Malatesta:
sobre el fascismo al poder
Por Colaboraciones
Errico Malatesta
kaosenlared
16 de septiembre de 2025
En la culminación de una
larga serie de crímenes, el fascismo se ha establecido finalmente en el
gobierno.
Y Mussolini, el Duce
miserable, sólo por distinguirse, ha comenzado por tratar a los miembros del
parlamento como un patrón insolente trataría a siervos estúpidos y holgazanes.
El parlamento, que había de
ser «el paladín de la libertad», ha dado su medida.
Esto nos deja perfectamente
indiferentes. Entre un matón que amenaza e insulta, porque así se siente
seguro, y una banda de cobardes que parece deleitarse en su degradación, no
tenemos que escoger. Constatamos solamente — y no sin vergüenza — qué tipo de
personas es la que domina y del yugo de quién no podemos escapar.
¿Pero cuál es el
significado, cuál el alcance, cuál el resultado probable de este nuevo modo de
arribar al poder en nombre y al servicio del rey, violando la constitución que
el rey había jurado respetar y defender?
Aparte de las poses de
querer parecer napoleónico y que no son más que poses de opereta, cuando no son
actuaciones de jefe bandolero, creemos que en el fondo nada habrá cambiado,
excepto, por un tiempo, mayor presión de la policía contra los subversivos y
contra los trabajadores.
La burguesía, amenazada por
la marea proletaria, incapaz de resolver los problemas urgentes de la guerra,
impotente de defenderse con el método tradicional de la represión legal, se
veía perdida y habría recibido con alegría a cualquier militar que fuese
declarado dictador y que hubiese ahogado en sangre cualquier intento de
reconquista.
(..)
Tal vez, cuando todas las
instituciones obreras sean destruidas, las organizaciones disueltas, los
hombres más odiados y considerados más peligrosos asesinados o encarcelados o
reducidos a la impotencia, la burguesía y el gobierno pretenda poner fin a la
nueva guardia pretoriana que ahora aspira a convertirse en amos de quienes
antes habían servido. Pero ya es demasiado tarde. Los fascistas ahora son los
más fuertes y quieren que se les pague por sus servicios. Y la burguesía
pagará, por supuesto, buscará pagar apoyada sobre los hombros del proletariado.
En conclusión, miseria
aumentada, opresión aumentada.
En cuanto a nosotros, sólo
tenemos que continuar nuestra batalla, siempre llenos de entusiasmo. Sabemos
que nuestro camino está sembrado de tribulaciones, pero lo escogimos consciente
y voluntariamente, y no tenemos ninguna razón para abandonarlo.
Así que sabemos que todos
quienes tienen un sentido de dignidad y compasión humana y quieren dedicarse a
la lucha por el bien de todos, deben estar preparados para todas las
desilusiones, todo el dolor, todos los sacrificios.
Ya que nunca faltan los que
se dejan deslumbrar por las apariencias de la fuerza y siempre tienen algún
tipo de admiración secreta por el vencedor, también hay subversivos que dicen
que “los fascistas nos han enseñado cómo hacer una revolución.”
No, los fascistas no nos
enseñaron nada.
Hicieron la revolución, si
revolución le quieren llamar, con permiso de sus superiores y al servicio de
sus superiores.
Traicionar a los amigos,
renegar todos los días de las ideas profesadas ayer, si así conviene a la
propia ventaja ponerse al servicio del patrón, asegurar el consentimiento de
las autoridades políticas y judiciales, desarmar con la policía a los oponentes
para luego atacarlos en diez contra uno, prepararse militarmente sin necesidad
de ocultarse, incluso recibiendo armas del gobierno, además de vehículos y
objetos de cuartel, y luego ser llamado por el rey y ponerse bajo la protección
de dios… son todas cosas que no podríamos y no querríamos hacer.
Y son todas cosas que
habíamos dicho que ocurrirían el día en que la burguesía se sintiera seriamente
amenazada.
En vez, el ascenso del
fascismo debe ser una lección para los socialistas legalistas, quienes creían,
y ¡ay! aún creen que podemos derrocar a la burguesía por los votos de la mitad
más uno de los votantes, y no quisieron creernos cuando les dijimos que si
alguna vez alcanzaran una mayoría en el parlamento y quisieran — sólo por hacer
suposiciones absurdas — implementar el socialismo mediante el parlamento, ¡les
patearían el culo!
* Errico Malatesta:
escritor, propagandista y revolucionario anarquista italiano. Estudiante en
medicina en Nápoles, y ya republicano, adhiere al anarquismo después de la
Comuna de París (1871). Escribió este texto en 1922.