la vigilancia
electrónica son tan familiares para los migrantes desesperados que se
encuentran en la frontera mexicana o que intentan entrar en Europa como lo son
para los palestinos.
Esto es lo que
les espera a aquellos a quienes Frantz Fanon llama
«los condenados de la tierra».
Los que
defienden a los oprimidos, como Albanese, serán tratados como los oprimidos.
Fuente: The Chris
Hedges Report, Substack del autor, 10 de julio de 2025
Traducción: EspaiMARX
No hay comentarios:
Publicar un comentario